El Fundamento de La Iglesia

Published on January 2017 | Categories: Documents | Downloads: 60 | Comments: 0 | Views: 577
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Tema general: EL PERFIL BÍBLICO DE LA IGLESIA
Tema específico: EL FUNDAMENTO DE LA IGLESIA
Base Bíblica: Mateo 16:13-19
Corazón de la clase:
La iglesia es el grupo de personas que conforman la asamblea de los
santos; y su cimiento es Jesucristo mismo.
Objetivos de la clase: Se quiere que después que el alumno reciba esta lección
entienda y discierna lo siguiente
 La iglesia no descansa sobre hombres, ni filosofías, ni corrientes de
pensamiento, ni tradiciones, ni culturas ni cosa alguna que sea de este mundo.
 El fundamento de la iglesia no es el Jesús histórico que acepta el mundo como
aceptan en los anales de la historia a los que han sido líderes religiosos,
militares, políticos, etc.
 El Jesús sobre el cual esta cimentada la iglesia es el Cristo, el Hijo del Dios
viviente, Dios encarnado, la máxima y plena revelación del Dios invisible.
Introducción:
El concepto de iglesia no tiene que ver necesariamente con un edificio. Esa es la
imagen que, tradicionalmente, la mayoría de las personas del mundo y aun muchos
creyentes tienen. Hoy en día es necesario revisar a la luz de las sagradas escrituras
cuál es el concepto de iglesia que tienen los creyentes. Los tiempos actuales son
peligrosos y difíciles; más que nunca es imprescindible estar cimentado sobre el
fundamento correcto si se quiere poder resistir en el día malo y habiendo acabado
todo, estar firme no solo como creyente sino también colectivamente, como iglesia.

I. Definición de Iglesia.
Primero digamos que NO es la iglesia: no es un edificio. Tampoco es un grupo
de personas con intereses políticos, ni económicos ni de ninguna otra índole terrenal.
La iglesia es el conjunto de personas que han nacido de nuevo por el poder del
Espíritu Santo por la fe en el nombre de Jesús. Esto produce una unión vital y real a
Cristo y se evidencia en la unidad que hay entre todos ellos, de igual modo por el
Espíritu y por la fe; conformando así una asamblea de llamados por Dios (Véase
Juan6:44, 8:47, 10:27, 15:19).
La palabra iglesia tiene su origen etimológico en la palabra griega εκκλησία
(transliterado como ekklēsía) que significa literalmente «llamar fuera de». La
palabra εκκλησία la usaban los griegos para denotar a la asamblea de integrantes de
una pólis (ciudad) que se reunían para atender asuntos de tipo político entre otros.
Evidentemente este no es el significado al cual apuntan las sagradas escrituras al usar
esta palabra.
En el Antiguo Testamento la palabra característica es Qãhãl que designa «la
convocatoria para una asamblea y el acto de reunirse» y su mejor traducción seria
llamamiento. La RVR 1960 en el Antiguo testamento usa palabras tales como
congregación, casa (de Israel y de Judá) y pueblo. No cualquiera era integrante de la
congregación sino los descendientes de Abraham, circuncidados y llamados por
JEHOVA a guardar su pacto y la ley dada en el monte Sinaí. (Véase Deuteronomio 5:22,
Éxodo 40:38, Jeremías 3:18, Éxodo 3:10, Deuteronomio 7:6-9)
Las reglas de la interpretación bíblica establecen que para determinar un
concepto o el significado de una palabra debe partirse de la primera vez que esa
palabra o concepto aparece en las sagradas escrituras. En ese sentido, la palabra
iglesia es usada primeramente por el Maestro. De los evangelistas, solo Mateo registra
la primera vez que se usó. Luego de la ascensión del Señor la palabra es usada por
Lucas en el libro de Hechos, por Pablo, Pedro y Juan. La razón por la cual la palabra
iglesia no aparece en los evangelios con excepción de Mateo en un par de veces se
explicará al disertar el verso 18

II. Fundamento de la Iglesia
(v13,14)
Mateo narra que Jesús se fue a Cesarea, región predominantemente gentil. Esto
le permitía tener privacidad ya que en tierra de Israel difícilmente hubiese podido
esconderse de las multitudes (Marcos 6:30-33). Allí les pregunta a sus discípulos cual
era la opinión y el concepto que tenía la gente en general acerca de él. No es que el
Maestro no lo supiera sino que quería concientizar a los discípulos de la imagen que la
gente tenía de él. El rey Herodes pensaba que era Juan el bautista resucitado de los
muertos (Mateo 14:1,2). Cada quien tenía su propio concepto acerca de Jesús, unos
muy cerca de la verdad (Mateo 21:11, 9:27, 11:3, Juan 4:19, 6:14, 7:40, 9:17) y otros
muy lejos (Mateo 12:24). Incluso habían los que nada concluían por sí mismo sino por
lo que decían otros (Juan 18:33,34).
