Cristo Nuestro Hermano

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(Contraportada) Este libro no es una obra de exégesis, no es una vida de Jesús, no es un resumen de la teología relativa al divino Redentor. Es la mirada amplia y profunda de quien toma por base la exégesis, la historia y la teología para ontemplar las alturas serenas, las síntesis originarias! e invita a volar. Es la palabra de quien vive las verdades de la fe y quiere que los dem"s las vivan. #omo $uardini, Karl Adam ha entrado ya en la literatura teol%gi o&as éti a espa'ola a través de varias tradu iones. (l espíritu laro y l%gi o, al profundo sentimiento religioso se une en el eminente te%logo alem"n el lengua)e vigoroso y onvin ente que se ne esita para ha er entender al hombre moderno las verdades de la fe at%li a. *arl (dam sabe hallar a #risto por los aminos empinados de la ra+%n, pero no se olvida de las sugestivas sendas del sentimiento.

,

KARL ADAM

#R-./0 12E./R0 3ER4(10

1566

7

8a versi%n espa'ola de esta obra ha sido he ha dire tamente por el 9r. 9on (1/01-0 .(1#30, #an%nigo 4agistral de 4allor a, sobre la :.; edi i%n original alemana de Christus unser Bruder, del 9r. *(R8 (9(4, <rofesor de /eología en la 2niversidad de /ubinga.

NIHIL OBSTAT: El ensor, 8i . J2(1 1-#08(2, <bro.

IMPRÍMASE: <alma, ,= de noviembre de 15>7 ? J2(1, 0bispo de 4allor a <or mandato de su Ex ia. Rvdma. .E@(./-A1 $(BA R-ER(, #an iller&.e retario

C

ÍNDICE

<RD80$0 9E8 (2/0R ( 8( E9-#-D1 E.<(E08(...........................= JE.F. B 8( G-9(......................................................................................: 8( 0R(#-D1 9E JE.F...........................................................................1> E8 (40R 9E JE.F. H.ER4D1I............................................................,> <0R #R-./0 12E./R0 .EE0R H#01JERE1#-(I.............................71 8( <(8(@R( RE9E1/0R( 9E #R-./0.............................................>, 8( 0@R( RE9E1/0R( 9E #R-./0.....................................................=K E8 #(4-10 ( #R-./0............................................................................:: #D40 88E$( E8 304@RE ( #R-./0..............................................1K= <0R L2M #RE0 E1 #R-./0.................................................................1,7 NGE1 E.<OR-/2 .(1/0P.......................................................................17> (121#-(#-D1.......................................................................................1>, E8 .(#ER90#-0 #(/D8-#0 .............................................................1>: N3ER4(10., <ER4(1E#E9 J-E8E. ( 8( /-ERR(P.....................167 3(#ER.E .(1/0..................................................................................1=:

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A mi amigo el Dr. Alois Wurm

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PRÓLOGO DEL AUTOR A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

El he ho de que mi libro Cristus unser Bruder ha sido tradu ido por un espa'ol a su idioma, me llena de satisfa i%n y gratitud. B es que no ono+ o na i%n que on m"s orgullo y dere ho pueda llamarse Q ristianaR que la noble na i%n espa'ola. (quella fe sublime, aquella fe ristiana, de que yo he dado testimonio tan s%lo on tinta y papel, el pueblo espa'ol la ha sellado on la propia sangre en el martirio de millares y millares de sus hi)os. <or #risto y por la ultura ristiana se puso en pie de guerra y sostuvo una lu ha... tan llena de horror y espanto, pero, al mismo tiempo, tan llena de inde ible heroísmo y denuedo supremo, que nun a lo había visto aún el 0 idente ristiano. 1o hay en la tierra testimonio m"s brillante de fuer+a inquebrantable y fe ristiana. .ean mis p"ginas omo modesta orona que ofre+ o a la Espa'a ristiana, a sus heroi os hi)os. /ubinga, fiesta de la resurre i%n del .e'or, 1575. *(R8 (9(4

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JESÚS Y LA VIDA

El mensa)e de Jesús se dirige a la glorifi a i%n del <adre, al umplimiento de la voluntad divina, a la funda i%n del reino de los ielos. Junto a esto, lo úni o ne esario, no hay lugar para otro ob)etivo meramente terreno. QLuien no aborre e a su padre, y a su madre, y a la mu)er, y a los hi)os, y a los hermanos y hermanas, y aun a su vida misma, no puede ser mi dis ípuloR H4atth. 1K, 7=S 8u . 1C, ,6I. T1o pare e así que Jesús, enarde ido tan s%lo por la gloria del <adre en los ielos, des ono ía y despre iaba los valores de la tierra y la vida que de estos valores se nutre y en torno de los mismos se revuelveU T0, por lo menos, que el mundo terreno on sus ontrastes y tensiones había de serle algo indiferente en sí, algo que se rela iona on el reino de los ielos s%lo en un sentido lato, omo un ampo de e)er i io y de batalla para los soldados de 9iosU T( qué grupo pertene e Jesús, por su postura espiritual, meramente humanaU TEst" entre los místi os que, en un as enso espasm%di o ha ia 9ios, han e hado de sí toda alegría terrena y miran la tierra omo algo extra'o o omo una prisi%nU T3a huido El de la vida que en las silen iosas mesetas de $alilea o en las ruidosas alles de Jerusalén riendo, llorando, exuberante, orgullosa, violenta, le rodeabaU T8a ha rehuido o... la ha dominadoU 1ingún rasgo desta an los Evangelistas de un modo tan unívo o y vigoroso en el retrato de Jesús omo su amor en endido al <adre elestial, la entrega incondicional de todo su ser a la voluntad divina. Q4i omida es ha er la voluntad del que me ha enviadoR H-o. C, 7CI. 4as el <adre para Jesús no es el 9ios anémi o, le)ano, que mostraba la filosofía heléni a de aquellos tiempos o la teología tardía de los )udíos, informada de aquéllaS no es el 9ios que est" sentado en su trono m"s all" de las nubes en un silen io solitario y que s%lo se omuni a on los hombres mediante los e)ér itos de sus espíritus, sino el Dios vivo de la revelación. 8a buena nueva de Jesús se empalma aquí on la pura :

predi a i%n de los <rofetas, la ual habla siempre de 9ios omo de una fuer+a y presen ia vivísimas y personalísimas. <ara Jesús, el <adre est" siempre obrando H-o. >, 15I, siempre traba)ando H-o. 5, CI. Es El quien envía el sol y la lluvia H4atth. >, C>I. Ml viste los lirios del ampo H4atth. 6, 7KI. Ml alimenta los uervos H8u . 1,, ,CI. 1ingún p")aro ae en tierra sin que lo disponga el <adre H4atth. 1K, ,5I, y todos los abellos en la abe+a del hombre est"n ontados H4atth. 1K, 7KI. 8as ualidades y los valores del hombre, sus QtalentosR, son de 9ios, y 9ios pedir" uenta de lo QsuyoR H4atth. ,>, 1>I. El pan que omemos ada día, es don del <adre. El hombre, según todo su ser y a tividad, pertene e a 9ios omo la ove)a a su pastor y due'o H8u . 1>, 6I. B por esto de& pende de 9ios el destino del hombre y del mundo. En sus manos est" el urso de todos los a onte imientos, las onmo iones y guerra del mundo H4ar . 17, 7,I, hasta el postrer día. /odos los espíritus umbres, los <rofetas H4atth. ,7, ,5, 7=I y Juan @autista H4atth. 11, 1KS -o. 1, 6I son enviados por Ml. B de un modo espe ial el 3i)o. <ara Jesús no se omputan entre las fuer+as en último grado de isivas las ualidades del orden puramente natural, así la inflexibilidad de las leyes físi as omo la fuer+a de la a tividad humana. En el fondo m"s profundo de toda existen ia, de toda a & tividad y de todo a onte imiento, Ml ve el dedo de 9ios. 1o hay en la tierra absolutamente nada que no esté supeditado por ompleto a la voluntad divina. Cada caso dado viene a encarnar la voluntad de Dios. 9e ahí que la postura de Jesús frente a la existen ia y sus valores vivos no pueda ser sino positiva, afirmativa, y aun altamente religiosa. 1o es una ne esidad extra'a, fría, no es la inexorabilidad sin alma del sino lo que Ml ve en lo que a onte e, sino el espíritu he ho uerpo, la m"s noble libertad y bondad, la voluntad del <adre. <ara Jesús no hay naturale+a QmuertaR. En el monte y en el río, en las flores y en los p")aros, y, ante todo, en el hombre, el predile to de 9ios, el alma de Jesús, embriagada de 9ios, des ubre lo m"s vivo, lo m"s profundo, lo m"s pre ioso que pueda haber. B así el onta to on el mundo real es un onta to on la voluntad del <adre, un experimentar dire tamente su sabiduría, bondad, hermosura... es devo i%n, plegaria, religi%n. 5

9e ahí la manera realista, generosa, íntima, de sabor tan moderno, que tiene Jesús en la contemplación de la naturale a. .us par"bolas, que desta an tan magistralmente lo humilde, lo inadvertido, pertene en a las perlas de la literatura mundial. (quí se alegra de los p")aros del ielo que no siembran y ose han. (llí observa a los mu ha hos de la alle, %mo silban, bailan, antan y ri'en. (quí re uerda el rego i)o de la )oven madre, a la que el re ién na ido ha e olvidar todas las angustias pade idas. (llí se fi)a en el ama de asa que, preo upada, bus a la dra ma perdida... 8o peque'o, lo m"s diminuto que en uentra por el amino, Ml lo levanta on amor omo un nomeolvides de 9ios y lo ha e hablar omo on mil lenguas. El amor a la naturale+a y a lo natural no es para Ml un ensue'o sentimental, omo lo era para los poetas del romanti ismo. 1ada sabe Jesús de un puro ulto a la naturale+a. 4"s bien la naturale+a es para Ml la voluntad de 9ios es ult%ri amente expresada y viviente. .u amor a la naturale+a no es sino una nueva forma de amor a 9ios y a su voluntad, y por esto pre isamente es tan verdadero y ordial. #on mayor ordialidad aún, omo es obvio, on una ordialidad sin reserva, "brese Jesús al hom!re. B es que el ser humano est" saturado de la voluntad del <adre y tan ligado a ella, que no se puede querer a 9ios sin querer al mismo tiempo al hombre. .i el (ntiguo /estamento olo % inmediatamente )untos estos dos mandamientosV Q(mar"s a 9iosR, Qamar"s al pr%)imoR, Jesús los funde en uno soloV Q3a ed vosotros on los dem"s hombres todo lo que dese"is que hagan ellos on vosotrosS porque ésta es la suma de la 8ey y de los <rofetasR H4atth. =, 1,I. El amor al hombre es amor a 9ios, s%lo que visto de otro lado. #omo no ono e Jesús un puro ulto a la naturale+a, así tampo o ono e un ulto al hombre, que pres inda de 9ios. (ma a los hombres porque 9ios los ama. Q9e esta m"s alta dependen iaR re ibe su amor a los hombres Qsu medida, su fine+a, su granito de sal y su polvillo de "mbarR H1iet+s heI. 4as, pre isamente por esto, su amor es algo ompletamente verdadero, personal, deli ado, tan verdadero y profundo omo un amor al <adre. QB ogiendo a un ni'o, le puso en medio de ellos, y lo abra+%R H4ar . 5, 7>I. N#%mo sabe vivir a unísono de los otros, ompartir la angustia del ora+%n paterno H4ar . >, 76I, el dolor sordo de una madre desolada H8u . =, 17I, la lu ha espiritual de un enfermoP H f. 1K

4atth. 5, ,I. .u omportamiento on la mu)er ogida en adulterio, on <edro arrepentido y on la ramera W lo que di e y lo que no di e W pertene e a lo m"s fragante y deli ado de todo el Evangelio. NB %mo se onmueve su alma al en ontrarse on el dolor humanoP 2na y otra ve+ repite el EvangelistaV Q.e ompade ía entra'ablemente de las gentesR H4atth. 5, 76S 1C, 1CS 1>, 7,S f, 4ar . 1, C1S 8u . =, 17I. Mste es un rasgo esen ial de Jesús que se grab% profundamente en el espíritu del santo es ritor. Garias ve es re ha+% Jesús las súpli as extra'as H8u . 1,, 1CS 4ar . >, 15I, pero nun a hi+o el sordo a una vo+ de so orro que le llamase en la ne esidad. QB los uraba todosR H f. 4ar . 6, >6S 4atth. C, ,CS :, 16S 5R 7>S 1K, 1S 8u . C, CK, et .I. 1o es raro el aso de que se adelante a la súpli a H4ar . 1, ,>S 7, 7S >, :, et .I. <refiere es andali+ar a los fariseos despre iando aparentemente el pre epto del des anso sabatino, a denegar la ayuda H4ar . 1, ,7S 7. ,S 8u . 17, 1CS 1C, 7S -o. >, 5S 5, 1CI. 1o puede ver miseria en torno suyoS no quiere omer antes de urar al enfermo en el apo& sento H8u . 1C, ,I. B apenas le bastan las m"s deli adas palabras para los que sufren. Q3i)o míoR, di e al paralíti o H4ar . ,, >IS Qhi)a míaR, así se dirige a la hemorroisa H4ar . >, 7CI. B uando el dolor humano se le manifiesta on toda su profundidad, así ante la tumba de 8"+aro omo a la vista de Jerusalén, destinada a la destru i%n, enton es Qse estreme e en su alma y ontúrbase a sí mismoR H-o. 11, 77I, enton es Qderrama l"grimasR H8u . 15, C1I. 8a vida y los milagros de Jesús on Qun amor que atraviesa triunfalmente las m"s grandes difi ultadesR H1in XI. 3asta tal grado viene a ser el pr%)imo su propio yo, que lo que se ha e al Qm"s peque'o de sus hermanosR lo onsidera Jesús omo he ho a QMl mismoR. N#u"nto dista Jesús de Juan en este puntoP En el predi ador del desierto, el amor se retrae por ompleto. 8os temperamentos as éti os pierden on demasiada fa ilidad el sentido del dolor a)eno. Jesús no se queda en el desierto. El va a los hombres. En ellos no ve solamente mala voluntad y pe ado, sino también dolor profundo, grande. B todo su ora+%n, ri o, generoso, es de los hombres y de su dolor. <ero también es de sus alegr"as. B pre isamente aquí est" el punto en que resalta on la m"s viva lu+ la manera que tiene Jesús de mirar y tomar la vida. Q.ufre y renun iaR, tal es la predi a i%n 11

del emperador 4ar o (urelio. Q#"r el del almaR llaman los neoplat%ni os al uerpo. El antiguo mona ato del Egipto nada me)or sabe que este mandamientoV QN3uye, alla, lloraPR En los tiempos de Jesús pensaban de la misma manera los Q)ustosR, los QseparadosR, los fariseos. (poy"ndose en las tradi iones de los antiguos H4atth. 1>, 1 y ss.S 4ar . =, C y ss.I, habían a'adido a los in o grandes días na ionales de ayuno el lunes y el )ueves de ada semana, y ohibían toda alegría on estre has, severas reglas de ayuno. /ambién Juan y sus dis ípulos eran Qmuy dados al ayunoR. Jesús se opone on toda delibera i%n a seme)antes exigen ias H f. 4atth. 11, 1:S 8u . =, 777CI. 1o es el ayuno en sí mismo lo que Ml re ha+a Wayun% Ml mismo uarenta días en el desiertoW, sino la postura espiritual on que los )udíos lo pra ti aban. (yunaban en memoria de grandes alamidades na ionalesS sus ayunos eran de luto, de opresi%n interior. Jesús reprueba un ayuno tan sombrío. Q#uando ayunes, perfuma tu abe+aR H4atth. 6, 1=I. Ml ifra el valor y la dignidad del ayuno, omo de todas las dem"s pr" ti as de piedad, en la íntima alegría del ora+%n, en el QsíR puro y go+oso, que se da a 9ios y a su voluntad de <adre. El ayuno no es prove hoso desde el momento que agobia y parali+a. <or esto no ayunan sus dis ípulos, los Qamigos del esposoII, Qmientras el esposo est" on ellosR H4atth. 5, 1>I. <or lo tanto, al reprobar Jesús las mortifi a iones de los fariseos, lo que ha e es re ha+ar deliberadamente toda as éti a sombría, espasm%di a, violenta, y de lararse on auda ia en favor de una postura de vida interiormente libre, alegre. .i 9avid omi% los panes de la proposi i%n, Tpodría prohibirse a los hi)os de la asa lo que les ofre e el <adreU H f. 4atth. 1,, CI. <or esto Jesús toma parte fran amente en las peque'as alegrías que trae el día. .e de)a invitar a la mesa, aunque sus malvados enemigos le mote)en por ello de Qglot%n y vinosoR H4atth. 11, 15I. En ierta o asi%n, 8eví H8u . >, ,5I u otro fariseo H8u . =, 76S 4ar . 1C, 7S 8u . 7=S 1C, 1I organi+a un gran banquete para honrarle. 0tra ve+ ome Ml, en un ír ulo de intimidad, en la asa de .im%n y de su suegra H4ar . 1, 71I, o en la asa de la atareada 4arta H8u . 1K, 7:S -o. 1,, ,I, o se ha e invitar omo huésped por Yaqueo H8u . 15, 6I. <ara una gente que alegre est" de bodas, obra su primer milagro H-o. ,, 11I. Es signifi ativo que pre isamente el banquete )ovial, sabroso H8u . 1>, ,,S 1,, 16S 17, ,6S 4atth. :, 11I y la 1,

pomposa fiesta de bodas H4atth. ,,, nS 5, 1>S ,>, 1S 8u . 1,, 76I le ofre en no po as ve es o asi%n y materia para proponer sus par"bolas. 8a misma glorifi a i%n final es para Ml omo un sentarse on (braham, -saa y Ja ob, a una misma mesa H4atth. :, 11I. B lo último, lo me)or que puede dar a sus (p%stoles en la tierra es un banquete de amorV el banquete de la omuni%n perpetua en su arne y sangre. (sí, no pudo sostenerse on 1iet+s he que Jesús nun a se haya reído. T#%mo ser a)eno a una profunda y pura alegría aquel que anun iaba la alegre, la buena nueva del <adre y, en todo lo alegre y en todo lo a erbo, daba testimonio de la voluntad divina, toda bondadosaU En la voluntad del <adre amaba Jesús a los hombres y su vida. 8e autivaban no solamente las l"grimas, sino también las sonrisas de los seres humanos. Jund"ndose en la misma voluntad del <adre, adquiere Jesús una rela i%n íntima on aquello mismo que se pone, a fuer de sedimento, omo ieno e inmundi ia en el fondo del ser humano... nuestras pe#ue$eces y miserias. 1ingún o)o ve tan agudamente omo el suyo la me+quindad de lo muy humanoV Qvosotros, siendo malosR H4atth. =, 11IS Qsois malosR H4atth. 1,, 7CIS Qesta ra+a mala y adúlteraR H4atth. ,, 75 y ss.I. <er íbese aquí algo, omo un íntimo se reto desafe to, algo ontra esta aviesa, tor ida manera de ser del hombre. B on todo. Jesús no sabe ver este mismo fondo, en demasía humano, sin una íntima rela i%n on la voluntad de su <adre. <or esto puede QsoportarloR por m"s tiempo. B por esto pasa por su alma el "nti o noble, deli ado, de una pa ien ia in ansable para on las miserias humanas. 1o hay que arran ar la mala hierba, sino de)arla re er hasta el día de la ose ha de 9ios. 1o hay que pedir fuego del ielo para que aiga sobre las iudades in rédulas. El <adre envía el rayo de sol y la lluvia también sobre los pe adores. B porque todo est" en manos del <adre, por esto QNno )u+guéisPR. 1o se puede separar en este mundo a los Qpe adoresR de los Q)ustosR. El hi)o de (braham, el mismo sa erdote y levita, no siempre es me)or que el samaritano. En la voluntad del <adre tiene su raigambre la superioridad regia on que Jesús se levanta sobre todas las deforma iones de la vida ultural humana, sobre todas las desfigura iones y ontrastes éti os, so iales y na ionales. <or esto se mantiene al margen de todas las lu has e on%mi as y políti as. 1ada quiere saber de 17

uestiones de heren ia H8u . 1,, 1CI. B se ha de dar al #ésar lo que es del #ésar. N<edro, Qvuelve tu espada a la vainaRP T#u"l es la postura de Jesús respe to de la vidaU 1ada hay en Ml de ansan io del mundo, de dolor impotente ni de huida obarde. Ml ve la realidad on los dos o)os, la ase on ambas manos y la afirma on todo su ora+%n. 1o hay realidad que pretenda tergiversar violentamente, o sobre la ual quiera pasar en silen io. Jesús no es un so'ador. Es realista, mira de ara todo lo existente, la realidad llena, entera, tanto si ésta espar e sombras omo si irradia lu+. B su entrega a las osas y a los hombres no es un Qamor por en argoR, no es un mero a to de obedien ia a 9ios, no de)a indiferente el ora+%n. <orque para Jesús la voluntad divina y las osas no est"n separadas, no tienen entre sí una rela i%n tan s%lo exterior. (ntes bien, la voluntad de 9ios est" en las osas y pasa viva a través de ellas. <or tanto, al amar Jesús la voluntad de 9ios, ama también las osas en sí mismas. Ml siente que forma una unidad on todo lo real, unidad sostenida y ligada por la fuer+a vital de la voluntad de 9ios, que se revela en todo lo existente. <or otra parte, pre isamente porque para Jesús la realidad no se sostiene sino omo expresi%n de la voluntad del <adre, su amor a ella es absorbido por el amor al <adre. Ml pertene e a la realidad del mismo modo que pertene e al <adre. B por esto nun a se de)a autivar por ella. .i un fulgor terreno ho a on la voluntad del <adre, no logra onmover el alma de Jesús. 8a alegría del vivir es ennoble ida y transfigurada en Ml por una maravillosa reserva interior, por una superioridad de sentimiento y %nimo, segura de s" misma. .u largo ayuno en el desierto, sus vigilias, su pobre vida de peregrino, su predi a i%n asidua, su entrega a los pobres y ne esitados, el tono maduro y noble de su dis usi%n on los ontrarios mali iosos, y antes de todo el heroísmo de su vida y muerte, delatan un ora+%n que se posee por ompleto, un ora+%n que no vive por las osas, antes bien, poderoso por sí mismo, vive en ellas. Jesús no ha rehuido la vida, omo tampo o ha sido subyugado por ella. Jesús ha dome'ado la vida.

1C

LA ORACIÓN DE JESÚS

<ara el re ogimiento fervoroso de la ora i%n empie+a una nueva épo a on JesúsR H3eilerI. Q8a interioridad en sentido personal fue reada propiamente por JesúsR H.ZderblomI. QJesús es quien ha re+ado on m"s vigor en toda la historiaR H[ernleI. 8a ora i%n de Jesús en el 4onte de los 0livos es Qla palabra religiosa m"s profunda que )am"s haya sido pronun iadaR H3ZffdingI. <ara a larar este )ui io de nuestros investigadores de religi%n pro uraremos, en lo que sigue, dar una mirada "ntima a la oración de &es's. 8os Evangelios des riben un"nimemente la vida terrena de Jesús omo una vida de oración. El primer testimonio públi o que, en el momento mismo de inaugurar su a tividad mesi"ni a, re ibi% del <adre, lo obtuvo en la ora i%n. Q3abiendo sido Jesús bauti+ado, y estando en ora i%n, su edi% el abrirse el ieloR H8u . 7, ,1I. .u actividad salvadora se alimentaba onstantemente del silen ioso di"logo on su <adre elestial. Q<or la ma'ana, muy de madrugada, sali% fuera a un lugar solitario, y ha ía allí ora i%nR H4ar . 1, 7>I. Q4as no de)aba él de retirarse a la soledad y de ha er allí su ora i%nR H8u . >, 16I. QB, despedidos éstos, subi% solo a orar en un monte y, entrada la no he, se mantuvo allí soloR H4atth. 1C, ,7I. 8os Evangelistas onsignan una y otra ve+ esta ora i%n silen iosa, solitaria H8u . 5, 1:S 11, 1S 4atth. ,6, 76I. .obre todo 8u as tiene la vista fina para notarlo. #onsigna expresamente que Jesús fue al monte de la /ransfigura i%n, al que subi%, según 4ateo y 4ar os, QsolamenteR on tres dis ípulos predile tos, para orar allí H8u . 5, ,:I. <or él sabemos también que la ele i%n de los (p%stoles fue preparada y santifi ada por una vigilia de Jesús. Q<or este tiempo se retir% a orar en un monte, pas% toda la no he ha iendo ora i%n a 9ios. (sí que fue de día, llam% a sus dis ípulosR H8u . 6, 1,17I. <ero también los otros Evangelistas indi an que la a tividad mesi"ni a de Jesús re ibía su fuer+a de la ora i%n. .egún Juan H11, C1I, el .e'or re+a delante 1>

de la tumba de 8"+aroV QN0h, <adre, gra ias te doy porque me has oídoP @ien es verdad que ya sabía yo que siempre me oyes.R <or lo tanto, Jesús onsidera su milagro fruto de la oración. /ambién 4ar os ha e onstar que Jesús, al urar al sordomudo, Qal+ando los o)os al ielo, arro)% un suspiroR, antes de pronun iar su QEfetaR, QabríosR H4ar . =, 7CI, y que delante del mu ha ho poseso de lar%V QEsta ra+a de demonios por ningún medio puede salir sino a fuer+a de ora i%n y de ayunoR H4ar . 5, ,:I. B todos los Evangelistas H4atth. 1C, 15S 1>, 76S 4ar . :, 6S 8u . 5, 16S -o. 6, 11I uentan que preludi% la multipli a i%n de los panes dando gra ias y bendi iendo. #omo todas las obras mesi"ni as, así también la (asión de Jesús estaba ba)o el signo de la ora i%n. En la gran ora i%n sa erdotal que nos onserv% Juan, el Evangelista del re ogimiento ontemplativo H-o. 1=, - y ss.I, Jesús se onsagra a sí mismo a la gloria del <adre y a la vida de los suyos. 9ando gra ias y bendi iendo instituy% el nuevo banquete de alian+a en su sangre H4atth. ,6, ,6 y ss.S 4ar . 1C, ,, y ss.S 8u . ,,, 15 y ss.I. En un grito emo ionante de ora i%n re oge fuer+as en $etsemaní H4atth. ,6, 75S 4ar . 1C, 7>S 8u . ,,, C7I para el sa rifi io mesi"ni o. B en medio del tormento de la muerte brota de sus labios la palabra del salmista H.almo ,1, ,IV Q9ios mío, 9ios mío, Tpor qué me has desamparadoUR H4atth. ,=, C6S 4ar . 1>, 7CI. /ambién en este punto es 8u as quien rese'a m"s detenidamente la ora i%n de Jesús moribundo. En la ru+, su amor redentor e ha todavía una llamada on la palabra de implora i%nV Q<adre mío, perd%nalos, porque no saben lo que ha enR H8u . ,7, 7CIS y su ora i%n postrera es un expirar en el <adreV Q<adre, en tus manos en omiendo mi espírituR H8u . ,7, C6I. (somarse a la ora i%n de Jesús es des ubrir sus relaciones misteriosas con el (adre y la esen ia de su mensa)e. Jesús se sentía en una ontinua omuni%n de vida on su <adre. QGeréis abierto el ielo, y a los "ngeles de 9ios subir y ba)ar, sirviendo al 3i)o del hombreR H-o. 1, >1I. Esta on ien ia de uni%n íntima on 9ios iba ane)a a su naturale+a humana, era una go+osa ne esidad interior desde la )uventud. QT1o sabéis que yo debo emplearme en las osas que miran al servi io de mi <adreUR H8u . ,, C5I. 1inguna palabra en ontr% m"s gr"fi a para expresarlo que la que suena de ontinuo, la de Qmi <adreR. Este 16

Qmi <adreR tiene un a ento ompletamente personal, íntimo. /an s%lo le pertene en a Ml. Q1inguno ono e al <adre, sino el 3i)oR H4atth. --, ,=S 8u . 1K, ,,I. Jesús forma on su <adre una unidad en que no parti ipa ninguna riatura. Q<adre nuestroR, así ense'a a orar a sus dis ípulos. 9ios es el <adre de ellos, QvuestroR <adre. /an s%lo Jesús ora de esta maneraV Q<adre míoR B tan s%lo Ml es quien re ibe la respuesta del <adreV Q/ú eres mi 3i)o muy amadoR H4ar . 1, nS 5, 6S f. 7, 1,S 1,, 6S 4atth. 16, 16 y ss.I. (quí se ha e ons iente su alma humana, en el grado m"s alto y profundo, de su rela i%n on 9ios, rela i%n sin par, fundada en la uni%n hipost"ti a on el Gerbo divino. <orque el Q3i)o es m"s en umbrado que los "ngeles en el ieloR H f. 4ar . 17, 7,I. 9o que es Jesús omo 3i)o nadie lo sabe, ex epto el <adre H4atth. --, ,=S 8u . 1K, ,,I. (sí la ora i%n de Jesús al <adre, es, en lo m"s profundo, una on ien ia perenne de la m"s íntima omuni%n de amor y de vida on el <adre, la manifesta i%n onstante de la m"s deli ada uni%n on 9ios, on ien ia de hi)o, omo nun a la hubo en la tierra. Q(mar"s al .e'or 9ios tuyo, on todo tu ora+%n y on toda tu alma, y on todas tus fuer+asRS este mandamiento prin ipal del (ntiguo /estamento fue omprendido y vivido en toda su plenitud y profundidad una sola ve+S es a saber, s%lo por el 3i)o de 9ios he ho hombre. En la ora i%n de Jesús tuvo su humanidad omuni a i%n de vida on la divinidad. (quí est" el se reto de aquellas rela iones misteriosas en que entr% el alma humana de Jesús uando el Gerbo se hi+o arne. <or brotar de las profundidades de una vida personalísima, de la on ien ia del propio yo, arraigada de un modo pe uliar en 9ios, la ora i%n de Jesús es un acto personal"simo, el m%s "ntimo. 8o íntimo, lo personal es lo que prin ipalmente determina su ma& nera de ser. 9e un modo ateg%ri o pros ribe toda ampulosidad y todo me anismo en la ora i%n. QEn la ora i%n no afe téis hablar mu ho, omo ha en los gentilesR H4atth. 6, =I. 8o que se siente de veras y de un modo personal no puede ser sino sen illo y sin adorno. B Jesús re ha+a todo uanto empa'a la pure+a de la inten i%n en el re+o, todo af"n de alaban+a humana y de edifi a i%n. QBa re ibieron su re ompensaR H4atth. 6, >I. 4"s bienV Q/ú, uando hubieres de orar, entra en tu aposento y, errada la puerta, ora en se reto a tu <adreR H4atth. 6, 6I. 1=

8a ora i%n en la mente de Jesús exige una asta desnude+ del alma, que se desprende de todo lo exterior, de todo lo impersonal. En la ora i%n se to an el yo humano y el t' divino, y empie+a el gran silen io, porque habla 9ios. 8a ora i%n es, por lo tanto, según Jesús, lo m"s personal que se pueda on ebir. 2na ora i%n QdistraídaR... no es ora i%n. (ntes de #risto no era ono ida tal ora i%n. Q8o que ofre en las religiones extra ristianas en uanto a ora i%n personal, es infinitamente pobre en ompara i%n on la rique+a y gama de mati es de la vida interior que se manifiesta en la ora i%n de los genios ristianosR H3eilerI. El ristianismo vino a ser Qla patria verdadera de la ora i%n personalR H.ZderblomI, Qsen illamente, la religi%n de la ora i%nR H@oussetI. 8a ora i%n de Jesús era vida altísima, personal, pero un vivir de la plenitud de su uni%n on 9ios, un respirar del alma en el 9ios vivo. 8a íntima relación con el )*'+ divino era algo !%sico en su alma. Q4i omida es ha er la voluntad del que me ha enviadoR H-o. C, 7CI. B ahí tenemos otro rasgo pe uliar de su ora i%nV el deseo y querer propios, ompletamente humanos, desligados de 9ios, han de allarV Q<ierde tu almaR H f. 4atth. 1K, 75I. ,Atiende tan sólo a la voluntad del (adre- <ara umplir el bien omo para re ha+ar todo lo malo. Q.antifi ado sea tu nombre. Genga a nosotros tu reino. 3"gase tu voluntad, así en la tierra omo en el ielo... <erd%nanos nuestras deudas, así omo nosotros perdonamos a nuestros deudores. B no nos de)es aer en la tenta i%nS mas líbranos del malR H4atth. 6, 5 y ss.I. 1aturalmente, el dis ípulo de Jesús ha de orar también por el sustento terreno ne esario, por su QpanR. 4as aun este pan ha de ser tan s%lo el pan Qde ada díaR, el pan de QhoyR. B ualquier otra osa que, de una u otra manera, el hi)o haya de pedir a su <adre, tiene rela i%n on la voluntad de 9ios, on la inten i%n que tiene 9ios respe to a los hi)os de los hombres. (sí el contenido propio de la oración de &es's no es m"s que estoV 9ios, su voluntad, su reino. 9a ora i%n de Jesús es subordina i%n ons iente a la voluntad de 9ios, entrega in ondi ional a la misma. B no es una blanda y sentimental ternura, un dul e )uego on el amor de 9ios, un morirse embriagado de go+o en la pa+ divina, omo lo es en una que otra alma ext"ti a. <orque, para Jesús, 9ios no es el 9ios de un mero ultraterrenismo, el lugar 1:

le)ano de los bienaventurados, al que s%lo puede subir el espíritu ale)ado del mundo, arrebatado. Jesús no ono e en la ora i%n sino al 9ios que o!ra. Q4i <adre est" obrando, y yo, ni m"s ni menosR H-o. >, 1=I. <or esto le en uentra en el p")aro y en los lirios del ampoS y toda su manera de ontemplar la naturale+a es ora i%n. B por esto le en uentra antes de todo en el hom!re. 3i)o del <adre es el hombre, tanto el Q)ustoR omo el Qpe adorR, sobre el ual Ml ha e na er su sol y llover H4atth. >, C>I. /an er a est" el hombre del ora+%n del <adre, que el que quiere a 9ios ha de querer también al hombre, tanto si éste es samaritano omo )udío, enfermo omo sano, )usto omo pe ador. El servi io del pr%)imo se olo a en el punto entral de la religi%n, y una religi%n sin amor al hombre no es religi%n. Q(l poneros a orar, si tenéis algo en ontra de alguno, perdonadle, a fin de que vuestro <adre que est" en los ielos, también os perdone vuestros pe adosR H4ar . --, ,>I. QGe primero a re on iliarte on tu hermano, y después volver"s a presentar tu ofrendaR H4atth. >, ,7,CI. El fariseo que ora y despe tivamente )u+ga al publi ano que est" en un rin %n del templo, Qvuelve a asa in)ustifi adoR H8u . 1:, 1CI. /oda la amplia orriente de intimidad que en la ora i%n de Jesús sube ha ia el <adre se tradu e inmediatamente en amor a los hombres y vuelve omo fuer+a redentora, salvadora, a los pobres, a los enfermos y pe adores. 1aturalmente, Jesús no es lo sufi ientemente ingenuo y so'ador para tener sus ompla en ias en lo meramente humano. 4as, uando El a epta al hombre en la voluntad de 9ios, el hombre adquiere un valor inde iblemente elevado. QLuerer al hombre por amor a 9ios, ha sido hasta hoy el sentimiento m"s noble y peregrino que se ha al an+ado entre los hombresR H1iet+s heI. <re isamente por en aminarse úni amente ha ia la voluntad a tiva, readora, de 9ios, es la ora i%n de Jesús un #uerer o!rar al servi io de 9ios, no un pla'ir y desear estéril que no da ose ha. Es un querer a tivoV Qno se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres túR. (quí se manifiesta lo rudo, lo heroi o del mensa)e de Jesús. Es tan laro y on todo tan fino y deli ado, que algunas lenguas tartamudearon al quererlo expresar. 8o que hay de rudo en la do trina de Jesús, no es huir del mundo, de sus rique+as, de sus alegrías. 1i siquiera es el disolverse de que hablan los místi os. 15

