La Ruta de La Pirateria

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IMPRESO EN COBOCE LTDA. EDITORA OPINIÓN COCHABAMBA, DOMINGO 28 DE JULIO DE 2013 VISÍTENOS EN WWW.OPINION.COM.BO EDITORES SERGIO DE LA ZERDA, SANTIAGO ESPINOZA, LESLIE LAFUENTE, ANDRÉS RODRÍGUEZ, ANDRÉS LAGUNA Y GABRIELA FLORES CONTACTOS [email protected]

INFORME
La Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia establece en varios de sus artículos los derechos de la población a la cultura, al tiempo que a la propiedad intelectual. Ambos derechos, que aparentemente no entran en contradicción, en la realidad son vulnerados a la vez que ejercidos, en el ámbito del cine. En un país en el que asisitir una vez con la familia a una sala comercial para ver una película puede costar más de la quinta parte del salario mínimo nacional, la piratería ha invadido y anulado el mercado legal de difusión de filmes. Asimismo, ha creado una opción laboral para miles de desempleados y permitido un mayor acceso al séptimo arte. Mientras esto sucede, creadores y empresarios de cine, especialmente los nacionales, ven cómo sus ingresos han decaído dramáticamente en la última década, sin que el Estado haga cumplir ni la Constitución ni las leyes de Derechos de Autor y de Cine, normativas que, por otro lado, han quedado obsoletas ante el avance de las nuevas tecnologías. Este exahustivo reportaje de periodismo de investigación revela las rutas de la piratería en Bolivia, sus tecnologizados modos de producción, los ingresos que genera y los delitos que conlleva. A la vez, refleja las demandas de los sectores que viven del cine, la movilidad social a partir de la venta ilegal de películas y las posibilidades de solución para esta problemática. Expone también a la nostalgia por los videoclubs, repasa la tenebrosa arista pornográfica de la piratería, y la alianza que con los comerciantes intentan forjar los creadores. Este trabajo fue realizado por los periodistas Santiago Espinoza Antezana, Leslie Lafuente López, Andrés Laguna Tapia, Gabriela Flores López, Sergio de la Zerda Veizaga y Andrés Rodríguez Rodríguez. Los cinco primeros fueron ganadores del XI Fondo Concursable de Periodismo de Investigación de la Fundación UNIR Bolivia, con cuyo respaldo material se pudo indagar a fondo la temática.

A fondo. PIRATERÍA DE CINE

LA RUTA DE LOS $US 40 MILLONES
Este reportaje es resultado de una beca patrocinada por la iniciativa Fondo Concursable de Periodismo de Investigación de la Fundación UNIR Bolivia. El contenido es responsabilidad del autor.

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INFORME

ESPECIAL DE DOMINGO

COCHABAMBA, DOMINGO 28 DE JULIO DE 2013

A fondo. Piratería de cine

De Hollywood a La Cancha: la ruta de la piratería
Bolivia ha dejado de ser un mero receptor de copias y ha pasado a ser un potente distribuidor regional

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e un tiempo a esta parte, Bolivia se ha convertido en una auténtica potencia latinoamericana en materia de piratería de cine. Puede que sea motivo de vergüenza y preocupación para algunos o que despierte un extravagante orgullo en otros, pero lo cierto es que es un dato que no puede pasarse por alto. Aunque no hay cifras oficiales al respecto, el distribuidor de cine Marcelo Cordero estima que Bolivia es, junto con Perú y México, uno de los tres países latinoamericanos con mayores índices de circulación, reproducción, distribución, venta y exhibición ilegales de cine. Sus indagaciones le han demostrado que, teniendo en cuenta el tamaño de su economía y su población, la cantidad de dinero y de personas que mueve esta cadena de actividades ilícitas en Bolivia es proporcionalmente superior a la de otros países. La magnitud social, económica y cultural de este fenómeno está asociada a las particularidades de la principal ruta de circulación ilegal de películas que atraviesa Bolivia.
HOLLYWOOD



DESAGUADERO

Variedad.
El de la piratería de cine es un mercado muy limitado, en cuanto a variedad de la oferta se refiere.
Marcelo Cordero

Distribución.
En Cochabamba, la venta al por mayor de discos se desarrolla los miércoles y sábados, en horas de la madrugada. El punto de encuentro entre mayoristas y minoristas está en las calles Punata y Esteban Arze.
ñas de la industria más poderosa del cine mundial, tal como lo confirmó un reciente informe de la página web especializada TorrentFreak. Y si cuenta con la complicidad de los mismos empleados de los estudios, es porque el comercio ilegal de películas es una de las actividades ilícitas que más dinero mueve en el mundo. Se estima que la piratería -de cine y de otros productos culturales e informáticos- representa un 5 a 10% del comercio mundial, según datos del economista Moisés Naím. Ahora bien, el modus operandi descrito no es exclusivo a Hollywood, sino que se replica en prácticamente todos los polos productores de cine -comercial, independiente y otrosen el mundo. Así se entiende que, siguiendo con las cifras aportadas por Naím, existan alrededor de un millón de películas disponibles ilegalmente en internet.

En el año 2009, a poco de su estreno, la película XMen Origins: Wolverine (2009) fue filtrada en internet, provocando gran malestar en la industria cinematográfica y un afiebrado carnaval en la comunidad global de piratas de cine. No fue la primera filtración de esta naturaleza ni mucho menos, pero sí una de las que más impacto tuvo sobre el mundo del séptimo arte, por tratarse de uno de los lanzamientos cinematográficos más caros y esperados de aquel año y porque acabó destapando una conducta que, con los años, se ha vuelto una constante: las filtraciones son realizadas por empleados de estudios de Hollywood. La piratería de cine tiene origen en las propias entra-

Con los filmes circulando ilegalmente la red, las condiciones para su descarga ya están dadas. Sin embargo, estas condiciones no son iguales ni irrestrictas para todos. Mientras en países del primer mundo pueden ser fácilmente bajadas por cualquier usuario, en Bolivia las deficiencias del servicio de internet (acceso y velocidad limitadas, alto costo) y el desconocimiento sobre las especificidades técnicas del proceso convierten la descarga de películas en un ejercicio más restrictivo. Estas características, aunadas a la arraigada tradición informal del comercio local y transfronterizo, explican que en Bolivia la piratería de cine sea una actividad de masiva convocatoria social. Involucra a miles de personas y familias de todo el país. Como referencia, se sabe de la existencia de una Federación de Vendedores de Artículos Callejeros y DVD, que agremia a unas 2.500 personas, según datos de Marcelo Cordero. Este número, sin embargo, fácilmente podría triplicarse si se tiene en cuenta el ritmo vertiginoso con que se han multiplicado los comerciantes de copias ilegales de cintas, la mayor parte de ellos sin filiación alguna a colectivos gremiales. Agremiados o no, lo cierto es que los piratas bolivianos de cine se dedican, en su gran mayoría, a la distribución y venta de copias y, en menor medida, a la descarga y producción de los masters (copias madre) de las cintas, en vista de las condiciones tecnológicas del país antes descritas. Eso explica que el mercado pirata nacional dependa aún, en buena medida, del ingreso -vía contrabando- de los masters procedentes de otros países, el principal de ellos Perú. La fronteriza población de Desaguadero (La Paz) es la ruta de ingreso, de Perú a Bolivia, de los so-

Los puntos de venta proliferan en calles céntricas de la ciudad.

DICO SOLIZ

portes que luego serán reproducidos ilimitadamente para su distribución al por mayor y su venta al consumidor. Hasta principios de año, este poblado era también la principal ruta de ingreso de las miles de copias que eran comercializadas en el mercado local. Sin embargo, el abaratamiento de los discos de DVD y Blu-Ray en Bolivia ha alterado esta dinámica y ha convertido al país en una mejor plaza para la reproducción de las copias y la distribución a mayoristas. Los piratas coinciden en que, salvo por productos concretos, ya no conviene ir hasta Desaguadero, habiendo ya en Bolivia las copias ilegales de mayor demanda y a un costo inferior que en Perú. Así las cosas, Bolivia es, hoy por hoy, uno de los países con mayor capacidad de exportación ilegal de películas en DVD hacia países vecinos. Con discos en blanco que pueden venderse hasta en 1,10 bolivianos y copias de películas que, al por mayor, alcanzan apenas a 1,80 por unidad, se entiende la predilección de piratas de otros países -incluido Perú- por el circuito boliviano para abastecer sus respectivos mercados.

LA PAZ

El aumento de la demanda de copias piratas bolivianas ha generado las condiciones para la instalación de talleres cada vez más y mejor equipados para descargar cintas de la red y hacer copias piratas en cantidades casi industriales. Los comerciantes afirman que los principales talleres están en El Alto y La Paz. Unos los describen como iniciativas familiares, pero otros, como la directora de la Cinemateca Boliviana, Mela Márquez, se lanzan a calificarlos como pequeñas mafias. Y es que, al menos a escala mundial, se sabe que este negocio “está vinculado en muchas ocasiones al crimen organizado” y tiene capacidad de financiar “otras actividades criminales”, tal como afirma el Observatorio Contra la Piratería de la Unesco. Aun sin reunir las características de las mafias extranjeras, la piratería boliviana ya está siquiera organizada por una serie de clanes familiares que se disputan el control del acceso a las primeras copias de cintas para su posterior distribución.
COCHABAMBA

El abaratamiento de los insumos y de las tecnologías para el copiado y repro-

ducción de las películas ha facilitado también la instalación de talleres en Cochabamba. Aunque a la ciudad continúan llegando vendedores mayoristas procedentes de Desaguadero y La Paz, de a poco están ganando presencia los distribuidores locales, que se concentran en el sector de La Cancha, entre las calles Esteban Arze, Punata y Nataniel Aguirre. También vienen ganando presencia, aunque en menor medida, las iniciativas especializadas en la descarga de internet de películas, siempre que haya condiciones para costear un servicio de internet de alta calidad. De hecho, la Intendencia Municipal sospecha que en Cochabamba están operando algunos súbditos peruanos, expertos en la producción de piratería de productos audiovisuales, quienes estarían capacitando a piratas locales de cara al autoabastecimiento de material ilegal. De ser así, el mercado pirata de cine local estaría encaminado a alcanzar un estado de mayor autonomía en términos de producción y distribución de copias piratas. Como se ve, el escenario se abre a la generación de nuevas rutas de la piratería.

