Adventist As

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LOS SIERVOS DEL SABATH
Estudio sobre los Adventistas del Séptimo Día
Ángel Sanabria Ibarra Los Adventistas del Séptimo Día han esparcido por el mundo su semilla, pero ésta no ha sido precisamente la Palabra de Dios, sino los Corn Flakes de Kellog, dando como resultado que su inventor, el señor John Harvey Kellog, discípulo de la fundadora del adventismo, la señora Ellen G. White, ha llegado a ser más famoso que ésta y su producto más exitoso que el de la profeta. Pero, desde luego, el adventismo es mucho más que hojuelas de maíz, es la tercera gran secta protestante de los Estados Unidos surgida en el siglo XIX, las otras dos son los mormones y los Testigos de Jehová. El nombre de “Adventistas del Séptimo Día” expresa claramente cuáles son los énfasis doctrinales de esta organización: el advenimiento, o segunda venida, de Cristo; y la ley de guardar el día sábado, de ahí que también se les llame “sabáticos” o “sabatistas”. En la práctica religiosa, los adventistas también se abstienen de ciertos alimentos nocivos, como la carne de cerdo. Ellos aseguran que tanto el guardar el sábado, como el abstenerse del cerdo, los distingue del resto de las denominaciones evangélicas, quienes en la venida de Cristo serán destruidas precisamente por violar esos dos mandamientos. Veamos cómo inició este movimiento religioso, así como cuáles son sus doctrinas y prácticas principales.

I. Orígenes bochornosos del adventismo
Todo comenzó en el s. XIX, cuando el señor William Miller, un pastor bautista de Nueva York, se interesó ardientemente en el estudio de las profecías bíblicas; al leer en el libro de Daniel (8:14) una profecía que habla acerca del advenimiento del Mesías, llegó a la conclusión de que Cristo volvería en el año 1843. Durante un cuarto de siglo, Miller se dedicó a la propagación de su mensaje, tanto a través de predicaciones, clases bíblicas y medios impresos. Con el tiempo fue aumentando el interés de la gente por estas profecías, tanto que el número de fanáticos que esperaban el inminente regreso del Señor, llegó a cien mil. Muchas de estas personas, convencidas del mensaje de Miller, abandonaron sus tierras, regalaron su dinero, sus muebles y aún sus casas, puesto que pronto todo acabaría, y esas cosas ya de nada les servirían. Miller fijó la fecha del retorno de Cristo para el 21 de marzo de 1843. Toda la gente ya estaba lista para el encuentro y nada, el Señor no apareció. Miller revisó sus cálculos y dijo que se había equivocado por un año de diferencia, o sea, que el retorno no sería sino hasta el siguiente año: en el mismo mes, mismo día y misma hora. Pero esta segunda vez, los “mileristas”, que empezaban a ser

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llamados “adventistas”, quedaron nuevamente vestidos y alborotados, porque no pasó nada. Mas aún con esto, creyeron a un tercer cálculo propuesto por Miller: el 22 de octubre de 1844; y esta última vez, como las anteriores, fueron defraudados. Miller no tuvo otra cosa que hacer, más que aceptar su error y dedicarse a algo mejor. Pero aunque él sí tuvo la vergüenza para hacerlo, no así algunos de sus partidarios, que se aferraron a darle una interpretación a como diera lugar a estas falsas profecías. Entre éstos estaban Hiram Edson, un discípulo ferviente del movimiento, quien dijo haber tenido una revelación divina, en la cual comprendió que Miller no había estado equivocado de fecha, sino de lugar. Esto es, que Cristo no había entrado en el santuario terrenal, sino en el celestial, para hacer una obra purificadora en él. Edson, feliz por el descubrimiento, dio las buenas nuevas a otros de su grupo, quienes a ciegas le creyeron. Aparte de este “iluminado” aparecieron en escena otros dos personajes que pondrían los fundamentos para la naciente secta. El segundo en agregarse fue Joseph Bates, que hacía gran hincapié en la observancia de guardar el día sábado como el “día del Señor”, a diferencia del domingo observado por los cristianos; y la tercera persona fue la señora Ellen G. White, quien aseguraba estar poseída por el espíritu de la profecía. De hecho, de estos tres “sabelotodos” quien más influiría en el desarrollo del movimiento adventista sería la señora White, quien junto con su esposo, se dedicó a propagar sus doctrinas por medio de revistas y libros. Las obras principales de la sra. White son: El conflicto de los siglos, Profetas y Reyes, El Deseado de todas las gentes, y Principios Fundamentales. Escritos que hasta la fecha son considerados por los adventistas tan importantes como la Biblia misma. Actualmente, los adventistas tienen alrededor de 50 casas publicadoras que imprimen literatura en más de 200 idiomas. En términos generales los adventistas son gente tranquila, apartada de vicios, que son fieles a sus iglesias y aman a Dios; sin embargo, es importante estudiar sus doctrinas, ya que la mayoría se aparta de las enseñanzas ortodoxas de la Biblia.