Hoy en día cada quien tiene su propio Jesús. Cada quien quiere tomar de él lo
que más le convenga para justificar sus actos. A muchos les encanta pensar en el amor
que Jesús mostró en la cruz al morir por toda la humanidad pero nada quieren saber
de las exigencias que hizo y dejo establecidas. Otros toman su nombre como bandera
de ideologías humanas. Igual que con los discípulos, el Señor quiere que su iglesia
sepa bien cuál es la imagen que tiene el mundo de él. Esos eran los conceptos a los que
se refería Pablo en 2°Corintios 10:3-5.
(v15)
Luego el Maestro confronta a los discípulos. Ahora dirige la pregunta a ellos, a
los que desde el principio de su ministerio él había llamado, a los que habían dejado
todo por seguirlo a él, a los que habían visto toda clase de milagros y sanidades, a
quienes les declaraba todo y no por parábolas como a los demás. El ministerio
terrenal de Jesús duró alrededor de tres años y fue cerca del final de su obra en la
tierra que él le hace la pregunta. Ya había pasado un tiempo suficiente para tener un
concepto claro de quién era ese al cual seguían. Era comprensible que al inicio
estuvieran asombrados y no pudieran entender claramente (Mateo 8:27) pero a
medida que pasaba el tiempo él les demando tomar una posición firme por la fe y
comenzar a entender y discernir sus palabras (Marcos 6:49-52, 8:14-21, Juan 14:8-11,
16:29-31).
Se puede saber muchas cosas acerca del evangelio y de la iglesia, se puede
saber cómo son todos y cada uno de los cultos o reuniones, se pueden tener años en el
evangelio y aun así haya la necesidad de que el Señor nos confronte y nos pregunte
cual es el concepto que tenemos de Él (Juan 6:60,66). Jesús quiere no solo que sepas
acerca de él sino que también tengas una experiencia personal con el (Juan 4:39-42,
Job 42:1-6). A veces necesitamos que revisar el evangelio en el que hemos creído tal y
como lo necesito Apolos, el cual aceptó la enseñanza con humildad (Hechos 18:24-28).
(v16)
Al analizar por parte la declaración de Pedro encontramos lo siguiente: él no
dice “creo”, “me parece”, “es probable”, “todo apunta a que”, “se supone”, ni nada por
el estilo. Pedro dice “TÚ ERES” dando a entender que no le quedaba la menor duda. Le
estaba dando una identidad. Ejemplo: al enseñar quien era el mayor en el reino de los
cielos (Mateo 20:26,27), Jesús usa dos palabras que se vinculaban pero que no
significaban lo mismo, servidor y siervo. La primera parte de un cargo u oficio y la
segunda de una condición de vida o identidad. Igual Pedro no le declara sobre la base
de cargos, puestos sino identidad. Pedro había visto y estaba viendo algo más allá de
lo que había frente a sus ojos porque humanamente solo estaba frente a un carpintero
que sin ninguna instrucción formal comenzó a enseñar sin tener tampoco alguna
autorización acreditada (Marcos 6:1-3, Mateo 21:23). Pedro estaba declarando lo
mismo que Juan declaro años más tarde (Juan 1:14).