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ESPECIAL DE DOMINGO

INFORME

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A fondo. Piratería de cine

El negocio mueve unos 40 millones de dólares en Bolivia
En el país, los bajos costos de los insumos favorecen el copiado y la venta al por mayor de las películas. Sin embargo, el negocio no llega a ser rentable para todos. Muchos deben buscar otras alternativas de ganancia
“Hay más puestos de venta de películas piratas que vendedores de pan”, reniega, no sin cierta sorna, C.M., un joven dedicado, desde hace 11 años, a la descarga, distribución y venta de copias ilegales de materiales audiovisuales. La comparación que ensaya este consumado pirata podría ser lo más parecido a una estadística sobre el alcance social y económico de la piratería de cine en Bolivia. Ya se sabe que la información cuantitativa suele ser en Bolivia un bien muy escaso, más aún cuando se trata de actividades informales e ilegales, como el del comercio ilegal de cine. En este contexto, no deja de ser valorable el esfuerzo que la distribuidora de cine Yantaría, a la cabeza de Marcelo Cordero, ha desplegado para obtener y reunir información -cualitativa y cuantitativa- sobre el estado del mercado del cine pirata en Bolivia. Un esfuerzo que, entre otros hallazgos, le ha permitido estimar que la piratería de películas genera en Bolivia unos 40 millones de dólares por año. Esta cifra se desprende del cálculo de los ingresos reportados por los cerca de 2.500 comerciantes afiliados a la Federación de Vendedores de Artículos Callejeros y DVD, una organización que ha llegado a ser registrada por autoridades del Consejo Nacional de Cine (Conacine), afirma Cordero. En este entendido, es una cifra que bien podría aumentar exponencialmente, si se tiene en cuenta la cantidad de vendedores de películas piratas no afiliados al gremio.
RENTABLE

tos, desde puestos ambulantes montados en vehículos hasta tiendas barriales, donde el costo por unidad de DVD puede oscilar entre los 3 y los 10 bolivianos. A esta radical devaluación del DVD se atribuye la creciente penetración del Blu-Ray, un formato de mayor calidad cuyo costo por unidad fluctúa entre los 12 y 20 bolivianos.
CRISIS Y ALTERNATIVAS

La Policía y la Intendencia realizan operativos para desmontar negocios de piratería de cine.

R. RODRIGUEZ

rente rentabilidad no se traduce en un clima de prosperidad para la totalidad de comerciantes de copias ilegales. En rigor, solo los distribuidores más fuertes y los vendedores más estables son capaces de aprovechar efectivamente el margen de ganancia que ofrece el negocio. A muchos de los comer-

Mercado.
La piratería saca provecho de la ausencia en Bolivia de un mercado legal de cine para consumo doméstico.

ciantes la venta sólo les da para sobrevivir y mantener activo el negocio, y a otros tantos ni siquiera para eso. Así lo revela el progresivo cambio de rubro que afirman estar experimentando o alistando varios de los piratas consultados para este reportaje. En esto ha tenido mucho que ver la multipli-

cación desmedida de puntos de venta de copias ilegales de cintas, que, en el último tiempo, se ha traducido en una depreciación significativa de los productos audiovisuales. Este contexto explica que la oferta de DVD piratas se haya expandido de sus tradicionales plazas de venta a todo tipo de circui-

Los piratas también “hacen cancha”
Es “día de feria”, como todos los miércoles y sábados. Comerciantes, amas de casa y gran parte de la población salen de sus casas para abastecerse de productos. Los comerciantes del cine y audiovisual no son la excepción. Se puede recorrer la calle Esteban Arze, desde la Ayacucho hasta la Tarata, y encontrar una amplia cantidad de negocios que se dedica a la venta de DVD y Blu-Ray en blanco. Estos soportes de almacenamiento de datos son los insumos principales empleados para grabar y vender películas. Cincuenta unidades de DVD tiene un costo de 65 bolivianos. El precio por unidad del Blu-Ray “normal” es de 7 bolivianos, que en realidad es el DVD doble capa y se vende “con engaños”, según informa A.V., cliente asiduo de la zona. El Blu-Ray “verdadero” serigrafiado (que permite imprimir los artes de las películas) tiene un costo de 9 bolivianos por unidad. Uno de marca genérica cuesta 8 bolivianos. El tubo que contiene 50 unidades de Blu-Ray original de la “mejor marca” cuesta 400 bolivianos; en marcas de “menor calidad” el precio asciende a 280. Según A.V., los precios de DVD y Blu-Ray tienen una notable diferencia de precio en La Paz. IMPRESIÓN Otra de las herramientas de uso regular para los piratas es la impresora empleada en la serigrafía de los artes de los discos y las tapas de las cajas de las películas. F.A., que tiene un pequeño negocio de impresión para los comerciantes de películas, cobra 2 bolivianos por tapa cuando el trabajo es arriba de diez impresiones. Por unidad cobra 5 bolivianos. Una impresora Epson 750, diseñada para serigrafiar y con un sistema de recarga continua, oscila entre 280 a 320 dólares. Según A.V. es una de las mejores del mercado, lo que explica su alto precio. “Tranquilamente, (la 750) te saca de 3.000 a 5.000 copias antes de llegar al fin de su periodo de vida útil”, precisa A.V. PENSANDO EN EL PUESTO Si se tiene un puesto de comercialización de películas, es necesario tener una pequeña televisión con su reproductor de DVD o Blu-Ray. Un reproductor de DVD de la marca Philips cuesta 40 dólares. Uno de la marca Sony está a 45 dólares. El reproductor Blu-Ray, dependiendo la marca y si dispone del sistema 3D , puede costar desde 115 hasta 150 dólares. “En la mayoría de puestos verás reproductores de la marca Philips. Aguantan más y te leen todo”, finaliza A.V.

Los datos de Cordero hablan de la vigente rentabilidad del negocio de la piratería de cine en Bolivia. “Producir 1.000 DVD, ya listos para la venta, cuesta en Bolivia unos 100 dólares”, afirma este distribuidor especializado en cine independiente. “Con vender a unos 3 bolivianos cada DVD, ya obtienes 3.000 bolivianos, unas cuatro veces más de lo invertido en la producción”. Sin embargo, esta apa-

Sin dejar de ser rentable, más para unos que otros, la piratería de cine en Bolivia enfrenta actualmente una crisis, por efecto de la masificación de los puntos de venta y del consecuente abaratamiento de las películas. Esta crisis obedece también al abaratamiento de los insumos (el DVD en blanco cuesta 1,10 bolivianos por unidad) y a la popularización de nuevas tecnologías, como el BluRay. Se trata de una crisis que podría agravarse una vez que el servicio de internet sea más accesible y de mejor calidad en el país y, con ello, facilite a los usuarios la descarga independiente de películas. Y que podría complejizarse aún más en el momento en que se produzca el apagón digital en Bolivia y se reduzca la demanda de filmes en formato físico (discos). La toma de conciencia de esta crisis está llevando a varios piratas a buscar estrategias de adaptación y sobrevivencia. Es el caso de C.M., que se ha especializado en la descarga y venta independiente de cine de autor, un mercado en el que, aun registrando en demanda menor que con el cine comercial, tiene escasa competencia. También es el caso de los piratas agremiados en La Paz, que han apostado a financiar -con entre 10 mil y 50 mil bolivianos- algunas producciones audiovisuales locales de corte artesanal, para las que han encontrado un interesante mercado. Una alternativa que, dicho sea de paso, les permite actuar legalmente, en cuanto productores de las cintas.

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INFORME

ESPECIAL DE DOMINGO

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A fondo. Piratería de cine

Réquiem para una antigua casera desencantada de la piratería de cine
La indagación en la rutina de una vendedora de copias piratas descubre las dificultades que ha traído consigo el aumento sustancial de la oferta y el abaratamiento de los discos. Asoma la opción de cambiar de rubro comercial

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oña Laura (nombre ficticio) está decidida a abandonar el negocio de la piratería de cine. No ha sido una decisión fácil ni mucho menos. Después de todo, ha dedicado 15 de sus 39 años de vida a vender copias ilegales -en VHS, VCD, DVD y Blu-Ray- de películas y otros productos audiovisuales, en un puesto callejero de la calle Gral. Achá que le pertenece desde hace 25 años. Quince años a lo largo de los cuales ha permanecido jornadas enteras, de lunes a sábado, atendiendo a clientes, eventuales o crónicos. Quince años en los que ha debido hacer frente a las varias tentativas de desalojarla por la fuerza. Quince años en los que ha encontrado en la piratería de cine el sustento económico para su vida y la de sus dos hijos. Quince años en los que ha aprendido a enamorarse de las películas, en especial de las clásicas... Aun así, la decisión ya está tomada: va a dejar la piratería.
LAS RAZONES

Los comerciantes atraen a los compradores a través de distintas estrategias de promoción y venta.