II. Doctrinas del adventismo
La teología del adventismo se diferencia en varios puntos de lo que enseñan las iglesias cristianas, sin embargo en el punto en donde se atascan y no salen, sino mediante una serie de acrobacias teológicas, es en el importante tema de la salvación. Comenzaremos por estudiar sus doctrinas al respecto, y luego lo que enseñan sobre otros asuntos.

A. El Juicio Investigador
Los adventistas enseñan que Jesucristo entró en el cielo en 1844 y que actualmente se encuentra llevando a cabo su obra de expiación; a esto le llaman “el juicio investigador”. La señora Ellen White lo explica de esta manera: «La obra del juicio investigador y el acto de borrar los pecados deben 2

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realizarse antes del segundo advenimiento del Señor. En vista de que los muertos han de ser juzgados según las cosas escritas en los libros, es imposible que los pecados de los hombres sean borrados antes del fin del juicio en que sus vidas han de ser examinadas».1 Pero esta doctrina adventista contradice en varios puntos lo que la Biblia enseña sobre la obra de Cristo. En primer lugar, si Jesús ingresó al cielo hasta el siglo XIX, la pregunta obligada es: ¿dónde estaba antes de eso…? Y lo que es peor, la cristología adventista presenta el sacrificio de Cristo como algo incompleto e ineficaz, pues si todavía se está realizando la obra expiatoria, entonces, ¿qué logró Cristo al venir a la tierra y morir en la cruz? Esta doctrina es claramente una contradicción a las últimas palabras de Jesús: “Consumado es”. La Biblia enseña que la muerte de Cristo fue suficiente para librar a los hombres de todos sus pecados; en la carta a los Hebreos leemos: «en esta voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre… pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios… porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados» (Heb 10:10, 12, 14). Es asimismo una herejía la enseñanza adventista de que nuestros pecados serán borrados hasta después del juicio, siendo que la Biblia, en numerosos pasajes, enseña claramente que los pecados de los creyentes han sido ya perdonados (Is 1:18; Miq 7:18-19; 1 Jn 1:9).

B. Satanás como “co-redentor”
Para los adventistas, Cristo no sólo no completó la expiación, sino que parte de ella la llevará a cabo Satanás… La señora Ellen White enseñó esta doctrina basada en una falsa interpretación de Levítico 16, pasaje que hace referencia a un rito del pueblo de Israel, en el cual durante el día de la expiación, los pecados eran imputados o cargados sobre un macho cabrío, el cual se soltaba en el desierto y se enviaba a un tal “Azazel”. La señora White dijo que el macho cabrío de Azazel representaba a Satanás, sobre el cual, al final de los tiempos ¡Cristo pondrá los pecados de toda la humanidad! Veamos cómo lo explica la profetisa: «Así como, al quitar los pecados del santuario, el sacerdote los confesaba sobre la cabeza del macho cabrío emisario, así también Cristo colocará todos estos pecados sobre Satanás, autor e instigador del pecado. El macho cabrío emisario, que cargaba con los pecados de Israel, era enviado “a tierra inhabitada” (Levítico 16:22); así también Satanás, cargado con la responsabilidad de todos los pecados que ha hecho cometer al pueblo de Dios, será confinado durante mil años en la tierra entonces desolada y sin habitantes, y sufrirá finalmente la entera penalidad del pecado en el fuego que destruirá a todos los impíos». 2
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El conflicto de los siglos (California: Publicaciones Interamericanas, 1975), p. 539. Ibidem.