El creyente de hoy no puede tener una opinión vacilante de Jesús, no puede
tener un concepto de Cristo basado en suposiciones. Debe poder decir con toda
certeza como dijo Pablo, “yo sé a quién he creído” (2°Timoteo 1:12).
Pedro va ascendiendo y dice “EL CRISTO”. La palabra Cristo proviene Christus
que a su vez es la forma latina de la palabra griega Χριστός (transliterado como
Christós) que es la traducción de la palabra hebrea חי ִ שָ מ, Māšîaḥ (mashiach); “El
Mesias” que significa UNGIDO, “El ungido de Dios”. Solamente sobre los reyes y
sacerdotes se derramaba el aceite de la unción santa (Éxodo 29:4-9, 30:22-33, Levítico
8:1-13, 1°Samuel 10:1, 16:13). Es interesante notar en los pasajes de Samuel que solo
eran ungido por la autoridad correspondiente aquel a quien Dios escogía (compárese
con Isaías 42:1). La unción era la evidencia de haber sido escogido por Dios
directamente y símbolo de que el Espíritu Santo estaba sobre tal persona. Pero Pedro
no le estaba diciendo “tú eres un ungido”. No. Pedro le dijo “tú eres EL ungido”. Le
estaba dando un título a Jesús, pero no cualquier título, le estaba diciendo: “¡tú eres el
Rey que tanto hemos estado esperando, el cumplimiento de todas las profecías de
restauración, el Hijo de David!” (Véase Isaías 9:1-7, 11:1-12:6, 61:1-3, Zacarías 9:9,
Jeremías 23:5, 30:8,9, Ezequiel 34:23,24, Miqueas 5:2).
Ya otros le habían reconocido a Jesús como el Ungido de Dios, no con esas
palabras pero si con el título “Hijo de David”. De hecho Mateo registra cinco episodios
en que a Jesús se le dio este título (9:27, 12:23, 15:22, 20:30, 21:9) lo cual era de
esperarse ya que Mateo presenta a Jesús como “El Rey de Israel”. La pregunta es: ¿Es
Jesús el REY de nuestras vidas? ¿Conocerlo nos ha llevado a entronarlo en nuestro
corazón? Pedro no estaba hablando lisonjas ni estaba halagando ni adulando a Jesús,
estaba diciendo lo que Jesús representaba para él, no desde la distancia de un
concepto intelectual sino desde la experiencia.
Sin embargo Pedro no se queda ahí. De hecho hasta ese momento todo iba bien.
Las siguientes palabras tenemos que analizarlas en su contexto histórico: “EL HIJO
DEL DIOS VIVIENTE”. Dios estableció en los diez mandamientos respetar su Santo
Nombre (Éxodo 20:7). Por eso el pueblo de Israel no pronunciaba el nombre de Dios
sino que le llamaban Adonai; Mi Señor. La pena por violar este mandamiento era la
muerte (Levítico 24:10-16). ¡Al Pedro decirle a Jesús Hijo de Dios le estaba diciendo
que era Dios encarnado! ¡Blasfemia! Vamos a probarlo por las sagradas escrituras: A
Jesús lo intentaron apedrear más de una vez por decir que era Hijo de Dios (Juan 5:10-
18, 10:30-33). De hecho Jesús es condenado a muerte por los judíos bajo el cargo de
blasfemia precisamente por haber afirmado ser El Hijo de Dios (Mateo 26:62-66,
Marcos 14:60-64, Lucas 22:70,71). Por tal motivo Jesús mismo le dijo a los discípulos
que guardaran en secreto esta verdad (Mateo 16:20).