ALBA BALDERRAMA

Acomodada en el taburete desde el que controla su puesto de venta, doña Laura se sincera y no teme confesarme los pormenores de su decisión. Algo tendrá que ver el que nos conozcamos desde hace casi 10 años, en calidad de caseros, ella para la venta y yo para la compra. Un lapso en el que, si la memoria no me falla, sólo dos veces hemos intercambiado palabras que trasciendan la circunstancial transacción. La primera fue no hace mucho, cuando, tras un largo viaje, se alegró de que volviera a visitarla y me interrogó sobre las razones de mi prolongada ausencia. Y la segunda es la que, a raíz de mi pregunta sobre cómo anda el negocio, acaba de producir la confesión de que pretende abandonarlo. “Lo voy a dejar, casero, porque ya no se gana. Hay demasiada competencia y cada vez se vende más barato”, afirma. “Mi hermana me ha convencido de que cambie de una vez de mercadería”. El rubro al que piensa trasladarse es el de los teléfonos celulares y

sus accesorios, en el que, a decir de su hermana, habría muchas más oportunidades de ganancia. Con esta justificación se revela como una más de las víctimas de la crisis de rentabilidad que ha desatado la masificación del negocio y la consecuente devaluación de las películas en DVD. A la frialdad de estas explicación sobreviene la pena, cuando anuncia que, antes de retirarse de la piratería, pretende rematar todo el material que tenga almacenado, incluidas esas copias de cintas clásicas sobre todo, estadounidenses, mexicanas e italianasque han sabido ganarle el aprecio y la fidelidad de tantos cinéfilos. Calcula que le quedan menos de 10 de estos clientes asiduos, en su mayoría adultos mayores, a quienes también ha llegado a apreciar. También se acuerda de uno ya fallecido, para el que solía llevar los discos hasta su domicilio. “Como no podía salir por su edad, me llamaba y se ofrecía a pagarme el taxi para ir hasta su casa”, cuenta. “Claro que yo me iba en micro y me ahorraba el dinero que me daba para taxi”, confiesa, sin ocultar

Crisis.
La multiplicación de los puestos de venta y la devaluación del DVD atentan contra la rentabilidad del negocio.

una risa pícara.
LA PREMONICIÓN

La exposición de las razones que la llevan a abandonar la piratería le trae a la memoria la sentencia de un antiguo Intendente Municipal, uno de los varios a los que sobrevivió, quien habría pronosticado el declive de la venta ilegal de filmes. “Me acuerdo bien que nos dijo: ‘ustedes mismos se van a matar entre vendedores, por la competencia”, recuerda. “Y ahí está: justo eso está pasando”. La triste evocación de la premonición de aquel Intendente coincide con la llegada de la hija mayor de doña Laura, a quien, antes de dejar libre para el encuentro familiar en plena acera, sólo atino a pregun-

tar por los años que lleva dedicada a la venta de audiovisuales. “Deben ser como 15 años”, calcula. “Casi la edad de mi flaca”, añade, en referencia a su hija adolescente, a la que no tarda en abrazar. Interpreto el gesto familiar como una señal para marcharme. Mientras camino caigo en cuenta de que, durante los casi 30 minutos de charla, la casera no recibió a ningún otro cliente. Asumo que debe ser nomás cierta la crisis a la que atribuye su decisión de dejar la piratería. Vuelvo nuevamente la mirada hacia el puesto, buscando encontrar a algún comprador al que mi dilatada presencia pudo haber ahuyentado. Pero el panorama no ha cambiado: enfundada en un jean, una blusa manga larga y un chaleco de lana para combatir el frío invernal, doña Laura se aferra a su flaca, recién llegada del colegio, sin cliente alguno a la vista.
LA CALLE

400

películas por día
Es lo que afirma vender la comerciante de DVD piratas cuando el negocio va bien. Por la venta de cada unidad a 5 bolivianos, obtiene una ganancia de 2.50 bolivianos.

Unos días más tarde, vuelvo a buscar a la casera para saber si no ha cambiado de parecer. Me aclara que está aún más resuelta a abandonar la venta de

DVD piratas. Tanto es así que ha visto por conveniente ofertar casi todo su material disponible en bolsas de plástico, y no así en las típicas cajas de plástico, con el ánimo de venderlo a un precio más bajo y en el menor tiempo posible. Eso le permitiría cambiar de rubro en un par de semanas más. Eso sí, sea cual fuere la mercadería que maneje, permanecerá en el mismo lugar que ocupa ahora. El puesto es legalmente suyo. Paga patentes por él desde hace 25 años. No siempre lo empleó para vender películas, desde luego. Al principio lo usó para ofrecer chocolates, luego cambió a los casetes de audio y de ellos a los VHS de videos infantiles y los VCD, DVD y Blu-Ray con

películas. Estos dos últimos son los que siguen conviviendo en el ajustado anaquel de fierro que monta cada día para la exposición de sus productos. Ella no es para nada ajena a los cambios tecnológicos ni reacia a adaptarse a las condiciones que impone el mercado. Ahora mismo, mientras me habla, no para de introducir discos de DVD con sus láminas en pequeñas bolsas transparentes que luego venderá a 5 bolivianos por unidad. Lo hace con una disciplina y escrúpulo admirables, cual si se tratara de una delicada manipulación industrial. Sólo interrumpe la labor para atender a unos potenciales clientes: un adolescente empecinado en encontrar Monster University en calidad DVD (que no hay), una ensimismada mujer que busca videos de psicología evolutiva (que tampoco hay) y una joven que se lleva un par de discos de la serie La pequeña casa en la pradera. Para devolverle el cambio a esta última acude a su vecino, otro comerciante pirata que, a unos pasos de su puesto, vende discos musicales y que, huelga decirlo, es su pareja. “Ustedes se conocieron gracias a la piratería”, bromeo. “Podría decirse que sí”, me responde, entre risas, dejando exhibir su dentadura salpicada por el oro.
DUDAS

Casi una semana después, retorno al puesto de la casera, que apenas tiene tiempo para conversar. Los clientes no paran de llegar y de llevarse DVD. En sus contados intervalos libres, me hace una nueva confesión: ya no está tan segura de dejar la piratería. Cree que la estrategia de venta de discos en bolsas de plástico ha traído una nueva bonanza al negocio. No sabe cuánto vaya a durar, pero quiere aprovecharla al máximo. Después de todo, sabe que esto del comercio tiene ciclos buenos y malos. Y como para evitarle más explicaciones innecesarias, llegan dos nuevos clientes.

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A fondo. Piratería de cine

El cine boliviano entre aguas mansas y bravas
Si bien gracias a la piratería hay más cine de calidad, la mayoría consume el más comercial
a piratería es un tema sumamente delicado para los cineastas bolivianos. Por ejemplo, se sabe que Jorge Sanjinés es muy celoso de su obra, que es muy cuidadoso cada vez que se proyecta una de sus cintas, y corre la leyenda urbana de que, si se entera de que alguien las está comercializando ilegalmente, interviene con dureza. Aunque varias veces se ha anunciado que sus películas se editarían en diferentes colecciones, hasta hoy no existen versiones comercial legales de la obra del legendario director, salvo por la del corto Revolución que hace parte de la compilación Cine a contracorriente. Un recorrido por el otro cine latinoamericano, editada por el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona y Cameo, que es una verdadera rareza digna de coleccionistas. En una entrevista que nos concedió, Sanjinés reconoció que el extremo cuidado que tiene con sus películas y con los derechos de autor que las protegen se debe, principalmente, a que las ganancias que ellas producen sostienen económicamente a Ukamau. Desde la irrupción de la distribución masiva de archivos de audio y video a través de canales al margen de la ley, varios realizadores nacionales han intentado llegar a acuerdos con los comerciantes irregulares sin mucho éxito. Tal vez el caso más interesante es el de ¿Quién mató a la llamita blanca?. Después del gran éxito de taquilla de la segunda película de Rodrigo Bellott, no tardaron en aparecer copias ilegales. Después de un intento poco eficiente por decomisar los DVD piratas, en 2007 los productores y distribuidores de la cinta editaron una versión legal, con extras, en buena calidad, a precio competitivo, y llegaron a un acuerdo con los comerciantes informales. En principio, la iniciativa fue un éxito y pare-

L


Visión.

La visión más clásica de Loayza, que busca recuperar el dinero invertido en las salas, es la que más le teme a la piratería.

Promotor.
Mondaca, que realiza un cine de corte más independiente, que tiene como principal circuito de distribución y de financiación los festivales y canales alternativos, ha encontrado en la piratería a su gran promotor.
cía ser el inicio de una nueva forma de vender y distribuir cine boliviano. Pero no fue más que un espejismo. Ninguna otra película nacional ha logrado acuerdos significativos con los informales. Pero el tema no solamente es delicado porque afecta de manera directa a la remuneración de los artistas. La piratería ha transformado los hábitos de consumo del público en el mundo. Lo que implica un dilema mayor, en un país como Bolivia, con circuitos de distribución cinematográfica limitados, pobres y poco refinados, con una conexión a Internet deficiente y sin acceso a plataformas que ofrecen cine legal en streaming (forma de distribución multimedia), no es posible dejar de consumir piratería. Eso también afecta de manera directa a nuestros artistas, pues si quieren estar al día de lo que se está haciendo en el

mundo, deben consumir arte en soportes ilegales. Ahí nacen dilemas éticos, muy difíciles de resolver, ¿ Es coherente condenar a la piratería y al mismo tiempo consumirla? Opinar y tomar una posición no es fácil para ningún realizador, en ninguna parte del planeta. Por ejemplo, cuando Alex de la Iglesia lo hizo, la polémica lo condujo a renunciar a su cargo como presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Para este reportaje nos pusimos en contacto con dos realizadores representativos del cine boliviano, que tienen una relaciones muy distintas con la piratería. Por un lado está Marcos Loayza, uno de los máximos representantes de lo que se conoció como el boom del 95, un realizador que vivió en carne propia el paso del celuloide al digital, un testigo de las transformaciones más radicales en la distribución y en la producción de películas. Por otro, Diego Mondaca, uno de los más prometedores realizadores del panorama actual, que en sus obras de mayor envergadura ha trabajado de manera casi exclusiva con tecnología digital y ha utilizado de manera eficiente las nuevas tecnologías, no sólo para la realización de sus obras, sino también para su difusión y su distribución. Para Loayza, director de Cuestión de fe, la piratería “es una respuesta de la sociedad ante los márgenes tan altos de ganancia de los productos culturales, una manera de poder acceder al mundo de los marginados, pero también una manera de centralizar la producción”. Mondaca, director del premiado cortometraje La chirola, además destaca que “la piratería para los bolivianos fue una gran alternativa para acceder a lecturas, filmes y demás materiales educativos, que de otra

Los directores bolivianos Jorge Sanjinés, Marcos Loayza y Diego Mondaca.