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Es evidente que la teología de la señora White es una abierta herejía y blasfemia, pues rebaja a Jesucristo a “medio-salvador”, y eleva a Satanás a calidad de “co-redentor” de Cristo. Pero la Biblia echa por tierra la teoría de la madre del adventismo, pues dice contundentemente que Jesucristo es el único y suficiente Salvador de la humanidad (Jn 3:16; Heb 5:9; 12:2); que Cristo fue quien llevó nuestros pecados en su cuerpo (Is 53:6; 1 Pe 2:21-24); y que sólo Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1:29; 1 Pe 1:1819; Ap 5:12). El error de la señora White vino de confundir el nombre de Azazel, que ella traduce como “Satanás”, y el cual debe ser traducido como “alejamiento”. Algunos comentaristas cristianos han llegado a traducirlo también como “Satanás”, pero eso no tiene por qué llevar a la conclusión de la señora White, puesto que el pasaje de Levítico 16 dice que el macho cabrío era soltado en el desierto a Azazel, no que el cabrito era Azazel. Una correcta interpretación simbólica del pasaje sería que el macho cabrío sobre el que se cargaban los pecados, representa a Jesucristo, y que el ser llevado al desierto a Azazel (en el caso en que éste se refiera al diablo), no sería otra cosa sino el reflejo de la lucha espiritual que Jesucristo libró contra Satanás para destruir su obra y arrebatarle el imperio de la muerte (I Jn 3:8; Heb 2:14). Recordemos que el macho cabrío era un animal adecuado para el sacrificio a Jehová, se usaba para la expiación de los pecados del pueblo, y nunca en la Biblia simboliza a Satanás (Lv 4:22-24; 9:3; Nm 28:15; Sal 66:15).

C. El sueño del alma
Los adventistas enseñan que cuando una persona muere, se queda dormida en el sepulcro, inconciente; y que no despertará, sino hasta después de la resurrección. A este estado lo llaman “sueño del alma”, porque dicen que en él ya no hay actividad, ni ninguna clase de conocimiento acerca de la existencia. Pero esta doctrina adventista se basa en la interpretación errónea de pasajes bíblicos que hablan de la muerte como de un “dormir”, por ejemplo, Eclesiastés 9:5 y 10; Mateo 27:52; Juan 11:11 y Hechos 7:60. En los pasajes de Eclesiastés 9 es necesario leer su contexto, cuando el autor dice que los muertos ya nada saben, se refiere a su ignorancia con respecto a lo que sucede aquí en la tierra, esto es confirmado por lo que dice el v. 6: «su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol»; el v. 10 dice que en el Seol no hay obra, ni conocimiento, aquí la traducción correcta de la palabra Seol es “sepulcro”. Con respecto a los pasajes que hablan de la muerte como “dormir”, esto no significa que las almas de los muertos estén inconscientes en el más allá. La comparación, sin embargo, es válida, pero debe ser entendida correctamente, porque así como cuando las personas duermen, sus cuerpos descansan y permanecen inconscientes a lo que les rodea, no así la mente o alma, la cual continúa en estado de actividad y entra en otro tipo de conciencia por medio de los sueños. Así que, en este sentido, es correcto decir que cuando uno muere,

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duerme; ya que el cuerpo permanece inconsciente a lo que sucede aquí en la tierra; pero la Biblia enseña que el espíritu de la persona continúa activo aún después de la muerte, bien sea en la presencia de Dios o privado de ella, recordemos que Jesús dijo al ladrón arrepentido en la cruz, que ese mismo día irían al paraíso, y no a echarse una “siesta”… Para la conciencia después de la muerte, véanse los siguientes pasajes: 2 Corintios 5:8; Filipenses 1:23; Ap 6:911; Lucas 16:19-31.