/ampo o es algo que se pueda leer exteriormente en estas o en aquellas )o!ras+. 8o rudo, lo heroi o est" en querer interior, honrada, fuertemente lo que 9ios quiere. Es, por lo tanto, un puro a to del hombre interior, per eptible por él solo, algo que ha de ha er y renovar siempre que la voluntad de 9ios Wpermitiendo o pres ribiendoW se ha e patenteS de modo que en su interior es algo muy sen illo. B a pesar de ello, en su esen ia interior es algo que Qpide violen iaR. <ues no se trata de tomar nota on indolen ia de la voluntad ineludible de 9ios Wsi onsiente o si exigeW, de onsiderarla omo una espe ie de sino que de buen o mal grado se quiera a eptar. 1o se trata de una resigna i%n ansada, de de)ar pasar sobre sí la voluntad de 9ios, sino de una revela i%n a tiva y viva on MlV uando yo, en lo m"s íntimo, doy el QsíR a lo que 9ios quiere, #uiero también en lo m"s íntimo todo aquello que de puro ineludible, de puro inevitable y por lo absoluto de su exigen ia se manifiesta patentemente omo voluntad de 9ios. /al querer interior, un QsíR tan in ondi ional, tan puro, a la voluntad divina, es tanto m"s difí il uanto m"s ex& tra'a e in on ebible se presenta ésta delante de mí, y uanto menos puedo des ubrir en ella la inten i%n, la sabiduría y la bondad de 9ios. Es prin ipalmente difí il uando se trata de la voluntad permisiva de 9ios. <re isamente en este punto he de omprobar si su voluntad pura ha llegado a dominar en mí, si estoy dispuesto a sa rifi arle a -saa , mi hi)o úni o. 1un a me)or que en seme)ante tran e se revela la ora i%n omo he ho heroi o, omo rudo traba)o del reino de los ielos, omo un resuelto Qdar el dominio a 9iosR. <or esto la ora i%n del monte de los 0livos es la forma m"s noble, m"s elevada de la ora i%n ristiana, la expresi%n m"s pura de su manera de ser. QB adelant"ndose algunos pasos, se postr% en tierra, aído sobre su rostro, orando y di iendoV <adre mío, si es posible no me hagas beber este "li+, pero, no obstante, no se haga lo que yo quiero, sino lo que túR H4atth. ,6, 75I. 8a voluntad del <adre es para Jesús, aun en la agonía, lo prin ipal, sen illamente lo de isivo. 8a ora i%n en el monte de los 0livos es un tantear atormentado por el miedo de la muerte, para des ubrir la voluntad verdadera de su <adre, es un fundirse on esta voluntad, es un grito de Qh"gase tu voluntadR que ne esita esfuer+o. ,K

#on una eviden ia onmovedora se manifiesta aquí el meollo de la ora i%n verdadera de JesúsV la afirma i%n in ondi ional de la voluntad divina. 2na ora i%n que se inhibiera de umplir esta voluntad y se en aminara s%lo ha ia algo personal, o quisiera tor er violentamente la voluntad lara, manifiesta de 9ios, o esquivarla, no estaría a la altura de la ora& i%n de Jesús. Jesús nun a invo % al <adre por algo personal. En la primera y segunda tenta i%n re ha+% explí itamente tal súpli a. .u ora i%n estaba ex lusivamente al servi io del reino de 9ios, de la honra de su <adre. .i inmediatamente antes de su muerte hi+o esta súpli aV Q<adre, la hora es llegadaV glorifi a a tu 3i)oR, y aun esto tenía que servir a la glorifi a i%n del <adreV Qpara que tu 3i)o te glorifique a tiR H-o. 1=, 1I. 1iégase aun en la hora de extremo peligro a supli ar al <adre que le mande sus legiones de "ngeles H f. 4atth. ,6, >7I. Jesús tampo o pregunt% nun a el Qpor#u.R de la voluntad divina. Esta voluntad para Ml es sen illamente lo último lo supremoS es la revela i%n de la honra del <adre. El que un hombre na+ a iego, el que el 3i)o del hombre haya de pade er, todo esto a onte e a fin de que Qse vean las obras de 9iosR, Qpara que se umplan las Es riturasR. 3a er m"s preguntas no ua)a on su espíritu. B porque toda ora i%n de Jesús gira úni amente en tomo de la voluntad de 9ios, del honor y de la gloria del <adre, por esto sus ora iones son preferentemente de acción de gracias. 1o toma el pan ni el pes ado en sus manos, no empie+a ni termina ninguna omida sin dar gra ias. 9elante del ad"ver de 8"+aro re+aV QN0h <adre, gra ias te doy porque me has oídoPR H-o. --, C1I. (monesta al poseso urado de $erasaV QGete a tu asa y on tus parientes, y anun ia a los tuyos la gran mer ed que te ha he ho el .e'or, y la miseri ordia que ha usado ontigoR H4ar . >, 15I. Reprende duramente la ingratitud de los )udíos urados de la lepraV QT1o ha habido quien volviese a dar a 9ios la gloria, sino este extran)eroUR H8u . 1=, 1:I. En el énit de su a tividad mesi"ni a, uando ve madurar en sus dis ípulos los primeros frutos, estalla su ora+%n desbordado en una alaban+a "lidaV Q<or aquel tiempo ex lam% Jesús, di iendoV Bo te glorifi o, <adre, .e'or de ielo y tierra, porque has tenido en ubiertas estas osas a los sabios y prudentes, y las has revelado a los peque'uelos. .í, <adre, ,1

alabado seas por haber sido de tu agrado que fuese asíR H4atth. 11, ,>. ,6I. /odo uanto sabemos de las oraciones impetratorias de Jesús, se refiere asi ex lusivamente a la gloria del <adre y a la onsolida i%n de su reino. Re+a por <edro, para que no va ile su fe H8u . ,,, 7,I. Ruega por los dis ípulosV QN0h, <adre, yo deseo que estén onmigo allí mismo donde yo estoyPR H-o. 1=, ,CI. 2n día pide al <adre que envíe el Espíritu #onsolador a sus dis ípulos, he hos huérfanos H-o. 1C, 16IS y promete re ono er delante de su <adre, que est" en los ielos, a todo aquel que le re ono iere delante de los hombres H4atth. 1K, 7,I. B si una ve+, omo en el monte de los 0livos, pide verse libre de lo m"s espantoso, sabemos que, aun en este aso, bus a y afirma, omo osa suprema y de isiva, úni amente el umplimiento de la vo& luntad del <adre elestial. 9e donde se olige una ve+ m"s que el ob)eto úni o y verdadero de su ora i%n es la voluntad del <adre. 8a propia voluntad humana ha perdido sus dere hos. <ero, T %mo se expli aU T1o ha alentado el mismo Jesús la voluntad propia del que ora a onfiar sus deseos a 9ios, a manifestarle on osadía sus anhelosU TB no ha aseguradoV Q<edid y se os dar"RU H4atth. =, =I. (quí pare e haber ontradi i%n. .u solu i%n nos da a omprender otra pe uliaridad de la ora i%n de JesúsV su confian a hen hida de fe. 1o es posible suprimirla en la ora i%n de Jesús. En la par"bola del )ue+ ini uo, que ha e )usti ia a la viuda, no porque Qtema a 9ios, ni respete a hombre algunoR, sino para que Qle de)e en pa+R y Qno venga de ontinuoR H8u . 1=, - y ss.IS en la par"bola del amigo inoportuno que no se ansa de llamar a mediano he, hasta que se le abre por ausa de los mu ha hos que duermen H8u . 11, > y ss.IS en la alusi%n onmovedora al amor natural del padre que no da al hi)o un es orpi%n uando le pide un huevo H4atth. =, = y ss.S 8u . 11, 1,I, y en mu has otras admoni iones para la ora i%n repite una y otra ve+ su palabraV QB todo uanto pidiereis en la ora i%n, omo teng"is fe, lo al an+aréisR H4atth. ,1, ,,I. 1un a fue enun iada en la tierra esta onfian+a de la ora i%n on tanta valentía y fuer+a, ni de un modo tan absoluto, omo lo ,,

ha e aquí Jesús. QBo ya sabía, <adre, que siempre me oyesR H-o. 11, C,I. B no es que el que re+a pueda, sino que ha de ser onfiado hasta tal punto si quiere asegurar el éxito de su peti i%n. Q/ened onfian+a en 9ios. Es verdad os digo, que ualquiera que di)ere a este monteV Luítate de ahí y é hate al mar, no va ilando en su ora+%n, sino reyendo que uanto di)ere se ha de ha er, así se har". <or tanto, os aseguro que todas uantas osas pidiereis en la ora i%n, tened fe de onseguirlas, y se os on eder"nR H4ar . --, ,, y ss.S f. 4atth. ,,, ,1 y ss.I. <or tanto, la fe firme, inquebrantable, de que la ora i%n ser" es u hada, es, según Jesús, propia de la ora i%n verdadera. .i esto se mira en onexi%n on la do trina de Jesús, no puede interpretarse omo si la fe por sí misma, por su propia fuer+a sugestiva, onvin ente, produ)era efe tos tan infalibles. Q#uando Jesús habla de la fe, 9ios siempre se sobrentiendeR H1in XI. 8a QfeR para Jesús es una onfian+a ilimitada en su <adre, a quien Qtodas las osas son posiblesR H4ar . 1K, ,=S 1,, ,CS 1C, 76I. (nte su omnipoten ia se rompen todas las leyes de la naturale+a. 8a fe traslada monta'as. (sí, al apoyar Jesús la omnipoten ia de la ora i%n en la omnipoten ia de 9ios, empalma del modo m%s "ntimo la voluntad del #ue re a con la voluntad divina. Esta e ua i%nV omnipoten ia de la ora i%n \ omnipoten ia de 9ios, determina esta otraV voluntad del hombre \ voluntad de 9ios. Fni amente la ora i%n que se subordina sin reserva a la voluntad de 9ios es en esta voluntad, y por la misma, todopoderosa, porque no quiere otra osa sino lo que quiere 9ios. <ara Jesús, el <adre est" tan ex lusivamente en el punto entral de su ontempla i%n, que, para Ml, una ora i%n desligada de la voluntad de 9ios es ompletamente in on ebible. <or esto puede prometer que la ora i%n perseverante ser" es u hada de un modo absoluto. Es u hada también en lo peque'o y en lo m"s peque'o. Q@ien sabe vuestro <adre lo que habéis menester antes de pedírseloR H4atth. 6, 1:I. QB Ml solo es buenoR H4atth. 15, 1=I. Q3asta los abellos de vuestra abe+a est"n todos ontados.R Q1i uno de los pa)arillos que se venden por dos uartos es olvidado de 9iosR H8u . 1,, 6 ss.I. (sí toda peti i%n est" obi)ada por la voluntad del <adre. 1o hay peti i%n fra asada para quien ha e suya esta voluntad. ,7

(unque nos imponga ru+ y muerte, la voluntad del <adre es una voluntad de es u harnos on lemen ia. 9a misma voluntad del <adre, que, exigente, dura y severa, obliga a la renun ia de la propia voluntad e impone en toda peti i%n un sa rifi io rudo, resuelve después en el "nimo del que ora la vehemente tensi%n interior. 9a misma voluntad que desarraiga el querer humano, le omuni a el m"s alto grado de onfian+a interior y dominio de la vida. En ve+ de la antigua voluntad de vivir, que se apoyaba s%lo en sí misma y, por ende, tambaleaba de ontinuo, brota la nueva erte+a, la seguridad de estar ompletamente resguardado en la voluntad de 9ios, la m"s amplia on ien ia de poder de que es apa+ una riatura. QLuien perdiere su alma, la volver" a hallarR H4atth. 1K, 75I. En la ora i%n de Jesús se pone de manifiesto que el ristianismo es un acto sumamente personal, algo que nadie puede ha er en sustitu i%n mía, y que s%lo vive omo a to, omo tensi%n, omo un QsíR y QnoR onstantemente repetidos, nun a omo una obra repleta y harta. B que el ristianismo es el acto m"s desprendido, m"s rudo, m"s heroico, un a to de violen ia por amor al reino de los ielos, un meter por fuer+a el propio querer inestable en la voluntad eterna, inmutable, de 9ios, una onfesi%n atrevida de la gloria de 9ios, onfesi%n que quebranta todo egoísmo me+quino y abre paso a un generoso amor humano, una voluntad de eternidad. B que el ristianismo pre isamente por esto es también la m%s fuerte voluntad de vivir/ onfian+a indomable de vida, erte+a la m"s )ubilosa. Q1o se turbe vuestro ora+%nR H-o. 1C, 1I. 8a 1ueva de Jesús es... la @uena 1ueva, el Evangelio. T<or qué amino puedo llegar a #risto y a su mensa)eU 3ay un amino muy orto y sen illo. (enetro con la mirada en el alma de &es's #ue ora... y reo. Q9e la plenitud de Mste hemos parti ipado todos, y re ibido una gra ia por otraR H-o. -, 16I.

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EL AMOR DE JESÚS (SERMÓN)

Jesús, #risto, el 2ngido, es el Rey de los ora+ones, porque es el Rey del amor. #uando el Gerbo eterno visti% nuestra pobre+a y ba)e+a humana, uando se en arn%, y así humanado pas% por los ampos de $alilea para urar enfermos y pe adores, enton es nos hi+o autivos suyos on los dorados la+os del amor, y nosotros pasamos a ser propiedad suya. 9esde enton es sabemos que el ristianismo es amor. 1ada m"s que amor. B es un amor espe ial, omo nun a se había visto sobre la tierra. Q2n nuevo mandamiento os doyR, di)o el .e'or. (sí se introdu)o una nueva postura espiritual, una nueva pasi%n en el mundo y on ella una nueva espe ie de hombresV los hombres que aman, los ristianos. B el destino de 0 idente depender" de que esta espe ie llegue a imponerse, de que las lu es abundantes, irradiadas por la misma, logren triunfar de las pesadas sombras on que nos espanta hoy el ielo políti o. 1inguna otra osa sino este amor nuevo, el amor de Jesús, podr" librar del quebrantamiento a 0 idente. (sí pues, tra emos hoy la imagen del amor tal omo se nos muestra en #risto. Gamos a indagar la ara terísti a del amor de #risto, lo pe uliar que tieneV T#%mo mir% Jesús el amorU T#u"l es el e)emplo que nos dio de él on su vidaU (l estudiar esta uesti%n, indagaremos, al mismo tiempo, la esen ia del ristianismo, lo pe uliar que hay en nosotros los ristianos y nos distingue de los hi)os del mundo. 8o que ara teri+a en primer término el amor de #risto es su interioridad, su verdad, su autenti idad. 1ada dista tanto de este amor omo la teatralidad, la postura afe tada. #risto no se ontenta on lan+ar en medio de la turba, a seme)an+a de los an& tiguos fil"ntropos, hermosos lemas y senten ias sobre el amor a los hombres. 1i se agota su amor en obras puramente exteriores. <orque desde .an <ablo sabemos que pueden darse obras, hasta heroi as, que a pesar de todo no son m"s que metal que suena y ampana que reti'e, por faltarles lo esen ial, lo íntimoV el amor, el ,>

amor del ora+%n. <or esto di e el (p%stolV Q#uando distribuyeres todos tus bienes para sustento de los pobres, si la aridad te falta, no te servir" de nada.R 8o primero para #risto no son esas obras puramente exteriores, sino el saber vivir, sentir, ompartir la desgra ia a)ena. Ml mismo quiere ompenetrarse personalmente on esa desgra ia y argarse on ella. 1o quiere ser ri o viendo pobres a otrosS por esto no tiene donde re linar la abe+a. 1o sabe ver enfermos sin uidarse de ellos. /an íntimamente unido se siente on los m"s pobres de los pobres, on los llamados pe ado& res públi os, que no puede menos de bus ar su ompa'ía y omer on ellos un mismo pan, aun uando se le mote)e de Qamigo de los publi anos y pe adoresR. 3asta tal punto onsidera omo suya la miseria de los desamparados, de los pros ritos, de los desheredados, de los n"ufragos, que no solamente los llama hermanos, sino que se identifi a on ellosV Q.iempre que lo hi isteis on alguno de estos mis m"s peque'os hermanos, onmigo lo hi isteis...R B al elebrar la Fltima #ena, en el pan partido y en el vino es an iado, ve a todos estos pobres, on todas sus miserias, introdu idos en su propio ser sagradoV Q/omad y omedV éste es mi uerpoS bebed todosV ésta es mi sangre.R En su sagrado ser deben en ontrar ellos la ura i%n. 9e esta interioridad, de esta autenti idad de su amor brota el desinter.s. (hí tenemos la segunda ara terísti a del amor de Jesús. (l ha er alguna obra buena, di e en ierta o asi%n, tu mano i+quierda no ha de saber lo que ha e la dere ha. Jesús no ama a quienes saben que ha en una obra buena, a quienes entregan sus donativos on aire de grandes se'ores. <or esto prohíbe también la aridad ruidosa de los fariseos, que uando ha en una obra buena quieren que se publique en las sinagogas y por las alles. <rohíbe igualmente el Qsa ro egoísmoR respe to de los miembros de la propia familiaV QLue si no am"is sino a los que os aman, Tqué premio habéis de tenerU T1o lo ha en así aun los publí anosUR .u amor tampo o ono e límites al tratarse de gente extra'a o de distinta religi%n. En la par"bola del buen samaritano dise'a on fina ironía al hombre que se )a ta de piadoso, al fariseo, al que ostenta un argo e lesi"sti o, al levita, que pasan insensibles a la vera del herido, maltre ho por unos ladrones, mientras que un hombre de otra reen ia, el heterodoxo, el here)e, el samaritano, ba'a on a eite y vino la herida. #on esta par"bola ,6

quiere de irV El amor verdadero no ono e espíritu de astas, ve en ada hombre al pr%)imo que se en uentra en ne esidad, y mira omo el m"s pr%)imo de todos al que mayor ne esidad pade e. 4ir"ndolo por dentro, según su ontenido íntimo, este amor de #risto es servicio, es amor que sirve. El mismo lo subrayaV QEl 3i)o del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida para reden i%n de mu hos.R /oda su vida fue servi io de los pobres, pe adores y ni'os. Q<as% ha iendo bienRS no en uentra 8u as otras palabras para des ribir su vida. 9e ahí que, aun en vísperas de su <asi%n, se sienta impulsado a lavar los pies de los dis ípulos. Es el último servi io de amor que les prestar". (sí deben ellos aprender que est"n destinados no a dominar, sino a servir. Q1o ignor"isR, di e en ierta o asi%n, Qque los prín ipes de las na iones avasallan a sus pueblos y que sus magnates los dominan on imperio. 1o ha de ser así entre vosotros, sino quien aspirase a ser mayor entre vosotros, debe ser vuestro riado. B el que quiera ser entre vosotros el primero, ha de ser vuestro siervo.R El amor de #risto es amor que sirve, aun uando no se le apre ia y se le denigra. .iempre es liberal, magn"nimo. (sí di eV Q(l que quiere armarte pleito para quitarte la túni a, al"rgale también la apa. B si alguno te for+are a ir argado mil pasos, ve on él otros dos mil.R 8o elevado, lo noble, lo regio de su amor estriba en que nun a se despe'a por los pre ipi ios de lo puramente animal e instintivo, en que permane e siempre bueno, noble y elevado, aun al en ontrarse on hombres me+quinos y de ora+%n estre ho. #on esto se'alamos ya otra ara terísti a del amor de #ristoV es amor que dispensa, amor #ue perdona. <edro le pregunt% en una o asi%nV Q.e'or, T u"ntas ve es deberé perdonar a mi hermanoU... Thasta siete ve esUR 3ablaba así porque los do tores de la ley ense'aban que solamente siete ve es había que perdonar. B #risto le ontest%V Q1o te digo yo hasta siete ve es, sino hasta setenta ve es siete.R 8o que signifi a que el verdadero amor ristiano no tiene límites en que sea lí ito detenerse y de irV hasta aquí y ni un paso m"s. El hombre es en demasía hi)o de su propio temperamento y es lavo del momento, para tomar ex esivamente a lo tr"gi o sus explosiones de pasi%n. En la par"bola de la gran deuda, el .e'or nos ense'a que las ofensas que nos infiere el pr%)imo son muy insignifi antes en ompara i%n on la ofensa que por el pe ado se infiere a 9ios. B ,=

subrayaV 9ios no te perdonar" si tú no perdonas de todo ora+%n a tu hermano. <or esto re+amos en el <adrenuestroV Q<erd%nanos nuestras deudas, así omo nosotros perdonamos a nuestros deudores.R .olamente quien sepa perdonar es ristiano, solamente él puede a er arse a la mesa del .e'or. Q.i al tiempo de presentar tu ofrenda en el altarR, di e el .e'or, Qte a uerdas que tu hermano tiene alguna que)a ontra ti, de)a allí mismo tu ofrenda delante del altar, y ve primero a re on iliarte on tu hermano, y después volver"s a presentar tu ofrenda.R <erdonar, y volver a perdonar siempre. Msta es la última y onmovedora do trina que #risto nos dio desde la "tedra de la ru+, al lamar al <adreV Q<adre, perd%nalos, porque no saben lo que ha en.R T<or qué urge #risto el perd%n on tanta insisten ia y tal vigorU (l querer ontestar a esta pregunta, nos en ontramos on lo m"s deli ioso, lo m"s fragante, lo m"s deli ado que hay en el amor de #risto. El amor de #risto es amor que perdona porque es amor comprensivo. #risto nun a mira un he ho aisladamente, sino que mira siempre a todo el hombre. .abe seguir ada a to, di tado por los sentimientos, hasta las raí es del mismo, hasta la ontextura m"s íntima de la vida humana, y allí ve que el hombre se halla en+ar+ado en la miseria de su existen ia y sufre las onse uen ias. #risto perdona porque omprende. (l serle presentado el enfermo, el paralíti o, lo que ve en primer lugar no es el uerpo enfermo, sino el alma, el peso de la on ien ia que había ausado aquella dolen ia. .ería una enfermedad psi %gena, de raí es psíqui as. 9e ahí que primero libre de la opresi%n la on ien ia. Q<erdonados te son tus pe ados.R #u ego ura el uerpo enfermoV Q/oma tu le ho y anda.R .u amor es amor que perdona porque es amor que omprende. #uando los fariseos le presentan la adúltera ogida en flagrante delito y est"n al a e ho para ver si apli a la ley rigurosa de 4oisés, el apedreamiento, su mirada penetrante ve las mil y mil tenta iones que rodearían a la pe adora ha iéndola su umbir. <ero ve también que los fariseos mismos no son inmunes a tales tenta iones y que en el fondo son hip% ritas. <or esto guarda silen io y en silen io es ribe en el suelo. B, finalmente, pronun ia una senten ia de plena madure+ de espíritu y de ora+%nV QEl que de vosotros se halle sin pe ado, tire ontra ella la primera piedra.R B uando en asa de .im%n la pe adora riega on l"grimas de arrepentimiento los pies del ,:

.e'or, Ml, entre la ro alla de los devaneos de aquella mu)er, des ubre la pepita de oro de amor verdadero, pepita que, a pesar de todo, estaba o ulta en el fondo de su alma. B pronun ia aquella frase que re+uma amor y profundo ono imiento del alma humanaV Q8e son perdonados mu hos pe ados porque ha amado mu hoR H8u . =, C=I #risto es amor humanado. B al mismo tiempo no hay en Ml nada exagerado. En ierto sentido se podría de irV .u amor era un amor so!rio, por estar saturado de experien ia respe to a la vida y al ono imiento del hombre. B, on todo, era una hoguera que redimi% del embotamiento y de la estre he+ del egoísmo a millones de hombres, e hi+o prender en ellos una vida llena de entrega y de heroísmo. 0)al" e he raí es también en nosotros y nos penetre por ompleto pre isamente esta pasi%n del auténti o amor ristiano. .olamente omo poderío de amor podr" el ristianismo desarrollar y onservar sus energías de re lutamiento. .i e hamos una mirada en torno nuestro Wno podemos pasarlo en silen ioW en ontramos a tantos reyentes, a tantas personas piadosas que no se ponen al servi io de ese pode& río de amor reclutador. .u piedad no rebasa la propia persona, no llega hasta el otro, hasta el pr%)imo, se re on entra bus ando el propio yo. /iene olorido egoísta. 1o se preo upa de erigir dentro de sí y en torno suyo el reino del amor, no le interesa m"s que la bienaventuran+a de la propia alma. Es un ristianismo de orienta i%n negativa. 9e tales personas piadosas, di e .an Jran is o de .alesV Q.e esfuer+an por ser "ngeles puros, y se des uidan de ser hombres buenos.R 9e allí que tal piedad pare+ a omo oartada, onvulsiva, y pre isamente las almas de altos ideales se sienten repelidas por ella. Refiriéndose a tales personas di e 1iet+s he on ierta ra+%nV Q3abrían de ser m"s redimidos los redimidos.R El verdadero ristianismo, el ristianismo de #risto, es, ante todo, ristianismo positivo. 8o que quiere es erigir el reino del amor en sí mismo y en torno suyo, formar al hombre de abnegada entrega. 9e ahí que este ristianismo rebose energía de a tividad, empu)e vigoroso y magnanimidad. (lgo luminoso, radiante, hay en él. T#%mo no han de brillar los o)os si se refle)a en ellos lo m"s luminoso que hay en ielos y tierra, el amor de #ristoU .olamente este ristianismo positivo ven er" al mundo y dar", a pesar de ,5

todo lo diab%li o de los tiempos presentes, el dominio a 9ios. <orque di e .an Juan EvangelistaV QEl que permane e en la aridad, en 9ios permane e... 9ios es aridad.R (mén.

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POR CRISTO NUESTRO SEÑOR (CONFERENCIA)

( todos nos es prove hoso detenernos un po o y meditar nuestra postura fundamental. B no solamente en el ampo de la vida moral, sino también en el de la fe religiosa. En el vaivén de todos los días f" ilmente se ponen en primer término estas o aquellas verdades que est"n en la periferia de la revela i%n, de suerte que las verdades entrales, las verdades religiosas fundamentales y de isivas, o no se ven en absoluto o por lo menos no se ven on su debida onexi%n. B, sin embargo, nuestra postu& ra fundamental s%lo ser" verdaderamente católica si en ella la traba+%n de las verdades de nuestra fe adquiere forma pre isamente en la rela i%n y en la lu+ en que la -glesia las ve y quiere que las veamos. 8a fe at%li a W onsiderada según su ob)etoW no es una mera suma de verdades, que para lograr el on)unto de la revela i%n hemos de alinear tan s%lo exteriormente, sino que es una construcción org%nica del Espíritu .anto, un organismo que se forma según la ley de lo vivo. #ada verdad tiene su lugar y sentido dentro de esta onstru i%n vital. 3a de ser, por tanto, mirada no en sí, sino en la onexi%n del on)unto. .éame lí ito hablar hoy de #risto, y pre isamente del lugar que pertene e a #risto en nuestra vida religiosa, según la cone0ión del dogma. 1o pregunto, pues, qué os pare e de #risto. <orque todos le re ono emos go+osos 3i)o de 9ios he ho hombre. Es 9ios de 9ios, 8u+ de 8u+, mas también hombre ompleto, entero, na ido de la Girgen. 1o pregunto yo por este ontenido de la fe en #risto, sino por el puesto que #risto, el que se hi+o hombre, o upa en el on)unto vivo de la realidad de la fe. <ara nuestra postura religiosa, Tes #risto lo supremo, lo m"s alto, o hemos de ir todavía m"s all" de #ristoU, Tpor #risto al <adreU, Tpor Ml, que se hi+o hombre, al 9ios /rinoU TEn qué sentido es la postura del ristiano risto éntri a y en qué sentido es teo éntri aU (l ontestar a esta uesti%n, no os diré seguramente nada nuevo. 4as puede influir en que nuestra postura respe to de la fe 71

sea m"s ons iente y resuelta, m"s arm%ni a y pura. Lui+"s algunas osas de la fe y del ulto que antes no habíamos per ibido o las veíamos tan s%lo borrosas, se destaquen en una lu+ m"s lara. 1uestra uesti%n no es arbitraria. El que presta aten i%n al suave olea)e de la piedad at%li a, per ibir" un ritmo diverso en la onfesi%n de #risto, una variedad de mati es al pronun iarse el santo y dul e nombre de Jesús. ( aso podríamos distinguir dos ír ulos en la piedad at%li a. 1o est"n deslindados rigurosamente, se to an. B, desde luego, no hay en ellos diferen ias de onfesi%n. 9oquiera sea viva la fe at%li a, allí se onfiesa, omo base natural y raí+ de la postura ristiana, que el 3i)o de 9ios se hi+o hombre, y que tiene dere ho a la adora i%n. <ero se puede afirmar que estos dos ír ulos ven y viven de distinta manera la fe de #risto Wuna, indistintaW en sus últimas rela iones. 4e refiero a la piedad privada, popular y a la litúrgi a. En la devoción privada la adora i%n del 3ombre&9ios, el ulto de #risto, se desta a de tal manera en una mirada de on)unto, hasta tal grado est" en el punto éntri o, que la fe en el 9ios vivo, la adora i%n de la .antísima /rinidad se relega de un modo sorprendente al último término. T#u"ntos son todavía los que re+an al <adre por su 3i)o en el Espíritu .antoU Espe ialmente el Espíritu .anto Tno es ya para mu hos devotos un 9ios des ono idoU TEs exagerado afirmar que para este ír ulo de piedad la onfesi%n de la .antísima /rinidad propiamente s%lo sigue viviendo en la se'al de la ru+ y en el símbolo de la feU 8a figura de #risto ha absorbido, por de irlo así, todas las manifesta iones de fe y vida religiosa. <ropiamente se piensa en la naturale+a divina de Jesús. /odo se ha e para mayor honra del #risto divino, del Gerbo eterno en el seno del <adre. 4ientras la mirada del reyente se dirige ex lusivamente a la naturale+a divina del .e'or, sin pensar al mismo tiempo en su naturale+a humana omo es debido, #risto es para él lo supremo, lo m"s elevado que el alma bus a y afirmaS falta el último pasoV llegar por medio de Cristo al Dios *rino. El ulto religioso, por onsiguiente, es mar adamente risto éntri o, no teo éntri o. 7,