ARCHIVO

manera no hubiera sido posible. No sólo por los costos, sino también por la variedad de títulos y autores con los que la piratería nos sorprende”. Aunque Loayza no cree que resuelva la deficiencias de los circuitos de distribución nacionales, Mondaca tiene una opinión radicalmente distinta, pues cree que además de haber resuelto los problemas, ahora lo que les corresponde a los cineastas es: “Apropiarnos de la piratería y lograr alianzas articulándonos en ‘sus’ sistemas de distribución, que son bastante efectivos y rápidos”. Mondaca está convencido de que: “Posibilita el acceso a la cultura. Como autor, me cuidaría más de los ‘distribuidores’, de las ‘editoriales’, quienes se creen dueños de la obra y hacen e hicieron peores daños”. Tanto Loayza como Mondaca reconocen que la piratería ha afectado al público boliviano de manera importante. Según Loayza, gracias a ella: “Se han creado tribus de amantes del cómic, del hentai, del cine gore, entre otros”. Mondaca es un poco más general y asegura que lo hizo “más conocedor”. Gracias a la posibilidad de acceder a nuevos materiales, para el director de Ciudadela “ahora tenemos más referencias y así pode-

mos tener mejores parámetros de comparación al momento de juzgar nuestro propio cine”. Pero no todo es una tasa de leche, al menos para Loayza que afirma algo que es muy interesante, sobre lo que se debe reflexionar: “Creo que hay un publico de cine arte que siempre trata de estar bien formado, que ahora se ve beneficiado. Pero hay otro que acentúa su dependencia a las majors”. Es decir, si bien ahora podemos consumir mucho más cine de calidad, la mayor parte de los espectadores sigue consumiendo el cine más comercial. Si bien los hábitos han cambiado, lo que más ha cambiado han sido los volúmenes de consumo. Así como ahora se puede consumir comida basura hasta la obesidad, también se puede consumir cine basura hasta el anquilosamiento mental. Aunque ambos directores reconocen que consumen piratería, que principalmente compran películas de difícil acceso, ninguno de los dos reconoce tener contacto directo con piratas o algún tipo de convenio. Aunque Loayza confiesa que: “Nos reunimos un par de veces con el gremio, con pésimos resultados”. Para el director de El corazón de Jesús, la piratería “destruyó el merca-

do audiovisual boliviano y los márgenes de recuperación se bajaron a más de la mitad”. Puntualmente, su trabajo fue afectado de forma radical, pues “obliga a tener subvencionada la obra para no perder dinero. Se perjudica totalmente”. En cambio Mondaca cree que la piratería ha afectado a su obra: “Favorablemente. Hay que entender que la piratería no es necesariamente mala. Muchas veces no surge con el afán de ‘engañar’ sino más bien de “posibilitar el acceso a información. La Chirola, nuestro primer filme fue ‘autopirateado’ y las consecuencias fueron una amplia distribución de nuestra obra en todo el país. Luego nos volvimos a ‘autopiratear’ poniendo el filme en la web con acceso libre. Esto hizo aún más conocida la obra y nuestro trabajo, lo que posibilitó mayores éxitos para nuestro siguiente filme, Ciudadela”. En Loayza y Mondaca vemos dos formas muy distintas de relacionarse con la piratería y dos formas distintas de entender la distribución. El cine nacional navega en las aguas de la piratería, su capacidad de supervivencia dependerá de no dejarse hundir y de utilizar sus corrientes para impulsarse.

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A fondo. Piratería de cine

El panorama del entretenimiento audiovisual en tiempos de Internet
Para sobrevivir, la industria del cine debe adaptarse a un nuevo tiempo, en el que sus soportes ya no son posibles. En un mundo ideal, los nuevos modelos tendrían que hacer desaparecer al intermediario
fines de junio, TorrentFreak, el portal que le toma el pulso a la piratería mundial, publicó las cifras de las series de televisión más descargadas ilegalmente de la temporada. La lista la encabezaba Juego de Tronos, que rompió todos los records, con 5.2 millones de descargas; seguida por The Big Bang Theory con 2.9 millones y How I Met Your Mother con 2.85 millones. HBO, la cadena de televisión responsable de Juego de Tronos, en lugar de enfurecerse y de declararle la guerra a la piratería (como lo hicieron autoridades del Gobierno de los EEUU), reconoció que para ellos esas cifras representaban un auténtico triunfo, pues reflejaban la popularidad de la serie y, lo que es más importante para sus intereses, las ventas de los DVD oficiales no bajaron. A partir de este ejemplo, podemos interpretar que, al popularizarse un objeto cultural a través de canales “gratuitos”, se forman las bases de fanáticos, de potenciales consumidores, que comprarán las ediciones originales, el merchandising y cualquier producto relacionado. La HBO es conocida por ser una cadena pionera, también parece serlo a la hora de reconocer a la piratería como gran promotor de sus productos. Después de que en 2012 el FBI cerró Megaupload, del masivo borrado de archivos en las webs de alojamiento, de las arremetidas legales a portales latinoamericanos como Taringa y Cuevana, cuando la SOPA (Stop Online Piracy Act) atemorizaba más a los internautas que a Mafalda y que el Protect I.P. Act parecía inminente, a primera vista todo apuntaba a que el final de la piratería en Internet estaba cerca. Cuando en enero de 2012, Wikipedia, Google, Reddit, Boing Boing, the Internet Archive y otros portales protestaron de manera conjunta e histórica, cortando o limitando sus servicios, parecía que eran aletazos de una red que jamás volvería a tener una libre circulación de la información. Se sabe que el control de la pirate-

A

El portal seriesyonkis.com es uno de los más utilizados para la descarga de series internacionales.

SERIESYONKIS.COM

ría se utilizar como excusa para violar los derechos y la privacidad de los usuarios. Después del escándalo de espionaje destapado por Snowden, las dudas se han despejado. Internet, como el gran tejido que conecta todo el mundo, es el arma perfecta del Gran Hermano orweliano, es la ventana a través de la que nos vigi-

Sostenibilidad.
La sostenibilidad de este modelo está en la publicidad y en la fórmula a la que se abrazan los ejecutivos de la HBO.

lan las grandes potencias. Cada uno de nuestros movimientos es registrado. Incluso lo que descargamos ilegalmente sirve para que la industria tenga pautas de nuestros patrones de comportamiento, de consumo y gustos. Pero aunque parezca que vivimos en la era de Internet, en la que ya nada es privado, hay cuestiones

que nos advierten que todavía estamos viviendo un periodo de transición. Específicamente, la industria del entretenimiento todavía no se ha adaptado del todo a este tiempo. En todo el mundo, en especial en Estados Unidos, se sabe que los políticos que impulsan medidas para controlar Inter-

El cine boliviano que se halla en la red
Bolivia es uno de los países latinoamericanos con menor acceso a Internet, con uno de los servicios más caros y deficientes. Lo que no ha impedido que el cine nacional llegue a la red. Pero salvo por esa ofensiva película llamada En busca del paraíso, ningún largometraje se puede o se ha podido ver en un portal de streaming legal. No existen plataformas en Internet para consumir cine boliviano de manera comercial. La gran mayoría de películas que se encuentran en la red han sido subidas por internautas independientes, sin prestarle mucha atención a las “nimiedades” de los derechos de autor. Como pasa con la industria cinematográfica a nivel mundial, las películas que más se pueden ver el web, que se encuentran en más portales, que son más descargadas y vistas, son las más conocidas y comerciales. La bicicleta de los Huanca, Mi socio y ¿Quién mató a la llamita blanca?, entre algunas pocas otras, son las grandes predilectas, al punto que sin mucho esfuerzo, ni pericia se las encuentra en YouTube. Aunque en portales como Vimeo, Surrealmoviez, Rebelde Mule y blogs particulares, se puedan encontrar grandes rarezas, el cine boliviano que pulula en Internet es el más obvio y el que ha sido editado de manera legal. Si bien es cierto que un internauta curtido con un alto grado de cinefilia, puede acceder a ver películas bolivianas de difícil acceso como Para recibir el canto de los pájaros, lo cierto es que todavía se necesita ser un iniciado para acceder al cine boliviano menos comercial. Relativamente, pocos cineastas están utilizando la web como herramienta para dar a conocer su obra. De hecho, ninguno de los directores de gran renombre han subido su obra a la red. No parecen entender que para vender la obra, la obra debe conocerse. Los cineastas bolivianos ya no pueden tener una visión provinciana de su mercado, deben utilizar plataformas que les abran mercados internacionales, en las que tengan menos desventajas. Eso es algo que realizadores jóvenes como Diego Mondaca, Juan Pablo Richter, Patricia Aramayo, Fred Núñez y Mónica Heinrich, entre otros, han entendido. Buena parte de sus películas están colgadas en YouTube y Vimeo, son de relativo fácil acceso. Por otro lado, las oportunidades que ofrece la web han sido aprovechadas de manera admirable por el cine boliviano clase B o Z, películas como Pandillas de El Alto o Laimes contra Cacachacas zombies se han convertido en obras de culto gracias a circulación virtual.

net han sido financiados por la industria del entretenimiento. Como en todo, responden a los intereses de las multinacionales, en lugar de a los de los usuarios. Aunque los gobiernos y las grandes compañías no quieran reconocerlo y hagan campañas asegurando que la piratería está matando a las industrias alternativas y a las compañías pequeñas, lo cierto es que las más afectadas son justamente las empresas más poderosas, pues son ellas las que distribuyen los productos más masivos. Aunque se diga que los grandes afectados son los trabajadores de clase media y los creadores independientes, lo cierto es que los verdaderamente amenazados son los viejos modelos y los que son incapaces a adaptarse a las nuevas formas del mercado. Para quienes entienden las ventajas y los riesgos de los soportes actuales, Internet es una genuina mina de oro (con trampa, pero mina de oro al fin). Por lo general, solemos olvidar que los CD, los DVD y las salas de proyección, no son más que canales de distribución del arte, no un fin en sí mismos. El objetivo de estos es que el público pueda consumir lo que los creadores hacen de la manera más eficiente posible. El tiempo, la tecnología y la economía han determinado las diferentes formas de distribución que hemos utilizado a lo largo de los años. Los canales anteriormente mencionados cada vez son menos viables, pues por su condición de soporte físico, son caros, difíciles de transportar, ocupan mucho espacio. El problema para muchos radica en que Internet, tal como lo conocemos actualmente, no garantiza de la manera más eficiente los derechos de autor. Los creadores no ganan lo que merecen. Nadie duda de que toda persona que realiza un trabajo debe recibir una remuneración justa, se pretende que extinguiendo la piratería paguemos por lo que consumimos.

