Convento de San Antonio

Published on June 2016 | Categories: Documents | Downloads: 42 | Comments: 0 | Views: 570
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Convento de San Antonio D. Iñigo López de Mendoza, II Conde de Tendilla y I Marqués de Mondéjar se trajo de Italia la licencia para establecer y fundar en su Villa de Mondéjar recién adquirida a los Reyes Católicos, el Convento de San Antonio. Levantado en 1489 para frailes Franciscanos observantes menores y de capacidad para 10 o 12 religiosos, en ocasiones hubo hasta 40 con residencia para todos y una magnifica iglesia. En 1489 D. Iñigo ordena en su testamento dar al convento San Antonio todo lo necesario para sus ornamentos y celebraciones comenzando poco después su construcción y fundado luego por los marqueses de Mondéjar. La construcción termina en 1508. La traza de planos y construcción del convento debió estar dirigida por el arquitecto Lorenzo Vázquez de Segovia aunque Pedro Machuca pudo intervenir en algunos detalles de los decorados ornamentales al final de la obra. Se puede destacar la portada de entrada con medio punto decorada con elementos puramente renacentistas. En su interior sobre la cabecera de la pared están incrustados 3 escudos orlados con corona de laurel: la Cruz de Jerusalén, título del Cardenal Mendoza, tío de don Iñigo, a su derecha el escudo de la casa de Mendoza y a su izquierda las armas de su segunda esposa, doña Francisca Pacheco, hija del marqués de Villena. En el muro, en el centro del frontón, aparece la virgen con el Niño en brazos, artísticamente bella, elegante y suntuosa. En 1979 se realizan obras de restauración y excavación en las que se encontraron tumbas y restos humanos detrás del claustro. Se limpió una gran cripta en el centro de la nave, sitio elegido probablemente como enterramiento por los Marqueses de Mondéjar y sus descendientes aunque sólo el II Marques fue sepultado en el Convento. Además también se enterraron personas de las grandes familias de Mondéjar y los alrededores hasta el s. XVIII. En 1835 con la Ley de Desamortización de los Bienes de la Iglesia de Mendizábal el convento es abandonado por los frailes y sus tierras y posesiones subastadas. En la actualidad sus ruinas son Monumento Nacional declaradas durante el reinado de Alfonso XIII en 1921 CONVENTO DE SAN ANTONIO Uno de los monumentos que conforman el patrimonio artístico de la villa de Mondéjar es el convento de San Antonio, de frailes franciscanos y del que hoy solamente quedan las ruinas de su iglesia. de la que podemos observar, la salida del pueblo en dirección norte, la portada y el hastial del testero, cuajados de detalles ornamentales y estructurales que confirman ser éste uno de los más antiguos monumentos de estilo plateresco existentes en España. lo que le valió, ya en 1921, ser declarado Monumento Nacional. Este conjunto de convento e iglesia fue fundado y mandado construir a finales del siglo XV por don Iñigo López de Mendoza, primer conde de Tendilla, quien en una de sus estancias en Roma, en 1487, a donde fue enviado, como ya hemos visto, por los Reyes Católicos para solucionar las diferencias surgidas entre Fernando de Nápoles y el papo Inocencio VIII, consiguió de éste el Breve y las licencias necesarias para fundar en su recién adquirida villa de Mondéjar un

convento de frailes franciscanos. Su fundación es de 1489 y muy poco después se iniciaron los trabajos de construcción del cenobio y de su iglesia, que se concluyó hacia 1508. El monasterio quedó deshabitado en la desamortización de 1835 y demolido casi por completo (lo que no se había hundido ya) en 1916, paro de él sacar la piedra con que construir la plaza de toros de la villa. Monasterio franciscano de San Antonio (Mondéjar) Fundado por el segundo conde de Tendilla a finales del siglo XV, lo realizó el arquitecto Lorenzo de Vázquez.

Fue el primero construido en Castilla de acuerdo a cánones y sobre todo con decoración renacentista, puramente italiana. Su portada es fastuosa, con adornos de ovas, rosarios, delfines, grutescos y veneras.