9e ahí que en la devo i%n privada toda una serie de verdades de la fe, muy profundas y de extraordinaria fe undidad, no tengan, al pare er, el puesto que mere en. #uanto m"s ex lusivamente se vea a #risto, uanto m"s se sienta la devo i%n piadosa instigada a ontemplar y adorar en la figura de #risto preferentemente la naturale+a divina, tanto m"s se retraer" al segundo término para la on ien ia del reyente la naturale+a humana en su espe ial signifi ado redentor, y on ello también la altísima verdad de que #risto pre isamente en su ropa)e de sa rifi io, en su humanidad, es nuestro .umo .a erdote, y es por su humanidad sa ratísima por la que nosotros, los redimidos, estamos unidos del modo m"s íntimo on su divinidad, y Ml es nuestra #abe+a, y nosotros somos su #uerpo. <or este motivo se amortigua aquel sentido vivo de omuni%n en la gra ia, de uni%n en la vida sobrenatural, de solidaridad WQunos on otrosR y Qunos por otrosRW que tienen los ristianos en #risto. El reyente ya no se da bastante uenta de los la+os que le unen on la #abe+a, #risto, y on los dem"s miembros del #uerpo. Jrente a #risto y a sus miembros, se siente omo un yo y no omo un nosotros. 8o que los grandes .antos W<ablo, -gna io, #ipriano, (gustínW elebraron siempre on alma ardorosa omo un don de la gra ia que trae feli idad, la omuni%n de las almas, la unidad de espíritu, la omunidad de amor y de pa+, no es ya, o, por lo menos, no lo es en la debida medida, un elemento esen ial del sentir ristiano. <or esto, el reyente de medianía no suele mirar a la -glesia tanto desde dentro como desde fuera. Ge lo que salta a la vistaV el lero y la a tividad pastoralS y así piensa que toda la esen ia de nuestra santa -glesia queda en errada en el papa, en los obispos y en los sa erdotes. B porque no tiene el espíritu despierto para omprender el misterio m"s propio de la -glesia, la omuni%n Wllena de gra iaW de sí mismo y de todos los miembros on la úni a abe+a, #risto, y porque no siente de un modo vivo que él también entra en la omunidad de los miembros de #risto, por esto no mira, on fre uen ia, a la -glesia omo sostén prin ipal de vida para el propio yo, omo ambiente verdadero de vida, omo su m"s propia y profunda realidad, sino omo algo extratemporal, omo una institu i%n a que se re urre uando se ne esitan auxilios espirituales, y que, por lo dem"s, est" W on fines propios, on ordena iones propias, on propias 77

formas de vida ompletamente fuera del ír ulo de interés perso& nal. B pre isamente por esto Wporque la realidad de la -glesia no es al par la realidad en que él se siente misteriosamente empalmadoW )u+ga el reyente las exigen ias, resolu iones y disposi iones e lesi"sti as no de otra manera que omo suele ha& erlo al tratarse de institu iones y autoridades iviles. B f" ilmente se siente omo oprimido y trabado por las mismas. 8as disposi iones e lesi"sti as le pare en algo extra'o y violento, pre isamente porque en él se ha atrofiado la conciencia de miem1 !ro, la profunda erte+a de tomar parte en las manifesta iones de vida e lesi"sti a Qsegún la gra ia que nos es on edidaR HRom. 1,, 6I. <ero me pare e que hay todavía una onse uen ia, m"s grave, de la debilita i%n de la fe viva en la media i%n de #risto. El abad -ldefonso 3er]egen, en su estudio, de abundantísimos impulsos, 2glesia y alma, la postura espiritual del culto de misterios y su cam!io en el 3edievo H*ir he und .eele, die .eelenhaltung des 4ysterienXultes und ihr [andel 4ittelalterI, ree tener que desta ar que en el 3edievo Wempe+ando po o m"s o menos en la épo a arolingia y llegando a su ompleto desarrollo en pleno siglo ^---W la vida de piedad de la -glesia sufri% Qun ambio inmensoR en el sentido de que el espíritu sa ro, ob)etivo, formativo de omunidad, se había retraído para dar paso ada ve+ m"s al espíritu sub)etivo, éti o. 1o sin influen ia de Hda postura espiritual germ"ni a, sub)etivamente re al adaR, on real e unilateral de los valores morales del alma, se había Q onstruido un amino de perfe i%n ristiana que toma su im& pulso mu ho m"s del opus operantis que del opus operatum+. (unque no se pueda a eptar por ompleto esta proposi i%n, de todos modos el abad 3er]egen a ert% en un punto, a saber, que en la piedad at%li a, y al margen del ulto litúrgi o, surgen posturas en que la onexi%n org"ni a de la naturale+a y de la gra ia est" ya muy aflo4ada, en que el a to personal, a tivo, es apa, por de irlo así, de la influen ia sobrenatural. .in embargo, la ausa verdadera de este semipelagianísmo embo+ado ya no est" en la amortigua i%n de la idea de misterios, sino m"s bien en el des enso se reto de nuestra venera i%n al misterio del #uerpo de #risto y, todavía m"s profundamente, en la merma de la fe en el <rimogénito de los hermanos, en el 3ombre Jesu risto H/im. ,, 7C

>I. 9onde ha desapare ido, o tan s%lo se ha debilitado, la on ien ia )ubilosa de tener en el 3ombre&9ios la fian+a segura, el garante, hasta la dul e realidad de la nueva vida, de nuestra uni%n perenne on el <rimogénito de los hermanos, on su muerte y su resurre i%n, allí brota sobre un magro suelo de la fe la planta se a del moralismo, y on ella toda la vegeta i%n de virtud onvulsiva, de exégesis exagerada y de enervantes es rúpulos de on ien ia, y ha en, a " y a ull", de la buena nueva una nueva de terror. #u"n perni iosas onse uen ias puede a arrear el des ono imiento del signifi ado redentor de la humanidad de #risto, puede verse on una o)eada a aquellas omunidades ristianas que en la imagen de #risto han suprimido todos los rasgos humanos, o por lo menos no desta an on la debida fuer+a el %_ooύσιoς ή_ΐѵ, el que tiene nuestra misma naturale+a. 4e refiero a las se tas gn%sti as y monofisitas y, hasta ierto punto, también a las -glesias ism"ti as de 0riente. 8os gnósticos de lararon la humanidad de #risto mera aparien ia, 8a divinidad de Jesús era el úni o y propio ob)eto de su ulto. #risto no nos redime por medio de su humanidad, por su pasi%n y muerte, sino por la lu+ de la verdad que resplande e en su divinidad y que Ml omuni a a los ora+ones. 8a onse uen ia no fue tan s%lo que la piedad gn%sti a se determinase en demasía por la espe ula i%n, por un ono er y ver, y no por una fe amorosamente a tiva. 8a onse uen ia fue también que se destruyese aquella unidad sobrenatural del #uerpo de #risto que une a los reyentes on 9ios y entre sí. El gn%sti o es el hombre solitario en el sentido m"s propio de la palabra. En su teología no se en uentra el on epto del .umo .a erdote que sirve de 4ediador, ni el de la #abe+a, ni el del #uerpo de #risto. 9e ahí el on epto superfi ial que tiene de la -glesia. 9a -glesia gn%sti a no es la forma i%n, la perfe i%n misteriosa, sobrenatural, de la humanidad de Jesús hasta llegar a la plenitud de sus miembros, a la unidad de su #uerpo místi o, sino una aso ia i%n utilitaria de orden natural, que sirve para propor ionar lu+ al ampo religioso& moral, una es uela. B la piedad, omo la éti a gn%sti a, no es un vivir en el <rimogénito de los hermanos, no es un respirar en su Espíritu .anto, sino que se apoya en sí misma, por ompleto en sus propias fuer+as. <or esto lleva en la sangre lo onvulsivo, lo 7>

artifi ialmente exageradoV en el orden del ono imiento ondu e a los ex esos de la espe ula i%n, en el del querer a un as etismo exagerado, tan desviado que al final Wtambién en el gnosti ismo sirioWV se pre ipita y degenera en una moral de despotismos y de violen ias. 4enos desastrosos, pero on todo bastante graves, fueron los efe tos que produ)o el desvío de la imagen dogm"ti a de #risto, la posterga i%n de la humanidad de #risto en las omunidades monofisitas y en las -glesias cism%ticas. #omo lo demuestra el <. José Jungmann, .. J., en un estudio substan ioso y muy instru tivo a er a de la aposición de Cristo en la oración lit'rgica+ H.tellung #hristi im liturgis hen $ebetI Wtodavía volveremos a hablar del mismo en varias o asionesW, la impugna i%n arriana de la onsubstan ialidad del 3i)o on el <adre, y, en onse uen ia, la nega i%n de la plena divinidad de #risto, influy% en transformar todas las liturgias orientales por cuanto ya no se admitía la f%rmula litúrgi a tradi ionalV Q<or #risto nuestro .e'orR, ni la doxología antiguaV Q3onra sea dada al <adre por el 3i)o en el Espíritu .antoR, puesto que las expresiones Qpor #ristoR Qy por el 3i)oR eran err%neamente interpretadas por los arríanos, omo si el 3i)o fuese inferior al <adre. <or esto @asilio el $rande y (tanasio algunas ve es ya substituyeron la antigua doxologíaV Q3onra sea dada al <adre por el 3i)o en el Espíritu .antoR, por esta otraV Q3onra sea dada al <adre con el 3i)o y on el Espíritu .antoR, o tambiénV Q3onra sea dada al <adre y al 3i)o y al Espíritu .antoR. B el #ris%stomo, en ve+ de de ir )por MlR, empleaba siempre la nueva f%rmulaV )con ElR, o hablaba sen illamente de Qla gra ia de nuestro .e'or Jesu ristoR, que ha de mover al <adre a otorgarnos sus dones. En algunas omunidades orientales prevale i% en absoluto esta f%rmulaS la primitiva, la antigua, se onsideraba ya do trina err%nea. TLué efe tos produ)eron estos ambios litúrgi os en la postura religiosaU /odas esas -glesias llegaron a sentir menos lo que significa, la humanidad de Cristo en la o!ra de la redención. /as -glesias monofisitas, que s%lo admitían una naturale+a en #risto, la divina, perdieron por ompleto tal sentido. Julgen io ha e notar que Eutiques, el fundador de la here)ía monofisita, pres inde por ompleto del sumo sa erdo io de #risto y, on ello, 76

de la media i%n de su humanidad sa ratísima. B también en las -glesias griega y rusa, que no eran monofisitas, la alusi%n a Jesús omo .umo .a erdote, tan orriente en el lengua)e litúrgi o de los primeros siglos, se hi+o ada ve+ m"s rara. /al he ho produ e ne esariamente una modifi a i%n de las representa iones ristol%gi as, por uanto Jesu risto, el 3ombre&9ios, es mirado prin ipalmente según su naturale+a divina, y no según la humana, y, por onsiguiente, en la vida de piedad pare e Ml estar tan s%lo del lado de 9ios, y no también )unto al hombre. En este ambiente, Ml no es ya el representante, el abogado de los hombres, el <rimogénito de los hermanos, que ofre e al 9ios /rino el sa rifi io de la humanidad. Resplande iendo en la lu+ ina esible de la divinidad, est" infinitamente le)os de los hombres, y omo tal, omo 9ios infinitamente elevado, ofre e el sa rifi io del altar. QEl re uerdo del fundador del sa rifi io, 3ombre&9ios, ha sido e lipsadoR Wes ribe Jungmann Hp"g. ,1CIW Qpor el pensamiento del 9ios presenteR. Ml ofre e el santo sa rifi io de la 4isa omo 9ios, y no omo hombre. .u grande+a divina lo absorbe todo en la liturgiaV QEl sa erdote ya no es m"s que la sombra visible del 3i)o de 9ios.R 9e ahí el desplegamiento inmenso, brillante, de la liturgia desde Justino n y por otra parte el cam!io completo de la postura religiosa. Es signifi ativo que este ambio empie e pre isamente on el te%logo que por ve+ primera se rey% for+ado a orregir en absoluto y de un modo general la f%rmula Qpor MlR substituyéndola por esta otraV Q on MlRS es de ir, empe+% on el #ris%stomo, el santo obispo de #onstantinopla. En este modo de ver es ara terísti o el sentimiento de estar separados infinitamente de aquel 9ios que por medio del sa erdote obra la santa transubstan ia i%n, el sentimiento de una venera i%n sin límites, un sentimiento hasta de miedo y de espanto. Enton es se habla, por primera ve en la historia de la #ena, del Qsa rifi io tremendoR, del Qpan tremendoR y del Qmiedo y temblorR on que se ha de re ibir el #uerpo del .e'or. (ntes del siglo iv tales giros eran des ono idos. Enton es empie+an a oírse en los sermones sobre el .antísimo .a ramento del altar, las expresionesV tremendo, terrible, espantoso, horrendo, pavoroso. 8a religi%n pasa a ser, en ve+ de religi%n de amor, religi%n de temor. B para expresar de un modo sensible la distan ia del 9ios que onsagra, el altar fue separado del pueblo, primero on ortinas, m"s tarde 7=

por un tabique de madera adornado de uadros Hi onostasioI. El sa rifi io del altar apare i%, en lo esen ial, omo misterio tremendo (tremendum mysterium). 1o faltaba en el misterio, es ierto, el momento de lo Qamorosamente atrayenteR (fascinosum), pero apenas se de)aba sentir. 8a on ien ia del reyente se sentía frente a algo infinitamente tremendo, frente al he ho horrendo de que 9ios se inmola por los hombres. Enton es empie+a a hablarse de Qdestru i%nR, de la Qinmola i%nR del 3i)o de 9ios que est" presente en el altar, a la que se refiere la teología at%li a después del #on ilio de /rento. (nte he ho tan horrendo, el reyente no en ontraba amparo en su mundo, tangible, visible, en el campo de lo humano, en una humanidad santa, que Wlibre de pe adoW pudiese presentarse ante 9ios para abogar por los hermanos y re on iliar el mundo on Ml. 8a fe en el Q#risto 3ombreR, <rimogénito de los hermanos, nuevo (d"n, no era ya algo vivo. (sí, el ristiano se vio dominado por el sentimiento de una ulpa sin límites, sin que este sentimiento de ulpabilidad se pudiese tranquili+ar on la onfian+a en el Q3ombre JesúsR, on la seguridad de estar resguardado en la unidad del #uerpo místi o ya a " aba)o en la tierra, pues que fue in orporado a Jesús y est" ligado a Ml. Este sentimiento de ulpabilidad apart% al reyente del altar. Es signifi ativo que el #ris%stomo fuese pre isamente el primer obispo que se que)% de esta maneraV QEn vano rodeamos los a tares. 1o hay nadie que parti ipeR H3om. 1= in 3ebr. n. CI. 9e este sentimiento de ulpabilidad brotaron adem"s aquellas (pologíasR, es de ir, aquellas argadas autoacusaciones del sa erdote y de los reyentes en la santa 4isa, que se en uentran de un modo espe ial en las ordena iones de ulto gali anas. /ambién las liturgias gali ana y espa'ola, en guerra on el arrianismo de los godos o identales, que subordinaba la divinidad de Jesús a la del <adre, se sintieron impulsadas a pres indir de la f%rmula antiguaV Qpor #ristoR, porque podía ser err%neamente interpretada en el sentido de una subordina i%n de #risto, y a dirigir sus ora iones alternativamente a #risto y a 9ios. 9e modo que también aquí apare e #risto a los o)os de los reyentes no tanto en su figura humana omo en la divina. B así también la postura religiosa fundamental era la del temor re eloso y de 1 a autoa usa i%n es rupulosa. @ien que, según .an <ablo, la propia a usa i%n ha de ha erse antes del sa rifi io eu arísti o 7:

Hexamínese a sí mismo el hombreS y de esta suerte oma de aquel panI, en aquella épo a fue in orporada a la misma liturgia y a ada paso Hparti ularmente del siglo -^ al ^-I interrumpía las ora iones. .olamente en el siglo ^- empie+an a suprimirse po o a po o estas Q(pologíasR que invadían todas las ora iones litúrgi as. 1uestra onfesi%n al prin ipio de la santa 4isa no es sino un p"lido vestigio de tal pr" ti a. -ndiquemos, siquiera de paso, el he ho de que pre isamente en las -glesias ism"ti as, on el de aimiento de la fe en una humanidad sa ratísima de Jesús, tom% in remento el culto de los 5antos, o, on mayor exa titudV que el .anto se desligaba, por de irlo así, de la media i%n de #risto y se ha ía independiente. En el sentir del ristianismo antiguo, tal omo se mantuvo siempre en la -glesia romana, los .antos también son miembros del #uerpo de #risto, sus miembros m"s nobles por ierto y de m"s valor, uya inter esi%n tiene un poder especial, pero... no son m"s que miembros. 0bran úni amente por Ml y forman, )untamente on los dem"s reyentes, un solo ír ulo de redimidos, una sola omu& nidad que vive en #risto. <or esto en su poder de inter esi%n no se distinguen espe ífi amente de la parte restante de la -glesia supli anteS ellos pertene ieron a ésta, aunque, por ser sus miembros m"s nobles y santos, podían pedir de un modo m"s efi& a+ que los otros fieles. <or tanto, al re+ar la -glesia en nombre de Jesús, también inclu"a en su ora i%n a los .antos. <orque también ellos dependieron y seguían dependiendo de #risto, vivifi ados tan s%lo por Ml. 8a inter esi%n de los .antos solamente tenía que refor+ar las ora iones que la -glesia, re+ando en la tierra )untamente on los .antos por medio de #risto 1uestro .e'or, ofre e al 9ios /rino H f. Jungmann, p"g. ,CKI. (un hoy día predomina este punto de vista en las ora iones de la 4isa romana. <or haberse debilitado la fe viva en la humanidad sa ratísima de Jesús y, en onse uen ia, por mirarse el sumo sa erdote de #risto no ya en el plano de lo humano, sino en las alturas infinitas de 9ios, no quedaba margen para tal modo de sentir. 8os .antos debían, por de irlo así, llenar el va ío que había entre 9ios /rino y el hombre. (sí o uparon el lugar de #risto omo inter esores de la omunidad orante. <re isamente por esto, en la forma m"s nueva de la liturgia bi+antina, la invo a i%n de los .antos, la implora i%n de su inter esi%n orresponde Qal final de la ora i%n 75

solemne, omo en Roma este giroV <or #risto nuestro .e'orR H f. Jungmann, p"g. ,7=I. 9e ahí la sobreabundan ia del ulto de los .antos en las -glesias orientales. 8a alta verdad que pregona on insisten ia .an <ablo, es a saber, que Q#abe+a y uerpo son un mismo #ristoR, no por ello fue negada, pero orría peligro de obs ure erse. 9e todos modos, no fue agotada en toda su profundidad. 1o he de esfor+arme en desta ar %mo esta nueva postura religiosa, de ar" ter antiarriano, que a aba por mirar on menos apre io la humanidad de Jesús, influy% en la espiritualidad general del ristiano oriental, espe ialmente del hom!re ruso. El hombre o idental no había de sentir esos efe tos, o por lo menos no había de sentirlos durante largo tiempo, porque la liturgia gali ana y la espa'ola, que se habían transformado on espíritu antiarriano, al orrer de los a'os fueron absorbidas por la romana. Geremos todavía que la liturgia romana fue la úni a de todas las ristianas que en la guerra ontra la here)ía arriana se resisti% a ambiar las ora iones litúrgi as. #uando se habla del hombre ruso, de su entrega pasiva, de su tenden ia sin límites a la abnega i%n y a la nega i%n del propio yo, de su enorme indiferen ia ante los valores positivos de la vida y, sobre todo, aquello en que se arraiga esta postura, es a saber, su expe ta i%n apremiante de las postrimerías, de su lo ura, siempre renovada, de que el 3i)o del hombre ha de venir en un tiempo pr%ximo, de sus afanes, rayanos on la pasi%n, por resurre i%n y nueva vida, y de su ulto sobreabundante de los .antos, se ha de atribuir una influen ia signifi ativa en la forma i%n de este tipo a disposi& iones originarias, a iertos a onte imientos hist%ri os y a destinos determinados. 4as la influen ia de isiva es la de la liturgia, y, en último término, de la imagen antiarriana de #risto que la liturgia presentaba al hombre ruso. 9onde se ontempla a #risto no m"s que en su divinidad, donde la mirada se estreme e a la presen ia del 9ios muerto por los pe ados de la humanidad, donde ya no se a'ade a ello el pensamiento suave y tranquili+ador del <rimogénito entre mu hos hermanos, donde falta, por onsiguiente, la onfian+a de tener ya a " ba)o este <rimogénito y, por medio de Ml, una omuni%n verdadera on todos los santos y puros, una -glesia, una patria, allí el alma piadosa no puede onsolarse sino on el mundo futuro, venidero. El menospre io de CK

la humanidad de #risto a arrea ne esariamente un menospre io de todo lo humano y terreno. B enton es no queda realmente m"s para esta tierra que el mandamiento expresado un día por el mon)e (rsenio on esta f%rmulaV huye, alla, llora. #omo vemos, nuestro parang%n on la piedad gn%sti a y oriental rusa onfirma todas las onexiones y onse uen ias que en substan ia hemos sa ado relativas al menospre io de la humanidad de #risto y la postura religiosa de los reyentes. 4uy ostensiblemente salta de nuevo a la vista la verdad antigua de que los dogmas son organismo de vida, que no soportan ninguna lase de atrofia o menos abo. .olamente allí donde pueden obrar on fuer+a y pure+a no menguadas, se ha en verdaderos hombres, santos que no tienen en sí nada ontorsionado, nada tortuoso, sino que est"n formados en todo según la medida de #risto. El ír ulo en que ellos pueden obrar sin mengua y on toda pure+a, se ha de bus ar allí donde la -glesia infalible Wfuera de la ual no hay saludW revela on m"s intimidad y deli ade+a su espíritu de vida sobrenatural, allí donde ella ha e su onfesi%n dire tamente en la oración. Es el segundo ír ulo de que hablamos al prin ipio y que distinguíamos del ír ulo de la piedad privadaS es el ír ulo de la ora i%n litúrgi a. -1o es menor mérito de Jungmann, uyo estudio hemos itado reiteradas ve es, el haber demostrado que la liturgia romana es la úni a que la guerra dogm"ti a del siglo -G de)% relativamente inta ta. (unque a " y a ull" ofre+ a todavía huellas de aquellos duros ombates que la -glesia hubo de sostener ontra el arrianismo, hemos de afirmar, on todo, que se revela omo g.nero lit'rgico propio, y no en último término, por el he ho de que en ella el pensamiento de 3ediador, m%s e0actamente, el oficio de sumo sacerdote, correspondiente a la humanidad, de Cristo, resalta vigorosamente. 1o he de ba)ar a los pormenores para lograr demostrarlo. 8a -glesia termina todas sus ora iones on esta solemne on lusi%nV por #risto, nuestro .e'or. En los <refa ios de la santa 4isa apare e Jesu risto, bien omo motivo y ob)eto de la alegría agrade ida que siente la -glesia, bien omo C1

4ediador ex elso, por el ual ella ofre e al <adre omnipotente su ora i%n de gra ias. ( la media i%n de #risto aluden adem"s las palabras del prin ipio del anonV QN0h, <adre lementísimo, humildemente te rogamos y pedimos por media i%n de tu divino 3i)o y .e'or nuestro Jesu ristoPR 9e modo que aún hoy rige en la liturgia romana, y solamente en ella, aquella ley que el .ínodo de 3ipona, en presen ia de .an (gustín, formul% el a'o 757 en el anon ,1. Q8a ora i%n litúrgi a ha de dirigirse siempre al <adre.R 8a liturgia de la -glesia no re+a a #risto, sino al <adre por medio de #risto, al 9ios /rino por medio de aquel que se hi+o hombre. Este espíritu que la liturgia re lama, est" en perfe ta onsonan ia on aquellas relaciones originarias que, según la do trina revelada, existen entre 9ios /rino, el #risto 3ombre& 9ios y la -glesia. <or ierto, &esucristo, según la revela i%n, es 9ios verdadero, es, omo segunda <ersona divina, 8u+ de 8u+. <ero es también hombre verdaderoS por lo tanto, no solamente tiene la misma esen ia que el <adre y el Espíritu .anto, sino también nuestra naturale+a. /iene Jesús no solamente el saber y querer divinos, sino también una on ien ia puramente humana, una voluntad humana, una vida de sentimientos on toda verdad humana. Es ompletamente hombre, así omo es 9ios perfe to. /an ompleta es su naturale+a humana, que la uni%n on el QGerboR divino se funda solamente en la unidad de persona HdivinaIS es de ir, que en el misterio de la En arna i%n no hubo, sin nada m"s, una fusi%n de la esen ia y las propiedades divinas on la humanidad de #ristoS antes bien, esta humanidad, aun después de su uni%n on el Gerbo divino, permane e en su orden espe ífi o, puramente humano. 8a segunda <ersona divina, el QGerboR, no a'ade a la entidad humana nada que pueda signifi ar un enri#uecimiento de su naturale a omo tal, le da solamente el ser persona. .in indagar aquí minu iosamente en qué onsiste este ser persona, se puede de todos modos afirmar que lo espe ífi o est" en una uni%n tan íntima, tan esen ial de la naturale+a humana on el Gerbo divino, que esta naturale+a pertene e omo propiedad al Gerbo, que es su humanidad, y que el Gerbo divino puede de irV este hombre soy yo. 8o in on ebible, lo subyugador de la figura de #risto, no est% en #ue la humanidad fue unida a la persona del 6er!o, sino C,

en que Whablando on rigor WV Dios se hi o por completo, verdaderamente hom!re. El misterio no est" en el as enso del hombre a 9ios, sino en el des enso de 9ios al hombre. El milagro, lo inaudito, no est" en que un hombre se haga 9ios, sino en que 9ios se haga hombre. Es lo que ha e ex lamar al ristianoV QB el Gerbo se hi+o arneR H-o. -, 1CI. Q.e anonad% a sí mismo tomando la forma de es lavo, he ho seme)ante a los hombres, y redu ido a la ondi i%n de hombreR H<hil. ,, =I. T<or qué tiene la 7ncarnación del Gerbo un signifi ado esen ial, de isivoU <orque solamente en ella ha revestido forma orporal la voluntad que tiene 9ios de redimirnos. 1o se on ibe otra forma de reden i%n en que la voluntad amorosa de 9ios pu& diese revelarse tan ostensiblemente, de un modo tan emo ionante y efi a+, omo en la En arna i%n del Gerbo eterno. /an ostensiblemente... porque Tqué osa puede haber que salte m"s a la vista que un ni'o en el pesebre, que el #ru ifi ado, que el Resu itadoU 9e un modo tan emo ionante... Tqué m"s podía ofre er 9ios que entregar por nosotros a su propio 3i)o unigénitoU B de un modo tan efi a+... porque, al en arnarse el Gerbo divino, no solamente se anun ia la reden i%n omo @uena 1ueva, sino que ya es realidad go+osa, resplande iente. /enemos de nuevo a un hombre entre nosotros, que puede de ir on el ora+%n puroV Q<adreR, y que puede oír la respuesta del ieloV Q/ú eres mi hi)o muy amado.R (l dar El su vida por nosotros omo Qprimogénito entre mu hos hermanosR HRom. :, ,5I, onsigui% nuestra propia vida eterna. 8a adena de mu hos millares de genera iones, desligada de 9ios ya en el primer miembro, se une nuevamente a 9ios en un punto, y se une a Ml tan firme, tan esen ialmente, que no se le puede arran ar ya )am"s. En este 2no se ve elevada nuevamente toda la humanidad del QnoR al QsíR, de la nada a la plenitud, del Qsin valorR al valor. (sí ella, en toda la amplitud y profundidad de su ser, pasa a formar una nueva uni1 dad en 8l. Este 2no es el nuevo fundamento, la nueva fuente, la nueva raí+ de los hombres. #omo brotan los sarmientos de la vid, así brotan ellos de Ml, Qin)ertados on MlR HRom. 6, >I mediante el @autismo. Ml es la #abe+a, ellos son los miembros. 7n principio y entitativamente no hay ya ning'n cristiano aislado, solitario/ no hay m"s que miembros de #risto, miembros de una sola abe+a. 2na sola #abe+a, un solo #uerpo. C7

El meollo de la @uena 1ueva es no s%lo que en Jesu risto viva 9ios orporalmente entre nosotros, que nosotros ontemplemos en su rostro Qla ma)estad de 9iosR, sino que, adem"s, este 9ios sea nuestro hermano, on quien tenemos unidad de sangre, que sea la #abe+a de nuestro uerpo. 9a divinidad, por ierto, es algo esencial en la figura de #risto. .i #risto no fuese también 9ios verdadero, no se habría tendido on Ml un puente sobre el abismo infinito que hay entre 9ios y la riatura. 8o que dio a las guerras antiarrianas su fuerte impulso y "lido aliento, fue esta onvi i%nV si el Redentor mismo no es verdadero 9ios, enton es no puede levantarnos a 9ios y ha ernos partí ipes de la vida divina. 4as esta naturale+a divina no es Jesús entero. Es el fondo de oro sobre el ual se desta a su a tividad humana, y del ual sa a su fuer+a se reta, su poder de .alvador. Es, por de irlo así, la tranquila aden ia en la imagen de Jesús. 8o que enardece es la manifesta i%n de lo divino en lo humano, el he ho in reíble de tener un hombre entre nosotros que es 9iosS de haberse transformado en su persona y por su obra toda la humanidad en una unidad que se empalma on 9iosS de tener todos nosotros a eso al <adre mediante este 2no. El sen& tido m"s profundo del dogma referente a #risto se en ierra en estoV por medio de Cristo al (adre. El signifi ado decisivo de #risto para nosotros, para el tiempo de nuestro mundo, no es que Ml re ibe ya ahora, omo Dios en arnado, la adoración de los hombres, sino que Ml, omo hom!re nuevo, in orpora a su #uerpo todos los que quieren salvarse, y omo Rey del nuevo pueblo de 9ios los lleva al <adre. 9a llamada tensi%n es atol%gi a entre este mundo y el otro, entre el tiempo de la siembra y el de la ose ha, es al par una tensi%n ristol%gi aV la tensi%n entre el QhombreR Jesús de aquí y el 9ios /rino de allí, entre la reale+a que tiene aquí el que se hi+o hom!re y el puro reinado de Dios que tiene allí. Es de un profundo sentido esta fraseV el ristianismo es el tiempo de la forma i%n, del autodesarrollo, de la autorreali+a i%n del hombre Jesu risto. En el magisterio, en el sa erdo io, en el ofi io pastoral de la -glesia prosigue el $lorifi ado su a tividad mesi"ni a. En ella Wen la -glesiaW forma Ml su #uerpo. Ella Wla -glesiaW es su plenitud, omo di e el (p%stol HEph. 1, ,7I. .%lo por ella se ompleta y adquiere plenitud. 4ientras quiera el <adre que dure el mundo, Ml no es todav"a ompleto, no tiene todav"a su CC

plenitud. Est" aún traba)ando, sigue siendo nuestro 4ediador. #onstantemente por todos los lugares y tiempos, va omplet"ndose on nuevos miembros, hasta que, según los desig& nios ines rutables de 9ios, on el a to final del Jui io empie e un nuevo tiempo. 5ólo entonces, en el mismo momento que la tensi%n es atol%gi a, termina también la ristol%gi a, el tiempo de la forma i%n y de la madura i%n de #risto, el tiempo de su traba)o de .alvador, de su media i%n, de su sumo sa erdo io. 9espués empie+a el tiempo del 9ios /rino. #omo #abe+a del #uerpo, omo Rey del nuevo -srael, guiar" los suyos al <adre y har" entrega de su reinado al 9ios /rinoV QB uando ya todas las osas estuvieren su)etas a Ml, enton es el 3i)o mismo quedar" su)eto al que se las su)et% todas, a fin de que en todas las osas todo sea de 9iosR H- #or. 1>. ,:). 1o he de entretenerme en demostrar que, sin género de duda, las afirmaciones del 9uevo *estamento referentes al ulto de Jesús en el primitivo ristianismo presuponen estos pensamientos b"si os. .abemos que Jesús, durante su vida terrena, dirigía todas sus ora iones al <adre. 1un a in ul a que los dis ípulos le adoren a Ml. 8o que quiere es que, en su nom!re, es de ir, en uni%n reyente on Ml, se re e al <adre. /ambién habla en una o asi%n H-o. 1C, 1I de que Ml har" lo que le pidieren a Ml los dis ípulos. 9e modo que es lí ito, aún m"s, es ne esario orar a Jesús. <ero mientras dure este mundo, quiere Ml ser invo ado omo 4ediador, en alidad de .umo .a erdote, que inter ede por los suyos H f. 3ebr. =, ,>I. <or esto, la omunidad primitiva dirige ora iones a Jesús, y no solamente ora iones impetratorias H( t. =, >5 ss.I, sino también ora iones de alaban+a H(po . >, 17S =, 1KS 11, 1>I. 4as éstas o bien giran explí itamente en torno de su a tividad redentora, o s%lo se hallan en la piedad privada. En sus ora iones solemnes, la omunidad primitiva se dirige al <adre, al 9ios /rino H f. ( t. C, ,C y ss.S 1,, >IS naturalmente, de tal manera que esta ora i%n es vivifi ada y sostenida por el pensamiento de Jesús, por la on ien ia de la omuni%n on Ml. #onfiesa a Jesús en el @autismo, elebra la memoria de su muerte en la fra i%n del pan, implora su venida en la ora i%n omún...S sus pensamientos giran siempre en torno de Jesús, m"s el o!4etivo de su ora i%n on Jesús, por medio de Jesús, es 9ios, el .e'or. 9e ahí la primitiva f%rmula ristianaV C>

