Cuentos Infantiles Gabriel Corona Ibarra Córdoba

Published on March 2020 | Categories: Documents | Downloads: 42 | Comments: 0 | Views: 496
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Cuentos Infantiles

1

LA BARRA DE HIELO

 —Papá está haciendo muchísimo calor.

 —Si hijo, este verano está sofocante, que calor; pero no te preocupes preocupes tráeme por favor el teléfono.

Le lleve a mi papá el teléfono y llamó para que le trajeran una barra grande de hielo; me emocioné, emocioné, pensando en helados helados de chamoy, chamoy, grosella, vainilla vainilla y muchos otros sabores que viven en mi boca.

Mientras el tiempo transcurría era mayor mi ansiedad sintiendo ya en la boca la sensación del hielo derritiéndose y de poder mordisquear aquella agua solida.

Cuando llego el repartidor del hielo, le preguntó a mi papá — ¿Señor donde pongo el hielo?  — 

Mi papá le respondió de la siguiente manera — pase al fondo, y si me puede hacer el favor  de subir al techo de la casa para colocar la barra de hielo en el tinaco —.

El repartidor repartidor con una cara de asombro, asombro, subió por la escalera escalera trasera trasera de la casa y colocó la  barra de hielo hielo dentro del tinaco. tinaco. Mientras Mientras mi papá me dijo que me pusiera pusiera unos shorts; shorts; cabe recordar recordar que aquel aquel día de guerrit guerritas as de agua; agua; fue el más memorab memorable le de todos todos los veranos, que viví al lado de mi padre.

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2

Pero siempre me quedó la duda, si hubiera abierto la llave del fregador de la cocina… ¿de qué sabor habría sido su manantial?…

EL DULCE MÁS RICO

En la mañana del sábado; llego mi papá del trabajo, y me dijo —Buenos días Carlitos; te traje una pulpa muy rica.

  —El niño, tomó el dulce entre sus pequeños deditos; comenzó a investigar; primero lo estrujo poco a poco, para después comprimirlo por completo y sin miramientos; así que sin mayores detenimientos dirigió su búsqueda al área visual; se paso todo el día viendo detenidamente su pulpa de tamarindo; la veía por un lado, por el otro, con una lupa, con los anteojos de la abuela, con los binoculares del tío solterón, bajo los rayos del sol, con la lámpara del desván, por fin después de mil intentos y sin haber encontrado nada, puso su  pulpa de tamarindo en la mesita de noche y se fue a dormir…

Mañana disfrutaría de más tiempo para encontrar la riqueza a su pulpa de tamarindo, y tendría más suerte en la búsqueda…

CAJA MÁGICA DE IC

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3

Aquel día viernes al salir de la escuela, como siempre mi madre pasó por mí, pero esta vez estaba muy apurada…

Me dijo —corre hijo… apúrate…

Corrimos por entre los carros…como tres cuadras,

Llegamos a una zapatería, donde le entregaron una caja gris…

Sin decir más nos fuimos a la casa.

Al entrar lo primero que hizo fue dirigirse a su closet y guardar aquella misteriosa caja gris…

Con cuidado colocó la caja encima de sus cobijas, como arrullando a un bebe; como depositando al niño Dios sobre el pesebre…

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Con aquel cuidado, como si se fuera a romper la caja…que no veía mi mamá que la caja era de cartón, solo eso; de cartón… ¿qué pasaba, qué contenía esa caja…porqué tanto misterio y cuidados?…

Tomo la llavecita plateada que colgaba de su cuello y cerro el closet…

Pasó el sábado, le siguió el domingo…y la caja gris continuaba en el closet…mi madre no la abría, no dejaba al descubierto el mistérico contenido…si fueran simples zapatos, mínimo se los abría probado frente al viejo espejo de vanidad del corredor, espejo que  perteneció a la abuela.

Pero nada…

Acaso temía desatar los demonios y la destrucción de la tierra si esa caja fuere violada en sus misterios.