D. La observancia del Sábado
Los adventistas enseñan que los cristianos deben guardar el sábado como día de reposo y no el domingo. La señora Ellen White dijo que esta observancia le fue confirmada mediante una visión espiritual, en la cual aparecieron las dos tablas de la ley de Moisés, y en las que resaltaba con letras más brillantes el cuarto mandamiento, el cual se refiere al día de reposo. Posteriormente la señora White tuvo entendimiento de que guardar el día sábado es la señal de Dios; mientras que guardar el domingo, es el sello de la bestia o anticristo; también aseguró que el cambio de sábado a domingo, como día del Señor, fue impuesto en la cristiandad por el papa católico y el emperador romano Constantino, en el siglo IV. Los adventistas defienden su postura sabática en pasajes como Éxodo 23:12; 31:15; Levítico 23:3 y Deuteronomio 5:13-14. Pero la enseñanza de los adventistas con respecto al sábado es errónea, porque, en primer lugar, el día sábado fue dado al pueblo de Israel como señal y recordatorio de haber sido liberado de Egipto (Deut 5:12-15). Es cierto que el guardar el día de reposo es parte del Decálogo, o los Diez Mandamientos, lo cual significa que su principio teológico es importante y debe ser obedecido, esto es, que se aparte un día de la semana para el descanso y la glorificación de Dios; pero eso no implica para los gentiles el que tenga que ser forzosamente el sábado judío, sino cualquier otro día. En segundo lugar tenemos las enseñanzas del Señor Jesucristo, él cambió el enfoque erróneo que los judíos, como hoy los adventistas, tenían con respecto al día de reposo. Jesús enseñó, contrario a la mentalidad legalista, que el día de reposo no se cumple al estar en completa inactividad e inutilidad, sino al ayudar al prójimo en sus necesidades, por eso en día sábado Jesús sanó, ayudó y liberó a las personas (Mt 12:9-14; Mc 3:4; Lc 13:10-17). Jesús también enseñó algo muy importante: que el día de reposo fue creado para beneficio del hombre, y no al revés; además que Jesús es el Señor del día de reposo, lo cual significa que la ley no implica estar esclavizado al cumplimiento de ritos, sino en ver cómo podemos usar los estatutos divinos para ayudar al prójimo y de esa manera glorificar a Dios (Mc 2:27-28; Mt 12:7-8). En tercer lugar, es cierto que en la iglesia cristiana, hubo un cambio de sábado a domingo como “día del Señor”, pero eso no fue por imposición de ningún papa o emperador romano, sino que fue algo que surgió de manera natural en los primeros años del cristianismo. Los cristianos primitivos empezaron a hacer sus cultos en domingo, o primer día de la semana, porque

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así recordaban y celebraban que en ese día el Cristo resucitado se había aparecido a sus discípulos (ver Jn 20:1, 19; Hch 20:7; 1 Co 16:2; Ap 1:10). Por último, el apóstol Pablo enseñó que ninguna persona tiene derecho a imponer a otras, el guardar ciertos días de reposo, días de fiesta o comidas prohibidas (Col 2:16-17; Ro 14:1-6).