re+ar Qere nom!re de &es's+. Q9ando siempre gra ias por todo a 9ios <adre, en el nombre de nuestro .e'or Jesu ristoR HEph. >, ,KIS Qha edlo todo en nombre de nuestro .e'or Jesu risto, dando, por medio de Ml, gra ias a 9ios <adreR H#ol. 7, 1=I. Esta expresi%n orresponde substan ialmente a la otraV re+ar por medio de Jesús. /anto .an <edro H1 <etr. C, 11I omo .an <ablo HRom. 1, :S 16, ,=I la usan. .an <ablo, en la segunda #arta a los #orintios H^, ,KI, hasta pare e indi ar que el giro Qpor medio de JesúsR tenía ya su puesto en la liturgia apost%li a H f. Jungmann, p"g. 115I. Este espíritu en la ora i%n se deriva dire tamente del mensa)e apost%li o relativo a la mediación de Cristo. 1inguna verdad pro uraban in ul ar los ap%stoles m"s ahin adamente a sus dis ípulos que éstaV Q2no es 9ios, y uno también el mediador entre Dios y los hombres, &esucristo hom!re, que se dio a sí mismo en res ate de todosR H1 /im. ,, >6I. Q/enemos por abogado para on el <adre a Jesu risto )usto. B El mismo es la ví tima de propi ia i%n por nuestros pe adosS y no tan s%lo por los nuestros, sino también por los de todo el mundoR H- -o. ,, 1,I. 8a #arta a los 3ebreos apli a on eptos litúrgi os al des ribir la a tividad mediadora de Jesús omo a tividad de 5umo 5acerdote/ y omo <ontífi e eterno nos presenta al 3i)o de 9iosV Q/enemos por sumo pontífi e a Jesús, 3i)o de 9ios, que penetr% hasta lo m"s alto del ielo... 1o es tal nuestro pontífi e, que sea in apa+ de ompade erse de nuestras miserias, antes bien experiment% todas las pruebas, ex ep i%n he ha del pe adoR H3ebr. C, 1C&1>I. 3a ristiandad antigua nun a olvid% esta palabra del (p%stol respe to del .umo <ontífi e. 3a tenía en tal apre io, que hasta el final del siglo -- re elaba dar el nombre de sa erdotes a los prelados e lesi"sti os y obispos, para evitar una interpreta i%n tor ida de parte de los paganos y )udíos. 3asta entrado el siglo iv, todas las ora iones litúrgi as se dirigían al <adre por medio de este sumo <ontífi e. 3a expresi%n Qpor medio de Jesús, tu 3i)oR Wtal omo se en uentra ya en la 9ida hé, el m"s antiguo do umento ristiano extrabíbli oW, apare e en todas las ordena iones ultuales del primitivo ristianismo, s%lo que no sin referen ia a <ablo HEph. ,, 1:IS se amplía en esta f%rmulaV Q<or medio de Jesu risto en el 7sp"ritu 5anto+, o también Wpor uanto el Espíritu .anto obra en la -glesiaW Qpor medio de Jesu risto en la C6

santa -glesiaR H3ip%litoI. /an s%lo al final del siglo iv fue infringida esta ley santa del estilo litúrgi o, al infiltrarse en la liturgia ora iones de la piedad privada que se dirigían dire ta y úni amente a Cristo. 1aturalmente, aun éstas se en uentran al prin ipio s%lo en la (ntemisa y en el @autismo, nun a dentro del .a rifi io Eu arísti o. .%lo las lu has ontra la here)ía arriana introdu)eron W omo lo hemos desta ado yaW la nueva forma de ora i%n en lo m"s íntimo del santuario. El que úni amente la -glesia romana quedase fiel en lo esen ial a la tradi i%n, es lo que da la preeminencia a su liturgia y desta a de nuevo la verdad onsoladora de que ella, pre isamente ella, ella sola, est" vivifi ada no solamente en su fe, sino también en su ora i%n, por el Espíritu .anto. /ambién en ella se hallan a " y a ull" Wha iendo ex ep i%n a la ley del estilo litúrgi oW ora iones que se dirigen tan s%lo a #risto, omo, p. e)., en el *yrie y en el $loria de la santa 4isa, que, siendo originariamente ora iones populares, fueron introdu idos tan s%lo lentamente en la ora i%n solemne de la -glesia. 8o mismo su ede en las ora iones de las fiestas del #orpus y del .agrado #ora+%n de Jesús. 4as estas ora iones no se dirigen a #risto por ser El Q9ios de 9iosR, sino por uanto es nuestro .alvador divino, he ho hombre. .e dirigen al #ordero de 9ios, al 4ediadorS y on la l"si a f%rmula finalV Q<or medio de #risto nuestro .e'orR se engastan en aquel mar o que se'ala el sa rifi io de la 4isa omo Qsa rifi io del 4ediadorR H(ug., 7nchir, 11KI. (sí, s%lo orando según este molde litúrgi o, tenemos la seguridad de orar según el espíritu de Jesús, en la manera de la antigua ristiandad y onforme a la voluntad de la -glesiaV Q<or medio de #risto nuestro .e'or.R El profundo sentido del 4ovimiento litúrgi o est" en que sa a de nuevo a lu+ los valores o ultos que hay en la ora i%n litúrgi a, y nos edu a para modelar la propia vida según el espíritu litúrgi o de la ora i%n. :Cu%les son estos valores, que se en ierran en la f%rmula Qpor medio de #risto nuestro .e'orRU En primer término, la on ien ia de estar unidos lo m"s íntimamente posible on #risto, nuestra #abe+a. Esta es la postura fundamental del ristianoV vivir y obrar en #risto. Esta postura fundamental se divide por sí misma en dos fun iones par iales. 2na en sentir on vive+a nuestra innata le4an"a de Dios, la impoten ia natural de llegar a Ml C=

por nuestras propias fuer+as. 9e ahí brota la humildad, aquel sentimiento fundamental que nos mueve a darnos golpes de pe ho omo el publi ano y renun iar de una ve+ para siempre a )a tarse de la propia fuer+a. 8a otra fun i%n par ial es la certidum!re )ubilosa de tenerlo todo en Cristo. #on esto surge el sentimiento exultante del ristiano, la alegría santa del redimido, que no se siente ya desalentado por sus pe ados, que ve su entro de gravedad no ya en la guerra contra el pecado, sino en el amor a Cristo, y, si lu ha ontra el pe ado, es por amor a #risto. El ristianismo es alegría, el ristianismo es onfian+a, el ristianismo es una ontinua a i%n de gra ias. N#u"nta buena voluntad fue malgastada ya por nosotros, por poner siempre nuestra propia fuer+a entre nosotros y #risto, por no tomar en serio la palabraV Qpor medio de #risto nuestro .e'orR, por querer salvarnos en realidad por nosotros mismosP El ter er valor es el menos ono ido. Es el que .an <ablo en ierra en esta fraseV #abe+a y #uerpo, un solo #risto. Es el punto en que m"s se a usa la diferen ia que hay entre la piedad privada y la del ristianismo primitivo. N#u"n vivamente saturados estaban de esta verdad los ristianos de los primeros siglosPV que ellos en #risto, la #abe+a, forman una unidad nueva, so!renatural, un templo espiritual H- <etr. ,, >I, un lina)e es ogido, un sa erdo io regio, un pueblo santo H,, 5I. <o os dogmas hay que desde el prin ipio fuesen ense'ados siempre on tal seguridad, laridad y alor, omo la verdad de la unidad misteriosa de los reyentes en #risto y del santo sa erdo io de los mismos. 3asta tal punto se vivía en el misterio sobrenatural de la -glesia, que los here)es gn%sti os llegaron a tener de la Q-glesia elestialR H f. (po . ,1, ,.1KI el on epto de un ser espiritual independiente. #omo comunidad so!renatural, omo una unidad rec"procamente ligada en #risto, y no omo algo individual, aislado, se presentaba la antigua ristiandad ante 9ios. <or ierto, desde el prin ipio era guiada omo QgreyR visible por los obispos, Qinstituidos por el Espíritu .antoR H( t. ,K, ,:I. 4as s%lo en la guerra ontra aquellas here)ías que negaban que la -glesia fuese una y visible, empe+% a onsiderarse de un modo m"s explí ito la arti ula i%n estable ida por 9ios, tra+ada por mano de Jesu risto en la -glesia, y se le dio expresi%n en f%rmulas rigurosamente teol%gi asV la diferen ia espe ífi a entre el sa erdo io ofi ial y el C:

sa erdo io de los simples fieles, la diferen ia entre obispo y sa erdoteS mas, aun enton es, la unidad sobrenatural, invisible, del #uerpo de #risto siempre se sobrentendía omo algo fundamental. /an s%lo en la épo a posttridentina, omo onse uen ia de la guerra ontra el sa erdo io seglar luterano, se perdi% a " y a ull" la saga idad de la mirada para ver esta esen ia sobrenatural de la -glesia, y en las dis usiones on los innovadores se subray% en demasía el lado meramente visible de la -glesia de #risto, que salta a la vista. .in embargo, al prin ipio no era así. 0riginariamente se miraba a la -glesia desde dentro, no desde fuera. .e la miraba omo un uerpo on mu hos miembros, uya #abe+a es #ristoS y aún hoy día es éste el on epto que vive en nuestra liturgia. .íS tal es el sentido propio, el m%s profundo, de nuestra liturgia. ;o he de)ado para el final porque me pare e lo m"s importante. 8a omuni%n en el uerpo y la sangre de #risto, que elebramos en la liturgia, no signifi a tan s%lo omuni%n on #risto, nuestra #abe+a, sino que signifi a a la ve+ omuni%n on Qlos mu hos, on todos los que parti ipamos del mismo panR H#or. 1K, 1=I. El sentido y ontenido propio HresI del sa ramento, omo lo subrayan on insisten ia .an <ablo, .an -gna io de (ntioquía, .an #ipriano, .an (gustín, es que por el úni o pan elestial se reali a y se representa la unidad so!renatural de los muchos en Cristo. El sa rifi io eu arísti o nun a es un pro eso que s%lo diga referen ia al yo individualS siempre es, según su ontenido m"s profundo, un acto de comunidad. B no solamente en el sentido de que toda la omunidad tendría que parti ipar de él, sino propiamente en el sentido de que s%lo on la parti ipa i%n del mismo pan es vivifi ada realmente Wen todas sus profundidadesW esta omunidad, y, mediante esta participación, la entidad so!renatural del Cuerpo de Cristo adquiere forma, y en esta forma es ofre ida al <adre por manos del .umo <ontífi e. 8a Q omuni%nR Hel banquete eu arísti o de la omunidadI no signifi a, en último término, tan s%lo la omuni%n on el Gerbo in reado, on la divinidad..., error en que ayeron no po os te%logos griegos. <or otra parte, tampoco es del todo e0acto que su sentido sea la uni%n de #risto solo. 8a verdad ompleta es éstaV signifi a la uni%n on #risto y, por medio de #risto, on todos los miembros que de un modo misterioso, pero real, le son C5

in orporados. El sa ramento del altar es el sa ramento no solamente del #risto personal, sino Wy pre isamente por este motivoW también del #risto místi o. /iene un ar" ter omple& tamente so iol%gi o. Ba ha e tiempo que esto qued% demostrado por la historia de los dogmas. 1o es posible omprender a los <adres si se pres inde de esta verdad. B últimamente fue orroborado por Jungmann también desde el punto de vista histórico1lit'rgico. Jungmann llama enérgi amente la aten i%n sobre el he ho de que, aun hoy, en la liturgia la Eu aristía apare e substan ialmente no omo un fin en sí, sino omo medio para el fin, omo sa ramento, aún m"s exa tamente, omo ofrenda de sa rifi io, omo man)ar de sa rifi io de la omunidad reunida, man)ar que reúne a los reyentes entre sí y los transforma en #uerpo de #risto. 1o se habla, en la liturgia, de la presencia y de la adoración del Cristo personal Waunque sea ierto que #risto est" presente personalmenteWS Qel pensamiento no se detiene en #risto presenten, porque de esta suerte el motivo de la adora i%n se desta aría unilateralmente y el destino del man)ar de sa rifi io, el servir de comida, quedaría velado. El pensamiento no se de& tiene hasta el #risto glorifi ado. <or medio de este #risto glorifi ado se dirige la súpli a al <adre, para que no niegue el QfrutoR o Qestos misterios santosR al sa ramento del uerpo y sangre de #risto. B este QQfrutoR no es otra osa que la omuni%n de los fieles en #risto. <orque Wsegún lo subraya JungmannW Qesta omunidad, esta omuni%n es pre isamente el estado permanente, normal, de los ristianos vivos, y hay que onsolidarloR Hp"g. ,,=I. <or doquiera que diri)amos la mirada en el ampo de la liturgia, siempre veremos a #risto omo .umo <ontífi e, que, uniendo su propio sa rifi io on el de sus miembros, se ofre e a .í mismo y a los suyos al <adre elestial on a i%n de gra ias. .iempre nos veremos ondu idos de nuevo a aquella postura fundamental que queda estable ida en la primitiva f%rmula ristianaV Q<or #risto nuestro .e'or.R 1o me to a preguntar si todos nosotros hemos agotado realmente y seguimos agotando los valores inmensos que se nos ofre en en esta postura de ora i%nS si nos disgregamos fre uentemente y avamos pobres isternas uando en la fe y en la >K

ora i%n de la -glesia podríamos tener aguas de vidaS si no tenemos la ulpa también nosotros de que en amplios se tores de la vida de piedad ristiana se haya perdido el sentido de los valores íntimos del ristianismo, el sentido de sus magnifi en ias y fuer+as m"s re %nditas. T1o es on fre uen ia el ristianismo que plantamos y regamos un ristianismo ya ansado, mar hito, ontrariadoU TB realmente nosotros, los at%li os, sentimos aún por todas partes aquella unidad santa uya #abe+a es #ristoU T1o estamos dispersos y divididosU T1o somos ya on harta fre uen ia m"s bien una organi+a i%n exterior, que un organismo interiorU 1o veo m"s que un solo amino para la renova i%nS y es el que nos muestra la fe y la ora i%n de la -glesia y al que se nos amonesta diariamente todas las ve es que re+amosV Q<or #risto nuestro .e'or.R

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LA PALABRA REDENTORA DE CRISTO

(l leer el Evangelio de .an 4ateo, des ubrimos en seguida que, para Jesús, la tarea redentora era, y no en último término, la predi a i%n de su palabra, su magisterio. Ba en el primer dis urso de 1a+aret H8u . C, 1:I alude a una palabra de -saías H61, 1I, que subraya este magisterio del RedentorV Q3a reposado sobre mí el Espíritu del .e'orS porque el .e'or me ha ungido, y me ha enviado para evangeli+ar a los mansos.R Jesús re lama explí ita& mente el nombre honroso de 4aestro. QGosotros me llam"is 4aestro y .e'or, y de ís bien, porque lo soyR H-o. 17, 17I. Esta exigen ia la tiene ex lusivamente para .í. Q1o debéis pre iaros de ser llamados 4aestros, porque el #risto es vuestro úni o 4aestroR H4atth. ,7, 1KI. 8o que habilita a Jesús para ser 4aestro redentor, es, antes de todo, aun mir"ndolo humanamente, la originalidad, la sen ille+ de su predi a i%n. Jesús no se ha sentado, omo <ablo, a los pies de un $amaliel. #re iendo en el modesto taller de un arpintero, le faltaban los medios es ogidos de la forma i%n humana. 1adie sabe de un maestro de Jesús. .us oterr"neos de 1a+aret estaban maravillados al oírle hablar. QT9e d%nde le ha venido a éste tal sabiduríaU T1o es, por ventura, el hi)o del arpin& teroUR H4atth. 17, >C y ss.I. Jesús sa aba de lo propio, no de lo aprendido. QBo hablo lo que he visto en mi <adreR H-o. :, 7:I. El úni o libro que ita una y otra ve+, es la .agrada Es ritura, la palabra es rita del <adre. Jesús vive y se mueve en el lengua)e, en las im"genes y figuras del (ntiguo /estamento. .in embargo, El no lee el (ntiguo /estamento a fuer de dis ípulo reyente, de dis ípulo humilde, sino omo .e'or y 4aestro, que ha venido a umplirlo hasta la última iota. 3a e prevale er su propia palabra sobre la de 4oisés, y aun sobre la misma palabra de BahvéV Q<ero yo os digoR H4atth. >, ,K y ss.I. El (ntiguo /estamento no es para Ml lo m"s elevado y definitivo. 8o supremo y lo último lo lleva Ml en su propia on ien ia de 3ombre&9ios. 9e ahí arran an los últimos motivos de su )ui io y de la postura que adopta ontra >,

la misma autoridad de 4oisés. Jesús es ompletamente Ml, es su propia ien ia y on ien ia, aun uando expli a la .agrada Es ritura. (sí era ya a la edad de do e a'os en el /emplo. Q#uantos le oían quedaban pasmados de su sabiduría y de sus respuestasR H8u . ,, C=I. B uando en la plenitud de su vida, en medio del /emplo, delante de los do tores de la 8ey, anun ia su nueva do trina, éstos ex laman admiradosV QT#%mo sabe éste las letras sin haber estudiadoUR H-o. =, 1>I. N/anto distaba su manera de leer y expli ar la .agrada Es ritura de la de los do tores de la 8eyP El pueblo lo sentía inmediatamente, al pasar de los fariseos y es ribas a Jesús. Q8os oyentes estaban asombrados de su do trinaS porque su modo de ense'ar era omo de persona que tiene autoridad, y no omo los es ribasR H4ar . -, ,,I. Luien ense'a ahora es un maestro sobremanera eximio, uno que no empie+a por bus ar fatigosamente la verdad ni pregunta por ella, sino que la tiene. 8a verdad la vive Ml. 1o ha de ha er m"s que poner la mano en el tesoro de su ora+%n, para sa ar, omo Ml mismo di e, osas antiguas y osas nuevas H f. 4atth. 17, >,I. <or ser su do trina verdad personal, dire tamente vivida, es tan asombrosamente sencilla y llana, y on todo tan embargadora y poderosa. .i se quiere hablar de un estilo de Jesús, éste onsiste en el arte maravilloso de expresar on tanta sen ille+ y natu& ralidad, omo si no pudiera ser de otra manera, lo m"s vibrante, lo m"s enorme, lo m"s onmovedor. Q4arta, 4arta, tú te afanas y a ongo)as, distraída en mu hísimas osas. B a la verdad una sola osa es ne esaria.R N9e qué manera estas palabras, di has de paso, han sa ado del ambiente de todos los días a millones de hombres, instig"ndolos a vivir noblemente según el espíritu y on fervor interiorP Q8e son perdonados mu hos pe ados porque ha amado mu ho.R 8argos, obs uros, dolorosos tre hos en el amino de la humanidad fueron ya inundados de lu+ por esta palabra y tro ados para mu hos en amino ardiente de sa rifi io y de entrega. Q.i no os volvéis y ha éis seme)antes a los ni'os, no entraréis en el reino de los ielos.R N#%mo ha despertado esta palabra a los hombres de ultura sobre argada, hartada, y los ha ondu ido de nuevo a lo peque'o, natural y humildeP B así podrían estudiarse una tras otras las palabras del .e'or a la lu+ de la historia para poner de manifiesto su poder transformador. >7

Q9ad al #ésar lo que es del #ésar, y a 9ios lo que es de 9ios.R QT9e qué le sirve al hombre el ganar todo el mundo, si pierde su almaUR QLuien perdiere su vida, la volver" a hallar.R 1o hay en estas palabras nada de bombo y platillo, nada ret%ri amente rebus ado. #on vehemen ia in omparablemente mayor tron% un día la predi a i%n de los profetas. .e pre ipita en símiles pesados. (rde on fiebre de pasi%n personal. Jlamea on santo furor. 9a palabra de Jesús es silen iosa y sen illa, llana y natural, omo Ml mismo, y omo el ni'o a quien bendi e. /an s%lo en sus ensuras y ontiendas re uerda a Jeremías y 0seas. /odos sus dem"s dis ursos tienen la fragan ia de los lirios y de los olivos ba)o los uales los pronun i%. B se per ibe el piar de los p")aros que a ompa'a sus palabras. B on todo son palabras de eternidad, tan lo+anas hoy omo el primer día. 1ada perdieron de su sonido de eternidad. .on Qpalabras de vidaR, omo las llam% ya <edro, el sen illo pes ador H-o. 6, 65I. Jesús usa preferentemente dos formas literarias en su predi a i%nV la senten ia y la par"bola. .us sentencias son ortas, agudasS dan on seguridad en el blan o. <re isamente por esto se graban de un modo imborrable en la memoria. ( ve es toman for& ma parad%)i aV QLuien perdiere su vida, la volver" a hallar.R <alabras de fuego, afiladas omo espadas. Q.i tu o)o es para ti una o asi%n de pe ar, s" alo.R #ortas, re ias, omo un golpe agudo, omo un latiga+o que silba por el aire. Q.i alguno te hiere en la me)illa dere ha preséntale también la otraR H f. 4atth. >, 75I. Q(mad a vuestros enemigosS ha ed bien a los que os aborre en.R (ún hoy día pasan estas palabras omo rel"mpagos por el ora+%n de los fieles. 8a otra forma en que expresa Jesús su sabiduría, es la par%!ola. .us par"bolas pertene en a las m"s exquisitas de la literatura mundial. .on tan profundas y densas, que ni siquiera el sabio puede agotar su sentidoS y por otra parte son tan sen illas, tan sin artifi io, que aun el hombre m"s sen illo se siente subyugado por ellas. ( ve es apli a también la forma té ni a de la demostración, tal omo la usaban los rabinos, la demostra i%n propiamente di ha de la Es ritura. (sí, por e)emplo, uando a los sadu eos, que negaban la resurre i%n, les re uerda la palabra de la Es rituraV QBo soy el 9ios de (braham, y el 9ios de -saa , y el >C

9ios de Ja obR H4ar . 1,, ,6I. 0 uando, en ontra de los fariseos, sa a del .almo 1K5V Q9i)o el .e'or a mi .e'orR, la prueba de que el 4esías no puede ser de lina)e terreno, v"stago de 9avid en el sentido natural H4atth. ,,, C1 y ss.I. 4"s aun en este aso evita Jesús todo aparato ientífi o, todo alarde de ampulosas argumenta iones. 8a onse uen ia final brota espont"nea, naturalmente, de la palabra de la Es ritura. B pre isamente es esta naturalidad lo que onven e a sus enemigos. En esto, en esta grande a sencilla, est" la mar a de lo divino. 9onde ru)e la dura arma+%n sistem"ti a, donde traba)a el método demostrativo, allí se ve al hombre. <ero donde la verdad fulgura omo un meteoro, donde sin velos, en su hermosura des& nuda, iega los o)os, on ser deli iosa omo un día de mayo, allí est" 9ios. 8a verdad siempre es sen illa y silen iosa, porque se manifiesta por sí misma. En el ter er libro de los Reyes H15, 1KI se narra %mo Elías, el elador de la 8ey de 9ios, después de una guerra de mu hos a'os, huye al desierto y pide una se'al de la presen ia divina. .e levant% un vendaval. 9ios no estaba en el viento. Gino un temblor de tierra y fuego. 9ios no estaba en el fuego ni en el terremoto. Enton es empe+% a soplar un aura apa ible. B 9ios manifest% su presen ia en el murmurio de la brisa. (sí a onte ía on Jesús. 8a ma)estuosa tranquilidad, alma y laridad de su palabra era la vo+ de 9ios..., la verdad, que es eterna. (sí, Jesús se presenta al mundo también omo un prodigio intelectual. QJam"s hombre alguno ha hablado omo este hombre.R Este prodigio intele tual se une on el prodigio moral de su resplande iente santidad. Jesús no ense'aba tan s%lo omo quien tiene autoridadS El viv"a también según esta do trina. 1ada exige el .e'or que Ml no haya reali+ado primero en sí mismo. .u propia vida era su do trina. Es signifi ativo que 8u as des riba la a tividad de Jesús omo un Qha er y ense'arR H( t. 1, 1I. 8o primero que en Jesús, le llam% la aten i%n fue su obrar. <rimero obrar, después ense'ar. Este es el método del verdadero 4aestro de la humanidad. 8a do trina de Jesús era la expresi%n inmediata y la efusi%n de su ser, era Ml mismo. 1o es ésta la última venta)a que Ml lleva, en parang%n on los dem"s maestros de la humanidad. Q8os fil%sofos Wobserva en ierta o asi%n GoltaireW no pudieron onvertir >>

siquiera la alle en que habitaban.R 1o vivían según su do trina. 8a ense'an+a de Jesús era su querer, y su querer era su poder. (un al morir se revel% omo el gran 4aestro del arte de morir. Enton es nos ense'% lo m"s difí il, algo que s%lo la propia muerte puede ense'ar. 9esde enton es sabe la humanidad por qué la muerte es el amino que ondu e a la vida. 1os hemos extendido en estudiar la pe uliaridad de la do trina de Jesús según su lado formal. (hora vamos a bus ar lo nuevo que tiene la predi a i%n del .e'or, en uanto al contenido. (hora no es el Q %moR lo que nos interesa, sino el QquéR. El magisterio redentor de Jesús T onsistía tan s%lo en ofre er antiguas verdades en una forma nueva, que ganaba los ora+onesU T0 tenía algo nuevo que de ir a la humanidad, algo que ésta no supiera antes, y que enton es le llegaba omo un ono imiento redentor, liberadorU En un plano ompletamente general se puede afirmar que el he ho m"s noble, el alarde propiamente di ho de su magisterio, era anunciar del modo m%s perfecto su Dios al mundo. B esto, en dos aspe tos. <rimero, mostrando a 9ios nuestro .e'or omo ob)etivo úni o, absoluto y último del hombre, omo el sentido verdadero, definitivo y m"s elevado de nuestra vidaS y ense'"ndonos así a ver en el servi io de 9ios el úni o gran deber, lo úni o ne esario. Esta posi i%n entral de 9ios en la religi%n y en la vida, a nosotros, ristianos, nos pare e ompletamente natural y que no fue menester aprenderla Wpor ve+ primeraWde Jesús. B, sin embargo, aquí tenemos un a to original de Jesús. .olamente Jesús quit% la venda de los o)os de los hombres para que pudiesen ver lo que 9ios, el .e'or, es propiamente para ellos, y lo que signifi a servir a 9ios. 1o es ne esario re ordar u"n espantosamente se desfiguraba la idea de 9ios en los tiempos pre ristianos. 9a abundan ia de espíritus y duendes, de dioses y diosas, había destruido en la mente de los devotos la ma)estad de 9ios, su perfe i%n y santidad infinitas. (un aquellas religiones que dieron un mati+ éti o al servi io de 9ios, omo la babil%ni a y la persa, la hina y sobre todo la )udía, no pudieron onservar una fe pura en 9ios. <agaban tributo en gran manera al prin ipio Q omo tú a >6

mí, así yo a tiR. El hombre ofre e a la divinidad esfuer+os morales y ulturales, y la divinidad se los indemni+a on las orrespondientes mer edes` 9a divinidad, en substan ia, est" para los hombres y sus peque'os pesaresS y no al revés, no es el hombre que est" para 9ios. 9a situa i%n no era muy distinta en el )udaísmo, aunque los profetas repetidas ve es llamasen la aten i%n sobre la grande+a de 9ios. 9a piedad en la pr" ti a onsistía en ha er un peque'o nego io on 9ios. Bahvé estaba al servi io del egoísmo humano. 9os on eptos de galard%n y astigo, mérito y demérito onsiderados en su finalidad meramente terrena, o upaban una posi i%n entral en la piedad )udía. 1o era la inten i%n, sino la obra y el esfuer+o lo que ontaban a los o)os de 9ios. /an s%lo esas obras tenían re ompensa, una re ompensa en la tierra, el orrespondiente pago en moneda terrena, salud, rique+a, bendi i%n de hi)os. 9a religi%n no era ya la hi)a del ielo que go+a de libertad, sino la es lava su)eta al af"n de lu ro y al egoísmo refinado. En los tiempos de Jesús, esta forma de piedad undía sobre todo en los fariseos. Jesús la des ribe, no sin sar asmo, en el uadro del fariseo que re+a en el templo H8u . 1:, 5 y ss.I. Este, on bombo y platillo, enumera ante 9ios todos sus méritosV Q(yuno dos ve es a la semanaS pago los die+mos de todo lo que poseo.R Re+a on onvi i%n de que 9ios no tendr" nada m"s urgente que saldar su uenta on favores equivalentes. El gran a to reador de Jesús es haber extirpado de una ve+ para siempre este on epto indigno de la divinidad. El anun ia la gloria o ulta e infinita de 9ios, anun ia al 9ios /rino. #omo <adre, 3i)o y Espíritu vive 9ios su propia vida eterna en la omuni a i%n de vida infinita trinitaria. Q1adie ono e al 3i)o, sino el <adreS ni ono e ninguno al <adre, sino el 3i)oR H4atth. --, ,=I. QBo rogaré al <adre, y os dar" otro #onsolador, para que esté on vosotros eternamente, a saber, el Espíritu de verdadR H-o. 1C, 161=I. El 9ios /rino no ne esita de las riaturas, mas las riaturas ne esitan de ElV Ml es la vida de ellas, el alor, el sentido de su existen ia. (sí pre isamente restable e Jesús la orienta i%n teoc.ntrica. 1o es 9ios que est" para mí, sino que yo estoy para 9ios. 9e ahí se deriva una onse uen ia muy importante también en punto a la moralidad. .%lo así es posible el entusiasmo, el pres indir de todo los miramientos y onsidera iones personales y >=

terrenas, el gran empu)e ha ia el infinito, el aliento "lido de lo eterno. 0s]ald, el profeta del monismo inéti o, se que)a en una o asi%n de que la éti a monísti a no puede riar y ha er flore er virtudes heroi as, ya que todo a to y a onte imiento ha de seguir las leyes de su naturale+a y según ésta rendir fruto. B 0s]ald vio laro. 2na éti a de abnega i%n y heroísmo s%lo es posible si el que obra tiene la vista puesta en un valor infinito que rebasa el orden meramente natural y est" exento de todas las limita iones del ser reado, si el Qbien supremoR absorbe todos los intereses, atrae todas las fuer+as y da libertad al que le sirve. El finísimo esmalte que hay en la bondad pura, en el desprendimiento sin ero, el que se requiere en toda virtud que pueda llamarse tal, este esmalte del desprendimiento s%lo es posible si el hombre no se ontenta on ultivar ideales terrenos, sino que bus a, omo fin último, a 9ios solo, al m"s elevado. 1iet+s he di e en una o asi%n Ht. xii, p"gina 7=CIV QLuien ya no sabe en ontrar lo grande en 9ios, no lo en uentra en ninguna parte.R (sí pues, úni amente on la orienta i%n teo éntri a del hombre, tal omo nos la ense'% Jesús, se hi+o posible una éti a verdadera, un obrar el bien por el bien. Es imponente, y hasta pasma y turba al prin ipiante en la fe, la manera de desta ar Jesús una y otra ve+ que el ob)etivo verdadero, el m"s elevado de nuestros deseos y a tos, ha de ser 9ios. Es su propio deber, y deber del hombre, traba)ar sin des& mayo para que se haga la voluntad de 9ios en el mundo. /odo hay que darlo por esta sola perla del reino de los ielos, por este tesoro del ampo H4atth. 17, CCI. En la ora i%n que ense'% a sus dis ípulos y en la ual expres% de un modo sin igual todo uanto le era aro a su ora+%n, todos sus deseos y esperan+as de su alma, en el <adrenuestro, empie+a on esta súpli aV Q.antifi ado sea tu nombre. Genga a nosotros tu reino. 3"gase tu voluntad, así en la tierra omo en el ieloR H4atth. 6 y ss.S 8u . --, , y ss.I. Es una dul e alegría para Ml, es la vida de su vida, el que 9ios sea glorifi ado, su reino edifi ado y su voluntad umplida. (sí, Jesús, on un empu)e vigoroso, levant% los deseos del hombre, los hi+o pasar de la tierra al ielo y los libr% de ir a ras de tierra. <or tal motivo se podría afirmar que lo espe ífi o de su magisterio redentor est" en librar a la religi%n de su finalidad meramente natural, de las trabas de ob)etivos meramente >:

naturales, y mostrarla on su peculiaridad so!renatural. 9ios no es un manobre místi o de los hombres, sino el fin propio, el fin supremo, el fin de la existen ia. (sí, el esfuer+o moral se vio desligado de su traba+%n terrena, del orte)ar lo útil, y hubo lugar para un esfuer+o interiormente libre, abnegado y heroi o de veras. Revelar de este modo lo sobrenatural de la fe en 9ios es uno de los he hos del 4aestro Jesús. /iene en sí algo rudo, que espanta al hombre natural. <orque el QsíR in ondi ional, dado a 9ios, es un QnoR ateg%ri o a nuestra naturale+a. 3emos de odiar nuestra propia alma, para amar a 9ios. 4as este rasgo rudo, duro, se transforma en algo infinitamente dul e, lleno de onsuelo, gra ias a la segunda orre i%n que hi+o Jesús en el on epto relativo a 9iosV Dios es nuestro (adre. <or ierto, ya los pueblos primitivos, sin ultura, dieron a 9ios el nombre de <adre. 8a m"s moderna historia de las religiones adu e gran opia de datos para demostrar que no po os pueblos en estado natural, )unto a sus divinidades espe iales y a su fe en los espe tros y en el mana, onfiesan también a un <adre primitivo, al que no han de ofre erse sa rifi ios, sino que se le ha de venerar silen iosamente, omo dador de todo lo bueno, guardi"n de todo orden y futuro dispensador de premios. 4as la misma historia de las religiones demuestra que, en la vida re& ligiosa de los primitivos, esta reen ia en un <adre se presenta siempre tímida y quedaba ahogada en absoluto por un sinnúmero de on eptos supersti iosos. /ambién los pueblos ultos del paganismo veneran el padre JúpiterS y la Estoa m"s re iente usa on preferen ia el nombre de padre para expresar on él su fe en el orden del mundo. En el (ntiguo /estamento se da a 9ios no po as ve es el nombre de Qnuestro <adreR. El profeta Jeremías, por e)emplo H7, C, 1C y 15I, ompara la bondad que Bahvé demuestra a -srael on el amor del <adre a sus hi)os y anima al pueblo a invo ar al .e'or on el nombre de <adreV Q9imeV /ú eres mi <adreR H7, CI. 8a expresi%n Q9ios <adreR es, pues, ono ida ya en los tiempos pre ristianos. 4as los paganos la apli aban muy raras ve es. 1un a ni en ninguna parte sa an de la plenitud de su ontenido todo el prove ho posible para fe undar la vida religiosa. 1i siquiera los )udíos. 8a piedad )udía en la épo a de Jesús veía a 9ios antes de todo omo el Q.antoR, es de ir, el >5