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A fondo. Piratería de cine

Las salas de cine pierden un 40% de público debido a la piratería
De no ser por el comercio ilegal de películas, los empresarios afirman que se podría doblar la cifra anual de 3 millones de entradas vendidas, aunque de todos modos es evidente el boom de las multisalas
a piratería resta a las salas legales de cine del país hasta un 40% de público, según indica la Cámara Nacional de Empresarios Cinematográficos, entidad que aglutina a propietarios de cines y distribuidores de películas. A ese cálculo, precisan, se llegó comparando la cantidad de público que asiste a ver estrenos simultáneos con la del que va a una película que llega semanas después de su primera proyección internacional, es decir luego de que las calles se inundan de copias ilegales. Aunque el número podría duplicarse sin la piratería, en Bolivia se venden cerca de 3 millones de entradas al cine por año, para alrededor de 70 salas repartidas por todo el país, pero concentradas en el eje troncal. Con todo, el administrador del cine Norte de Cochabamba (que funciona hace 11 años), Luciano García, matiza el efecto de la piratería: “Mucha gente ha vuelto al cine, asume la diferencia de ver una película en pantalla grande y sonido de calidad, con comodidad, disfrutando además de otros servicios”. La directora de la Cinemateca Boliviana, Mela Márquez, analiza tal criterio: “Antes, ir al cine era un hecho social, había un programa establecido, era el momento de la gente. Ahora, el tiempo libre es empleado para ir a chequear, comer, comprar y, además, ir al cine”. Al reciente boom de ir al cine coadyuvan las campañas publicitarias que efectúan las salas. “Al tiempo de pagar a los distribuidores, nosotros tenemos que costear la logística de la publicidad, que consiste en poner avisos en los medios de comunicación” sostiene el gerente del cine Capitol (reabierto hace un año, luego de cerrarse por una década), Yuri Zambrana, quien calcula ese gasto en cerca de 1.500 dólares por película. Pero la publicidad es un paso posterior al arreglo entre salas y distribuidores. Zambrana señala que, por lo general, las salas se quedan con solo un 40%de

L

El cine Capitol, fundado en 1969, se reaperturó el año pasado, tras estar cerrado por una década.

B. JAMES

la taquilla. El otro 60% se debe pagar a los distribuidores. Los porcentajes sin embargo van disminuyendo en favor de las salas, a medida que pasan las semanas de exhibición. Y, para cerrar las gestiones para proyectar un filme, el administrador del Norte agrega que se debe tramitar, para cada película, un permiso de Espectáculos Públicos de la Alcaldía local.
FILTRACIONES

Competencia.
La administradora del Astor, Alicia Zambrana, dice que las multisalas han influido en la desaparición de promociones.
teban Morgado, considera que en Bolivia existe una probabilidad muy escasa de que las filtraciones se produzcan en las salas del país, pues “la piratería llega desde fuera”. Asegura que los distribuidores en Bolivia y desde el exterior toman medidas de seguridad en las salas y capacitan a los administradores. Lo anterior es corroborado por García, cuyo cine, al igual que el Center, cuenta con cámaras de seguridad: “Mediante videoconferencias, algunas distribuidoras nos han mostrado cómo proceden los piratas y los puntos clave de las salas. Estamos aplicando medidas”. Igualmente, Zambrana dice que les enseñaron incluso

Quienes compran películas de estreno en el mercado ilegal saben que siempre corren el riesgo de acceder a una mala copia, una “grabada del cine”. Son muchos los casos de filmes que se venden en DVD tras haber sido registrados con cámaras caseras, de modo clandestino, en las salas. Asimismo, en 2010 los productores del largometraje nacional El Pocholo y su Marida denunciaron que una copia de la obra en formato DVD se filtró de una sala boliviana al mercado pirata. El presidente de la Cámara Nacional y programador del cine Center, Es-

cómo detectar “cámaras escondidas en recipientes de pipocas”, por lo que en Bolivia los que intentan grabar películas en salas la tienen muy difícil. Pese a todas las precauciones, una excepción fue sin embargo la ocurrida en el cine Astor, relató su gerente, Alicia Zambrana. En tal sala, en 2012 se grabó ilegalmente una copia del filme estadounidense Avengers. El caso repercutió en el exterior. Gracias a un código incluido en el celuloide de la película que se proyectó, los distribuidores internacionales detectaron el origen de la filtración. “Nosotros no nos prestamos a eso, por eso tenemos que estar controlando todo el tiempo lo que sucede en las salas”, expresó Zambrana, administradora del cine más antiguo de la ciudad, con 62 años de funcionamiento.
EL CINE NACIONAL

2%

Menos de público
El distribuidor Marcelo Cordero señala que, a diferencia del cine comercial, el cine independiente que se proyecta en salas es mínimamente afectado por la piratería.

La relación entre las salas, abocadas por lo general a películas comerciales casi siempre hollywoodenses y el cine nacional varió sustancialmente en las últimas décadas.

“Con el ingreso de nuevos cines a Bolivia, el panorama ha cambiado. En los años 80 y 90, las salas se peleaban por el cine boliviano y pagaban porcentajes preferenciales. La Cinemateca y otras salas pagaban hasta 70% durante la primera semana en favor de la película”, recuerda el productor y distribuidor de cine, Gerardo Guerra. Junto a la piratería, señala que otros factores, como el cambio generacional de directores, la transformación tecnológica y el decaimiento de la calidad de los filmes, han determinado la “depreciación del cine boliviano”. “Antes, las películas bolivianas eran noticia, eran atractivas. Ahora hay

mucha oferta de filmes. Cuando antes teníamos cuatro o cinco salas en todo el país, en una o dos había cine boliviano, entonces las posibilidades de éxito eran mayores”, acota. Puntualiza que, a inicios de los 80, una película boliviana solía pasar los mil espectadores en su primera semana, pero ahora, con marcadas excepciones, los filmes del país convocan a apenas 12 mil personas a lo largo de varias semanas de proyección, pese a que antes obras de cineastas como Marcos Loayza llegaron a tener hasta 200 mil boletos vendidos. Lo anterior determinó que algunas salas apliquen una suerte de “doble castigo”, pagando solamente a las películas bolivianas el 35% de la taquilla durante su primera semana, en la que además deben superar los 300 espectadores para mantenerse en cartelera. Los administradores de las salas se defienden señalando que, además de lo dicho, los productores nacionales se preocupan poco por publicitar sus películas, mismas que suelen ser, por otro lado, estrenadas en temporadas altas del cine de Estados Unidos. “Siempre les he dicho a los directores y encargados que competir con películas extranjeras es como chocarse contra la pared. Deberían programar sus estrenos para febrero, marzo o mediados de agosto, cuando por la temporada baja (del cine comercial) hay más espacio en las salas”, sostiene García. Indica que, pensando que les iba a ir mejor, muchos filmes bolivianos se estrenaron “justo en diciembre, siendo así opacados por los estrenos extranjeros”. Zambrana coincide con tales ideas y enfatiza en que, además de que el público boliviano es renuente a ver la producción nacional, es muy difícil para los creadores competir con la millonaria publicidad de Hollywood, que por ejemplo se expresa en grandes campañas emitidas por la televisión por cable.

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A fondo. Piratería de cine

Pirateando el marketing antes del apagón
Los empresarios advierten que el cambio digital amenaza al cine independiente y a la piratería
l distribuidor y productor de cine Gerardo Guerra no duda al calificar a la piratería como “un robo”, condenable por ello primero desde un punto de vista ético. La piratería, sostiene, hace que se pierdan fuentes de trabajo legal, oportunidades de desarrollo del mercado, y se constituye en una competencia desleal para, entre otros sectores, los distribuidores. El presidente de la Cámara Nacional de Empresarios Cinematográficos y distribuidor, Esteban Morgado, precisa que su entidad reúne a siete distribuidoras legalmente establecidas. De ellas, según Morgado, Manfer Films y la United International Pictures (UIP) concentran el 60% del mercado, “aunque hay mucho material que se estrena y que es de distribuidores independientes”. El administrador del cine Norte, Luciano García, se anima sin embargo a afirmar que las dos empresas antes señaladas concentran casi la totalidad de los estrenos en salas que, por su parte, Guerra calcula que son entre 12 y 15 por mes. Los distribuidores, dice Guerra, tienen entre sus tareas más importantes la realización del marketing de los filmes que alquilan a los cines. Y el cumplimiento de tal labor es aprovechada ilícitamente por los piratas. “Cualquier película que publicita un distribuidor es buscada inmediatamente por la piratería. El pirata se cuelga a mi publicidad, vende gracias a mi publicidad, a mi inversión, a mi esfuerzo, a mi riesgo. Su riesgo es mínimo porque a él no le ha costado más que el tiempo y el costo de hacer la copia ilegal”, se queja Guerra, quien es distribuidor de cine independiente y de autor. El género al que se aboca el productor es todavía más difícil, pues para éste, precisó, algunas salas

E


Crisis.