Esta joya de la arquitectura española acabó en 1836 quedando deshabitada, desmontados sus retablos, artesonados y enseres. Declarado Monumento Nacional en 1923, buena parte de su masa pétrea se empleó para construir la Plaza de Toros de Mondéjar. Hoy su entorno permanece sucio y abandonado.

Historia de un convento: El de San Antonio de Mondéjar abr 28th, 1989 by Herrera Casado.

Recordábamos la pasada semana cómo en los próximos días, concretamente el 4 de mayo, se celebrará el quinto centenario de la fundación del convento franciscano de San Antonio en Mondéjar. Y tomábamos la primera referencia de esa efemérides personificada en su fundador, el noble alcarreño don Migo López de Mendoza, impar figura de la mendocina estirpe que está hoy considerada como el auténtico introductor del Renacimiento en la Península Ibérica. La construcción de este monasterio franciscano se desarrolló entre 1489, año de su fundación, y 1509, en que el Conde de Tendilla, al hacer un nuevo testamento, afirma tener ya totalmente terminada su fundación franciscana de Mondéjar, Esta familia, a lo largo de los siglos, permanentemente se ocupó de proteger con limosnas y atenciones a la comunidad de menores, y en muchos documentos y testamentos de los sucesivos marqueses aparecen referencias al convento de San Antonio Extramuros de la villa de Mondéjar, pidiéndoles misas y donando joyas, cantidades en metálico e incluso tierras. También los acaudalados vecinos de Mondéjar, a lo largo de los siglos, fueron haciendo sustanciosas donaciones a la comunidad francisca. Así, vemos cómo los potentados López Soldado, a lo largo del siglo XVII, entregan bienes y posesiones, en forma de memorias pías, al convento de San Antonio. Don Juan Bautista Celada hizo en ese mismo siglo una fundación de capellanía muy generosa, en la que dejaba todos sus bienes al cuidado de los franciscanos. Antes, en 1639, el Comisario del Santo oficio en Mondéjar, don Marcos Alonso Sánchez, había dejado también sus bienes a beneficio del convento. Durante los siglos XVII Y XVII se puso de moda en toda la comarca enterrarse en el templo de los franciscanos de Mondéjar, que había sido construido con la idea de servir de panteón familiar a los marqueses, pero que luego por circunstancias varias solamente acogió a muy pocos de ellos. Esa costumbre hizo aún aumentar

los bienes de la .comunidad, que se extendían a numerosas huertas, campos de labor, censos y juros de heredad, y un buen paquete de dineros en metálico fruto del encargo de misas. En el siglo XIX se sucedieron diversas circunstancias históricas que acabaron con el monasterio de San Antonio. Fue la primera la Guerra de la Independencia. En Mondéjar se libró una dura batalla entre la guerrilla de El Empecinado y el ejército napoleónico, con pérdida de vidas y bienes. Los mandos franceses acamparon en el convento, arruinándolo en parte. Luego, en 1836, la Desamortización de los bienes eclesiásticos decretada por el ministro Mendizábal hizo que la comunidad de frailes abandonara el cenobio, desprovisto de buena parte de sus riquezas, quedando desierto y en progresiva ruina. La nueva desamortización de Madoz en 1851 supuso la venta definitiva de los bienes que aún quedaban a nombre de la Orden en Mondéjar. El total abandono de bienes y edificios hizo que su desmoronamiento fuera progresivo. Tan arruinado estaba en 1916 que sus piedras se utilizaron para construir con ellas la nueva Plaza de Toros de la Villa. Ante la posibilidad de perderse lo poco que quedaba de tan bello e importante edificio, en 1921 el gobierno de Alfonso XIII declaró sus ruinas como Monumento Histórico-Artístico, lo cual no le ha supuesto otra ventaja que el evitar su derrumbe total, pues todavía hoy deja mucho que desear el estado en que se encuentran estas ruinas del convento de San, Antonio, que deberían ser cuidadas y adecentadas con mimo, pues sin exageración puede calificarse a este templo como la primera construcción renacentista existente en España.