(le)ado, el Elevado, simplemente el 0tro. #reía no poderle servir me)or que umpliendo hasta la última iota, on temor y temblor, la 8ey santa que Ml dio por medio de 4oisés, observando los millares de adi iones y pres rip iones on que los do tores de la 8ey, los rabinos, apli aban esta 8ey santa a la vida otidiana. 2n inmenso aparato exterior de piedad era el orolario natural. .er piadoso signifi aba umplir u omitir, según la mente de los rabinos y on arte rebus ado, los peque'os y m"s insignifi antes a tos del día. /oda la vida religiosa estaba atada a la letra de la 9ey y onsistía en un fatigoso y amargo a to de obedien ia y en una a umula i%n de obras meritorias. El tono fundamental de la piedad )udía y de la pagana era, por tanto, el temorV entre los )udíos, el temor de la )usti ia de 9ios y de su elo vigilante por la 9eyS entre los paganos, el temor de la envidia y de la %lera de los dioses. .obre el fondo de esta religi%n de temor, espe ialmente sobre el fondo de la piedad de los )udíos, leguleya, estre ha, opresora, puede apre iarse plenamente lo nuevo que es el mensa)e de Jesús. 9ios fundamentalmente no es el severo guardi"n de la )usti ia, que se preo upa ex lusivamente de asegurar y mantener por todos los lados sus mandamientos. 1o es el fis al que tiene puesta la mirada tan s%lo en el umplimiento de la ley. /ampo o es el rabino prin ipal, que vigila elosamente la re ta apli a i%n de las normas legales a las peque'e es y menuden ias de la vida. 9ios es el (adre. 9e interesa no s%lo la observan ia de la ley muerta, sino también el hombre vivo. 9ey y do trina para Ml no son fines, sino medios que ayudan al hombre des arriado, enfermo, a llegar al ora+%n de 9ios. B todos los astigos y penas tampo o son fines en esta tierra, sino medios de que se aprove ha la bondad paternal de 9ios para mantenernos en el amino re to. 8evantar interiormente al hombre enfermo, salvar al que estaba perdido, es el a to m"s noble de 9ios. 1o son los sanos los que ne esitan del médi o, sino los enfermos. 1o piensa el padre terreno en re ha+ar el hi)o, si siente y onserva para éste una hispita de amor. <ues infinitamente m"s bondadoso que el padre terreno es el elestial. El padre terreno, si el hi)o le pide un huevo, Tpor ventura le dar" un es orpi%nU H8u . --, 1,I. Q#uanto m"s vuestro <adre elestial dar" osas buenas a los que se las pidanR 6K

H4atth. =, 11I. 9ios es, por esen ia, bondad absoluta. 9ios es aridad H1 -o. C, 16I. 9ios es nuestro <adre. #on una fuer+a sin igual anun i% #risto esta palabra redentora. Es lo primero en que ha de pensar el que oraV QGed, pues, %mo habéis de orarV <adre nuestro que est"s en los ielos.R 9e esta suerte, el tono fundamental de la nueva piedad no es el temor de 9ios, omo en la (ntigua (lian+a, sino el amor filial al <adre. El mandamiento del (ntiguo /estamentoV Q(mar"s a 9ios on todo tu ora+%nR, no es ya uno de los 617 mandamientos que enumeran los rabinos, sino el mandamiento. #risto en iende una nueva pasi%n en la humanidad, la pasi%n del amor filial al <adre elestial. #orolario natural de ello es una a titud moral ompletamente nueva. .iendo 9ios el <adre, le pertene e a El no s%lo el a to exterior, sino también el ora+%n. B por esto lo fundamental, lo de isivo, es la intención. 9e una ve+ para siempre se destierra del espíritu ristiano el tipo farisai o. 8o que uenta, no es lo que ha e el hombre por 9ios, sino cómo lo ha e. 8a pobre viuda, que entrega su moneda, da m"s que todos los dem"s H8u . ,1, 7I. B el pe ador, que en uentra el amino de retorno a 9ios y lama de lo m"s profundo de su ora+%nV Q.e'or, ten piedad de mí, pobre pe adorR, Q<adre, yo he pe ado delante del ielo y delante de /iRS la pe adora que llora a los pies de Jesús, y el ni'o sen illo, humilde, que le mira on o)os grandes y puros..., éstos son los nuevos tipos del reino de los ielos. 9e modo que, on esta palabraV Q<adreR, se transforma toda la on ep i%n religiosa del mundo y se espar e la semilla de una nueva espe ie de hombresV de los que tienen brillantes o)os de ni'o y un ora+%n puro, humilde. @1 .erm%n de la 4onta'a es una sola, grandiosa varia i%n sobre el tema del hombre nuevo. 4as Jesús, el gran 4aestro, divino, no s%lo des ubri% 9ios a los hombres. 0tro de sus he hos redentores es haber revelado también el misterio del hom!re. 9esde Jesús sabemos lo que es el hombre para sí mismo, y lo que somos los unos para los otros. N8o que es el hombre para s" mismo- El mundo antiguo no lo sabía. En los imperios desp%ti os de 0riente, úni amente el que mandaba era tenido por verdadero hombre. .%lo de él arran aban el dere ho y las posibilidades de vida que tenían los dem"s 61

hombres. (nte él palide ía todo dere ho personal y todo valor propio. En 0 idente Wpensamos ahora en $re ia y RomaW, mientras había repúbli as, ada individuo hallaba su vo a i%n de vida en traba)ar por el Estado. El servi io del Estado y del bien omún era lo que daba a la vida humana su ontenido y sentido. Este on epto ole tivista de la existen ia humana resalta también en el (ntiguo /estamento. En los tiempos m"s antiguos, los su)e& tos del dere ho eran los abe+as de las grandes familias, los patriar as. 8os miembros de la familia no eran m"s que ob)etos del dere ho. El puesto de los patriar as fue o upado m"s tarde por los reyes. Mstos eran absolutos. 8os profetas eran el úni o ontrapeso y freno de este poder absoluto de los reyes. <or ende, el depositario de la promesa de la (lian+a no es, en el (ntiguo /estamento, el israelita omo individuo, sino el pueblo de -srael, es de ir, su rey. /an s%lo al final del (ntiguo /estamento es posible distinguir la reen ia en una promesa personal y ierto personalismo en la piedad. En los tiempos de Jesús, los herederos propiamente di hos de los dere hos reales, y on éstos de los dere hos humanos, eran los sadu eos y los fariseos. Jrente a ellos estaban los pobres Qin linadosR. ( estos pobres, a estos desheredados, pertene ían también los Qpe adoresR, es de ir, no propiamente aquellos que estaban ale)ados de 9ios, sino los extra'os a la 8ey, los que, por el agobio de la existen ia y ba)o el peso del traba)o otidiano, no tenían tiempo ni holgura, omo los fariseos, para umplir la 8ey hasta el último "pi e. 8a pobre+a signifi aba, ya por sí misma, una espe ie de pros rip i%n y maldi i%n de 9ios, porque ponía obst" ulos al umplimiento in& ansable de los deberes religiosos. 9ios no permite que sus predile tos, los verdaderos hi)os de -srael, sufran miseria. 8a rique+a, la posesi%n, era onsiderada omo se'al espe ial de la divina ompla en ia. (sí, en los tiempos del .e'or, no se on edía m"s que a unos po os es ogidos el dere ho de tener personalidad. /odos los dem"s no ontaban omo hombres verdaderos, auténti os, ompletos. (sí fue en toda la era antigua, tanto en el mundo )udío omo en el mundo gentil. 8a estoa m"s re iente volvi% a formular te%ri amente los dere hos humanos y los hi+o re ono er. 8a uni%n de mu hos pueblos de 0riente y de 0 idente en un solo y gran imperio, 6,

releg% a segundo término en la espe ula i%n filos%fi a lo na ional&popular, y olo % en primera fila lo humano en general. Es ara terísti o de la do trina estoi a, en lo que se refiere a la iudadanía mundial y al amor general a los hombres, que entre sus representantes m"s desta ados hubiera un emperador, 4ar o (urelio, y un es lavo, Epi teto. .in embargo, el pensamiento estoi o respe to de los dere hos generales, naturales y humanos, qued% restringido en lo esen ial a la teoría. 1o era apa+ de influir en la opini%n públi a para en enderla y despertarla. En primer lugar, porque el estoi o traba)aba on on eptos meramente abstra tos, on ideologías de dere ho natural, que en sí no eran m"s que sonido y humo. Jaltaba el fundamento religioso de estos dere hos humanosS no radi aban en la voluntad eterna, inmutable, estimuladora del 9ios vivo. ( todo esto hay que a'adir aún otra osaV el ideal de los estoi os era forma i%n del QsabioR, es de ir, del hombre que, libre de pasiones, s%lo obra según el di tado de su ra+%n. Este ideal re% tal aristo ra ia de espíritu, una divisi%n tan altanera entre los fil%sofos y la masa de los hombres ordinarios, que la do trina del dere ho humano de ada individuo tenía que ser una teoría gris. (sí, por e)emplo, .éne a rompe lan+as on alor por la igualdad moral del es lavoS pero al mismo tiempo no puede resistir a ompararle on un perro atado a una adena on el ual nun a ha de enfadarse el hombre. 9e ahí también que s%lo habían de ser edu ados los hi)os de la asa, y no los es lavos. (sí hemos de onfesar que la Estoa Wsobre todo la m"s )ovenW se mantuvo firme en teoría respe to de los dere hos humanos generales, mas no los asent% en un fundamento religioso, ni los a entu% de un modo desta ado, ni los introdu)o sufi ientemente en las masas. Jaltaba a la tenden ia nueva una fres a fuer+a de vida. @rotaba de la espe ula i%n ansada. #iertamente fue uno de los m"s nobles produ tos del espíritu antiguo, pero era senil y falto de vida, omo lo era la misma antigaedad que de linaba. /enía que venir uno m"s fuerte, para des ubrir el hombre a la humanidad. 7ste m%s fuerte fue &es's. El mensa)e to ante al valor úni o del alma humana, a su llamamiento para el reino de los ielos, a su filia i%n divinaS su otro mensa)e, según el ual pre isamente los pobres, los peregrinos y los a ongo)ados, los mendigos de la alle ser"n llamados al banquete nup ial de la 67

bienaventuran+aS y no en último término, el milagro de su entrega, omo 3ombre&9ios, a la <asi%n y muerte, por amor a to& dos los hombres, desarraig% en lo m"s íntimo todo el antiguo orden de astas y desta % al hombre en su propia personalidad W no absorbida ya por lo so ial, e on%mi o y na ionalW omo el verdadero su)eto de valor y de dere ho. Jesús mostr% el individuo y su alma inmortal omo fin de todas las institu iones divinas, que desde los profetas hasta su propia predi a i%n se refieren a la salva i%n. 9e ahí que no haya nada m%s valioso en la tierra que un alma humana. QT9e qué le sirve al hombre el ganar todo el mundo, si pierde su almaUR Jesús, al fundar el valor del alma humana en su vo a i%n eterna, en la voluntad salvadora de 9ios, y al abra+ar Ml mismo, el 3i)o de 9ios, la muerte por amor a esta alma humana, eterni+a el valor de la misma. El hombre o upa tan alto puesto en el plan de 9ios, que el mismo 3i)o de 9ios da por él su vida humana. En la do trina de Jesús respe to del valor in omparable del alma humana, se en uentra también la solu i%n de la otra uesti%nV ;o #ue somos los hom!res unos para otros. .i ada hombre representa un valor eterno, que no es posible substituir, enton es el amor general a los hom!res, el amor al pr%)imo, es un postulado ineludible. En su valor, superior al mundo, ada hombre es igual al otro. .omos Qpr%)imosR los unos de los otros. /odos somos hermanos, hi)os del mismo <adre, dis ípulos del mismo .alvador, omensales de 9ios. /ambién los estoi os ono ían, es ierto, un amor general a los hombres. 8a misma dire i%n se advierte en la do trina Q4ettasuttaR del budismo. 8a Qbenevolen iaR HmettaI es uno de los prin ipales postulados de la éti a budista. 4as la do trina estoi a, omo ya vimos, qued% en estado de teoría gris, falta de savia y de fuer+a. Era un resultado del pensamiento filos%fi o y no se apoyaba en el 9ios vivo, exigente. B la Qbenevolen iaSI del budismo es algo puramente negativo, es la exen i%n de toda inten i%n mala. /oda a tividad de amor positiva, omo todo obrar a tivo, refuer+a en nosotros la sed de vivir, y de esta suerte pone obst" ulo a la extin i%n ompleta, ierra el amino del 1irvana. <re isamente por esto, la Qbenevolen iaR de @uda no es, en último término, m"s que un medio de autosalva i%n, y así tiene una tenden ia egoísta. /an s%lo el mensa)e de &es's reali+% la palabra del amor a todos los 6C

hom!res. Este amor es de grandes líneas, de libertad íntima. Es nobleV Q( quien te for+are a ir argado mil pasos, ve on él otros dos milR H4atth. >, C1I. Es desinteresadoV Q.i no salud"is a otros que a vuestros hermanos, Tqué tiene esto de parti ularUR H4atth. >, C=I. Es a tivoS un amor intenso, ha endoso. 8a regla "urea de la estoaV Q8o que no quieres que se te haga, no lo hagas tampo o a otroR, adquiere forma positivaV Q3a ed vosotros on los dem"s hombres todo lo que dese"is que hagan ellos on vosotrosR H4atth. =, 1,I. En la par"bola del buen samaritano, Jesús expresa de un modo in omparable la esen ia del amor al pr%)imo, tal omo El la ve. B este amor a tivo a los hombres, al igual que el valor in onmensurable del alma humana, Jesús lo ha apoyado en lo religioso, y pre isamente así le ha dado una vida llena, fe& unda. (quí est" el punto m"s importante en que su mensa)e de amor se distingue no solamente de la éti a pagana, sino también del (ntiguo /estamento. /ambién el (ntiguo /estamento formul% ya el mandamiento H8ev. 15, 1:IV Q(mar"s a tu pr%)imo omo a ti mismo.R <ero esta ley, omo la otraV Q(mar"s al .e'or 9ios tuyo, on todo tu ora+%nR H9eut. 6, CI, no era en el )udaísmo m"s que un mandamiento 4unto a otros seis ientos tre e. 1o se desta aba omo mandamiento principal, y lo que es m"s, no formaba una unidad interior, org"ni a, on el mandamiento del amor de 9ios. .%lo Jesús restable i% esta unidad. QEl segundo es seme)ante a ésteV (mar"s a tu pr%)imo omo a ti mismo. 3a ed vosotros on los dem"s hombres todo lo que dese"is que hagan ellos on vosotrosV porque ésta es la suma de la ley y de los profetasR H4atth. ,,, 75S =, 1,I. El amor a los hombres es, por tanto, según Jesús, amor pr" ti o a 9ios. 1o se puede amar seriamente a 9ios si no se ama a su hi)o y retrato, al hombre. 1o se puede servir a 9ios infringiendo los deberes para on el pr%)imo. El servi io de aridad est" por en ima de la elebra i%n del s"bado. El s"bado se hi+o para el hombre y no el hombre para el s"bado H4ar . ,, ,=I. 9a re on ilia i%n on el hermano ha de pre eder al sa rifi io en el templo. QGe primero a re on iliarte on tu hermano y después volver"s a presentar tu ofrendaR H4atth. >, ,CI. El uidado de los padres es m"s importante que las ofrendas al sa erdote H4atth. 1>, C y ss.I. En el hombre se ama a 9ios. El amor a los hombres es un a to religioso, un servi io a 6>

Jesús. 8o que hi isteis on alguno de estos mis m"s peque'os hermanos, onmigo lo hi isteisR H4atth. ,>, CKI. Religi%n y moralidad, amor a 9ios y amor al pr%)imo no son, por tanto, osas distintas, que pueden ru+arse enemistosamente, omo su edía, por e)emplo, entre los fariseos. 1o son m"s que modalidades distintas de un solo y mismo amor. El fundamento sobrenatural, religioso, del amor al pr%)imo trae naturalmente onsigo su misma amplitud y su universalismo. .i hemos de querer al hombre por amor a 9ios, enton es hemos de querer a todos los hombres, ya que 9ios es el <adre de todos. Este nuevo amor no ono e re elos de parentes o arnal, omunidad espiritual, aso ia iones so iales, na ionales y religiosas. En la par"bola del buen samaritano, Jesús ex luye del ampo de la aridad toda preven i%n que se funde en diferen ias ra iales o religiosas. 8os mismos pre)ui ios éti os han de enmude er. Jesús es Qamigo de publí anos y gente de mala vidaR H4atth. --, 15I. 3abla on bondad a la mu)er de mala ondu ta H8u . =, 7= y ss.I y se niega a ondenar a la adúltera H-o. :, 1 y ss.I. .us par"bolas de la ove)a perdida, de la dra ma perdida, del hi)o pr%digo, ablandan el ora+%n, lo in linan bondadoso a los aídos y lo preservan de todo falso pundonor. 1o hay absolutamente nada que pueda distan iarnos de los hombres. 1i sus mismos pe ados. B por esto Jesús no va ila en exigir uanto exigirse pueda en las rela iones on nuestros pr%)imosV Q(mad a vuestros enemigosS ha ed bien a los que os aborre en, y orad por los que os persiguen y alumnian, para que se"is hi)os de vuestro <adre elestialR H4atth. >, CC y ss.I. El genio del amor no podía volar ya m"s alto. Es aquí donde resalta sin velos, on lu+ meridiana, lo sobrehumano, lo sobrenatural de la aridad ristiana para on el pr%)imo. En el mandamiento de amor a los enemigos en uentra su m"s pura expresi%n la manera ompletamente nueva que tiene Jesús de mirar a los hombres y de unirlos entre sí. B ya que le es tan difí il al hombre natural omprender este mandamiento, y aún m"s difí il umplirlo, el 4aestro divino quiso vivirlo delante de nosotros para darnos e)emplo. Q<adre, perd%nalos, porque no saben lo que ha enR H8u . ,7, 7CI. Es la admoni i%n m"s profunda y m"s ex elsa que nos fue dada desde la santa "tedra de la ru+. En esta ense'an+a se reúnen, omo en un ha+ de rayos, todas las lu es que la 8u+ del mundo ha arro)ado 66

sobre el misterio del hombre y de su amor. Es también el punto de arranque de su amor redentor, lleno de embeleso. 9ando #risto su sangre por Qlos mu hosR, en res ate de los hombres, se onsagr% 4aestro del amor que est" siempre dispuesto a servir. En su ofi io de Redentor se umple de un modo brillante todo uanto Ml de ía y exigía del amor. 8as verdades redentoras del mensa)e de Jesús son, por tanto, éstasV el 9ios /rino es el sentido propio, úni o, de mi vida. Ml es mi <adre. En mi alma llevo un valor úni o, superior al mundo. En mi amor a los hombres se manifiesta mi amor a 9ios. 9e esta suerte se nos des ubre el misterio de nuestras rela iones vitales on 9ios y on los hombres. B se nos revela algo m"sV el misterio supremo que se presenta ante el hombre natural omo el enigma de la esfingeV el enigma del dolor humano y de la muerte ha perdido ya su impenetrabilidad sombría. .i 9ios es el sentido de mi vida, si 9ios es mi <adre, enton es el dolor, la misma muerte no puede ser influen ia siniestra de malignos poderes diab%li os, ni el resultado ruel de férreas on atena iones naturales, ni la onse uen ia de ulpa personal. (ntes bien, el dolor en su universalidad y ne esidad se nos presenta omo expresi%n de la voluntad divina, de la voluntad del <adre. 1o ae un solo p")aro en tierra sin la voluntad del <adre. 4as donde est" la voluntad del (adre, allí ha de estar también su bendi i%n y su auxilio. (sí, el dolor y la muerte no pueden signifi ar ya un mal absoluto, una fatalidad espantosa. <or estar la voluntad del <adre tras ellos, son medios de !endición, su eda lo que su ediere. <re isamente en el dolor puedo omprobar si bus o real y úni amente a 9ios, sin segundas inten& iones egoístas. #uanto m"s molido me sienta por la pena del dolor, tanto m"s f" ilmente podr" mi alma librarse de las trabas del egoísmo y bus ar úni amente al <adre. <or esto entona Jesús el gran "nti o de la ru+. N@ienaventurados los que lloran, bienaventurados los que pade en perse u i%n, bienaventurados los pobresP 9e ahí que, desde el día de #es"rea de Jilipo, sea un rasgo esencial de la imita i%n de #risto al argar la ru+ a uestasV QLuien no arga on su ru+ y me sigue, no es digno de míR H4atth. 1K, 7:I. <or tanto, el abra+ar la ru+ no puede faltar al verdadero espíritu ristiano. 6=

Es el misterio del porvenir, la feli idad en el dolor y en las l"grimas. Es una fuer+a de vida. 1o es astigo ni fatalidad, ni envidia de la divinidad. Es bendi i%n, es la verdadera fuente de gra ia del amor de 9ios. (sí pues, el dolor sufre, mediante el mensa)e de Jesús, una transforma i%n en su m"s íntima esen ia... y on él se transforma también todo el ambiente de vida del hombre reyente. <re isamente por ser el <adre quien envía el dolor, se le quitan a Mste todas las espinas. El a reditado profesor de irugía, $. <erthes, en un artí ulo sobre la muerte, di e del poder bendito de la feV QEl remordimiento y el miedo pueden atormentar m"s que el dolor orporalS y, por otra parte, a mu hos hombres reyentes los puede ayudar m"s su fe firme que la inye i%n de morfina que les da el médi o.R 8a fe ven e todo dolor, porque sabe ver la bendi i%n que hay en el mismo. B para grabar esta bendi i%n del dolor en el ora+%n de sus dis ípulos, el mismo &es's bebi% hasta las he es el "li+ de la amargura, bebi% el "li+ lleno de tormentos orporales y espirituales. 8a gloria elestial que inundaba su ru+, derrama una lu+ "urea sobre los miles de enfermos y moribundos que diariamente suben al monte #alvario. .egún un "l ulo bien fundado, itado por el mismo <erthes, se admite que de unos 1.>KK millones de hombres mueren anualmente 7K millones. Esto supone una mortalidad de :,.KKK por día, 7.C,> por hora, >= por minutoS on otras palabras, aproximadamente en ada segundo muere un hombre. 8a muerte, por tanto, no es algo extraordinario, raro. Es lo diario, lo de ada hora, lo de ada minuto. 8a vida del hombre es un morirse ontinuo. 8a humanidad antigua se horrori+aba ante esta ne esidad de morir. Jesús ha suprimido este horror. 8a muerte no es ya el genio que vuelve la antor ha ha ia el suelo, sino que la ha e brillar on laridad para la vida eterna. N#%mo brilla en el $%lgotaV Q/odo est" umplidoPR H-o. 15, 7KI. El enfermo que abre los o)os a esta lu+, se siente en un amino regio y sabe que vendr" un día en que también sobre su propio $%lgota resonar" el aleluya pas ual. N#u"ntos millones de ristianos han andado este amino regioP 9e #risto, del que es el 4aestro divino en la vida, en el dolor y en la muerte, arran a esta fuer+a heroi a del alma, que en tantos santos llega... a desafiar el mismo dolor y en el dolor se go+a. Jesús ha sido el 4aestro de la vida. <ero también ha sido el 4aestro del sufrimiento y de la 6:

muerte. B pre isamente así pudo ense$ar tan magistralmente a la humanidad cómo se ha de vivir la vida. <orque la vida no es ompleta sin el dolor y la muerte. (quí est" la originalidad suprema, m"s profunda, del mensa)e de Jesús. El nos ense'% a vivir la vida no s%lo en su superfi ie brillante, sino también en su profundidad obs ura, en el dolor y la muerte. (sí, Jesús realmente nos res ata también por su palabra divina. 1os redime de toda su)e i%n a la naturale+a. (bre ante el pensar y el querer humanos el mundo elestial. <rimeroV des ubre a Dios ante los o)os del hombreS le muestra así omo es... on su ma)estad que e lipsa todos los intereses terrenos, y on su infinita bondad paternal, que despierta en nosotros lo me)or que tenemos. .egundoV nos ha e ver al hom!re tal omo es... portador de un valor eterno, solidariamente unido on nosotros en una misma omunidad divina. B ter eroV des orre el velo del misterio del dolor y de la muerte, muestra su o ulto poder de bendi iones. <or esto fue el 4aestro verdaderamente grande, santo, salvador de los hombres. QGosotros no habéis de querer ser llamados maestros, porque uno solo es vuestro 4aestro.R

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LA OBRA REDENTORA DE CRISTO

(l indagar qué pensaba Jesús respe to del querer humano, si éste ne esita o no una reden i%n, la respuesta pare e llena de ontradi iones. .u sentir respe to al querer humano es que éste se halla del todo so)u+gado por el pe ado. B, por otra parte, exige del querer humano lo m"s grande y difí ilV Q.ed perfe tos así omo vuestro <adre elestial es perfe to.R 2n modo de ver pesimista y otro optimista est"n, al pare er, en pugna. Resol& viendo esta ontradi i%n, se nos har"n patentes las ense'an+as fundamentales de Jesús en lo que ata'e a la ne esidad que el hombre tiene de reden i%n. El pesimismo éti o del .e'or onsuena on el espíritu pesimista que en su tiempo abrumaba a los realmente piadosos, hasta llenarlos de des onsuelo. .abemos que ya los <rofetas mar aron on sombríos olores la ulpabilidad de -srael y de los paganos. <eniten ia y onversi%n son las pilastras de la predi a i%n proféti a. .in embargo, s%lo de la épo a mesi"ni a esperan los <rofetas la onversi%n definitiva. Q3e aquí que viene el tiempo en que yo haré una nueva alian+a on la asa de -srael y on la asa de Jud"... Msta ser" la alian+aV imprimiré mi ley en sus entra'as, y la grabaré en sus ora+onesV y yo seré su 9ios, y ellos ser"n el pueblo míoR H-er. 71, 71 y ss.I. 9e un modo seme)ante se expresan 4iqueas, -saías, Ya arías, 9aniel. ( medida que re ían las alamidades na ionales, m"s profundo y general se bha ía el re ono imiento de la ulpabilidad y m"s vibrante el preg%n de peniten ia. En el )udaísmo tardío, esta on ien ia de ulpa mu has ve es degeneraba en des onsuelo. El sentimiento de in ertidumbre en punto a salva i%n se apoderaba pre isamente de los me)ores. En el (po alipsis de Esdras en ontramos explosiones desesperadas de este miedo al pe ado. Q4e)or habría sido que la tierra nun a hubiese produ ido a (d"nR HC Esdr. =, 116I. Este ambiente general expli a el preg%n de peniten ia de .an Juan @autista. .u bautismo se administraba omo Qbautismo de peniten ia para la remisi%n de los pe adosR H4ar . 1, CI. Juan =K

ve a todo el pueblo Wy no s%lo tal o ual ír ulo del mismoW so)u+gado por el pe ado. B por esto le pre ave ontra el peligro de onsolarse, despreo upado, on la filia i%n de (braham. 1o puede sostenerse la afirma i%n de la llamada teología liberal, al de ir que Jesús no omulgaba on este riterio pesimista respe to del querer humano, que, antes bien, lo ara terísti o en su modo de pensar era un optimismo alegre, que el en anto prodigioso de su manifesta i%n se debe pre isamente a que el sentimiento enfermi+o de ulpabilidad que tenía el pueblo, qued% disipado ante El, omo se disipa la niebla ante el sol, y que, por medio de Ml, por medio de la santidad de su ser, iba re obr"ndose la onfian+a y la ertidumbre del perd%n. 8a verdad que pueda aber en tales asertos la estudiaremos m"s adelante, 8o falso que hay en ellos es que Jesús no vio ni tuvo en uenta u"n tor ida y orrompida es la naturale+a humana. Jesús )u+ga la naturale+a humana m"s bien on ierto pesimismo, en el sentido de que la onsidera manifiestamente propensa al mal. Jesús ve, por tanto, en todo hombre al pe ador. 1o hay uno sano, no hay uno )usto en la humanidad. #uando de lara que Qno son los que est"n sanos, sino los enfermos los que ne esitan de médi oR, Qlos pe adores son, y no los )ustos, a quienes he venido yo a llamarR H4atth. 15, 1,17I, alude on ierta ironía agridul e a los fariseos, que se pre iaban de Q)ustosR. En la par"bola de los dos hi)os H4atth. ,1, ,:I, en la del fariseo y el publi ano H8u . 1:, 1K y ss.I, lo mismo que en su ta)ante dis urso polémi o ontra los fariseos H4atth. ,7I, delata asa+ laramente lo que en verdad piensa de ellos y de su virtud. ( sus disc"pulos, por ierto, les da un trato de ex ep i%n. 8os llama Qhi)os de las nup iasR, Qhi)os de la lu+R, Qsal de la tierraR, Qlu+ del mundoRS pero enton es piensa en la a tividad que desarrollar"n m"s tarde omo redimidos y llamados. ( los o)os de Jesús, la naturale+a de los dis ípulos est" so)u+gada por el pe ado omo la de los dem"s hombres. 3asta llama a <edro, .atan"s H4atth. 16, ,7I. B en ierta o asi%n di e en tono de que)a a sus dis ípulos H4ar . 5, 1:IV QN0h, gente in rédulaP T3asta u"ndo habré de estar entre vosotrosU T3asta u"ndo habré yo de sufrirosUR 8os evangelistas delatan repetidas ve es la in apa idad de los (p%stoles de omprender a Jesús y onsignan %mo, aun po o antes de volver Ml al <adre, movían querella por los puestos de honor. =1

Jesús tiene la vista aguda para sorprender las peque'e es y miserias de lo muy humano. E ha en rostro a sus oyentesV QGosotros, siendo malosR H4atth. =, nI, Qsois malosR H1,, 7CI, Qesta ra+a mala y adúlteraR H1,, 75I. 9e ahí también esta ad& moni i%n, la primera pala!ra que tiene que de ir a la humanidadV Q3a ed peniten iaR H4atth. C, 1=I. B su primer acto es una espe ie de peniten ia que ha e en representa i%n de los hombres y por sus pe ados al re ibir el bautismo de Juan. Juan se resiste a bauti+ar al .e'or, ya que este bautismo se ha ía para la remisi%n de los pe ados H4ar . 1, CI. 4as Jesús, aunque sabe que est" ompletamente limpio de pe ado, quiere someterse al bautismo Qpara que sea umplida toda la )usti iaR. <or amor a esta Q)us& ti iaII no se de lara extra'o a los pe ados del pueblo y los arga sobre sí mismo. B la palabra del <adre sirve de testimonio y re ompensa a su humilde entregaV Q/ú eres mi 3i)o muy amadoR H4ar . 1, 11I. En la predicación posterior del .e'or también pre& domina el pensamiento fundamental de que todo el pueblo va de mal en peor. QEnton es omen+% a re onvenir a las iudades donde se habían he ho mu hísimos de sus milagros, porque no habían he ho peniten ia. N(y de ti, #oro+aínP N(y de ti, @etsaidaPR H4atth. 11, ,K,1I. En la par"bola del ri o epul%n y el pobre 8"+aro resalta un pesimismo sombrío al fallar sobre los ri os y hartados que no oyen a 4oisés y a los <rofetas. Q(un uando uno de los muertos resu ite, tampo o le dar"n réditoR H8u . 16, 71I. #uando murieron die io ho galileos, aplastados por la torre de .iloé, pregunt% JesúsV QT<ens"is que fueron los m"s ulpables de todos los moradores de JerusalénU 0s digo que noV mas si vosotros no hi iereis peniten ia, todos pere eréis igualmenteR H8u . 17, C>I. (sí pues, toda Jerusalén est" en ulpa. B los m"s ulpables son los llamados Q)ustosR, porque no quieren re ono er sus a haques morales. 4u)eres de mala vida y publí a& nos los aventa)an en espíritu de peniten ia. QJuan vino a vosotros por las sendas de la )usti ia, y no le reísteisV al mismo tiempo que los publí anos y las rameras le reyeron. 4as vosotros ni on ver esto os movisteis después a peniten iaR H4atth. ,1, 7,I. (sí que el verdadero deber del 3i)o del hombre es bus ar y salvar Qlo que había pere idoR, es de ir, al mundo perdido H8u . 15, 1KI. B por esto se fueron sus dis ípulos a predi ar, Qexhortando a todos a que hi iesen peniten iaR H4ar . 6, 1,I. =,