Cordero adelanta que la primera crisis de la piratería se evidenciará cuando no se copien de inmediato los estrenos.

Material físico.
Una segunda etapa se vivirá cuando los piratas ya no puedan acceder a material físico para las copias, pues el cine se convertirá en un material virtual. Pese a todo, Cordero afirma que la piratería hallará la forma de pervivir.
solo le ofrecen el 35% de la taquilla durante la primera semana del estreno (lamentablemente en Cochabamba es una rareza que se llegue a dos semanas), cuando el pago para las cintas comerciales asciende al 60%. Fuera de ello, está el hecho de que es muy difícil encontrar espacio en la programación de los cines, casi siempre copada por la producción hollywoodense y con poca apertura para el cine independiente. Para peor, Morgado, también distribuidor, hace notar que todas las empresas del ramo deben pagar una serie de tributos al Estado, entre ellos, desde luego, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) por su actividad, la desaduanización de los filmes y un tasa por película extranjera al Consejo Nacional del Cine (Conacine). A contracorriente de lo anterior, el asimismo distribuidor de cine indepen-

diente Marcelo Cordero afirma que, si bien la piratería le ha quitado público a las salas de cine y ha influido en el cierre de varias de ellas, afectando así paralelamente el negocio de las distribuidoras, toda la culpa de la crisis del cine no es de los vendedores. “Yo empecé a pelear con los comerciantes porque pirateaban mis películas de cine independiente. Hice después una evaluación de cuánto realmente afectaba que mi película esté pirateada muchos meses antes o la temporada del estreno. Y el daño era del 1 o 2% de la taquilla. Claro, son montos pequeños los que genera el cine independiente. Ese daño, en realidad, no existe”, asevera. Según Cordero, durante la década del noventa se cerraron muchas salas porque desapareció la oferta cinematográfica. No obstante, a partir del 2000 el público se mantuvo y comenzó a crecer desde el 2003. “Y los últimos años, de apertura de las multisalas, ha ido en escala ascendente a pesar de la piratería”, agrega.
EL APAGÓN ANALÓGICO

Los empresarios del cine se quejan por la apropiación de su publicidad por parte de la piratería. ALBA BALDERRAMA

La pronta desaparición del sistema de proyección de películas en celuloide de 35 milímetros -que podría producirse a muy corto plazo- amenaza a la industria del cine en Bolivia e incluso a la piratería. Para Guerra, este proceso se cumplirá ya en los siguientes meses, conllevando un serio riesgo de implementación de un “sistema colonizador”, culturalmente hablando. El distribuidor indica que muchas películas de cine independiente ahora vienen solo en formato digital. Por ejemplo, hace poco tuvo que traer al país en tal formato el filme español ganador del Goya Blancanieves, del que no existen copias en celuloide. Pero sucede que las salas pequeñas del país no

cuentan con equipos de proyección digitales. Su adquisición es impensable pues, precisa el gerente del cine Capitol, Yuri Zambrana, significa una inversión de casi 180 mil dólares, misma que, en el caso de los cines con pocas salas, “no se podría cubrir ni con un crédito bancario”. Aprovechándose de tal situación, explica Guerra, los grandes estudios estadounidenses ofrecen el sistema VPF (Virtual Print Fee), mediante el cual prometen a las salas la implementación de los equipos digitales, pero bajo el sutil chantaje -que no es otra cosa- de que sean utilizados solo para la proyección de sus filmes. Y, si su tecnología es usada para proyectar otras películas, serán los distribuidores o cineastas nacionales y no las salas los que tendrán que pagar un alquiler de entre 500 a 600 dólares por semana. De este modo, la ya precaria exhibición de cine nacional e independiente podría en la práctica desaparecer, para dar paso a una absoluta monotonía del cine comercial hollywoodense, transmisor de valores culturales específicos. El tema ha comenzado a despertar un amplio debate internacional. El pago del VPF, modelo ex-

portado desde Hollywood al mundo, afectará a cualquier película independiente, nacional o extranjera, dijo hace poco la directora del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), Marina Stavenhagen, citada por el sitio cinex.com. El VPF se cobra en Estados Unidos desde el 2006 y tiene como finalidad que los dueños de los cines privados puedan recuperar la inversión que hicieron para cambiar proyectores de celuloide a digital. El modelo se exportó a todos los países donde tiene influencia Hollywood, incluyendo América Latina. Morgado manifiesta que en Bolivia la digitalización se completará a más tardar hasta el año que viene y que las empresas afrontan tal proceso de modo individual.
AMENAZA HASTA PARA LA PIRATERÍA

Para Cordero, “lo peor que le puede pasar a la piratería” es el apagón analógico, porque los contenidos del cine dejarán “de ser físicos para ser virtuales”. El distribuidor señala que la distribución pirata de DVD y Blu-Ray pervirirá por unos años más. El negocio es rentable y una

gran mayoría de la población boliviana no cuenta con conexión a internet, sin añadir con que, los que sí tienen sufren la mala calidad del servicio y, por otro lado, muchos no utilizan a fondo el medio. Está también la evidencia de que, por más que haya apagón digital, se mantendrán las colecciones de discos acumuladas por los compradores. No obstante a lo anterior, Cordero cree que la televisión satelital y por cable “pasarán a la historia, considerando que el sistema Full HD podra ser visto a través de Internet”. “En Bolivia -señala Cordero- el apagón digital será en 2018, pero, como éste ya se ha dado en muchas partes del mundo, a los piratas se les va a hacer muy difícil poder acceder a materiales físicos para copiar. Por ejemplo ahora, de una copia de Hollywood para los jurados de los Oscar, se podría piratear y distribuir la película en América Latina, antes del estreno inclusive. En adelante eso va a ser muy difícil porque esa gente de Hollywood va consumir su cine y lo va evaluar a través de señales virtuales, y tampoco habrá material de almacenamiento para ese tipo de cosas”.

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A fondo. Piratería de cine

El videoclub, una especie casi extinta
Los propietarios consideran que el negocio todavía es sostenible y le queda dos o tres años más de vida

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ituémonos en un viernes por la noche cualquiera, diez años atrás. Aparte de pensar en las actividades del fin de semana, otra idea pasaba por la cabeza de muchos: ir al videoclub para alquilar unas películas. La ruta de los videoclubs tenía al menos unas diez posibles paradas. Eran negocios medianos e incluso cadenas con más de dos sucursales. Si el estreno de la semana se había agotado en uno de ellos, siempre se podía ir al otro. Actualmente, en Cochabamba quedan cuatro pequeños videoclubs que todavía se dedican al alquiler de películas. Y, de acuerdo a sus propietarios, del 100 por ciento de su clientela, solo la décima parte mantiene viva la hermenéutica anterior. El 90 por ciento restante prefiere comprar el disco y llevárselo a su hogar. La mencionada ruta del videoclub ha sido una víctima más de la piratería, que coloca por lo menos un puesto de venta en cada manzana de la ciudad. Así, el videoclub es una especie casi extinta. Miguel Salazar, propie-

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sobreviven todavía Los pocos negocios que se mantienen desde hace unos años son Space DVD (C. Antezana casi esquina Ecuador), Planeta DVD (C. México, frente al Club Social), Lázarus (IC Norte de la Melchor Pérez de Olguín) y otro por la zona de La Recoleta.

tario de Space DVD, está en el negocio desde hace nueve años. Dice que “el alquiler (de películas) casi ha muerto, no debe haber muchos lugares donde alquilan. La mayoría de las personas prefiere ahorrar el tiempo de llevar la película y después volver a devolverla, porque el costo de las películas es tan barato que no conviene”. Durante la bonanza de los videoclubs, sobre todo en la década del 90, alquilar un VHS costaba de Bs 5 a 6 -cuando ese monto todavía significaba algo. Dependiendo del establecimiento, el periodo de extensión podía ser de uno a tres días. También existían penalidades, por ejemplo por el retraso en la devolución, que era multado

con Bs 1 a 3 por día. Asimismo, la multa por no rebobinar la cinta ascendía a Bs 1. El precio del alquiler de películas no ha variado en su monto más de diez años, aunque sí su valor por la inflación. Alquilar hoy una película en formato DVD cuesta lo mismo por un periodo de tres días. C.Y., dueño de otro videoclub, afirma que su actividad comercial todavía es sostenible, pero que no podría depender únicamente de la misma. “No pensaba que esto (su videoclub) lo seguiría teniendo hasta ahora. Se sostiene, pero bajó un montón”, confiesa. La edad de los clientes que todavía acuden a los dos videoclubs mencionados fluctúa entre los 15 y 50 años. Entre los filmes que más buscan los usuarios, están películas mudas, títulos como Drácula, interpretado por Béla Lugosi; y cintas de directores de cine arte como David Lynch, Woody Allen o Roman Polanski. Viéndole el lado “positivo” a la piratería, Salazar cree que, de no ser por la proliferación del comercio ilegal, el público joven no

Quince años atrás, los videoclubes se especializaban en alquilar VHS.

ARCHIVO

habría podido acceder a piezas clásicas o de cine de autor. Agrega que “es sorprendente lo que ha aprendido la gente de cine con la abundancia de películas que hay”. “Personas menores de 20 años ya saben de buenos directores, películas interesantes más allá de lo comercial. En algún momento se pensaba que

los DVD eran los que estaban matando al cine. El hecho de tener buenas películas en DVD y buenas salas cinematográficas ha reavivado el interés de la gente por el cine. Tiene que ver mucho con la cultura, enriquece a la gente”, manifiesta C.Y. Salazar considera que todavía le quedan unos dos o tres años más de

vida a los videoclubs que todavía funcionan, pero que a la larga esta práctica se reconvertirá a descargar películas no comerciales vía Internet. “Si logra autosostenerse, pienso mantenerlo (su videoclub), aunque no me de ganancias, básicamente por amor al arte, porque amo el cine”, concluye C.Y.