LA FUNDACION DEL CONVENTO DE SAN ANTONIO

Aunque la Bula pontificia que autozaba la ercción de un monasterio en Mondéjar,fué entregada en 1486,en Roma, la fundació real del cenobio ha de fecharse en 1489, pues fué el 4 de mayo de ese año cuando don Iñigo López de Mendoza,segundo conde de Tendeilla desde la muerte de su padre, en 1487,extendió su primer testamento, en el que ampliamente refiere haber ganado dichaBula en su reciente viaje a Italia, y con ella ha fundado en su villa de Mondéjar un monasterio para frailes de la Orden de San Francisco.Su idea en principio fue hacer algo pequeño,que pudiera servir de mausoleo familiar,a imitación de algunas capillas de uso privado asistidas por frailes, al estilo de la Toscana, y de ese modo en alguna carta llegó a referirse a su fundación como un "hermitoruelo"

Además de la fundación y coste de las obras, don Iñigo entregó a la comunidad de frailes un crecido número de obras de arte.Los señores titulares del marquesado casi siempre dieron, en el momento de su muerte, piezas litúrgicas de valor a este monasteriao, con lo que este fué formando un auténtico tesoro.Así sabemos que el primer marqués djó escrito en su testamento que se entregara a la casa franciscana de San Antonio "toda plata y ornamentos de su capilla,así cálices como cruz, candeleros, portapaçes, ostiario, ampolla, campanilla y otras cosas. Y antes había donado ya otras joyas que, traídas de Italia, habían sido un regalo personal del rey de Nápoles: objetos de oro, brocados y sedas. Ello evidencia además el gran cariño que profesaba a su fundación alcarreña. Con la desarmortización se dispersó todo, heredando una pequeña parte de este tesoro la parroquia de Mondéjar. Una ruina emblemática: San Antonio, en Mondéjar

Desde la reunificación hispana, luego de los Reyes Católicos, el número de “manos muertas”, eclesiásticos en general, ascendió a niveles suicidas económicamente. Una economía sustentada en un porcentaje ínfimo de población trabajadora que debía mantener a castas nobles, siervos de Dios y ejércitos ingentes, acabó por no tener suficiente con las rentas de Indias, y sucumbió al poco de alcanzar la gloria. Este es el resumen de la Historia de España desde el XV al XVIII. Huella de aquel número de vocaciones al claustro, son los conventos de todas las Órdenes Religiosas que, esparcidos por toda España, aparecen hoy la mayoría en ruinas, bien abandonados, bien reutilizados, ya como hoteles, ya como espacios públicos o privados. La Desamortización de Mendizábal, cumplido el primer tercio del XIX, rescató de manos eclesiásticas una buena cantidad de fincas y conventos, para subastarlos en beneficio del Estado. Una labor loable, si no hubiera mediado la pérdida, en muchos casos irreparable, de Patrimonio de todo tipo, artístico, histórico, etc… El Convento Franciscano de San Antonio, en Mondéjar, es un arquetipo de lo expuesto en el párrafo anterior. Fundado por los descendientes del Marqués de Santillana, los sempiternos Mendoza, feudales de la comarca, a finales del XV, recibió la protección de su benefactor, hasta el punto de ornar las hechuras góticas del trazado, con algunas de las primeras muestras renacentistas españolas, inspiradas en la misma Italia del momento. Hoy, sus restos, ruinas son, que hablan de la incuria, del penoso destino del Arte cuando no se integra en la vida verdadera. Las penurias de los dieciochescos amenes austrias dejaron al convento casi sin almas que lo frecuentaran. Los franceses, como siguiendo un guión de leyenda romántica, a lo

Bécquer, lo malahabitaron e injuriaron debidamente, tal cual era su obligación de invasores de supuesto racionalismo. El Empecinado los desalojó, y acuarteló allí mismo, donde los gabachos habían vivaqueado. Incendios, abandonos… Luego de la Desamortización, los nativos, utilizaron su cantería para levantar la Plaza de Toros, cercana en vecindad, y nuevo orgullo de la villa. Hoy son dos paredes, verticales y revestidas de Historia y de Arte, que se rodean de los amontonamientos de las piedras que no sirvieron para el espacio taurómaco. Memoria de un tiempo ido, menos descreído que éste, pero menos libre. Su voz, tardomedieval y neorrenacentista, nos llega hoy con un tono de queja silente, que alcanza la conciencia histórica de quienes con respeto lo contemplamos, con cierto regusto de mala conciencia ajena. Vale.