9e modo que Jesús, al )u+gar a los hombres, no se in linaba a un optimismo alegre. .u mirada era demasiado aguda. Ml, demasiado puro para no ho ar a ada paso on la deprava i%n interior y la degenera i%n moral de los hombres. B, no obstante, el mismo Jesús espera de la humanidad, moralmente tan de aída, lo m%s #ue e0igirse pueda. Q.i vuestra )usti ia no es m"s llena y m"s perfe ta que la de los es ribas y fariseos, no entraréis en el reino de los ielosR H4atth. >, ,KI. 4as la nueva )usti ia ha de ser perfe ta no s%lo relativamente, es de ir, en parang%n on la )usti ia de los fariseos, sino que su medida est" sen illamente sobre toda medida. Q.ed vosotros perfe tos, así omo vuestro <adre elestial es perfe toR H4atth. >, C:I. Lueda prohibido hasta el pensamiento malo, el sentimiento de ira ontra el pr%)imo. El amor al enemigo es un deber moral, no mero onse)o. <reo uparse del día de ma'ana, servir a dos se'ores, es de paganos. /odo el hombre interior ha de pertene er a 9ios y a su voluntad. Q(mar"s al .e'or 9ios tuyo de todo ora+%n, y on toda tu alma, y on toda tu mente.R Mste es el m"ximo y primer mandamiento. El segundo es seme)ante a ésteV Q(mar"s a tu pr%& )imo omo a ti mismoR H4atth. ,,, 7= ss.I. En todos estos mandamientos no se trata de una sola a i%n heroi a, ya que esto podría ha erlo aun el hombre de un nivel moral inferiorS se trata del predominio duradero de un prop%sito fundamental, del que espont"neamente brotan todos los a tos, omo los buenos frutos brotan del "rbol bueno H4atth. =, 1: y ss.I. 4as, T %mo se omprende que Jesús tenga estas severas exigen ias y se'ale omo salario y galard%n del umplimiento de las mismas la feli idad eterna, si por otra parte los hombres son QmalosR, Quna ra+a mala y adúlteraUR T1o han de preguntar los hombres, on los dis ípulosV QLuién podr", pues, salvarseRU H4ar . 1K, ,6I. (quí nos en ontramos on una antinomia. 1o podemos resolverla sino bus ando su expli a i%n en el mismo &es's, en su on ien ia de 3ombre&9ios. #uando Jesús habla de los pe ados de los hombres, tiene ante la vista el mundo #ue le rodea, tal omo es en realidad. B uando habla del deber de ser perfe tos omo es perfe to el <adre elestial, enton es mira su propio mundo interior, la di hosa ertidumbre de su uni%n hipost"ti a. Jesús mira su propio ser, unido on 9ios, y lo que en El es realidad resplande iente lo exige también de aquellos que =7

quieren ser suyos. .us exigen ias, que al hombre natural le pare en ex esivas, no son, por tanto, meras exigen ias, sino al par promesas, ob)etivos resplande ientes para todos los que a ogen en sí su ser, y Q reenR en Ml, es de ir, entran en omuni%n de uerpo y sangre on Ml. <or onsiguiente, los severos mandamientos del .e'or brotan de la amorosa intención mesi%nica de comunicar a los que en Ml reen, también las rique+as de su uni%n on 9ios y la fuer+a que de la misma arran a. 8levan ya el a ento del Redentor. 1o se dirigen al mundo in rédulo, sino al mundo reyente. Luieren indi ar, on una f%rmula pre isa, el lugar, el punto, a que llegar"n los dis ípulos mediante la omuni%n on #risto. <or tanto, suponen la voluntad redentora de Jesús, la de dar Ml su propio espíritu y su fuer+a de gra ia a los que en Ml reen. :Cómo se manifiesta esta voluntad de Jesús de redimirnos y omuni arnos la gra iaU Resalta siempre on vigor en los Evangelios, y prin ipalmente donde menos se podría esperar, en el en uentro de Jesús on los posesos. 8os posesos empie+an por rehuirle. .u naturale+a, dominada por el poder del mal, husmea en Ml algo que es de una esen ia extra'a, de una esen ia enemiga, la manifesta i%n de lo santo. B a sus o)os es tan poderosa esta mani& festa i%n de lo santo, que promueve en ellos un espanto y un terror repentinos. <ero uanto m"s tiempo pasa Jesús on ellos, m"s débiles se sienten para resistir a la influen ia de su gra iaS omo un ni'o que primero respinga ontra el médi o, y después se duerme en sus bra+os que le dan so orro. 8a fuer+a vivifi adora, santifi adora de Jesús penetra m"s y m"s profundamente, m"s y m"s poderosamente en ellos. (lgo nuevo na e en ellos, una nueva voluntad, una nueva fuer+a. El demonio huye. .e uran de uerpo y espíritu. QB al ir Jesús a embar arse, el que había sido atormentado del demonio se puso a supli arle que le admitiese en su ompa'íaR H4ar . >, 1:I. /an grande era el poder del amor que emanaba de Jesús, que el que antes moraba en los sepul ros y su desvarío llegaba hasta el punto de que Qno había hombre que pudiese refrenarlo, ni aun on adenasR H>, 7I, no quería ya abandonarle a Ml. .e sentía su)eto on nuevos la+os, on los la+os del amor de Jesús. <odemos a eptar omo osa ierta que Jesús no obr% ninguna ura i%n que no fuese a la ve+ =C

una ura i%n del alma. 8os Evangelistas subrayan, solamente on vistas apologéti as, las ura iones orporales, porque saltaban a la vista y mostraban a los )udíos y paganos, de la manera m"s palpable, el poder salvador del .e'or. <ero el pensar y el sentir de Jesús se orientaban tan ex lusivamente ha ia la honra del <adre y el reino de 9ios, y Ml mismo eran tan de lleno la manifesta i%n de lo santo, que su a tividad s%lo se on ibe omo una a tividad salvadora que se apodera del hombre entero, del uerpo y del alma. En la ura i%n del paralíti o de #afarnaúm, que uatro hombres ba)aron por un boquete abierto en el te ho a los pies de Jesús, ya que, debido al gran gentío, no podían llegar hasta Ml de otra manera, delata 4ar os de un modo laro que, para Jesús, enfermedad y pe ado, uerpo y alma, no estaban desligados, y por esto los uraba a la ve+ H4ar . ,, 1 y ss.I. El enfermo espera de Jesús la ura i%n orporal. #on mirada supli ante, llena de temor, ontempla al .e'or. 4as Jesús no di e inmediatamenteV Q#oge tu amilla y vete a tu asaR, sino que habla de algo que al pare er dista mu ho de ello y que el enfermo no esperaV Q3i)o, tus pe ados te son perdonados.R <or tanto, Jesús no ve primero el uerpo derrengado por la gota, sino el alma atormentada. B s%lo después de haber urado el alma, pro ede el .e'or Wa despe ho de los do tores de la ley que le mote)an en se reto por atribuirse el poder de perdonar pe adosW a remover también las trabas que la enfermedad había impuesto al uerpo. Q<ues para que sep"is que el 3i)o del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pe adosV 8ev"ntate, yo te lo digoV oge tu amilla y vete a tu asa.R En esta ura i%n hemos de ver la forma típi a de todas las ura iones obradas por el .e'or. .on ura iones no solamente del uerpo, sino también del alma. Es todo el hombre lo que pertene e a Jesús y a su poder redentor. /odo el que fue on alma hambrienta al .alvador, en ontr% refrigerio )unto a El, entr% en una orriente de fuer+a espiritual y de pure+a moral, en un Qrío de agua vivaR, omo se expresa el mismo Jesús H-o. =, 7:I. 8os hombres sintieron on tal intensidad esta influen ia morali+adora, santifi adora, que ésta al prin ipio hasta llegaba a provo ar un sentimiento de aplastamiento. Q(p"rtate de mí, .e'or, que soy un hombre pe adorR, así ex lam% <edro H8u . >,:I, on el sentimiento vivo de que él no podía estar ante esa pure+a, de que aun sus pensamientos m"s luminosos eran =>

peque'os y me+quinos ante esa lu+. Q.e'or, yo no soy digno de que tú entres en mi asaRS lo que expres% aquí el enturi%n de #afarnaúm es la on ien ia que brota de lo m"s profundo de los sentimientos, la on ien ia de la propia insufi ien ia frente a la pure+a del .e'or H4atth. :, :I. .in embargo, a esta influen ia negativa le seguía inmediatamente otra, positiva. En la entrevista no turna on 1i odemo des ribe Jesús mismo este efe to nuevo, positivo, omo un nuevo nacimiento por el Espíritu .anto. QLuien no na iere de nuevo, no puede ver el reino de 9iosR H-o. 7, 7I. E ilustra el efe to de ese algo nuevo, por ompleto suyo, de un modo pl"sti o, on el símil inimitable de la vid y los sarmientos. QBo soy la vid, vosotros los sarmientos. Luien est" unido onmigo y yo on él, ése da mu ho fruto, porque sin mí nada podéis ha erR H-o. 1>, >I. B también en los Evangelios sin%pti os se se'ala ese algo nuevo omo una vida por Jesús, omo sa ar fuer+as de su plenitudV QGenid a mí todos los que and"is agobiados on traba)os y argas, que yo os aliviaré. (prended de mí, que soy manso y humilde de ora+%nS y hallaréis el reposo para vuestras almasR H4atth. --, ,:,5I. El do umento m"s emo ionante de esta influen ia edifi ante, salvadora, nos lo transmite 8u as H=, 7= y ss.I al narrar la un i%n de Jesús he ha por una mu)er de mala ondu ta. 8u as habla s%lo de paso de la onversi%n de la pe adora. 1o es de ella que quiere propiamente hablar, sino de la ondu ta reprobable del fariseo. B así es m"s fuerte la impresi%n que produ e la sen illa narra i%n de la onversi%n. QB arrim"ndose por detr"s a sus pies, omen+% a ba'"rselos on sus l"grimas, y los limpiaba on los abellos de su abe+a, y los besaba, y derramaba sobre ellos el perfumeR H=, 7:I. (l tra+ar esta es ena, 8u as des orre el velo y nos muestra toda la historia del alma y del ora+%n de la mala mu)er. NLué sentiría de tempestuoso y penetrante al ver y oír hablar por ve+ primera a JesúsP N#%mo le aería la venda de los o)osP Estaba` sumida en el pe ado y había no he en torno suyo. B allí hablaba 2no que estaba en plena lu+, que era Ml mismo todo lu+. NLué hermosura tenía que haber en aquella lu+P T3abía un amino desde ella a MlU Este amino estaba erradoS se lo erraban mu has figuras bien ono idas. -ban oronadas de rosas, y la opa del pla er e haba espuma en sus manos. B su alma =6

estaba ligada a esas figuras. Ella no pertene ía a ninguno, porque pertene ía a todos. 1o era de 9ios y de lo divino, porque se había dado por ompleto a lo meramente humano, a lo humano en demasía. Era arrastrada por el río de lo demasiado humano. <ero se la llamaba desde lo alto y se le de íaV Q@ienaventurados los que tienen puro el ora+%n, porque ellos ver"n a 9ios.R T3abía de peregrinar al país de la pure+aU En su interior se oía el grito salva)eV N1o puedes, no te es lí itoP /odo su ser estaba embebido de pe ado y se rebelaba on desespera i%n salva)e ontra la lu+ que venía de Jesús. <ero la lu+ resplande ía ada ve+ m"s pura, ada ve+ m"s brillante. Ba germinaba en ella el nuevo querer. B por fin se fue a la asa de .im%n... Wque diga la gente lo que quiera..., y aunque .im%n )u+gue mali iosamente el atrevimiento W. ( los pies del .e'or, anegada en l"grimas de arrepentimiento, hi+o la onfesi%n de su ulpa. B el @uen <astor se in lin% a ella. Q<erdonados te son tus pe ados, porque has amado mu hoR H8u . =, C:I. 1ingún anto de p")aro había sonado aún tal dul emente a sus oídos en la tierra, ningún soplo de primavera había pasado tan suave y blandamente sobre las olinas, ninguna orden de #ésar (ugusto en Roma había sido tan fuerte y poderosa omo esta palabra del .e'orV Q<erdonados te son tus pe adosR. Mste es Jesús, y ésta su fuer+a de Redentor. Msta brilla on innumerables variantes en las p"ginas de los Evangelios. <reguntamos ahoraV :Dónde est%n las ra"ces de esta fuer a< T#u"l es la fuente m"s profunda del poder redentor de JesúsU #on esta pregunta llegamos al motivo supremo por el ual Jesús es nuestro Redentor y nosotros somos ristianos, es de ir, sus redimidos. @asta lo que llevamos di ho respe to del magisterio perfe to de Jesús y de la virtud que del mismo emanaba, para que se presente espont"nea la respuestaV la primera, la m"s profunda raí+ de todas las bendi iones derramadas por Jesús, no puede ser sino su divinidad. Fni amente, y porque no es un mero hombre sino también 9ios, porque en Ml se nos ha revelado lo absoluto, lo absolutamente verdadero, y puro, y santo, y buenoS por este motivo est" lleno de verdad y de gra ia para nosotros, los hombres. ==

#on esta respuesta se expresa realmente una verdad infinitamente elevada. .í, así esV si Jesús no fuera 9ios, tampo o podría redimirnos. <orque redimir al hombre signifi a librarle de un doble yugoV del poder de la naturale+a defi iente, limitada, efí& mera, llena de problemas hasta en los últimos poros del serS y del pe ado, on todas sus devasta iones en el hombre interior y exterior, on su séquito de miseria y muerte. 9el 9ios vivo depende el librarnos de la terrible divisi%n y aride+ de nuestro ser natural, el librarnos de la miseria, todavía m"s profunda, del fondo de pe ado que hay en nosotros y el levantarnos a la rique+a infinita de su vida personal. 1o hay amino que, partiendo de nosotros, hombres, ondu+ a a la vida divina. 8a línea tor ida, propia del ser humano, no puede to ar en ningún punto el ser divino. 3ay un abismo sobre el ual nadie puede tender un puente sino el gesto de 9ios. /odo nuestro obrar, nuestro mismo heroísmo, en uanto humano, lleva en sí el problematismo de lo reado y est" ar omido por el pe ado y la imperfe i%n. ( la lu+ de la ma)estad y santidad infinitas de 9ios es peque'a toda grande+a humana. ( esta lu+ palide e todo valor reado. 4irados a esta lu+, Juan, el dis ípulo amado, y Judas, el traidor, no se distinguen esen ialmente uno de otro, tienen la misma naturale+a fla a. .u valor interior, natural, nada es a la lu+ de la perfe i%n divina. 8a misma voluntad humana de Jesús, on ser absolutamente pura, se estreme i% ante la santidad infinita de la voluntad divina, y Jesús no a ept% el ser llamado bueno. QT<or qué me llamas buenoU 1adie es bueno sino 9iosR H4ar . 1K, 1:I. (sí, pues, la autorreden i%n es una quimera vanaS úni amente 9ios puede redimirnos. 8o que dio a las ontiendas antiarrianas Wque giraban en torno a la verdadera naturale+a divina del RedentorW su ardor y su obstina i%n ruda fue la erte+a de que, si el Redentor no es 9ios verdadero, enton es todos gemimos todavía ba)o el yugo del pe ado. .%lo por ser Ml 3i)o de 9ios, su a tividad redentora tiene un ontenido absoluto, un valor delante de 9ios, un valor salvador sobreabundante. /an s%lo un Redentor divino puede ondu ir al hombre por en ima del abismo infinito que le separa de 9ios. <ero esta, verdad= )9uestro >edentor es Dios verdadero+, no es toda la verdad. .i Jesús fuese Redentor úni amente por su naturale+a divina, si #risto no fuera también hombre verdadero y =:

ompleto Werror gn%sti o de la primitiva era ristianaW, si su figura no fuera m"s que aquel punto elevado de la realidad del mundo en que se manifiesta dire tamente ante nosotros la )usti ia y la miseri ordia de 9ios, en que el 9ios )usto y miseri ordioso s%lo est" para nosotros..., si lo esen ial fuera esto y nada m"s, enton es iertamente podría servirnos de onsuelo esta presen ia divina, tendríamos un amino de gra ia que ba)a de 9ios al hombreS on nuestro libre albedrío, on de isi%n libre habríamos de intentar ir por este amino de gra iaS pero tendríamos que ir por él solos y aislados, dependería ex lusivamente de nuestra oopera i%n personal a la divina gra ia el llegar o no un día a 9ios. Entre nosotros y nuestro 9ios no habría un 4ediador, no habría título de media i%n. 9e un lado estaría el 9ios )usto on su invita i%n a la gra ia, on amoroso llamamiento y su a tividad de amorS del otro lado estaría el hombre solitario. (ún m"s, si este hombre solitario se viera despo)ado por el pe ado original aun de la fa ultad de ha er un esfuer+o personal, éti o&religioso Wsegún ense'a el protestantismo en su do trina de )ustifi a i%nW, enton es se le quitaría todo tes%n en la lu ha. 9ependería por ompleto de la de isi%n ines rutable de la voluntad de 9ios. #omo tro+o de hierro arro)ado en el va ío, se pre ipitaría en el abismo de su natural ontingen ia y me+quindad, en el abismo del pe ado, y no le quedaría m"s que la onfian+a de que, Qa pesar de todoR, la mano de 9ios le re ogería de un modo milagroso y le salvaría. Esta do trina protestante relativa a la reden i%n, pe a por exagerar hasta lo inadmisible la impoten ia del hombre aído. En ella se vislumbra omo un ambiente de de aden ia, que se aseme)a al de la última épo a )udío&helenista. <ero su a haque m"s profundo es ésteV Desconocer el significado salvador de la humanidad de &es's. 1o se ve m"s que al 9ios )usto miseri ordioso. 1o ve al mediador humano, al sumo pontífi e, la ausa meritoria de nuestra salva i%n. En la teología de #arlos 3eim, uno de los orifeos de la teología luterana, s%lo se on ede a la humanidad de Jesús una espe ie de valor simb%li o. Jesús es el hombre en el ual se nos manifiesta el 9ios miseri ordioso. 1o es el 4ediador 3ombre&9ios, que realmente arga sobre .í nuestros pe ados y al an+a el perd%n. B también según #arlos @arth, abe illa de la teología reformada alvinista, la humanidad =5

de #risto est" su)eta a la tremenda problem"ti a que olo a todo lo reado, todo lo humano, en la línea de lo que fene e. El protestantismo ameri ano ha despo)ado ompletamente de su on& tenido la fe en el Redentor y la ha redu ido a mero moralismo. .in embargo, la piedad católica también a ratos siente y re+a olvidando la humanidad de Jesús y su media i%n, omo si se en ontrasen ara a ara tan s%lo 9ios y el alma solitaria, omo si toda la responsabilidad de nuestra reden i%n pesase úni amente sobre nosotros hombres. En la figura de #risto s%lo se ve lo divino, el #risto&8ogos. 1o se sabe ver, o no se ve sufi ientemente, su media i%n humana. .e ree y se re+a la palabra go+osa Qpor #risto nuestro .e'orR, pero sin penetrar en sus profundidades, sin vivirla. .e obra omo si dependiese úni amente de nuestra buena voluntad asirnos del bra+o que 9ios nos tiende on la gra ia y entrar así en la bienaventuran+a. (sí es obvio que el devoto, en esta lu ha solitaria que sostiene para al an+ar la gra ia, se enga'e una y otra ve+ respe to de su fuer+aS que el 9ios lleno de gra ia se trueque insensiblemente en un 9ios ira undoS que el espíritu )udío de miedo y servidumbre expela la libertad interior y la alegría del hi)o de 9iosS y, que, finalmente, los es rúpulos y el histerismo religioso se apoderen del alma. (quí vemos, omo en un e)emplo de es uela, la onexi%n esen ial del dogma y la vida. Ba no se sabe lo que signifi a Qser redimidoR, porque ya no se mira el misterio de #risto en su plenitud, en su totalidad. El #risto total no es s%lo 9ios, sino 9ios y el hom!re Cristo, Dios hecho hom!re. T<or qué est" lo de isivo en la encarnación< <orque ahora tenemos entre nosotros un hombre que es 9ios. /enemos un hermano, que es 9ios. 1uestra propia arne y sangre, nuestro ser, no llevan ya la maldi i%n de 9ios, sino que son levantados del QnoR al QsíR, de la nada a la plenitud. .omos de la ra+a de 9ios. #on el 3ombre&9ios se tendi% un puente sobre el abismo. 9o que es esen ial en nosotros, lo que nos ha e hombres, nuestra naturale+a humana, fundamental y ob)etivamente ya no est" aquende, sino allende el abismo. <orque en #risto fue levantada a la uni%n m"s íntima que on ebirse pueda on la divinidad, a una uni%n tan substan ial, que la naturale+a divina y humana tienen un solo yo, la segunda <ersona divina, el QGerboR. (sí, la :K

en arna i%n fue la úni a ondi i%n y el fundamento de la a tividad redentora y de nuestra salva i%n. <ero, T %mo se omprende que el milagro de la en arna i%n, obrando en un solo e)emplar de nuestra espe ie, redunde en prove ho de toda la espe ie, de toda la naturale+a humanaU TB %mo se omprende que el <adreb elestial a epte el sa rifi io omo satisfa i%n por toda la humanidadU 9a expli a i%n est" en que fue el QGerboR divino que se en arn% y llev% a abo la obra de la reden i%n. <re isamente por ser el mismo prin ipio reador el que tom% forma humana, pudo también #risto, omo 3ombre& 9ios, ser el principio creador de una nueva humanidad. Ml no es tan s%lo un hombre, sino el hombre, no un miembro singular de la humanidad, sino la #abe+a de la humanidad, su nuevo prin ipio, el primogénito entre mu hos hermanos, el nuevo (d"n. #omo el primer (d"n, progenitor del género humano, no era, según el designio espe ial de 9ios, un hombre omo los dem"s, sino el hombre, el representante, puesto por 9ios, de toda la espe ie, el que en su esen ia ontenía en germen la suma de todos los hombres posibles, el nosotros personifi ado de la humanidad el úni o hombre uya aída y destino había de tro arse en aída y destino de todos los hombres, así también el que se hi+o hombre es, por su uni%n hipost"ti a, fuente y prin ipio de una nueva espe ie, es el nuevo hombre, que lleva en germen a todos los hombres llamados a la salva i%n y uyo ser y destino son nuestro ser y nuestro destino. 8a sola diferen ia entre (d"n y #risto, por lo que se refiere a su rela i%n on la humanidad, onsiste en que la onexi%n de los hombres on el primer (d"n des ansa en la unidad natural de la espe ie, y así se estable e sen illamente por la pro rea i%n orporal, mientras que nuestra unidad solidaria on #risto se funda en un a onte imiento espiritual, aún m"s, sobrenatural, en la propia entrega de 9ios, y por esto s%lo se al& an+a mediante un a to espiritual, por la regenera i%n sa ramental. <ero aquí omo allí queda en pie esta verdadV En (d"n, omo en #risto, se ontiene en germen toda la humanidad llamada a la salva i%n. /ambién el segundo (d"n, el 9ios en arnado, #risto, est" en una rela i%n, en una onexi%n substan& ial on toda la humanidad ne esitada de reden i%n. <or lo tanto Wen sí mismo onsideradoW, no es aún el #risto perfe to, total. El #risto perfe to, total, ne esita que todos los redimidos le sean :1

in orporados. Ellos son su QpleromaR, su plenitud. Ml es la #abe+a, ellos son sus miembros. El que di e Q#ristoR, di e al par Q#omuni%n de los ristianosR. 1o hay un #risto solitario, una figura solitaria de #risto. 9o hay m%s #ue el solo Cristo de la plenitud= #abe+a y #uerpo, un solo #risto. B, por esto, tampoco hay ning'n, cristiano solitario. 9onde est" el ristiano, allí est" también #risto y la plenitud de sus miembros. B de ahí que nun a nos hallamos solos y solitarios frente al 9ios santo. .iempre estamos en Cristo delante de 9ios, ompare emos siempre en uni%n substan ial on el 3i)o unigénito delante del (ltísimo. QEl estar en #ristoR no puede suprimirse en nuestra entidad ristiana, omo no puede suprimirse en nuestro ser natural el respirar, sentir y pensar. #risto es el nuevo ambiente de vida en que se reali+a toda nuestra a tividad religiosa, nuestra ora i%n y peniten ia, nuestra gratitud y nuestra alegría. (ún m"s, nuestros mismos a tos de un orden natural Wque, sin embargo, en su fondo est"n influidos religiosamenteW, nuestra a tividad y labor, nuestras lu has y sufrimientos, y también nuestra muerte, se reali+an en este ambiente de vida. 1un a traba)a y sufre y muere el ristiano QsolitariamenteR. .iempre es un vivir y un morir en la plenitud, en la omuni%n on #risto y sus miembros. B porque #risto, nuestro hermano, nos sa a así de nuestra soledad y nos levanta a su nuevo ír ulo de vida divina, por tal motivo nos pertenece verdadera y realmente todo lo #ue Cristo, el primog.nito entre los hermanos, hi o por nosotros... hasta llegar a derramar su sangre en la ru+. 1ada hay en la vida de #risto, ninguna ense'an+a y ningún milagro, ni pade er hambre y sed, ni llanto, ni que)a, ni sufrimiento, ni muerte, que no sea a la ve+ nuestro. /oda su tremenda obra, desde @elén pasando por 1a+aret hasta el /abor, y de aquí hasta el $%lgota, esta obra maravillosa de la entrega m"s pura a su <adre elestial, ante quien enmude en los "ngeles y palide en los santos, nos pertene e en el sentido lleno de la palabra. Q8a <asi%n de #ristoR, di e .anto /om"s H.. th. ---, 65, ,I, Qnos pertene e del mismo modo que si la hubiésemos umplido nosotros mismosR. <or lo tanto, no es que nosotros podamos ser redimidos on s%lo imitar en nuestra vida, según la mente y el espíritu de #risto, esa obra maravillosa. 4as tampo o es que los méritos de #risto s%lo sean condición :,

necesaria, pero no la su!stancia esen ial, el meollo propiamente di ho de nuestro nuevo valor delante de 9ios, de nuestra reden i%n. 1o, lo esen ial, lo de isivo de uanto se tiene que ha er para expiar nuestra ulpa, est" ya umplido por nuestro hermano, que es 9ios. 8o que el hombre ha de ha er omo propi ia i%n de la )usti ia de 9ios, substan ialmente lo umpli% y lo anti ip% #risto. Ml se hi+o en un sentido real, y no tan s%lo en sentido derivado, el #ordero de 9ios, que quita nuestros pe ados. Ml pag% ya verdadera y realmente el res ate por nosotros. #ualquiera, pues, que, reyendo en #risto, sea bauti+ado en su santísimo nombre ha de ha er omo propi ia i%n de la )usti ia de hi)os de 9ios. 1o pesa ya sobre él ningún reato. Es de 9ios. B lo que él, el redimido, haga, adem"s, personalmente para expiar y satisfa er, re ibe su impulso y ontenido úni amente de la obra redentora de #risto. <ero reden i%n no signifi a tan s%lo libera i%n de la ulpa. <orque la satisfa i%n sobreabundante que #risto ofre i% no es de ninguna manera un mero a onte imiento hist%ri o, limitado en el tiempo, que haya re on iliado de una ve+ para siempre al 9ios airado. Es un Qh"gaseR ontinuo, readorS es fuer+a y gra ia, que libra al bauti+ado de todo reato pre isamente por despertar en él una vida nueva, sobrenatural, el espíritu del Redentor que lama Q(bba, <adreR. (sí se omprende f" ilmente por qué el prin ipio de la salva i%n y nuestra perseveran ia en el bien es para nosotros, ristianos, una gra ia inmere ida, inmere ibleS por qué no hay ningún mérito verdadero para nosotros que no se deba a la uni%n Wllena de gra iaW on #ristoS y, finalmente, por qué allí donde nuestra vida de redimidos, de gra ia santifi ante, empie+a o se renueva, se ha e mu ho m"s profunda y se despliega m"s que nuestro a to o esfuer+o personal, éti o&religioso, allí est" la pura bendi i%n de gra ias, a que no éramos a reedores, de uno de los siete sa ramentos. 8o que nos to a ha er al re ibir estos sa ramentos Wsegún ense'a la -glesiaW es Qno poner %bi eR, es de ir, no oponer obst" ulo a la gra ia. Esta expresi%n es gr"fi a. 8a -glesia evita on toda inten i%n hablar de un traba)o positivo de nuestra parte. :7

(sí quiere mantener firme en todos los asos la verdad de que no nos redimimos a nosotros mismos, sino que nuestra reden i%n es obra de #risto. .i queremos dar un giro positivo a la expresi%n de la -glesia y determinar on m"s pre isi%n en qué onsiste nuestra oopera i%n a la reden i%n por #risto, lo primero que resalta on erte+a es que esta oopera i%n no puede redu irse a confiamos iegamente a la gra ia de #ristoS por lo tanto, no puede ser lo que el protestante llama fe fidu ial. #iertamente es ne esario onfiarnos a #risto. Es un amor que empie+a a germinar. 4as la onfian+a sola no basta. 1o es m"s que una fun i%n par ial, una fun i%n del sentimiento. /odo el hombre pertene e a #risto y a su $ra iaS por lo tanto, también le pertene e nuestro pensar, y, antes de todo, nuestro querer moral. Fni amente quien afirma on fe y amor la obra redentora de #risto, puede ser redimido. #omo es natural, el pe ado original debilit% y atrofi% nuestras aptitudes religioso&morales, mas no las aniquil%. .iempre tiene el hombre la fa ultad de per ibir lo religiosomoral, por lo menos en el sentido de que puede ver y apre iar lo santo en lo que tiene de espe ífi o, de pe uliar, aunque no lo haga suyo. (sí, el hombre est" apa itado, y, por apa itado, también obligado a tomar posi iones on todo su yo superior, on su entendimiento y su voluntad, respe to a la obra redentora de #risto. 4i fe en la reden i%n s%lo ser" íntima y verdadera si todo mi ser se de)a apresar por ella, si yo, por tanto, no s%lo onfío en ser redimido, sino que pongo Wen uanto de mí dependaW mi pensar y querer, mi fuer+a religioso&moral, al servi io de mi reden i%n. 8a obra de #risto ha de ser, en ierta medida, mi propia obra. 3e de querer abrir en mí ampo libre a la opera i%n de la gra ia. <ara hablar on exa titud, es pre isamente en esta mi buena voluntad que el valor ob)etivo del a to redentor de #risto tiene su reali+a i%n sub)etiva. (sí se distingue, por ierto, una trama personal en el te)ido de mi reden i%n. <ero, por otra parte, sería err%neo e#uiparar mi oopera i%n personal on la influen ia redentora de Jesús y mirarla omo un fa tor independiente, de igual orden, que va paralelo on la opera i%n salvadora de #risto. <orque el gran prove ho que rindi% la ontienda de la -glesia on los semipelagianos fue pre isamente la defini i%n dogm"ti a de que :C

en todo el pro eso de salva i%n, en su prin ipio, en su desarrollo y en su onsuma i%n, la iniciativa viene ex lusivamente de 9ios y de su gra ia auxiliadora que Ml nos omuni a mediante #risto Redentor. 1un a viene del hombre. 8a oopera i%n del hombre, su fe y arrepentimiento, su peniten ia y todo su as etismo, su amor a tivo nun a es asunto parti ular, ni siquiera asunto principalmente suyo, sino que en su sentido primario y preeminente es asunto de Dios. .e reali+a Qpor #risto nuestro .e'orR. (sí pues, no de mí, sino de la ini iativa divina depende en primer lugar el que yo oopere en el pro eso de reden i%n, omo de ella depende también el u"ndo y el %mo de ésta oopera i%n. 4i a tividad personal, humana, tiene su impulso m"s profundo y último, no en la voluntad humana, sino en la voluntad amorosa del divino Redentor, en lo que los te%logos llaman Qgra ia prevenienteR. Es ierto que el impulso de 9ios nun a ha e violen ia al querer humano. (l ser visitado el hombre por la divina gra ia, ni un momento de)a de ser due'o de sí mismo. 1o obstante, queda en pie, por ser verdad revelada, que todo uanto el hombre aporta de ose ha propia a su reden i%n tiene su raigambre en el impulso espe ial del amor divino. 8a a tividad humana est" empalmada de un modo misterioso, o ulto para nosotros, on la a tividad divina. 8o que nos in ita, lo que nos impele a movernos en el amino de la reden i%n y lo que nos mantiene de ididamente en este movimiento, es úni amente 9ios y la gra ia de #risto. 9e ahí que mi oopera i%n a la reden i%n, si bien se onsidera, no me pertene e úni amente a mí. Es también y sobre todo la opera i%n de Cristo en mí. Q1o somos vida nosotros mismos, sino que tomamos parte en la vida de #ristoR H(gustínI. 1i siquiera puedo de ir Q.e'or Jesús sino por el Espíritu .antoR H- #or. 1,, 7I. /odo uanto brota de bueno en el redimidoV toda vera idad y fidelidad, toda pure+a y aridad, na e de la gra ia del Redentor y se empapa de su sangre redentora. 1o podría sostenerse ni un instante m"s sin esta gra ia. <or esto la moralidad ristiana es esen ialmente distinta de la moralidad del mundo. 1os hallamos ante un milagro= #risto vive en mí. :>

9e ahí que depende ompletamente de la libre elección de la divina gracia, y no de mí, la forma y la amplitud en que se desarrolla y se onsuma esta virtud, llena de milagros, y la medida en que ha de Qmanifestarse la vida de Jesús en nuestra arne mortalR H, #or. C, 1KI. Fni amente de la libre ele i%n de la divina gra ia depende el que yo esté entre los ompletamente peque'os o los ompletamente grandes en el reino de 9ios, el que llegue, a través de pe ados y ru+, al ora+%n del Redentor, o que onsiga la palma por un amino llano. B todo mi as etismo, toda mi labor seria para salvarme, todas las buenas le turas, todas las ora iones, son en su fondo último y m"s profundo Wallí donde entran en mi on ien ia en forma de inten i%n que germina y de a to que empie+a, y pasan después a mi voluntadW don y gra ia, influen ia y obra del amor redentor, en lo último y m"s profundo no son mi propia a tividadS ya es el soplo del Espíritu... .e reto, ines rutable, es el misterio. QEl espíritu sopla donde quiereS tú oyes su sonido, mas no sabes de d%nde sale o ad%nde vaS eso mismo su ede al que na e del espírituR H-o. 7, :I. .i, partiendo de esto, se quiere determinar m"s e'idamente qué es lo que el hombre, de su simple naturale+a y del %m!ito de sus fuer as naturales, por s" sólo aporta a su reden i%n, y qué es, por tanto, lo que realmente le pertene e a él y no también y prin ipalmente a la ausalidad divina, enton es habr" de afirmarse on un giro positivo que el hombre ha de estar apare)ado para #risto y su fuer+aS ha de estar del todo abierto, interiormente despierto para el Redentor y su gra ia. Enton es Q ooperar on la gra iaR no signifi a otra osa que afirmar en mí respetuosamente y onservar on valentía la ini iativa, el impulso que mi obrar re ibi% de 9ios, o m"s e'idamenteV no oponerse a este impulso de un modo obstinado ni pararlo apri hosamente. Q#ooperar on la gra iaR no signifi a, pues, fundamentalmente otra osa sino ser Qde buena voluntadR. Mste es el mensa)e de 1avidadV Q<a+ en la tierra a los hombres de buena voluntad.R 9e modo que es algo muy peque'o y sen illo lo que yo aporto de propia ose ha. Es, según su ontenido natural, una obra tan peque'a omo la del tierno ni'o que no se opone a que su padre le levante y tome en las propias manos las del peque'uelo para que éste pueda al an+ar on sus propias mane itas una man+ana del "rbol de 1oel. B el padre di e al ni'oV Q3as ogido la man+ana, la man+ana es tuya.R :6