Cochabamba, a la cabeza de la piratería en la pantalla chica
Aunque no es un fenómeno reciente, la piratería ha crecido también en los canales de televisión abiertos y de cable que, sin autorización de creadores ni productores, pasan películas de diverso género, algunas de ellas estrenos que están cartelera de los cines locales. El productor y distribuidor de cine Gerardo Guerra afirma que Cochabamba es el departamento donde más se piratea en la pantalla chica. “El canal RTL ha pi-

Falta de unión.
El gerente del cine Capitol, Yuri Zambrana, lamentó que en Cochabamba no haya unión entre los empresarios para denunciar a los canales.
rateado un montón de estrenos nacionales e internacionales, estando éstos en

La piratería en la televisión creció en el país.

INTERNET

cartelera y sabiendo eso el medio”, manifiesta Guerra. Señala que otro caso que le llama la atención es el de una operadora de cable local, que “se autopiratea” con canales falsos -en realidad programados por computadora- que reproducen ilegalmente películas de la propia grilla de la empresa, como HBO y Disney. Guerra recuerda por otro lado que, en Santa Cruz y hace dos años, sufrió como coproductor, en dos ocasiones, la piratería televisiva

del filme La cacería del nazi, por parte del canal universitario. Ante tal situación, Guerra denunció el hecho ante la Autoridad de Fiscalización y Regulación de Telecomunicaciones y Transporte (ATT), aunque tiempo después se llegó a un acuerdo comercial de resarcimiento por el daño causado. “Fue un escarmiento. En lo posterior no he vuelto a ver que el canal 11 haya emitido una sola película de forma ilegal”, recuerda el productor.

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A fondo. Piratería de cine

Los piratas no perdonan ni las noches para seguir comercializando copias de películas ilegales. En la avenida San Martín, centro de la ciudad, hay varios puestos de venta.

D. SOLÍz

La solución va más allá de la ley
En la actual normativa, la piratería está prohibida. Sin embargo, el Estado no ha tenido cuerpo para hacer respetar la ley. Los cineastas temen que eso vuelva a ocurrir, por lo que plantean analizar el tema con todos los actores
an pasado más de 20 años de la aprobación de la Ley 1302 del Cine y similar tiempo de la Ley de Derechos de Autor 1322 , y la piratería de películas ha crecido como en todo el país, sin que ninguna autoridad haga cumplir las leyes. La proliferación del millonario negocio se ve en distintas zonas y calles de la ciudad, como si la actividad fuera legal, cuando es todo lo contrario. Frenar esa realidad es tan complejo, que ni los cineastas, distribuidores o productores audivisuales, entre otros actores del séptimo arte boliviano, creen que una nueva normativa sea la solución. A dos décadas de la aprobación de las dos principales normas que deberían proteger la actividad del cine, el Ministerio de Culturas, distintas asociaciones, grupos de cineastas, actores y distribuidores elaboran un anteproyecto de ley, basados en tres propuestas que salieron de las mismas filas de los artistas cinematográficos. Una de ella es la propuesta del Ministerio de

H

Ministro.
Según Groux, el cine tiene que reinventar sus propias estrategias para acceder de manera formal a la ciudadanía.
Culturas, la otra del Centro de Formación y Realización Cinematográfica (Cefrec) y de la Coordinadora Audiovisual Indígena Originaria de Bolivia (CAIB), y la tercera de la Asociación de Cineastas de Bolivia (Asocine). En las tres propuestas se coincide en que la nueva norma no debe reconocer la piratería, pero también se admite que el problema va más allá de la ley, ya que está de por medio un problema social: la necesidad de empleo de miles de familias que viven de la venta no sólo de copias cinematográficas, sino de CD de música, programas de computación y juegos, todos piratas. Para asesor del Ministerio de Culturas Nelson Martínez, “el tema de ha-

cer frente a este problema no es sencillo, porque está ligado al problema social, pero también a las mafias, redes que tienen mucho dinero a raíz de este tipo de comercio”. Agrega que ambos son niveles distintos, pero que deben ser considerados. Sin embargo, indica, lo primero que hay que defender es la producción nacional y llegar a un primer gran  acuerdo con los comerciantes que venden material ilegal, “ellos no pueden hacernos la guerra a nosotros. Otra es la situación de mercados internacionales”, manifiesta Martínez. El director de Centro de Formación y Realización Cinematográfica (Cefrec), Iván Sanjinés, coincide en que la solución a la creciente piratería es compleja, y asegura que “no se trata de hacer leyes que prohíban, sino de preguntarnos qué debemos hacer”. Para Sanjinés, el Estado tiene que implementar acciones concretas, crear una plataforma que ligue la producción nacional con la distribución y la llegada de ese material a la gente. Asimismo, indica que debe

Asocine.
Para Mela Márquez, es muy complicado hacer una ley en un país donde la piratería es socialmente aceptada.
trabajarse en la concientización y educación de los públicos para, de a poco, ir cambiando la mentalidad que hoy existe. “Hay que sentar soberanía de ese espacio popular y crear alternativa. La piratería la consumen todos, no hay diferencia social”, añade. Manifiesta que de repente la solución sea encontrar una propuesta en la que el Estado deba tener una acción no precisamente coercitiva, sino poner una plataforma de reproducción o alianza con sectores, para que, si hay disposición de pagar impuestos, bien puedan hacerlo. Sin embargo, “lo que no podemos hacer es legalizar la piratería, porque el perjuicio es grande. Empero, algunos  cineastas han

utilizado la piratería para poder difundir su trabajo, y en algún caso se ha llegado a acuerdos”.
EL COMBATE

La directora de la Cinemateca Boliviana, Mela Márquez, reconoce también que es difícil hacer una norma contra la piratería cuando ésta socialmente es aceptada, pues “comprar pirata no es mal visto”. “Yo confieso que las leyes son solo buenas intenciones, si no hay una política del Estado”, dice la directora de la película Sayariy, quien insiste en que la lucha contra la piratería debe ir acompañada de soluciones estructurales contra el desempleo y el contrabando. Asimismo, Márquez plantea que en la nueva normativa deben existir mecanismos de apoyo a la difusión, y dentro de la cadena del fondo de fomento debe existir recursos destinados a estrategias para combatir la piratería. “Ahora esos recursos se puede hacer de anticipo, lo que se llama la copia privada. Es un tema que se ha discutido en el exterior. Eso significa que cualquier

elemento que sirve para reproducir debe pagar un impuesto, de modo que ese tributo vaya al fondo y compense la piratería, para eso se tendría que haber estrategias muy precisas”, añade. Sin embargo, advierte que aquello es difícil por el excesivo contrabando que hay en todos los materiales de reproducción. Desde su punto de vista, en Bolivia hay una doble moral con la pobreza y la cultura. “Se gasta en grandes fiestas, pero comprar un libro dicen que les resulta caro”, finaliza. Sobre el tema, el ministro de Culturas, Pablo Groux, afirma que en la medida en que la oferta, la calidad y los precios de un cine legal sean accesibles a la ciudadanía, ésta va poder acceder a material legal. “En el caso del cine hay que hacer también un trabajo de formación ciudadana y, por supuesto, ofrecerle a la ciudadanía posibilidades de que acceda a material legal. Es el cine el que tiene que reinventar sus propias estrategias para poder acceder de manera formal a la ciudadanía”, indica.

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A fondo. Piratería de cine

Propuestas para comercialización
Ministerio de Culturas
* La distribución, comercialización y exhibición de cinematografía y del audiovisual en salas de cine, canales de televisión públicos o privados, así como en soporte audiovisual para el consumo masivo estará regulada por el Estado a través del Consejo Plurinacional del Cine (Coplucine). * El Estado fomenta la autorregulación del mercado y delega al Coplucine la responsabilidad de fiscalizar el desarrollo de la industria cinematográfica y de audiovisual en el País. * En concordancia con el Artículo 107 parágrafo tercer de la Constitución Política del Estado, se establece que en el ámbito de la exhibición no podrá existir monopolios u oligopolios. * Toda película boliviana estrenada y reestreno en salas de cine deberá recibir el 50% de los ingresos generados por la venta de entradas durante el primer mes que se sostenga en programación. * Toda película de cine para ser exhibida o comercializada en el territorio boliviano, deberá estar legalmente registrada en el Sistema de Información y Registro Cinematográfico y Audiovisual. Aquel que no cumpla con esta condición, se reputará de internación o producción clandestina. * Está prohibido: Todo producto cinematográfico y audiovisual para su emisión en canales de televisión abierta, canales bolivianos por cable o empresas bolivianas de televisión digital, que no cuente con la autorización de los titulares de derecho de autor o titulares del derecho de exhibición y su registro correspondiente en el Coplucine. * Créase la Distribuidora Boliviana de Cine y las Artes Audiovisuales, como unidad dependiente de la Cineteca Boliviana, bajo la tuición del Coplucine, cuyos objetivos son: Promover e impulsar la distribución de películas y materiales audiovisuales para dar a conocer las culturas del país a través de las producciones cinematográficas y audiovisuales...

CEFREC-CAIB
* El Coplucine y los diversos actores dedicados a la distribución, comercialización y exhibición acordarán los mecanismos de fomento y desarrollo para estas actividades con el fin de favorecer el amplio acceso de todos y todas las bolivianas al cine y audiovisual bolivianos y del mundo, actividad que no sólo debe ser manejada por la autorregulación del mercado sino también asumida como política educativa, cultural y social por el Estado. (Y en tanto debe darse un reordenamiento del mismo). * El cine y el audiovisual Iberoamericano quedará exento del arancel de exhibición como parte de una política de integración y reciprocidad. * Toda película boliviana estrenada y de reestreno en salas de cine deberá recibir el 70% de los ingresos generados por la venta de entradas durante la primera semana de exhibición; en la segunda un 50% y a partir de la tercera semana al menos un 30% de los mismos. * Los canales de televisión privados, públicos, estatales y comunitarios tienen como prioridad la promoción, fomento, incentivo y difusión de las obras cinematográficas y del audiovisual boliviano, así como las películas de coproducción internacional. * Se considera prioritaria la creación o respaldo de circuitos y redes de difusión distribución alternativas, comunitarias y populares o de carácter educativo para concretar una mayor democratización del cine y audiovisual en beneficio de sectores con menores posibilidades de acceso. En el plano internacional el fomento de circuitos de exhibición de cine latinoamericano e iberoamericano. * Las obras cinematográficas bolivianas gozan del derecho de distribución, programación, estreno, reestreno y exhibición comercial en salas de exhibición públicas o privadas y de manera prioritaria en la Cineteca Boliviana y/o Cinetecas departamentales.