Interesante

PUERTA DE LA LATINA

Esta portada, uno de los contadísimos ejemplares del plateresco en Madrid, fue el principal ornato -embebida y airosa en una másica y casi ciega pared- del Hospital de la Concepción de Nuestra Señora; fue ésta fundación (1499) de Francisco Ramírez -esposo de Beatriz Galindo, «la Latina»-, que se terminó de construir (según registra la clave del arco) en 1507. Antes de su terminación la propia Beatriz Galindo había fundado, adjunto al hospital, el convento de religiosas de la Concepción de Nuestra Señora (1502); el conjunto -hospital y convento-, se situó extramuros del recinto amurallado, junto a la Puerta de Moros, y llegó a tener marcada repercusión en la configuración del Madrid del XVI.

Gaya Nuño, en La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos, atribuye la obra al arquitecto hispano musulmán Hazán, y así la describe: «La bella portada, típica muestra del mudejarismo que afectó a nuestra última arquitectura gótica, era de arco de herradura apuntado, con gran dovelaje, muy ricamente decorado el intradós con bolas y cardinas. Sobre el arco, dos blasones, una imagen de monje, otra de salvaje, y, en el centro, bajo doselete, un grupo en alto relieve figurando la Visitación. Encima, ventana, y todo ello incluido en alfiz articulado, que se decoraba con el cordón franciscano y acantos cuadrifolios. Bajo el grupo de la Visitación, leyenda en letras capitales, que rezaba: ESTE HOSPITAL ES DE LA CONCEPCIÓN DE LA MADRE DE DIOS QUE FUNDARON FRANCISCO RAMÍREZ Y BEATRIZ GALINDO SU MUJER. AÑO DE 1507».

Y a ella cabe aplicar también lo que Torres Balbás explica de las portadas de la arquitectura civil del tiempo de los Reyes Católicos; pero nuestra portada, en vez del frecuente arco de medio punto que describe Torres Balbás (pensando en casos como el de la Casa de los Momos, en Zamora, o la de Juan Bravo, en Segovia), emplea un característico arco apuntado: ligeramente túmido, de dovelas también poderosas y lisas, que definen un amplio y desnudo plano de frente , sólo quebrado -mediante una embocadura ornamentada- en su encuentro con el intradós (de modo no muy distinto, por ejemplo, al arco semicircular de la Casa de los Momos). El tema -tan significativo en esta puerta- del alfiz, afín a los esquemas geométricos que ciñen las composiciones de nuestro gótico tardío, ha sido señalado por Chueca como uno de los invariantes castizos de la arquitectura española: «La tendencia a la cuadratura no sólo se advierte en las arquitecturas de raíz morisca, sino en nuestro propio arte gótico. Aun en este estilo, el más difícil de cuadrar por su agudeza y verticalismo, la arquitectura española impone su afán de horizontalidad y cuadratura». Y este motivo, conjugado con el arco apuntado, configura en esta portada un esquema compositivo ciertamente afortunado, que propició no pocos epígonos. La puerta de la Latina inspiró directamente distintas recreaciones en Madrid y otros lugares: antes de su desaparición de la calle de Toledo sirvió de modelo para la fachada neomudéjar de la madrileña iglesia de San Fermín de los Navarros (1891), obra de Carlos Velasco y Eugenio Jiménez Corera; y, muy próxima a ésta -en la ampliación del palacete de Osma, en la calle de Fortuny-, fue literalmente reproducida (1917), ya tras el desmantelamiento del antiguo Hospital. La puerta de la Latina también tuvo fortuna fuera de España. Descrito su alzado, junto a algunos pormenores de la escalera del hospital, en la encomiable serie de los Monumentos arquitectónicos de España, que tan gran difusión alcanzó en otros países, conoció algunas recreaciones en los Estados Unidos: el profesor Merino de Cáceres, en sus estudios sobre las arquitecturas del spanish revival en Florida, ha señalado curiosas reproducciones de la portada en grandes mansiones de Palm Beach, en los últimos años veinte.