Esto es lo úni o que ne esitamosV el peque'o y sen illo a to de voluntad del tierno ni'o. 9e aquí re ibe una lu+ lara el sentido y el ontenido de nuestro ristianismo. Q.er ristianoR signifi a ser redimido, no por la propia fuer+a, sino Qpor #risto nuestro .e'orR. Q.er ristianoR signifi a saber que en #risto lo tengo todo. 1o hay des& aliento donde est" #risto. 1inguna palabra del mensa)e de #risto tiene un sonido m"s vibrante que la de QN#onfíaPRV QN#onfía, hi)o míoPR, QN#onfía, hi)a míaPR 1ada reprueba el .e'or m"s resueltamente que el Qpreo uparseR, el QtemerR. QT9e qué teméis, oh hombres de po a feUR H4atth. :, ,6I. Q9a pa+ sea on vosotros. .oy yoV no tem"isR H8u . ,C, 76I. B esto rige no solamente para la vida natural, sino también para la sobrenatural, para sus difi ultades y peligros. B rige de un modo prin ipal en el desaliento por el pe ado. En donde est" #risto, allí se ha esfumado la preo upa i%n. El entro de gravedad de nuestra nueva postura, m"s que en la lu ha es rupulosa ontra el pe ado, est" en el amor valiente a #risto. <or esto amonesta Jran is o de .alesV QN4"s amor al bien que te& mor al malPR Es posible que rein idamos una y otra ve+ en el pe ado. T3ay ristiano que nun a haya aídoU Q.er ristianoR no signifi a no Q aernosR nun a, sino, m"s bien, no quedar tendidos después de aer, lamar a Jesús siempre desde el abismo de nuestra ulpa, y de)arnos levantar siempre por su mano. 4ientras viva esta fe amorosa, este amor reyente, mientras nuestra alma se abra de un modo in ondi ional e ilimitado a #risto, nuestro amino nos ondu ir" al <adre, aunque, al pare er, se pierda en abismos y pre ipi ios, qui+"s en pantanos resbaladi+os, y, a ve es, hasta en las aguas siniestras de un mar embrave ido, y arranque de nuestros labios el gritoV Q.e'or, s"lvanos, que pere emos.R <or esto, el mensa)e de #risto es, en sentido real, profundo y go+oso, un QEvangelioR, una @uena 1ueva de la nueva libertad de los redimidos. QGivid siempre alegres en el .e'orV vivid alegres, repitoR H<hil. C, CI. #ristianismo es alegría en el .e'or. #ristianismo es fe que traslada monta'as. #ristianismo es ontinua a i%n de gra ias. Q9ad siempre gracias por todo a 9ios <adre, en el nombre de nuestro .e'or Jesu ristoR HEph. >, ,KI. <orque s%lo así es verdad y no mentiraV 5omos redimidos. N9eo gratiasP :=

EL CAMINO A CRISTO

2na no he obs ura, ta'ido festivo de ampanas, iglesia inundada de lu+, hombres silen iosamente alegres, misa de 1avidad. El misterio de @elén se renueva en el altarV Q#risto ha na ido para nosotros. Genid, adorémosle.R .oy un solitario entre los solitarios, separado por un abismo infranqueable de todo t'. B adem"s esta ertidumbre espantosaV yo soy. 4"s pre isamenteV yo no soy el otro. Bo soy yo. .oy un mundo propio. T2n ha+ de fuer+asU 1o. TEl due'o de estas fuer& +asU 1o, sino uno que habría de ser due'o de estas fuer+as. <or tanto, uno que no es due'o de ellas. <or tanto, uno que tiene la guerra en síS por tanto, un yo dividido, un yo sin pa+. (ll" en lo alto re orren su %rbita las estrellas. .aben ad%nde van. 0 m"s bienV no lo saben. .en illamente son llevadas. T(dondeU 1o lo sé. 1adie lo sabe. TLué signifi a el mundo de las estrellas all" arribaU 1o lo sé. Es omo un fantasma. TB la naturale+a dormida all" fuera, ba)o la nieveU TEs para míU 1o, las flores se despertar"n en la primavera, aun uando yo no esté aquí. (un uando ya no haya hombre alguno. /ambién la naturale+a que me rodea es un fantas& ma. Estoy solo. 1o tengo onmigo m"s que el desasosiego, la ontradi i%n, el querer saber y el no saber, el tener qué ha er y el tío poder. En mi ser se ru+an mil líneas. <asando por mí, todas se dirigen m"s all". ( la le)anía. #omo las ramas des arnadas del peral delante de la iglesia. T(d%nde he de irU T9e d%nde vengoU /an s%lo sé que ayer no existía aún y que ma'ana no existiré. 2na hispa que se apaga, una ola que pasa, un sonido que se desvane e. Enton es se anun ia desde el altarV Q2n ni'o nos ha na ido, se nos ha dado un hi)o...R El 9i$o del pese!re no es omo otros ni'os de una. Es 9ios, el -nfinito, el 0mnis iente, el /odobondadoso, el /odopoderoso, 9ios sin 1ombre, el 4isterio. 9ios el /remendo, 9ios el (dmirable 9ios... Tni'oU El -nfinito... Ten pa'alesU El .in 1ombre... Tni'o )udío, Jesús de 1a+aretU ::

Jam"s han pronun iado los labios humanos osa m"s atrevida. 1o, no es solamente atrevidoS es temerario, es una blasfemia. TB si, on todo, fuera verdadU .i hay Dios, Tpuedo yo pleitear on El, se'alarle lo que Ml puede o no puede serU T1o se desha en en polvo mis pensamientos ante los pensamientos de 9iosU T1o se rompen todas las reglas de la experien ia, uando apare e 9iosU <or lo tanto, no he de apresurarme en de irV es un ontrasentido, es una blasfemia el que 9ios se haya he ho hombre. 1o me es lí ito de irlo, ya que es 9ios quien se ha he ho hombre. En su pensar y querer infinitos est"n apare)adas todas las posibilidades llenas de sentido, también la posibilidad de @elén. T<or qué no ha de ser posible que 9ios se me revele en la figura de un ni$o, si es que quiere revelarseU 7l #ue se revele es el milagroS no el que se revele en un ni'o. .i 9ios ha querido unirse on la naturale+a humana WVTy quién puede prohibirle el quererloUW, Td%nde tenía que ha erlo sino en el punto en que prin ipia la existen ia humana, en el seno de la GirgenU B si 9ios quería redimir mediante su en arna i%n a toda la humanidad, también a los peque'os y humildes Wy otra ve+ el quererlo depende úni amente de su benepl" itoW, Tpodía el milagro de 1avidad ser bastante sen illo y pobre para ins ribirse en el ora+%n de iodos los hi)os de los hombresU T1o son pre isamente la pobre+a y la humanidad el ropa)e natural de la divinidad en la tierraU 9a púrpura y la seda de una una imperial, Tno habrían o ultado la gloria de lo divinoU QN(dmirable misterio ristiano de la ba)ada de 9ios a la prisi%n obs ura, húmeda, del uerpo de la mu)er de un arpinteroP N(dmirable na imiento de 9ios en un establoP N#%mo suenan estos misterios de fe ristiana on aquello que ya nuestra ra+%n debía esperar de la m"s profunda revela i%n de 9ios respe to de su esen iaPR H. helerI. 1o, no aeré en error por ver al 9i$o/ los pobres pa'ales no me estorban. (sí tenía que ser, si 9ios quería venir a nosotros. <ero, :es que ha querido venir a nosotrosU TEl -nfinito que llena el ielo, al peque'o planeta que se llama /ierraU TEl .anto y <erfe to, a nuestro pe adoS el Eterno, a nuestro tiempo, el tiempo del Emperador (ugusto, uando #irino era pro urador de .iria...U (quí a aba iertamente toda expli a i%n y avila i%n. (quí est" el gran misterio, el milagro. (quí est"n también la fe y la in redulidad. El mensa)e de 1avidad re+a de esta maneraV (m% :5

tanto 9ios al mundo, que no par% hasta dar a su 3i)o unigénito por nosotros. #osa tan tremenda omo es el querernos hasta el punto de entregar a su unigénito, hay que reer de 9ios. Es una fe atrevida, impertinenteS es una onfian+a que ex ede toda medida. El que tiene esta onfian+a, ree firmementeV 1.c que hay un 9ios personal, vivoS ,.c que este 9ios tiene un 3i)oS 7.c que este 9ios, feli+ on su 3i)o, se in lina a nuestro polvo Wes el olmo y lo m"s atrevidoW, sí, que hasta lo quiere, lo ama tanto, que nos revela las m"s íntimas profundidades de su ser y de polvo reviste a su propio 3i)o, para que este 3i)o revestido de polvo redima el polvo. TEs realmente esta fe una confian a en 9ios, o m"s bien una falta de fe de las peoresU, Tfalta de fe, que me+ la lo divino on el polvo, aún m"s que divini+a el polvoU <or tanto, falta de fe llena de egoísmo y altive+. Efe tivamente, la afirma i%n de que el 3i)o de 9ios se en arn% sería de una altive+ y falta de fe insolentes, si no fuera m"s que... afirma i%n humana. Enton es, omo es natural, no habría indigna i%n ni ielo que se subleven lo bastante para re ha+ar debidamente esta afirma i%n. <ero, Tqué de ir, si es palabra de Dios< T.i 9ios realmente nos ama tanto, que se nos da a sí mismo en su 3i)oU TEs lí ito que mi respeto a lo divino y el ono imiento de mi me+quindad lleguen al extremo de re ha+ar el pesebre a pesar de todo y de irV .e'or ap"rtate de mí, porque soy hombre pe adorU T1o asoma por los resqui ios de mi indigen ia un orgullo repugnanteU y Tno apare e sin areta mi respeto omo terquedad puerilU .i Dios me ofre e un don, aunque sea el m"s grande, y aunque sea su mismo 3i)o, enton es mi alma no puede sino, onmovida por su peque'e+, arrebatada por su amor, lamar desde lo m"s profundo de su serV Q3e aquí la es lava del .e'or, h"gase en mí según tu palabra.R 9e otra manera despre io sus dones y me lan+o a querer pres ribir yo mismo a 9ios lo que Ml ha de ha er y lo que ha de de)ar de ha er. N0h, nosotros hombres tor idos, de estre ho hori+onteP, T u"ndo aprenderemos a no tomarnos a nosotros mismos por medida de todas las osas, aun de las divinasU <ero no es tan s%lo que la falta de fe quiera dar le iones a 9ios. Ga m"s all", se mete con el mismo Dios vivo, con su amor generalmente creador. .e murmura ontra el pesebre y por ende, implí itamente, ontra el 9ios personal, vivo, ontra el 9ios que es amor, amor que se entrega porque quiere. 4as este 5K

amor no brilla en ninguna parte tan subyugador, tan in reíble, tan impetuosamente apremiante, omo en la santa 1avidad, en que lo divino se manifiesta Q orporalmenteR en figura humana. El QnoR ateg%ri o a @elén es un QnoR ateg%ri o al 9ios vivo. En el fondo, la in redulidad no va ontra los pa'ales, ni siquiera ontra la en arna i%n de un 9ios, sino contra este Dios vivo. Luede esto bien sentado antes de proseguir. T<or qué re ha+a la in redulidad al 9ios vivoU T8o recha a realmente, o s%lo indaga y pregunta on duda, on desespera i%nU 9onde habla la incredulidad, donde el QnoR se lan+a helado y agudo ontra el QsíR, allí hay uno que re ha+a a 9ios, allí hay un obstinado )yo no #uiero reerR. <rimero hay el querer, después viene el pensar. T<or qué no #uiere el in rédulo a un 9ios vivoU <re isamente por ser vivo. 1o toma posi iones ontra el 9ios de uartito reservado, ontra el 9ios )ubilado del deísmo. ( este 9ios lo admite. 4enos se desmanda ontra el 9ios atado a la naturale+a, ontra el alma general, el espíritu primitivo, la voluntad primitiva del monismo. .u QnoR se dirige tan s%lo al 9ios vivo. T<or quéU El /odo&Givo no se de)a mandar. Give su vida propia. 2na vida que, porque es vida infinita, est" sen illamente por en ima de todas las formas de vida asequibles a nuestra experien ia, que por tanto no ae ne esariamente en el ír ulo de la experien ia humana, que no se de)a aptar ni por el teles opio ni por el mi ros opio, ni en uadrar en la tabla de ategorías del fil%sofo, que por lo mismo no puede por vía experimental ser ir uns rita, ni des rita, ni medida, ni oordinada en nuestro pensar. .í, una vida que ualquier día, a ualquier hora puede irrumpir de improviso en nuestro mundo y poner en él algo nuevo, un nuevo prin ipioS que, por lo tanto, redu e de antemano a ondi i%n de eventuales toda suposi i%n y todo "l ulo humanos. 2na vida que exige, que manda, que no abandona al hombre a sí mismo, sino que lan+a un imperativo ateg%ri o en medio de los deseos humanos y amena+a toda arbitrariedad, toda independen ia humana. 9e modo que la osa es laraV la in redulidad no quiere a un 9ios vivo, porque quiere pertene erse por ompleto y ex lusivamente a sí misma, quiere ser Qella mismaR. Replegada en sí misma siente a este 9ios omo un peso. (sí también el ni'o quisiera pertene erse a sí mismo al )ugar. #ho a on el pensar 51

m"s maduro y la voluntad firme del adulto. 8o que quiere es onstruir en la arena sus peque'os pensamientos y planes. TEs un ni'o el in réduloU 1o, es mu ho m"s peque'o todavía. <orque no s%lo choca on el espíritu y voluntad superiores, sino que los recha a. B esto no es ya una mentalidad infantil. Esto es insensate+. <orque, en una reposada reflexi%n, yo, el otro, todo el mundo, apare emos omo algo imperfe to, algo por todos lados in ompleto. <or todas partes límite y fin, por todas partes líneas que se quiebran repentinamente. El pensar no es otra osa que ha erme ons iente de estos límites, el querer no es otra osa que re ono er mi impoten ia, el sentir no es otra osa que un estreme erme ante los abismos, al borde de los uales voy tambaleando. .oy un hoque de ser y no ser. #ualquier osa que haga lleva la mar a del pere er, de la tenden ia al no ser. Esto se omprende por sí mismoS esto lo veo inmediatamente, si me veo a mí. <ara esto no ne esito profundas filosofías. (ntes bien, es prerre#uisito de toda filosofía. B por esto es gran desatino rela ionarlo todo a sí mismo, quererse poner a s" mismo omo fin último y sentido último, pensar y obrar Wyo, que soy lo limitado en personaW omo si fuera lo absoluto. B por esto es inmoral adoptar de antemano una postura espiritual que pone obst" ulo a toda indaga i%n honrada to ante al fin y sentido último de mi existen ia, y obstinarme en no querer admitir una vida que sen illamente sea superior a mi vida. Esto es un ha erse 9ios uno mismo, una egolatría orgullosa, mentirosa, que pe a contra el fondo manifiesto de mi serS esto es terquedad, esto es rebeli%n de es lavos. En definitivaV mi propio ser me obliga a ontar fundamental, interior y honradamente on la posi!ilidad de que mi peque'a vida tenga su origen y ob)etivo en una vida primera, poderosa por sí misma. Msta es la postura del reyente. .%lo ella es ra+onable y onforme a la moral. <ero, Tme basta para llegar al 9ios vivo a eptar la posi!ilidad de su experien iaU /odavía no. Estoy solamente en amino ha ia El, o, por lo menos, no he errado todavía on obstina i%n el amino que ondu e a Ml. T<uedo andar este aminoU T3e de andarloU TEstoy obligado a andarloU Esto no depende 'nicamente de m". .i realmente hay un 9ios personal, vivo, un 9ios que tiene el ser por .í mismo, que es el ser lleno, 5,

total, propio, enton es es laro que Ml no me ne esita a mí ni ne esita mi fe, y es pura bondad y gra ia si se revela a mí. <or, esto no se habría de de irV Tdebo, estoy obligado a reerU, sino Tme es permitido reerU (l preguntar por el 9ios vivo, la pregunta ha de ser, por ley de su propia naturale+a, una pregunta que imploraV N.e'or, ayuda tú mi in redulidadP #on otras pala& brasV la uesti%n relativa al 9ios personal nun a es una mera uesti%n filos%fi a, sino también un a to .tico y religioso. #on esto se distingue espe ífi amente de toda otra uesti%n, p. e). la relativa a los huéspedes de las hormigas. El interés puramente filos%fi o por el 9ios vivo es un interés profano, no santo y, por lo tanto, desviado. .i hay realmente un 9ios vivo, enton es s%lo puedo llegar a Ml pensando on un i%n de ora i%n, o, me)or aún, mediante una ora i%n llena de reflexi%n. 1o hay otro amino. #on esto ya se ha ganado mu ho terreno. .on removidas las tra!as espirituales que impiden al espíritu reado, y adem"s prendido en las onse uen ias del pe ado original, entregarse, on todo su af"n de vivir, a bus ar a 9ios Qpor las osas visiblesR. 9esde la -lustra i%n WNel siglo de la filosofíaPW, estas trabas experimentaron un al+a muy peligrosa. El dominio absoluto de la ra+%n subyug% el ora+%n y on ello el pensar que brota de lo profundo, todo el pensar, el pensar personal, el pensar irrigado por el m"s fres o sentimiento de vida. 1o re ono i% m"s que el pensar que s%lo estable e rela iones, que est" falto de substan ia. .i hay un 9ios vivo, enton es yo soy reado. Enton es todo mi ser di e rela i%n a 9ios, y por esto úni amente puedo en ontrar a este 9ios, si todo mi ser, no s%lo mis pensamientos, sino también mi voluntad y sentimientos, van de onsuno, o, m"s pre isamente aúnV si hago mis preguntas e investiga iones partiendo del on)unto de mi experien ia primordial del ser, penetrado y onmovido por los sentimientos fundamentales de mi múltiple limita i%n y desarraigo ompleto, tendiendo por ley de mi propia naturale+a al ser y deber absoluto. <ensar en 9ios sin o upar a la ve en ello todas las fuer+as del alma, tiene tan po o sentido omo querer alifi ar un Rembrandt s%lo on los re ursos del pensamiento. 9e ahí que el hombre medieval, el antiguo y el primitivo pudiesen en ontrar on m"s fa ilidad a 9ios, ya que su pensar era todavía un pensamiento integral, personal y vivo. 57

Esta plenitud de pensamiento da una nueva orientación a toda la on ep i%n del mundo. El enigma se true a en pregunta alentadora, el fantasma en expli a i%n de un sentido, el problematismo en on atena i%n y unidad. 4is indaga iones tienen ya ar" ter positivo y no negativo. 1o es un preguntar refunfu'ante, riti %n, enfermi+o, sino un preguntar edifi ante, de on)unto, valiente. ( tal modo de preguntar ontesta 9ios. #ontesta on mil se'ales de la naturale a. <or la plenitud muda de sus símbolos le on ibo on erte+a omo ausa primera, omo ser subsistente, omo fuente personal de inteligen ia y voluntad. TEs éste ya el 9ios vivo de la revela i%n, el 9ios del misterio de 1avidadU 1o, no lo es todavía. T#%mo llego, pues, a este 9iosU (l 9ios vivo de la revela i%n sólo puedo llegar mediante su revelación. 8a naturale+a sola me levanta ha ia 9ios, mas no ha e ba)ar hasta mí al 9ios vivo de la gra ia. El que 9ios quiera revelarse a mí solamente por medio de se'ales mudas, simb%li as, omo la le)anía, o quiera adem"s in linarse a mí de un modo inmediato, vivamente personal, s%lo puedo saberlo por el mismo 9ios. <or lo tanto, 1avidad presupone el mensa)e de 1avidad. 4as donde hay mensa)e, ha de haber fe. <or lo tanto, he de creer. Esto, desde luego, no es otra osa que ono er y saber. 0 m"s exa tamenteV es un ono er y saber, pero distinto en espe ie. .i el reer no fuese un ono er y saber, s%lo fuese una de isi%n exigida por la ley misma de mi existen ia, si onsistiese en entregarme resueltamente, sin titubeos, al 9ios en arnado, para salir de los funestos ontrastes que onstituyen mi ser, ontrastes de tiempo y eternidad, de materia y espíritu, de instinto y ra+%n, enton es la fe sería un salto desesperado a un abismo sin fondo, y no un salto a la tierra firme de una nueva realidad. .i reer no es otra osa que Qtener por a ae ido lo que no puede a ae erR H$ogartenI, si es, por tanto, sólo algo irra ional, un rendirse a la Qpétrea ob)etividad y estabilidad de las palabrasV et ver!um caro factum estR, enton es tiene por ompleto el sabor de un artifi ioso aturdimiento, de una autosugesti%n dogm"ti a, y no se omprende por qué motivo la Qpétrea ob)etividadR de antiquísimas, primitivas f%rmulas de he hi+o no ha de produ ir también el mismo efe to. 5C

En ambio, si lo que me mueve a reer no es la sen illa ob)etividad del mensa)e de 1avidad omo tal, sino el milagro que en el mismo se revela, es a saber, el milagro de vernos redimidos de las dis ordias de nuestro ser por la en arna i%n de 9ios, enton es desapare e lo irra ional, enton es reo por los siguientes motivosV primero, porque reflexionando me doy uenta de la hendidura que hay en mi serS segundo, porque des ubro su rela i%n on el misterio originario, que es 9iosS y ter ero, porque en el he ho de la en arna i%n veo mi salva i%n. 4i fe, por onsiguiente, es ra+onable, es una fe que reflexiona. T@asta esta fe dis ursivaU 9o basta todavía. T<uedo obligarme a afirmar la realidad de la en arna i%n úni amente porque mi ser resquebra& )ado lo e0ige< T<uede algo ser verdad por el mero he ho de que yo lo ne esitoU 1o, la ne esidad no rea una realidad, tan s%lo la muestra. :9o puedo preguntar siquiera si el milagro de la en arna i%n es una realidadU T3e de reerlo pre isamente porque mi espíritu ríti o no lo admite omo algo realU TEs, por tanto, la fe esen ialmente una QguerraR, una Q ontradi i%nRU <odría serlo, si lo divino no fuese tan s%lo algo distinto de mí según su esen ia, sino esen ialmente ontrario, si todo mi ser fuese pe ado. Enton es nada habría en mí on qué llegar a 9ios. 8o divino ho aría onmigo omo la lu+ on la obs uridadS yo sería omo un ad"ver ir uido de vida divina. T.oy un ad"verU T.oy s%lo pe adoU 1o, no lo soy. /engo pe ado, mas no soy el pe ado. /engo muertos a bordo, mas no estoy muerto. 3ay oposi i%n en mí, mas no pura nega i%n, no ontradi i%n ontol%gi a. <re isamente por esto puede mi mente no obstante sus tropie+os, on ebir el enorme problematismo de mi existen ia. B mi querer puede, no obstante sus desli es, desear la solu i%n de mis ontrastes en el 3ombre&9ios. <or ende la fe en este misterio no puede ser una flor de milagro, que brote en mí sin raigambre, sino que 9ios, úni o que puede sus itarla, la sa a de toda mi natural apa idad para re ibirle a Ml, la sa a de aquello que los te%logos llaman potentia o!oedientialis. B por esto no se abre en mí el nuevo mundo de la fe sin mi cooperación. 3e de estar apare)ado para re ibir al 9ios vivo, y escucharle uando da testimonio de .í. 9a testimonio de .í mediante su revelación. Esto no puede sorprenderme. #on esto había de ontar, si 9ios es un 9ios vivo, 5>

personal. <orque pre isamente así puede mostrarse de un modo in onfundible omo ser subsistente, omo 9ios personalV si se me revela de un modo inmediato, personal, superior al modo on que se revela en las osas de la naturale+a. <or esto siempre y en todas partes la fe sin era, firme en el 9ios personal y vivo, ha sido a la ve+ una fe en la revela i%n. 4as donde hay tal revela i%n, allí hay algo nuevo, algo inmediatoS allí hay milagro. 8a uesti%n de la revela i%n siempre es también una uesti%n sobre el milagro. En el milagro brilla ne esariamente la revela i%n, esta irrup i%n de una nueva y m"s alta realidad. <or ende, la uesti%n sobre el milagro se refiere también a la realidad de una revela i%n m"s profundamente, a la realidad de un 9ios personal, vivo. 9a fe en el 9ios vivo trae onsigo la uesti%n sobre el milagro y le da una tonalidad espe ialmente religiosa de sentimientos. #on esta postura espiritual paso revista al ristianismo. <rimero intento verlo en su fa hada, omo fenómeno de con4unto/ por tanto, no examino tan s%lo esta o aquella parti ularidad ristiana. #omo fen%meno de on)unto, lo omparo en su ar" ter religioso on las onstru iones, también religiosas, en que el hombre ha bus ado afanoso durante milenios la satisfa i%n de sus predisposi iones para lo santo, para lo divino. 8o revelante de su postura fundamental en el plano religioso&moral, su altura espi& ritual en punto a reen ias, ley moral e institu iones ulturales, se ha e patente a la primera mirada, y se a usa todavía m"s a medida que re e mi soli itud en onsultar la historia omparada de las religiones. En el ristianismo sopla un aire de alturas. 1ada hay en él de bo hornoso sensualismo ni fantasear grotes oS nada tampo o de ha er violen ia ex esiva a la naturale+a, ni negar on espíritu ansado el mundo y la vida. Es la reali+a i%n de los pen& samientos m"s atrevidos, de las nostalgias m"s finas, de las exigen ias m"s valientes, de la entrega m"s pura. .i la humanidad pudiera y quisiera vivir el espíritu del ristianismo, sería ompletamente feli+. Esta apa idad de alturas que tiene el ris& tianismo me ha e indagar sus or"genes hist%ri os. Estos orígenes se presentan unidos a la apari i%n de una figura que Wno obstante las lagunas de que est"n llenas las tradi iones relativas a ellaW dise'a el ideal del ser humano, puro, santo, sabio, bondadoso, valiente y perfe to, de un modo tan lu& minoso, on tal relieve y on todo tan sen illa y simplemente para 56

la humanidad, que ésta no puede ya librarse de su en anto. 9e esta figura ideal afirman sus amigos m"s íntimos y sus dis ípulos que se manifest% omo Q3i)oR del <adre, y se fue a la muerte on la inten i%n de idida a entregarse omo Qres ate por los mu hosR. B olo an estas ansias y pretensiones extraordinarias de su 4aestro en los mar os de una vida y de una a tividad ins%litas, úni as. 3ablan de milagros obrados en pe adores, y enfermos, y muertos. /al omo los des riben, no tienen estos milagros nada de la harlatanería petulan ia y presun i%n de que suele a ompa'arlos el ambiente ontempor"neo. .on omo un amor radiante, omo una manifesta i%n de santidad entre los miserables y los pobres. B no est"n olgados omo asualidades en la vida de Jesús, sino que son refle)os de su m"s íntimo modo de serS no pueden separarse de El. <ero lo verdaderamente inaudito, lo maravilloso de su apari i%n y de su a tividad ulmina en su resurre i%n. Msta ierra el ír ulo de la vida de Jesús, des ubre su l%gi a interior, su sentido, y así, a la lu+ de esta vida, adquiere y orrobora su imponente fuer+a de onvi i%n. <re isamente del on)unto de la persona de Jesús, de esta apari i%n Wprofundamente arraigada en la historiaW de lo santo, de lo ompletamente nuevo, de lo grande y puro, re iben las narra iones de la resurre i%n, selladas por la sangre de millares, una redibilidad hist%ri a imponente. ( la lu+ de la vida de Jesús se muestra la resurre i%n omo el (mén solemne, divino, de esta vida, omo la solu i%n del enigma de su persona, omo la palabra de isiva sobre su misterio. 4as no se agotan on esta prueba todos los testimonios que nos unen a Jesús. 8a resurre i%n no es tan s%lo un a onte imiento hist%ri o, no pertene e tan s%lo al pasado. -nfluye también en mi tiempo, y en mi tiempo est" no solamente ella, sino toda la vida de Jesús, de suerte que yo puedo lograr un onta to personal on El. (sí pues, no hemos de detenernos en una afirma i%n asombrada, respetuosa, de un mundo de prodigios desapare ido. <orque en Jesús se manifest% realmente lo divino, por esto debe haber también en Ml fuer+a readora, fuer+a divina, un nuevo prin ipio, un nuevo movimiento, una nueva vida llena de pu)an+a. 9oquiera que en la tierra haya vida verdadera, hay una vida readora. 8a vida se en iende al onta to on la vida H4ohlerI. 5=