Igualmente hoy Jesús confronta nuestras creencias, confronta nuestra visión
del mundo, confronta nuestra perspectiva de las cosas. No podemos creer en un Jesús
histórico y tener una visión de él como si hubiese sido otro líder más comparable con
Mahoma, Gandhi, Buda, Mahoma, Marx, Platón, Sócrates, Aristóteles, Alejandro Magno,
Napoleón Bonaparte, Simón Bolívar, Malcolm X, Nelson Mandela, Maradona, Platini,
Zidane, Michael Jordan, etc. Jesús no fue un filósofo, ni un pensador, ni un activista, ni
un político, ni un líder militar. De hecho la misma biblia pone a Jesús en un nivel
infinitamente más alto que cualquier líder del pueblo de Israel, por encima de
Abraham (Juan 8:58), Moisés (Hebreos 3:1-6), David (Mateo 22:41-45) y cualquier
otro. Jesús está por encima de ángeles y principados (Hebreos 4-13). Él siempre
estuvo, siempre ha estado y siempre estará por encima de todo y de todos (Juan 1:1-3,
Colosenses1:15-19).
Ese es el evangelio, esa es la buena noticia, ese es el mensaje de salvación, que
Dios ha enviado a su Hijo unigénito como Salvador (ese es el significado del nombre
Jesús) y esa es la declaración de fe que hace Pedro y la que debe hacer todo aquel que
quiera ser salvo (Romanos 10:8-10, Juan 3:16-18).
(v17)
La primera palabra que Jesús le dirige a Pedro es “BIENAVENTURADO”. Esa
palabra en hebreo y griego significa “dichoso”; dicha que experimenta aquel que es
favorecido o bendecido por alguien superior. Para tener una idea de la magnitud de la
dicha y la bendición que alcanzaba alguien bienaventurado se debe tener en cuenta
nuevamente que representaba para un judío de la época de Cristo ser bienaventurado.
Una buena aproximación seria Deuteronomio:1-14 donde Dios promete todas las
bendiciones que vendrán a causa de obedecer a la le y de Jehová. Pero eso era solo una
aproximación y denotaba más las bendiciones que rodean al que es bendecido, no
tanto la satisfacción. ¿Cuál era la mayor satisfacción, el mayor deseo y el máximo
anhelo de un judío con lo cual, si lo tuviera se consideraría bienaventurado? La
presencia de Dios (Números 6:22-26, Salmos 27:4, 42:1,2, 16:11, 73:25-28, 62, 63, 91).
Jesús le dijo algo así como “¡el favor de Dios está sobre ti, él abrió los cielos para poner
su mirada en ti, has hallado gracia delante de sus ojos y le has sido agradable!”. Ya
Jesús les había dicho a los discípulos que eran bienaventurados (Mateo 13:16,17,
Lucas 10:21-24)
Ahora bien, así como se dijo que Pedro no andaba adulando a Jesús, de la
misma manera el Maestro no está hablando bajo sentimentalismos sino que le dice la
razón por la cual es bienaventurado: “PORQUE NO TE LO REVELO CARNE NI
SANGRE, SINO MI PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS”. Compárese la versión RVR60
que es la más usada por la iglesia de habla castellana con otras versiones, incluida la
KJV
 ¡Bendito seas, Pedro hijo de Jonás! Porque no sabes esto por tu propia
cuenta, sino que te lo enseñó mi Padre que está en el cielo
(Traducción en Lenguaje Actual)
Llama la atención esta versión porque da a entender que lo que dijo Pedro no
lo dijo de su propio intelecto o capacidad y no solo eso sino que era imposible
que así fuese. Esto se comprueba en Romanos 8:7,8 y concuerda con Lucas
10:21.
 Y Jesús, respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás,
porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
(La Biblia de Las Américas)
Casi exactamente igual a la RVR60.
 Entonces Jesús le dijo:
—Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no lo conociste por medios
humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo.