E. La prohibición de alimentos
Finalmente tengamos una reflexión en torno a la doctrina adventista sobre la alimentación. Hoy los sabáticos tienden cada vez más hacia el vegetarianismo, pues condenan como pecaminoso el consumo de carne; algunos todavía son semi-carnívoros, pero lo que sí es una ley inquebrantable entre los adventistas es la prohibición de comer carne de cerdo y otras especies consideradas inmundas, como el armadillo. Ellos pretenden apegarse a las leyes del Antiguo Testamento sobre los animales puros e impuros (Lv 11; Dt 14); sin embargo, pasan por alto dos reglas muy importantes de interpretación sobre tales leyes: la primera es hacer la diferencia entre leyes ceremoniales, civiles y morales; las dos primeras fueron exclusivamente para el pueblo de Israel, leyes ceremoniales eran prácticas como la circuncisión, el sábado, los sacrificios y las fiestas religiosas; entre las leyes civiles estaban no sembrar semillas de diferente género, ni vestir ropas de telas distintas, hacer ciudades de refugio para homicidas imprudenciales, etc. Todo esto fue única y exclusivamente para el pueblo de Israel, en ninguna parte del Nuevo Testamento se dice que los cristianos debamos guardar estas cosas. En cambio, las leyes morales sí son de aplicación universal, se encuentran en los Diez Mandamientos, y fueron resumidas por Jesús en dos grandes preceptos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo (Mt 22:37-40). Lo segundo a tomarse en cuenta es que el Antiguo Testamento debe ser entendido a la luz del Nuevo Testamento. En el libro de Hechos de los Apóstoles se registra el primer concilio que tuvo que realizar la Iglesia, el cual fue precisamente para tratar temas conflictivos como si los cristianos gentiles deberían o no guardar las leyes ceremoniales, la conclusión fue unánime y no dejó lugar a dudas: no se debía inquietar a los gentiles con guardar las leyes religiosas judías, sin embargo, el consejo apostólico fue que se abstuvieran de los sacrificios a los ídolos y de la fornicación (Hch 15:28-29). El apóstol Pablo también habló sobre las costumbres judías como la alimentación, él tenía dos ventajas para hablar con autoridad sobre el tema: había sido un estricto fariseo, observante de la ley, y ahora se dedicaba a predicarle a los gentiles; él fue claro y contundente al decir: «de todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia, porque del Señor es la tierra y su plenitud (1 Co 10:25-26); y en otra parte dijo: «nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir» (Col 2:16-17). Con lo anterior no estamos promoviendo que los cristianos seamos irresponsables en la alimentación y el cuidado de nuestra salud, si algo tenemos que admirar en los adventistas es el gran énfasis que ponen en comer 6

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sanamente, aunque en su caso no parecen estar motivados por el deseo de cuidar sus cuerpos, sino simplemente por el hecho de que «su religión se los prohíbe». Si bien hemos visto que las leyes ceremoniales no son para los cristianos, esto no significa que no tengan ningún valor; al contrario, debemos reconocer que detrás de cada una de aquellas reglas está un principio divino importante, y detrás de las leyes sobre la alimentación no puede estar otra cosa que el deseo de Dios de que cuidemos nuestra salud, esto en la práctica significa que no nos echemos a la boca cualquier porquería, sino que seamos inteligentes para comer aquellas cosas que son buenas para nuestra salud y desechemos las que nos enferman y perjudican, así estaremos honrando a Dios con nuestros cuerpos, recordemos lo que dijo el apóstol: «si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (I Co 10:31).

Preguntas de repaso y reflexión
1. Di qué cosas hay en los orígenes del adventismo sabático que ponen en duda la veracidad de esta religión. 2. Explica en qué consiste la doctrina adventista del juicio investigador. 3. Di cuál fue la aberrante doctrina de la sra. Ellen White con relación a la expiación de los pecados de la humanidad. 4. ¿A qué se refiere la doctrina del “sueño del alma”? 5. Di cómo se debe cumplir el cuarto mandamiento del Decálogo, referente al día del Señor. 6. Siguiendo los consejos divinos, comenta cómo puedes cuidar tu alimentación y salud.

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