Realmente no se…pero el miércoles llegaron sus amigas con un vestido blanco, pletórico de organdí, de encajes y una máquina de coser, con gran algarabía decían todas que para  probarle el vestido…

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Entraron a su cuarto, mi madre tomo la llavecita y abrió el closet, tomo varios adornos para  presumir con sus amigas, y descuidó aquel tesoro gris…ahí estaba, solo; sin un vigía que lo cuidara, era la invitación perfecta para descubrir el contenido de aquel tesoro…

Me escabullí al interior de la recamara, con la gallardía de un gato me pare frente a la caja gris, sentí mucha angustia, miedo, un frio sepulcral me recorrió la espalda del principio al fin y de regreso, las manos me temblaban, pero esta era la oportunidad perfecta, así que volteé de reojo a ver a mi madre, la cual estaba poniéndose un gran trapo blanco, que le cubría los ojos por completo, ahora o nunca, así que con mi mano derecha, que sudaba a mares tome la tapa de aquel obstáculo entre mi persona y el descubrimiento del secreto.

Cuando tuve por fin entre mis pequeños dedos la tapadera, lentamente me asomé al interior  de la caja…lo único que vi fueron unas zapatillas cerradas de charol color blanco, era todo, mire con mayor detenimiento, si….era lo único que contenía aquel cofre de los tesoros.

Pero porque mi madre lo guardaba con aquel celo, porque no había visto que se probara las zapatillas, si en ocasiones anteriores, hasta me pedía consejo sobre si el vestido de la noche combinaba con su bolso o su color de ojos, ¿qué pasaba el día de hoy?, ¿cuál era el secreto que guardaba esa caja gris?

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6

Mientras entre mis pequeños dedos estaba la tapadera de la caja, la cual me empezó a dar  cosquillas en mi mano, vi detenidamente aquel pedazo de cartón, simple, sin dibujos, por  fuera tenía unos garabatos, empecé a leerlos, porque yo ya era un niño grande, estaba en  primero de primaria y ya me sabia el abecedario; aquellos trazos eran el nombre de mi madre, y un numero, el 21, esto me pareció mágico, así que sin decir nada me encaminé a mi cuarto, con el hurto perfecto de mi infancia; con aquella tapadera mágica, nadie notaria su ausencia.

Ya en mi cuarto me puse a jugar con la tapadera, con mi dedo índice de la mano derecha, el cual lo coloque en la esquina superior del mismo lado, para jugar, por lo que empecé a girar la tapadera, primero despacio, luego un poco más recio, así conforme giraba; un  pequeño ruido, un golpeteo rítmico, se apodero de los espacios, del cartón; como si estuviera siendo castigado con algo, aquel ruidito mecánico me sumió en un trance hipnótico, del cual fui brutalmente despertado, justo en el momentos en que se escuchó el timbre de la puerta; clásico; tres timbrazos pequeños y uno largo, quien más podía ser que el detestable noviecito de mi mamá.

Mi madre alzó la voz para ordenarme — Ic, hijo ve abre la puerta, ve quien es.

Mi mamá, como si no supiera que era el enfadoso de su novio.

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 — ¿Y te dejaron comer de todo?

 — Que si me permitieron comer. Yo solo me tomé una botella grandota de refresco.

Pero cuando metieron el primer Gol, mi papá y yo gritamos mucho, nos enojamos con el señor de negro, le aventamos palomitas a la tele, pero la alegría continuó.

Cuando metieron el segundo gol, gritamos, reímos, me abrazo muy fuerte mi papá, y por  toda la casa se escucho ¡goooooooool!; pero fue más fuerte cuando metieron otro gol, mi  papá se hinco, me abrazo, me levanto en brazos y gire en el aire, saltamos, jugamos y ganamos, ¡ganamos!…¡GANAMOS!.

Cuando el partido termino; Apagamos la televisión; pero ese domingo no había terminado; fue entonces que salimos a pasear; llegamos a una fiesta, donde había mucha gente, y mi  papá quería que todos se dieran cuenta lo felices que estábamos, así que me sentó en sus hombros, corrimos, jugamos a los caballitos, me divertí bastante.

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18

El niño se quedo un momento en silencio; llevo sus manitas a la frente; y frunció el entrecejo. El pequeño que lo acompañaba; lo miraba con detenimiento, desconcertado; había detenido de un solo corte la plática… ¿qué estaba pensando su amigo?

Después de un rato, y con el análisis de lo bello que le resultó el domingo al lado de su  padre; el niño comento, con la inocencia que solo existe en un alma llena de amor…

 — ¿Sabes qué acabo de descubrir?

El pequeño, con la curiosidad digna de su edad; hablo — No, dime qué descubriste — 

 — ¡mi papá me quiere mucho!

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