Pero volvamos al solar de origen. En 1904 se había derribado el conjunto del Hospital y Convento de la Latina, expropiándose parte de la parcela, para ensanchar la calle de Toledo; la gran pérdida patrimonial que esta demolición supuso se palió -mediando las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes- con la recuperación de las piezas más representativas de ese plateresco: junto a nuestra portada, parte de la escalera y los sepulcros del matrimonio fundador. La escalera se reconstruyó en la Casa de Don Álvaro de Luján, cuando era sede de la Hemeroteca Municipal, en la Plaza de la Villa; y la desmantelada portada se llevó a los almacenes municipales, perdiéndose

luego la noticia de su paradero.

Ese año el arquitecto Juan Bautista Lázaro había realizado el proyecto para el nuevo convento concepcionista que había de levantarse en el mismo emplazamiento. Su larga fachada a la calle de Toledo, interesantísima contribución al neomudéjar madrileño (hoy incomprensiblemente desfigurada), se flanqueaba por dos variaciones en ladrillo sobre el tema de la desaparecida portada: en el extremo izquierdo, la puerta de la capilla; en el derecho, la del convento. Y este motivo aún lo empleó Lázaro en la estrecha fachada posterior del conjunto, en la Cava Alta (hoy también apenas reconocible). A pesar de que Gaya Nuño señala como indudable que «la portada se desmontó con ánimo de volver a colocarla en la fachada del nuevo edificio conventual (...), ya que éste muestra en su fachada el esquema de la misma», nada de ello se explicita en el proyecto de Lázaro, llevado a cabo y terminado de construir en 1909.

Habría que esperar medio siglo para la recuperación de la puerta de la Latina. A finales de los cincuenta el entonces estudiante de Arquitectura Rafael Manzano Martos se interesó por su paradero y acudió a Torres Balbás, su profesor en la Escuela, quien le indicó que debía de encontrarse en alguno de los almacenes de la Villa; tras recorrer varios de ellos la encontró, finalmente, en uno de la calle de Santa Engracia, donde pudo identificar y medir los sillares y realizar una primera restitución gráfica de la portada. Informados del hallazgo Torres Balbás y el director de la Escuela, López Otero, se ligó la suerte de la puerta de la Latina a la del Museo Nacional de Arquitectura. Éste había sido creado por decreto del Ministerio de Educación en 1943, con la intención de velar por el patrimonio arquitectónico «reuniendo y ordenando cuantos planos, dibujos, estampas y proyectos, fragmentos de edificios y reproducciones se hallan diseminados por la nación», determinándose como sede la Escuela Superior de Arquitectura de la Ciudad Universitaria de Madrid, cuyo director lo sería también del Museo. Como explicaría el propio López Otero, la idea de la creación de este museo corrió pareja al proyecto de la nueva Escuela de Arquitectura, pretendiendo reunir y exponer los numerosos dibujos de arquitectura (en gran parte, de los pensionados de Roma del XIX) que todavía se conservaban en el edificio de la calle de los Estudios, y que, en buena parte, desaparecerían en la Guerra Civil; se pretendía también utilizar los jardines que habían de rodear el nuevo edificio, y el gran patio abierto del mismo, para «exponer en ellos trozos o conjuntos auténticos, restos de ejemplares arquitectónicos», pensándose ya en la arruinada portada renacentista del monasterio de San Antonio de Mondéjar, obra de Lorenzo Vázquez, y en nuestra portada de la Latina.