(Dios Habla Hoy)
Igual que en la versión TLA, no había forma ni manera humana que Pedro
supiera o conociera que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
 Jesús respondió:
—Bendito eres, Simón hijo de Juan,[e] porque mi Padre que está en el cielo te
lo ha revelado. No lo aprendiste de ningún ser humano.
(Nueva Traducción Viviente)
En cierta forma coincide con las palabras de Pablo (Gálatas 1:12) porque a
diferencia de la ley y del judaísmo, el evangelio no se puede adquirir solo por la
enseñanza. El caso práctico: No por ser nacido y criado en una familia cristiana
se es cristiano porque la naturaleza del evangelio no es como la información
genética ni como la cultura. Así lo afirmo Jesús a Nicodemo (Juan 3:5,6). El
evangelio es una experiencia personal.
 —*Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —le dijo Jesús—, porque eso no te lo
reveló ningún mortal,[c] sino mi Padre que está en el cielo.
(Nueva Versión Internacional)
Parecida a la traducción anterior.
 Y respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás,
porque carne y sangre no te lo reveló a ti, sino mi Padre que está en los cielos.
(Traducción al español de la King James Version:
And Jesus answered and said unto him, Blessed art thou, Simon Barjona: for flesh
and blood hath not revealed it unto thee, but my Father which is in heaven.)
Casi exactamente igual a la RVR60.
Nótese que Jesús usa la palabra revelar. El evangelio no solo se aprende, tiene que ser
revelado por el Espíritu Santo. Si hay un aprendizaje, si hay una doctrina y una
enseñanza (Mateo 28:19). Esa es nuestra parte como colaboradores de Cristo. Pero
también está la operación sobrenatural de Dios en la persona (Juan 16:8, Hechos
16:14). La palabra revelar en el original indica la idea de algo que está oculto y que es
imposible conocer a menos que quien lo tiene escondido lo devele y lo saque a la luz.
Hoy más que nunca necesitamos que Dios se revele a nuestras vidas. ¡Necesitamos
tener una CONTINUA y CRECIENTE revelación de Cristo en nuestras vidas!
(v18)
En realidad Pedro recibió una doble revelación. Primero el Padre le revela por
el Espíritu Santo la identidad de Jesús y luego el maestro le da otra revelación. Por eso
le dice “Y yo también te digo”. El Señor se dirige a Pedro y le dice “TU ERES PEDRO”.
El Maestro le reitera la palabra y el cambio que operó en la vida de Simón el primer
día que vino a Jesús (Juan 1:42). Le cambió el nombre. La identidad de un judío estaba
ligada a su nombre y el nombre partía de una fuerte impresión que experimentaran
los padres. Por ejemplo, José les puso nombre a sus hijos según él dijo “Dios me hizo
olvidar todo mi trabajo…” y “Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción”
(Génesis 41:51,52). Ahora bien, Jesús no parte del nombre anterior de Pedro ni se lo
cambia por alguna razón especial asociada con su pasado, ni porque su nombre fuera
malo sino que él venía a la vida de Pedro para hacer algo totalmente nuevo netamente
celestial que nada tenía que ver con lo terrenal. Por eso era necesario hacer un cambio
total y en el caso particular de Pedro, simbólico. Su nuevo nombre significaba “pedazo
de roca” o más correctamente “piedra pequeña”. Igualmente cuando alguien llega a
Cristo, sufre un cambio total (1°Pedro 1:23, 2°Corintios 5:17, Juan 3:3-7). En Juan 1:42
Jesús le dice “tú serás llamado Pedro”, le estaba dando una palabra profética; en Mateo
16:18 ya era un hecho.