Asocine
* Los distribuidores y exhibidores de filmes podrán comercializar y exhibir sus filmes en todo el territorio nacional, cumpliendo la Ley de Derechos de Autor y siempre que posean las licencias correspondientes, sean éstas nacionales o internacionales. * Todo filme, para ser exhibido o comercializado en el territorio nacional, deberá estar registrado en el Consejo Nacional de Cine (Coplucine). * Todo persona natural o jurídica, boliviana o extranjera que reproduzca, comercialice, distribuya y/o exhiba en territorio boliviano, todo filme o material audiovisual en cualquier soporte y formato, sin respetar la Ley de Derechos de Autor y Propiedad Intelectual, y las disposiciones o normativas del Coplucine, será sancionado de acuerdo a ley. * Toda producción audiovisual cinematográfica o audiovisual que utilice de manera total o parcial de cualquier obra, sea ésta texto, fotografía, música o material audiovisual, que no cuente con los respectivos derechos, ni cite a los autores de manera pública adecuada, será considerada plagio, y sujeta a las sanciones establecida en la Ley 1322. * Los Distribuidores y Exhibidores tendrán las siguientes obligaciones especiales: 1.- Respecto a los filmes nacionales, deberán: Mencionar el nombre del director, productor y los actores principales de los filmes nacionales en forma destacada en todos los medios y formas de la publicidad empleadas para la promoción de una película. Toda empresa de exhibición deberá destinar un espacio para la venta y exposición de películas bolivianas y material promocional del cine boliviano. 2.- Proporcionar al Coplucine información permanente y actualizada sobre indicadores de Distribución y de Exhibición en el país. * Distribuidores y exhibidores deberán incluir en su programación un mínimo de 20% de películas independientes o de autor dentro de sus títulos internacionales, y promocionarlas adecuadamente y exhibir las en horarios preferenciales.

“Necesitamos leyes que restauren el equilibrio”
Justine Duranboger Abogado experto

Productores, distribuidores, actores y críticos del cine reunidos en el Congreso del Cine y Audiovisual Boliviano, el 14 de julio. LESLIE LAFUENTE

Las leyes sobre propiedad intelectual ya no protegen a los autores ni garantizan a la sociedad al acceso de bienes culturales en términos equilibrados. Las leyes de derechos de autor protegen, en la práctica, a los titulares de los derechos patrimoniales de las obras, es decir, a las grandes empresas de la industria de contenidos y dejan desamparados al autor y a la sociedad para hacer valer sus derechos. El comercio informal permite a los autores y a la sociedad a restaurar un equilibrio, en el que los autores a través de “acuerdos” con las asociaciones de comerciantes de DVD pueden obtener me-

jores ingresos por su obra, que los que obtendrían a través de los canales de distribución legales. El comercio informal de bienes culturales es una respuesta a la dicotomía entre las normas legales y la realidad. Si bien permite a la sociedad acceder a una mayor variedad de obras, en la misma medida afecta y desmotiva a los autores y realizadores a crear nuevas obras. Se podría decir que es una especie de reciclaje cultural, en la que la sociedad tiene acceso a cada vez menos obras de menor calidad. En ese sentido, en la medida en que las leyes establezcan un equilibrio entre autores, sociedad e industria/comercio, sin favorecer a unos en desmedro de otros y estén acordes a la realidad so-

cial, económica y cultural, así como al desarrollo tecnológico, se podrá combatir la piratería en Bolivia, o en su caso favorecer a la legalización de la gente dedicada a esta actividad. En el país no se cumplen las actuales leyes debido al desconocimiento de la normativa, así como a que los mecanismo de protección de derechos son de difícil cumplimiento debido, entre otras cosas, a la desactualización de nuestra normativa con respecto al avance tecnológico de las últimas décadas. El aspecto social es también importante, pues la aplicación de la normativa afectaría a un importante grupo de la sociedad que vive de la comercialización informal de las obras audiovisuales en el país.

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INFORME

ESPECIAL DE DOMINGO

COCHABAMBA, DOMINGO 28 DE JULIO DE 2013

A fondo. Piratería de cine

Porno, el único género que “mueve” a las autoridades
No sólo los piratas temen a los operativos, los consumidores piden el producto de manera discreta

T

raseri Impulsive, La Subida y la Caída de la Emperatriz romana, Casa de los Sueños, Tres Hijas, entre muchos otros titulos pornográficos, forman parte de la oferta discreta que hacen los vendedores de películas piratas en el mercado. Los denominados piratas saben que, junto a las cintas de producción nacional y las de estreno, las pornográficas son las que corren el riesgo de ser decomisadas en los diferentes operativos que realiza, por lo general, la Intendencia Municipal. Es así que los vendedores tienen algo de cuidado en la comercialización, porque saben que el resto de las películas de humor, romance, terror y ficción, entre otras, pueden comercializarlas abiertamente, pese a que las leyes del Cine y de Derechos de Autor bolivianas los prohibe. Producto de esa lucha parcial contra la piratería, sólo en 2011 y en Cochabamba, la Intendencia decomisó más de 8 mil copias piratas, un 90% de ellas con contenido pornográfico y el resto de dife-

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encarcelado A pesar de que es sabido que los vendedores tienen entre sus copias piratas películas pornográficas, apenas una persona fue enviada a prisión por comercializar este producto en el mercado cochabambino.

rentes géneros cinematográficos. En 2012, la cantidad de copias piratas decomisas superó las 17 mil. En tanto, este año la cifra secuestrada apenas bordea las 2.500 copias, según la Intendencia de Cercado. El intendente de Cochabamba, Ricardo Barriga, reconoce que con apenas 30 hombres no puede combatir a la piratería. Sin embargo, asegura que para la institución es importante impedir la venta de películas pornográficas y las de producción nacional, porque sabe que daña a la sociedad y a los cineastas bolivianos. En mayo, este medio reveló que 7 de cada 10 adolescentes detenidos por violación sexual, con-

fesaron que consumían pornografía y que sólo pensaban en repetir las imágenes que habían visto. Y es que en las copias con contenido pornográfico no sólo actúan jóvenes o adultos, sino que aparecen niños e incluso animales. Las cintas de pornografía infantil suelen tener un precio mayor a las de género de humor o ficción. Por lo general, cuestan entre 8 a 10 bolivianos, claro, dependiendo el lugar de venta. La Policía asegura que por esas razones le declaró la “guerra” a la pornografía. En esa su tarea, en junio pasado, en un operativo aprehendió a cinco personas y secuestró unos mil DVD con contenido pornográfico. Los acusados fueron imputados, por primera vez, por el delito de Violencia Sexual Comercial, mismo que está tipificado en el Código Penal y fija una sanción de 5 a 8 años de privación de libertad. Los aprehendidos fueron llevados ante un juez, quien determinó enviar a sólo uno al penal de San Antonio. En tanto,

Un funcionario municipal echa los retos de las películas pornografías que fueron quemadas, a principio de este año. DICO SOLÍZ

determinó medidas cautelares para tres, y el otro se declaró culpable y se sometió a un juicio abreviado. Ese es el primer y único caso en Cochabamba en el que un pirata está recluido. De ese hecho ha

pasado un poco más de un mes, y la venta de este género sigue en las calles cochabambinas, pero de manera discreta. Asimismo, las autoridades no han realizado otros operativos que permitan sancionar a quienes hacen negocio con la piratería de

películas. El justificativo, cada vez más común, es que la gente no alcanza o no existen denuncias específicas para actuar. Por la venta de los demás géneros cinematográficos, las autoridades sólo callan.

La producción nacional de cine no abastece la venta legal
La producción de cine nacional no abastece para la venta de copias legales. Es el dilema por el que atraviesa el proyecto empresarial Cine Boliviano Original (CBO), según informa su gerente, Roberto Lanza. “Después de dos años sigo vendiendo las mismas 15 películas. La gente ve CBO y no se acerca más, porque sabe que no hay más estrenos”, afirma Lanza. CBO cuenta con 52 puestos de venta, de los

Comercio.
En dos años, Cine Boliviano Original ha vendido más de 3.000 copias legales. Tiene puestos en cuatro ciudades del país.
cuales 15 están con los piratas. Lanza cuenta que, ante la expansión de CBO, decidieron incluir a los piratas

CBO cuenta con 52 puestos en todo el país.

CBO

para que vendan copias legales de cine boliviano. Algunos aceptaron, agrega. “Empezó (la venta de CBO) a tener mucho más flujo, pero ahora no hay suficientes estrenos para que el comerciante esté feliz de tener ese puesto ahí. Tendría que tener dos estrenos al mes, mínimo”, dice Lanza. Por su parte, Gerardo Guerra, distribuidor y productor cruceño, manifiesta que su clientela le ratifica que “no hay una gran canti-

dad películas legales para la venta”. Guerra entiende la inversión que representa sacar copias legales y considera que “es difícil competir contra la piratería”. La queja principal de Lanza es que los negocios de los piratas tienen licencia de funcionamiento municipal. Considera que el Estado está siendo “cómplice” de esta actividad ilegal y cree que el hecho de que algunos emitan factura es “como ponerle impuesto a la cocaína”.

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