Las gestiones de López Otero lograron que en 1958 el Museo Nacional de Arquitectura obtuviera, por parte del Ayuntamiento, la cesión en depósito de la portada plateresca . Frente a la propuesta municipal para situarla como puerta verdadera del recinto, López Otero optó por una posición más ambigua y rica en significados: formando compás con el frontispicio de la Escuela, fondo de la explanada de ingreso -ya perfilada en su proyecto de jardín-museo (1947) . El proyecto de anastilosis y recuperación de la portada se confió a Fernando Chueca, quien la incorporó en un cuerpo de fábrica de ladrillo, con cubierta de teja e importante alero, y con una muy acertada fachada posterior. Ésta, describiendo un gran arco de herradura apuntado, y creando un espacio que estratifica la fachada en dos planos, nos remite a algunas destacadas portadas de la arquitectura hispanomusulmana (como, por ejemplo, la Puerta del Vino de La Alhambra, o el Corral del Carbón). El hecho de museificar esta portada -concebida en origen para formar un todo con una extensa y pesada fachada- en un pequeño y exento cuerpo de edificación no era tarea libre de riesgos (como prueban otros intentos de traslados de portadas en Madrid); así y todo, el proyecto de Chueca supo sacar partido, con gran naturalidad, del problema planteado. El emplazamiento del nuevo volumen resultó igualmente oportuno: escuadrado con la fachada de la Escuela, a modo de fondo escenográfico de la entrada al recinto; la reinstalada portada constituía, además, un marco o mirador del hermoso paisaje de la Casa de Campo, cualidad que, muy poco después, quedaría alterada con la construcción de la Escuela de Aparejadores,que queda tras ella y apenas separada por una breve arboleda. A la erección de la portada en su nuevo emplazamiento (en 1960: cuando la Escuela vivía momentos de militante modernidad, desdeñosa del excesivo peso de los monumentos históricos) acompañó una cierta polémica y contestación. Pero desde entonces la puerta de la Latina ha presidido el ingreso a la Escuela; y ha sido comprendida, acaso como testigo -callado pero elocuente- que cede la historia, por las muchas y tan disímiles promociones de arquitectos que se han ido formando en esa casa. Cuando en 1984 fue declarada Monumento Histórico Nacional adquirió una protección legal inseparable de ese entorno de la Ciudad Universitaria , cerrándose, por tanto, expectativas de ulteriores traslados.

No obstante, el recidivante baile de monumentos que padece esta ciudad de Madrid ha propiciado que se contemple otra nueva mudanza. En 2004 se suscitó en el seno de la Comisión de Estética Urbana del Ayuntamiento -tras una solicitud de un particular- la cuestión del traslado de la portada al «ámbito de la plaza de la Cebada» en el que originalmente estuvo, por lo que se pidió dictamen a la Universidad. El director de la Escuela, Juan Miguel Hernández León, emitió un informe negativo sobre el pretendido

traslado, alegando, entre otros aspectos, su pertenencia a los fondos del Museo Nacional de Arquitectura que él mismo dirige. No parece viable ni deseable la mudanza de este monumento, con su memoria y su azarosa biografía a cuestas, a un ámbito que ya no es -ni puede ser- el suyo.

BOLETÍN OFICIAL DE LA ASAMBLEA DE MADRID / Nº 24 1 de abril de 2004 ———— PE-124/2004 RGEP.718 ———— Del Diputado Sr. Chazarra Montiel, del GPS, al Gobierno, sobre previsión, por la Dirección General de Patrimonio Histórico, de restaurar la Puerta del Hospital de La Latina, que data del siglo XVI, habida cuenta de su valor y de su actual estado de conservación, especificando si ha realizado algún estudio al respecto. RESPUESTA La Dirección General de Patrimonio Histórico no va a realizar ninguna actuación de restauración en la Puerta de La Latina, ubicada en la explanada de acceso a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, ya que, realizada visita de inspección a la misma, se ha constatado que se encuentra en buenas condiciones de conservación, no considerándose prioritaria ninguna intervención en la misma.

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