Continúa diciendo Jesús “y sobre esta roca edificaré “MI IGLESIA”. Se han
generado varias explicaciones erradas sobre el verso 18 dado el juego de palabras que
usa el maestro. Lo que sucede es que Jesús emplea la palabra ekklesia pero no quiere
usarla en los mismos términos que lo usaban los griegos. Tampoco en los términos
que la usaban los judíos. Es por eso que el comienza diciendo “Tú eres pedro” y que
luego dice “edificaré mi iglesia”. El Maestro primero habla de una piedra pequeña y
luego usa una palabra que habla de un todo porque ekklesia habla de un conjunto de
personas que conformaban una asamblea. Solo que esta asamblea que el Señor estaba
mencionando no iba a esta compuesta de integrantes de una pólis griega ni de
descendientes de Abraham sino de aquellos que como Simón el pescador hijo de Jonás
tuvieran un encuentro personal con Cristo que diera inicio a una progresiva
transformación por el poder del Espíritu Santo.
NOTA: Mateo 16:18,19 también tiene otro sentido que se entiende a la luz de Zacarías
3 pero que se estudiará más adelante en otra lección.
Entonces, ¿por qué dice Jesús “SOBRE ESTA ROCA”? ¿A cuál roca se refiere? No
puede ser pedro porque su nombre significa piedra pequeña. Para entender cuál es la
roca primero hay que ver que el Maestro dice “edificaré”. Eso nos obliga a
trasladarnos a la época en la cual Jesús habló. Los métodos de edificación o
construcción del mundo occidental de hoy en día nada tienen que ver con los de la
Palestina de los tiempos de Cristo. En esa época al construir un edificio se ponía la
primera piedra, una especial que vendría a ser la base de una de las esquinas y desde
donde partiría toda la edificación. De manera que esa roca a la que Jesús hace
referencia es la misma que se menciona en el Salmo 118:22 y en Isaías 28:16. La roca
sobre la cual estaría cimentada la iglesia seria Jesucristo mismo como también lo
declaró a los fariseos al narrar la parábola de los labradores malvados (Mateo 21:33-
46). En la parábola, los labradores representaban a los líderes religiosos del pueblo
que vendría a ser la viña. Los siervos del Señor eran los profetas enviados por Dios y el
hijo era el mismo Cristo. En esa parábola el Maestro también anunciaba que sería
desechado y condenado a muerte por los que supuestamente eran los edificadores.
Esto se verifica en los versos 40,43 y 45. Luego Pedro y Juan le reiteran a los fariseos
las mismas palabras en los inicios de la iglesia (Hechos 4:11). De igual manera, quien
fuera un estricto fariseo y perseguidor acérrimo de la iglesia esto es, Pablo lo dice
claramente en Efesios 2:20 y en 1°Corintios 3:11.
Nótese también que el Maestro no dice “sobre esta roca edifico” ni “estoy
edificando” ni “edifique” sino en tiempo futuro, “EDIFICARÉ”. Es por esta razón que la
palabra iglesia no aparece en los evangelios sino solo un par de veces en Mateo. Los
evangelios narran el nacimiento sobrenatural de Jesús, su vida totalmente santa, su
obra de servicio, su muerte redentora y su resurrección esperanzadora. Para venir a
este mundo, Jesús se despojó de su gloria (Filipenses 2:7). Pero al resucitar le fue
exaltado hasta lo sumo (Filipenses 2:9). El fundamento de la iglesia es la misma base
del nuevo nacimiento: el Cristo que resucitó, que fue exaltado hasta lo sumo y que se
sentó a la diestra del Padre. Él es el fundamento de la iglesia. Quizá alguien podría
argumentar que estar cimentado sobre el Jesús que anduvo en Galilea sería bueno
porque el “fue tentado en todo pero sin pecado”. Pero el Cristo sobre esta cimentado la
iglesia es aquel que venció al diablo y a la muerte. Es por eso que el Espíritu Santo
inspira a los escritores neo-testamentarios a usar la palabra iglesia, dentro de la línea
histórica, solo después de la resurrección del Señor con las excepciones ya
mencionadas.

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