/iene por ley de esen ia el af"n de expansi%n, de nueva forma i%n, de re imiento, onservando siempre su unidad org"ni a. .iempre en re imiento y siempre fiel a sí misma, esto es la vida. (sí también la vida del Resu itado en la tierra, si es vida verdadera, debe mostrarse omo vida de una unidad org"ni a infinitamente fe unda, de una comunidad on bríos de rea i%n. Esta nueva vida no puede hallarse en lo individual y aislado, sino tan s%lo en la vida pu)ante de una grande y santa omunidad. @us o, pues, una omunidad en que la vida y la resurre i%n de Jesús sean un QahoraR hen hido de rea i%n, en que el Jesús hist%ri o adquiera realmente su integridad y plenitud. 4u has omunidades toman su nombre de Jesús. T9%nde est" la integridad de Jesús, su plenitud readoraU 4i prin ipio de sele i%n no puede ser sino en ontrar la omunidad readora, la unidad en la plenitud. #uanto m"s ri a sea la plenitud y m"s ons iente la unidad, uanto m"s resalte la individualidad, la fidelidad a sí misma en la plenitud, tanto m"s fuerte ser" la garantía de tener delante de mí una vida real, readora. .i miro el pasado, si ontemplo el presente y si pregunto por el porvenir... ella no puede quedar o ulta. En todos los puntos de todos los a onte imientos que se desarrollan en el tiempo y en el espa io, sobresale la 2glesia católica, que abar a el mundo. /an s%lo ella, por la serie de sus papas y obispos, en una línea re ta, nun a interrumpida, nun a for+ada, llega a Jesús y a la omunidad de sus dis ípulos. /an s%lo mediante ella llego a estable er contacto histórico on Jesús. .in ella el mensa)e del #risto taumaturgo, del #risto resu itado, no sería m"s que una noti ia sorprendente, sublime, de los tiempos pretéritos. <or medio de ella, #risto Jesús viene a ser un poder inmediato del presente, viene a estar presente por la fe viva, por la esperan+a invi ta y el amor ardoroso de millares de genera iones, que omo una sola y grande omunidad unida por en ima del espa io y del tiempo, omo un solo cora ón, omo una sola lengua, lama a JesúsV Q/ú tienes palabras de vida eterna.R B la -glesia at%li a no tan s%lo onfiesa n #risto Jesús, sino que le tiene y le abra+a en sus misterios. .abe que est" verdadera y realmente unida on Ml, que es arne de su arne, espíritu de su espíritu, su QplenitudR, su Q uerpoR. 1i la madre propia, ni el propio hi)o, est"n tan er a del reyente, no le son tan íntimos, no le llegan tanto a lo m"s vivo 5:

del alma omo Jesús. Es el Rey de los ora+ones, hoy omo el primer día. 1os hallamos, pues, ante una vida readora, ante la manifesta i%n onstante de la vida del #risto resu itado. .i on fe y amor me sumer)o en esta vida, siento la fuer+a de #risto omo la sinti% la hemorroisa al to ar la fimbria de su túni a, omo la sinti% /om"s al poner su dedo en la llaga del Resu itado. El Jesús de ayer se true a para mí en el #risto de hoy. #ada una de sus palabras, ha e siglos pronun iada, irrumpe en el momento que vivo y se ha e Qespíritu y vidaR. <or esto la -glesia at%li a, mediante su vida, que ontinuamente brota de Jesús, suprime en Jesús el tiempo, y en su palabra, las letras. Ella es la vida pu)ante del Resu itado, del #risto que se desarrolla en la historiaS es la plenitud de #risto. B es la unidad en la plenitud. <re isamente así se muestra omo una vida que re e no solamente en an hura, sino también en profundidad, y que re iendo se posee siempre, se regula y permane e fiel a sí misma` y por ende nun a puede perder su ser. En su perenne unidad se muestra omo fuente de vida que brota del mismo espíritu del .e'or. 9onde hay dualidad y pluralidad, donde hay divisi%n y hendidura, allí no obra ya el espíritu auténti o de Jesús, sino el espíritu parti ular humano, allí hay un yo y un t', no un solo #risto. (llí omo yo mi propio pan, no ya aquel uno y mismo pan que ha e de Qmu hos un solo uerpoR. #ada hendidura, ada separa i%n de la unidad primitiva, trae el sello de lo no divino, de lo humano, de lo ego éntri o. 8a -glesia at%li a no es separa i%n, no es opini%n parti ular, no es individuali+a i%n, sino omuni%n en el tiempo y en el espa io, omunidad, y no omo suma de individuos, omo resultado arm%ni o de opiniones parti ulares, sino omunidad omo ser, omo una unidad suprapersonal, anterior a ada individuo, y ne esaria para que éste pase a ser miembro de la omunidad. Esta unidad suprapersonal radi a en el mismo espíritu de &es's, en la plenitud de su verdad y gra ia readora. Esta plenitud, es ierto, fluye on fe undidad sobreabundante, omo fuer+a misteriosa de vida, por todos los pueblos y ulturas, empu)ando allí, in itando aquí, formando, penetrando... pero Wya que viene del ora+%n de JesúsW sin perderse )am"s a sí misma, sin perder su forma de ser sobrenatural. <or esto no es omo un grano de oro apretado en una extra'a masa de piedra, sino omo una semilla viva que se 55

asimila todos los elementos extra'os que le onvienen, y los aprove ha según su propia ley para la onstitu i%n de su ser. ( este ser estri tamente sobrenatural orresponde lo sobrenatural de los plenos poderes, por los uales obra. /an s%lo en el dogma, en el sa ramento y en el ministerio sobrepersonales est"n la verdad y la gra ia de #risto sin el yo y el t'. <asan los siglos, surgen nuevas genera iones y, a pesar de todoV no es <edro, no es <ablo, no es <ío, noS es #risto quien predi a y bauti+a. <or esta unidad de su prin ipio sobrenatural se forma hasta las últimas élulas el ser visi!le de la -glesia. El #risto úni o ora por el úni o visible, a fin de que Qsu fe no pere+ aR, y sobre este <edro des ansa toda la -glesia visible. Ml lleva y defiende la unidad. 4ediante Ml resalta ésta on reali+a i%n visible y representa i%n sensible. Ml mane)a el QpanR que de mu hos ha e un solo uerpo. En mi fe de 1avidad domina, pues, esta santa trinidadV 9ios, #risto, -glesia. Lue el Dios revelado a mi mente y a mi on ien ia por la realidad de la naturale+a sea un 9ios que por en ima de toda traba de la naturale+a se entrega a mí en a to libérrimo de amor, lo sé de Jesu risto, en quien apare i% 9ios en forma humana. ( Cristo mismo y al ono imiento lleno de fe de las fuer+as divinas que brotaron en Ml, y a la mirada global de estas fuer+as, mirada y ono imiento llenos de fe, llego de idida e inmediatamente Hno mediante, no por vía literariaI a través de la vida puesta por Ml en la 2glesia, vida que por su unidad readora nun a quebrantada se a redita de ontinuo omo opera i%n originaria del espíritu vivifi ante de #risto, omo su QplenitudR. <orque tengo a la -glesia por 4adre, tengo a 9ios por <adre H.an #iprianoI. #onse uen ia laraV el que est" fuera de la vida de la omunidad at%li a, est" solo, est" aislado. B lo est" aun uando se une en Q omunidadR on otros del mismo pare er. Estas omunidades se asientan sobre el propio deseo de unidad, son rea iones de la propia ne esidad, estru tura iones humanas, no una funda i%n del espíritu de #risto. <orque este espíritu, por ne esidad de su ser, s%lo puede revelarse y a reditarse, en todas las etapas del desarrollo hist%ri o de su vida, omo omunidad readora, omo unidad, omo amor, omo Q#uerpo de #ristoR. Msta es su manera de revelarse. B por esto cada es isi%n y ada agrupa i%n hist%ri a est" fuera de este espíritu. Es una planta que 1KK

ha brotado por sí mismaS no es siembra de 9ios, y por esto, Q omo un tro ito de ri'%n arran ado del organismoR, sigue viviendo un rato aliment"ndose de un substrato artifi ial, mas no puede ya produ ir y mostrar una vida originaria H(ndréI. #iertamente el espíritu de 9ios sopla donde quiere. Gisita también individuos y solitarios, )udíos y paganos, pero siempre como esp"ritu del amor y de la comunidad, omo espíritu que im& pulsa a la unidad ompleta total de los hermanos. 1un a puede estar el espíritu de #risto en una omunidad que se ha levantado contra la unidad y el amor originarios. (sí, el ristiano de seme)ante Q omunidadR es un hombre solitario. #omo una lu+ brillante, olo ada en un aposento, e ha sus rayos a través de la ventana a la alle obs ura, así la omunidad de la -glesia at%li a, penetrada por la gra ia de #risto, espar e lu es de le)os sobre su amino. El ristiano solitario vive de la -glesia a la que ata a. B si esta omunidad pere iese, po o a po o se le apagarían también a él sus peque'as lu es, omo al satélite uyo sol se ha extinguido. 4"s aislado est" todavía quien se empe'a en bus ar su amino confiado en s" mismo. .e ierra deliberadamente a todo onta to on el #risto vivo, totalS y bus a la verdad úni amente en do umentos muertos. .e pare e a una persona que on toda inten i%n quiere errar los o)os a la primavera pomposa y des ifrar su rique+a por las ho)as amarillentas espar idas por el suelo. En tal aso, omo es natural, las indaga iones y los tanteos son largos, duros, asi sin perspe tivaS hay una lu ha desesperada on 9ios. B puede o urrir que esta lu ha a abe por erigirse en fin propio, que sea un )ugar a guerra entre 9ios y el hombre. #omo si el hombre quisiera probar si 9ios puede obligarle a reer. 4"s aún, omo si 9ios s%lo fuese un problema de matem"ti as o un rompe abe+as, y la solu i%n deber fundamental en la vida del hombre. #omo si el hombre pudiese ser el "rbitro en las uestiones de 9ios. NEl )uego de los <rometeidasP ( ratos un )uego insensato e indigno, y un )uego senil, pueril, no obstante el aire de ampe%n. <orque nosotros no somos <rometeoS y aunque lo fuéramos... 9ios no permite que se le robe el fuego. B así su ede que nadie levanta tanta alhara a respe to de 9ios, y, on todo, le halla tan po o omo este solitario que guerrea Q ontra 9iosR. 1K1

7l católico nunca est% solo. 1un a huye al desierto para bus ar y tentar a 9ios. Give de la plenitud, de la omunidad de aquellos en quienes #risto se forma de ontinuo. B por esto, si no permite que le arro)en de esta omunidad el lo o torbellino de la vida y el torbellino m"s lo o aún del pensar Qaut%nomoR, no orrer" riesgo de suprimir on ligere+a la realidad de 9ios que se revela de ontinuo en la fe viva de la -glesia, ni de exigir insolente que 9ios, para ser re ono ido, es riba nuevamente su nombre on ara teres visibles en la pi+arra limpia del ono imiento humano. .u espiritualidad no se pare e en nada a la de esos espíritus modernos... Qavan+adosR. 8a profunda on ien ia de la propia me+quindad, el respeto a la realidad de la naturale+a y de la historia, el sentido vivo de lo santo y ompletamente superior, la experien ia del poder purifi ador, edifi ante, beatífi o de un modo de vivir realmente ristiano, y sobre todo el sentimiento amoroso de vivir en la Q#omuni%n de los santosR de todos los tiempos y lugares..., no de)a lugar a la duda fundamental. El at%li o es el hombre positivo, su postura espiritual es afirma i%n, tesis, no nega i%n. B una tesis que brota de la plenitud, de todo el on)unto de su propio ser, omo también de la unidad errada, re ia de la omunidad. B por brotar de la plenitud, la fe es para él, no algo inasequible, no un andar a tientas, sino un he ho fundamental de su espiritualidad, un QsíR firme, un des ansar en la verdad. <or otra parte, no es que este des ansar en la verdad, propio del espiritualismo at%li o, sea una aceptación em!otada, benigna, indolente de la revela i%n propuesta por la -glesia. <re isamente porque el at%li o llama no tan s%lo su mente, sino todo su yo a la fe, pone en el a to de fe lo me)or de su ser. .u fe es un QsíR al 9ios vivo que se revela por el 3i)o en su -glesia, un QsíR di tado por una vera idad absoluta, por el respeto, la humildad, el amor, el noble sentir. <or lo tanto, est" lleno de tensi%n y fuer+a moral. 2n QasentimientoR que llegase por el mero amino de la tradi i%n, que radi ase s%lo en la ostumbre, no estaría a la altura de la fe at%li a ni se distinguiría esen ialmente de la a epta i%n y heren ia de tradi iones y usos profanos. 8a fe es un a to que ha de umplirse hoy y ma'ana y siempre. .íS uando la fe del at%li o sienta el soplo del espíritu de ontradi i%n que viene del reino de la nega i%n estéril, 1K,

Qavan+adaR, podr" su eder que se entable una lu ha por Dios, mas nun a una guerra contra Dios, una guerra que expulse violentamente a 9ios del alma, para empe+ar después, a base de esta Qlimpie+a de 9iosR ompletamente Qsin hip%tesis previasR, a indagar el problema de 9ios. 8a 4adre -glesia le estre ha on sufi iente intimidad la mano, y él se inmerge lo bastante en el río de vida de la omuni%n de los santos y de la gra ia, para que ya no pueda indagar los dere hos de la fe de otra manera que partiendo de esta vida exuberante. .us preguntas e indaga iones ser"n siempre las de un amor vividoS ser"n siempre preguntas e indaga iones de quien bus a onta to y sostiene onta to on la -glesia viviente. B la gra ia de la fe que hay en esta -glesia dar" siempre bastante lu+ y fuer+a a su alma para preservarla de respuestas y solu iones tor idas. T9e modo que a fin de uentas la fe at%li a des ansa 'nicamente en la -glesiaU .i on esto se quiere mover uesti%n sobre el 'ltimo fundamento de certe a que tiene la fe at%li a, enton es basta lo que llevamos expuesto para preservar del error de reer que el at%li o pueda ver la -glesia visi!le omo m%vil último, de isivo, de su fe en el mundo de misterios de la Revela i%n. 9onde haya lo in on ebible, donde haya misterio, allí no puede ser sino el llamamiento de Dios, la gracia de arri!a, que rinda mi ra+%n a lo in on ebible. #omo omunidad visible, la -glesia infalible guarda, atestigua, expli a, defiende mi feS mas no sostiene sus m"s profundos imientos. #on todo, aun uando no se trate de estas últimas profundidades de la fe, del ontenido de la revela i%n, pre'ado de misterios, sino de re ono er su umplimiento y realidad hist%ri os, aun uando se dis uta la redibilidad que mere en los testigos de la revela i%n, sobre lo ual ya puede emitir )ui iosamente su fallo nuestra ra+%n natural, aun en este aso es la fuer+a salvadora de la gracia divina la que en último término libra nuestro espíritu Wgravado on las onse uen ias del pe ado originalW de toda estre he+ ego éntri a en el pensar y querer, y le abre los o)os para ver la plenitud de verdades y valores que resplande e en el testimonio evangéli o. 9e modo que no es la 2glesia visi!le quien 1K7

de ididamente me ondu e a la fe, sino 9ios de quien yo reo que obra en mí mediante su gra ia. #reo en 9ios por amor a 9ios. T#%mo sé que Dios e0iste< 1o he visto a 9ios ara a ara. T#%mo puedo de irV 9ios existeU #on erte+a meramente natural, es de ir, on aquella erte+a que mi ra+%n puede lograr mediante un estudio sereno y sin%pti o de los asos dados en la naturale+a y en la historia, puedo formar mi 4uicio de credi!ilidad fund"ndome Walgo así omo lo hi imos al dar una mirada de on)unto al ristianismoW en la forma pe uliar que puede retar todos los métodos QnaturalesR, forma en que se me presentan el ristianismo y la -glesia, y afirmarV 3a de haber 9ios... si el fin de todas las osas no ha de ser la sinra+%n. 1o puedo reer que tras tanto esfuer+o por la verdad y tan serias indaga iones, tras tanto dis ernimiento y espíritu, tras tal aparato de se'ales y pruebas, tras tan noble sentir y pure+a, rique+a y bendi i%n, no haya m"s que un error, una ilusi%n grande. El error de los (p%stoles y dem"s testigos de la fe re aería sobre Dios mismo. /ras el espe t" ulo del mundo habría una insensate+ sombría. B mi propio ser, que tiende al des ubrimiento del último sentido, sería un enigma atormentador. Esto no lo puedo admitir. Esto sería pre ipitarse on salto insensato al abismo del aosS noV de la nada. Esto sería la aniquila i%n de sí mismo, la divini+a i%n de la insensate+, una lo ura %smi a. <or tanto, mi erte+a natural de que es realmente 9ios, on quien tengo onta to en la -glesia, brota ya de mi naturale+a espiritual y moral. <ero mi fe es algo m%s. Es un vivir y saborear, es un ontemplar, aunque no sea m"s que Q omo en un espe)oR H- #or. 17, 1,I. 1aturalmente, al ono er la fe no llego a la esen ia de su realidad, que es sobrenatural. 4as la per ibo en sus efe tos, en la pure+a in omparable, en la profundidad y fuer+a on que Qel mismo Espíritu est" dando testimonio a nuestro espíritu de que somos hi)os de 9iosR HRom. :, 16I. 8a siento aun fuera de mí en el Qolor vivifi ante que ausa la vidaR H, #or. ,, 16I y que exha& lan la onsagra i%n de los misterios e lesi"sti os, la asta severidad del dogma, la seriedad de la dis iplina de la -glesia y tantas figuras de santos. 9e modo que hasta ierto punto puedo QexperimentarR la fuer+a de mi fe que omuni a di ha. B uanto m"s ons ientemente viva según el Evangelio, tanto m"s re er" 1KC

mi erte+a experimental de Qla virtud de 9ios para salvar a todos los que reenR HRom. 1, 16I. 1aturalmente, esta erte+a nun a podr" ser una erte+a Qexa taR en el sentido estri to de la palabra. 1un a ser"n los dis ernimientos meramente humanos tan ri os y profundos que puedan imponernos formalmente la fe en 9ios y en su palabra HGat. s. 7, de fide, an. >I. 1uestras espe ula iones religiosas siempre tendr"n sus nubes. <ero enton es, T %mo llegamos a un QsíR firme, reyenteU 1o por la fuer+a de nuestro pensar, sino por la virtud de nuestro #uerer. 1uestra fe no es tan s%lo ono imiento, sino también de isi%nV hay en ella el a to de la voluntad. Ba que nuestra voluntad tiende por naturale+a ha ia el reino de los valores, le basta que pase por la mente un leve fulgor del valor sumo para que ella Wla voluntadW en un a to libre se vuelva a este valor y on la fuer+a de su propia de isi%n arrastre también por en ima de obs uridades al entendimiento va ilante aún y lo mueva a dar su asentimiento. 9e modo que reo porque #uiero reer. 9el fondo de mi voluntad de vida afirmo yo a 9ios, a quien mi pensamiento me muestra omo de le)os. 4as Tpor qué me de ido yo por 9ios y su verdad, y por qué niegan tantos otros su QsíR libre, aunque brille también para ellos la revela i%n de 9iosU Esta pregunta nos lleva a lo m"s profundo y a lo último, al misterio de la fe, que en definitiva est" en errado en el misterio de la elección, en el misterio de la gracia divina. <orque así re+a la palabra del .e'orV Q1adie puede venir a mí si mi <adre no se lo on ediereR H-o. 6, 66I. 4i fe, por m"s que sea a to mío, es también, y prin ipalmente, obra de 9ios. Q9e gra ia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no viene de vosotros, siendo, omo es, un don de 9iosR HEph. ,, :I. 4i fe en su raí+ m"s profunda y última es gra ia, don de 9ios. Enton es, Tno hay que culpar a los hombres si re ha+an la feU Es la misma uesti%n tremenda que e ha su sombra sobre el misterio de la elección. 1un a ser" resuelta en la tierra. .%lo podemos de irV no serían ulpables los hombres por re ha+ar la fe si la asualidad y el obrar de 9ios estuviesen en el orden de nuestra a tividadS si, por tanto, se desarrollasen en el mismo plano que nuestro obrar. Enton es 9ios, omo ausa primera, omo quien llama desde la eternidad de un modo efi a+ a uno y no llama efi a+mente al otro, sería el úni o responsable de la 1K>

in redulidad de los hombres. 4as la modalidad de Dios y la ara terísti a de su obrar divino es pre isamente que Ml ha e arraigar mi ser y mi a tividad en su a tividad y en su ser, y lo satura on su voluntad, sin tocar este mi ser y esta mi actividad en su esencia, en su li!ertad natural. (hí est" pre isamente la eleva i%n in on ebible del poder readorV en el orden natural, 9ios rea un ser dotado de ra+%n, que le pertene e por ompleto a Ml y on todo se pertene e por ompleto a sí mismoS y en el orden sobrenatural sus ita una fe que es ompletamente su don y, a pesar de todo, también es por ompleto osa del hombre. 1uestra fe nos pertene e de lleno, y por otra parte pertene e de lleno a 9iosS y solamente por#ue pertenece de lleno a Dios, es en sentido propio y verdadero nuestra fe. (sí, en el ristianismo est"n lado a lado, sin ex luirse re ípro amente, la gra ia y la libertad. <or esto hay realmente una ulpa de in redulidadV QLuien no da rédito al 3i)o, no ver" la vida, sino que la ira de 9ios permane e sobre su abe+aR H-o. 7, 76I. B on todo rige la palabra del .e'orV Q1adie puede venir a mí, si el <adre que me envi% no le atraeR H-o. 6, CCI. El misterio de la fe se funda en el misterio de Dios.

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CÓMO LLEGA EL HOMBRE A CRISTO

.egún la espiritualidad pe uliar de ada pensador ser" diferente el uadro que él se forme del hombre y de su rela i%n on 9ios. .in embargo, todos los fil%sofos y te%logos ristianos oin iden en algo in on usoV en que la naturale+a humana tiene por su mismo ser una rela i%n tras endental on Dios. <ues bien, en #risto Qhabita toda la plenitud de la 9ivinidad orporalmenteR H#ol. ,, 5I. En #risto tenemos a 9iosS por lo tanto, predi ar a #risto es la misi%n m"s elevada y de mayor responsabilidad que tiene la -glesia. 8a predi a i%n debe partir siempre de este punto y volver siempre al mismoS de lo ontrario, se le quita el alma. El ristianismo no onsiste en onfesar los do e artí ulos de la fe y observar los die+ mandamientos de 9iosS ello sería una mera rela i%n legalista, al estilo del (ntiguo /estamento. El ristianismo no es ley, sino gra ia y amorV es la buena nueva referente al amor del <adre elestial, amor que se nos ha revelado en #risto. #risto es el QsíR redentor que 9ios nos dirige. .%lo somos QhombresR en el sentido elevado de la palabra, según la mente de 9ios, hombres nuevos, si somos ristianos. (sí pues, nos a osa esta uesti%nV cómo llega el hom!re a Cristo. #risto no se nos presenta omo una figura hist%ri a solitaria. 1o es solamente por do umentos muertos omo nos llegan noti ias de Ml. 0rdinariamente nos enteramos de los persona)es hist%ri os por vía literariaS pero #risto se presenta omo el #risto de la plenitud, omo ausa primera readora, omo fuente siempre fe unda de un ingente río de vida que de Ml se desparram% sobre la humanidad, y satura y fe unda de ontinuo a millones de hombres, y los une en una sola omunidad de fe y de amorS ha e de ellos un solo uerpo, su uerpo. /ampo o tenemos noti ias de Ml por vía puramente ientífi a, s%lo por medio de libros y es ritos. .us noti ias nos llegan por el amino de la fe. /ambién los Evangelios son en primer término libros de la fe, es ritos ya on la impresi%n de aquella poderosa vivienda de la realidad de #risto que infundi% vida a la omunidad primitiva. (l leerlos, 1K=

vemos a #risto, no en un frío ambiente hist%ri o, sino en la "lida atm%sfera de la fe y del amor, irradiada por el Resu itado y que llenaba a la na iente -glesia. 1i puede ser de otra manera. <orque #risto, sea ual fuere la postura que se adopte respe to de Ml, es un Qfen%menonR religioso de primer orden. B en uanto surge lo religioso, interesa no solamente al pensar ríti o, sino a todo el hom!re, también a su querer éti o, a su sentir y, sobre todo, al Qfondo del almaR (scintilla animae), a lo m"s hondo y exquisito que hay en nosotros y que, al experimentar nuestra ondi i%n de simples riaturas, nuestra dependen ia e in onsisten ia ilimitadas, se lan+a en bus a de lo absoluto, de lo santo, para abra+arloS interesa a ese sentido QnuminosoR que hay en nosotros, del que di)eron tantas y tan hermosas osas los antiguos <adres y que nos ha e aptos (potentia, o!oedientialis) para es u har el llamamiento de 9ios. .i el Qfen%menonR religioso que se presenta ante nosotros es auténti o, su influen ia tendr" arrestos readores y enarde er". 8iberar" y en au+ar" nuestra predisposi i%n para lo divino. #rear" una omuni%n de fe y de amor. 9e ahí que frente a un he ho verdaderamente religioso no pueda haber una a titud indiferente, un frío y ra ional registrar el mismo. Jrente a él no puede haber sino un QsíR o un QnoR laros pronun iados por el hombreS fe o in redulidad. B nun a nos en ontraremos solos frente a tal fen%& meno, sino siempre dentro de una omuni%n de fe o en el bando de la in redulidad. <artiendo de estos prin ipios, se omprende de antemano que solamente en la omuni%n de fe podemos en ontrar a #risto. B solamente en la fe podemos abra+arle. 9e modo que al querer ondu ir los hombres a #risto, nun a hemos de hablarles omo ríti os o fil%sofos, ni tampo o omo simples, te%logos, sino omo personas poseídas de una fe viva en #risto, ba'adas en la poderosa orriente de viven ias que, partiendo del .e'or glorifi ado, inunda a la -glesia y sigue manando y fe und"ndonos en el ulto religioso, sobre todo en los sa ramentos. 1o omo eruditos, sino s%lo omo Qhombres llenos de espírituR, que sintieron el toque del Espíritu de #risto, omo Qpredestinados de 9ios para testigosR Wsegún se llamaron a sí mismos los (p%stoles H( t. 1K, C1IW, omo Qdispensadores de los misterios de 9iosR H1 #or. C, 1I podemos y nos es lí ito dar 1K:

testimonio de #risto. .olamente el espíritu puede dar testimonio del espíritu. .%lo podremos hablar de #risto si antes hemos hablado on Ml. El pro edimiento Q ientífi oR puramente ra ional, que pres inde ons ientemente de la fe viva, o por lo menos ha e omo si pres indiera de ella, ha onvertido a muy po os, y, en ambio, hi+o es épti os y ateos a mu hos. :?u. hemos de de ir a los hombres al querer ondu irlos a #ristoU T#u"l es el o!4eto m"s pr%ximo, inmediato de nuestro mensa)e referente a JesúsU 1o puede ser otro sino Jesús mismo, su misterio sobrenatural, la verdad de que Ml es el 8ogos humanado, Dios y hom!re a la ve+. 8a experien ia misma nos ense'a que mu hos ristianos, y hasta mu hos ristianos piadosos, afirman llenos de fe el dogma de la divinidad y humanidad de #risto, onfiesan las dos naturale+as de Jesús, pero en su piedad pr" ti a se forman una imagen de Ml en que lo humano queda ompletamente absorbido por lo divino, en que la humanidad de Jesús apare e tan s%lo a modo de forma exterior, omo envoltorio visible de lo íntimo y esen ialV su divinidad. El que piensa, el que quiere y siente en #risto es, según esta on ep i%n, úni amente el Gerbo divino. .u omnis ien ia, su omnipoten ia divina es la que se manifiesta de un modo inmediato en las palabras y obras de Jesús. Ba no se re uerda que #risto, según el dogma de la -glesia, es plenamente hom!re/ que tiene un alma humana, una on ien ia humanaS que posee por ompleto la libertad humana de de isi%n y una vida sentimental puramente humanaS que el temor de 9ios llega también a las profundidades de su alma, y que su on ien ia, omo la nuestra, se siente impulsada a lamar desde lo m"s profundo al <adre. En su 6ida de &es's, Jrandois 4auria repro ha a iertos te%logos el presentar una imagen de #risto en la que Qel hombre, este Jesús... orre peligro de desapare er en la gloria de la segunda <ersona divina H<r%logoI. B el erudito )esuita $altier ita on aproba i%n lo que afirma el an%nigo 4asur en su obra ;e sacrifice du chef Hp"gina 17KIV QEl monofitismo, es de ir, la do trina según la ual #risto es verdadero 9ios pero no tam& bién hombre verdadero, es tenta i%n de personas piadosas, pero ignorantes.R 4asur habla de un Qmi robio sutilR que Qest" muy extendido entre los fieles, pero que es difí il de des ubrir y ombatirR. 1o es maravilla si el mundo no ristiano ree que esta 1K5

imagen de #risto, propia de mu hos fieles, es la úni a propuesta por la -glesia. <ara nosotros, at%li os, #risto no es un milagro divino ambulante por la tierra, no es un 9ios disfra+ado ba)o figura humana, a la manera de las on ep iones paganas, y que Qya de antemano lo sabe todo, todo lo tiene en la mano y que, por tanto, on fa ilidad puede triunfar del pe ado, del dolor y de la muerteR. Es plenamente hombre, omo nosotros. .u vida, su ondu ta, su piedad no se distinguen de nuestra vida y de nuestra piedad sino en un solo punto Winmensamente importante y pe uliar, omo es naturalW, en que #risto sabía que Ml era 3i)o de 9ios no omo nosotros, en un sentido impropio Ha identalI, sino en sentido propio Hsubstan ialI. Es un mérito singular del saga+ fran is ano 9uns Es oto el haber llamado la aten i%n, a la lu+ de la do trina de la -glesia, sobre la igualdad esen ial que hay entre las viven ias de los ristianos en general y las viven ias de #risto. 8a rela i%n entre lo sobrenatural y la naturale+a, entre la gra ia y la libertad no ha sido substan ialmente diferente en #risto que en el ristiano. (sí omo la gra ia santifi ante no ohíbe ni violenta la libre voluntad del ristiano levantado al orden sobrenatural, así tampo o ohíbe ni violenta la apa idad de libre de isi%n en la humanidad de Jesu risto. 1o hemos de pensar que la segunda <ersona de la .antísima /rinidad irradiara fuer+as divinas al alma humana de #risto y les asegurara un predominio absoluto. 1un a es una sola de las <ersonas divinas la que obra exteriormente (ad e0tra), sino que siempre lo ha e la úni a y misma naturale+a divina, el Dios uno. B 9ios nun a obra ad e0tra on ne esidad, sino siempre on li!ertad. (sí, no fue la segunda <ersona divina, sino la li!re voluntad del Dios *rino, la que levant% la naturale+a humana de Jesús a la personalidad, a la subsisten ia del Gerbo divino, la que obr% la En arna i%n. B fue esta misma voluntad, esta voluntad libre, la que dot% a la humanidad del .e'or, unida on el Gerbo divino, de las fuer+as y ex ep ionales ualidades sobrenaturales que ne esitaba para redimir a los hombres. Es Qel 9ios de (braham, el 9ios de -saa y el 9ios de Ja obR el que Qha glorifi ado a su 3i)o JesúsR H( t. 7, 17I. Es el 9ios vivo el que ha autori+ado Qa Jesús de 1a+aret... on milagros, maravillas y prodigiosR H,, ,,I. B el que la humanidad de Jesús rea ionara asintiendo a estas influen ias divinas no o urría por una rigurosa ne esidad, omo si 11K

el querer humano se sintiera subyugado por el querer divino, sino on plena conciencia de la propia capacidad de decisión y on toda libertad. 9e modo que la vida y las viven ias sobrenaturales de #risto no tenían distinta estru tura que la vida de gra ia del ristiano. En ambos asos todas las gra ias y todos los dones pro& eden de la libre de isi%n del 9ios /rinoS en ambos asos influyen en la voluntad humana, sin obligarla. #iertamente las ualidades ex ep ionales de la humanidad santísima de #risto son in omparablemente m%s elevadas y amplias de lo que pueden ser las gra ias y los dones otorgados a un puro hombre. <or tanto, la vida sobrenatural de #risto se distingue de la de los ristianos según la amplitud, la intensidad y la perfe i%n, mas no según su esencia. <or esto on )usto título llama $altier Hlug. it.I a la vida de gra ia del ristiano Qprolonga i%n y ontinua i%nR de la vida de gra ia de #risto. B por esto .an (gustín repite on singular ompla en ia esta fraseV QGivimos la vida de #risto.R .iendo así que la uni%n de la naturale+a humana on el Gerbo divino y las gra ias y dones de la humanidad del .e'or derivados de aquella uni%n son estri tamente sobrenaturales, por lo tanto tras endentes e invisi!les, y solamente asequibles a la fe, lo que se nos muestra en el plano hist%ri o es &es's hom!re, Jesús en su figura terrena, on su temperamento individual, on sus pe uliares disposi iones y fuer+as, afanes y ne esidades. Es realmente Q omo uno de entre nosotrosR, nuestro 3ermano. .olamente hasta este punto es asequible Jesús a nuestra mirada hist%ri a y a nuestro ono imiento ientífi o. WEl que este 3ermano nuestro en lo m"s profundo e íntimo tenga adem"s un ar" ter divino, lo sabemos s%lo por la fe. <orque se trata de una realidad invisible, sobrenatural. 1aturalmente, es una realidad que por el QtransparenteII de su naturale+a humana se nos revela on eviden ia. <re isamente a través de lo humano brilla la ma)estad divina, la Qmaiestas 9ominiRV Qper visibilia ad invisibiliaR, por lo visible a lo invisible. <or Jesús hombre, te diriges a #risto 9ios H.an (gustínI. 9e ahí que nuestra fe no sea fe iega, sino fe sabedora o, m"s bien, una fe que sabe a quién ree. <re isamente por esto no nos ondu ir" a #risto ese pro edimiento apologéti o que solamente se preo upa de probar la divinidad de Jesús. #risto no es s%lo 9ios, sino que es 3ombre& 9ios. 1o hemos de separar de lo humano lo divino y ha erlo en 111

este aislamiento ob)eto de nuestras espe ula iones. (ntes bien, hemos de tener siempre ante la vista al Cristo total, al Cristo vivo, tal omo dibu)% .an <ablo Qante los o)osR H$al. 7, 1I de los g"latas al #ru ifi ado, al #risto total así omo es, omo piensa y siente, pade e, muere y resu ita. Jue también al #risto total, no solamente al #risto divino o al Gerbo divino que existía antes de los tiempos, a #uien descri!ieron los 7vangelistas. 1arraron los he hos de aquel #risto que onfesaba respe to de sí mismoV QEl <adre es mayor que yoR H-o. 1C, ,:I, y que di)o a 4aría 4agdalenaV QBo me subo al <adre mío y <adre vuestroS mi 9ios y 9ios vuestroR H-o. ,K, 1=I. #omo indi a .an <ablo en la arta a los filipenses H,, > y ss.I, la divinidad de Jesús es solamente el misterioso fondo sobre el ual se desta a la imagen radiante de aquel que, mediante sus manifesta iones, su obedien ia de siervo y su muerte de ru+, se onstituy% en .e'or nuestro. 9e modo que la divinidad de Jesús es, por de irlo así, el rasgo que sirve de des anso a nuestros o)os en la imagen de Jesús. El rasgo que enarde e es su humanidad, porque mediante ella fue Ml nuestro 9ios, nuestro .e'or en sentido enf"ti o. 1o on ebimos la figura divina de #risto sino mediante su humanidad. <or ello es de importan ia de isiva estudiar profundamente la peculiaridad humana de Jesús, el sentarnos a sus pies, según el e)emplo de 4aría 4agdalena, y saturarnos de su imagen. 9o que el ardenal 1e]man exige de la fe ristiana en general, es a saber, que no sea s%lo un asentimiento Q on eptualR, sino también QrealR, est" en vigor, sobre todo uando se trata de nuestra fe en #risto. 3emos de representarnos de un modo tan laro al #risto vivo, al #risto que pas% por los ampos de $alilea y est" ahora sentado a la diestra del <adre, que lleguemos a verle verdaderamente, que Ml pueda llegar a lo m"s íntimo que hay en nosotros y que no queramos ya separarnos nun a de Ml. (sí pues, hemos de vivir a #risto de tal manera, que del le)ano pasado #risto pase a nuestro presente, de la tras enden ia invisible a nuestro mundo terrenal, palpable, del aire rarifi ado de la abstra i%n a nuestra realidad palpitante. <or muy importante que sea para nosotros el ono er sufi ientemente la teología dogm"& ti a y su ristología, para ver a #risto on los o)os de la -glesia, no debemos olvidar que on esta imagen dogm"ti a de #risto s%lo tenemos un arma+%n, un esqueleto de on eptos abstra tos y que 11,

todo depende de que lo llenemos on arne y sangre y le infundamos vida. 2na ompenetra i%n amorosa, por e)emplo, on el pasa)e de .an 4ar os H,, 1 y ss.I, donde se habla de la ura i%n del paralíti o, o on el de .an 8u as H=, 76 y ss.I, donde se refiere %mo la pe adora a ude a #risto, arro)ar" mayores lu es sobre la figura de #risto que un largo tratado de algún te%logo insigne sobre la persona y la obra de #risto. B siendo así que pre isamente es la Bi!lia la que brinda siempre una teología fun ional, es de ir, una teología que se funda en la vida y que a la vida se dirige, siempre tendremos que re urrir a los Evangelios y a las artas de los (p%stoles para tomar prestados los tra+os y el olorido de nuestra imagen de #risto. #on toda inten i%n de imosV nuestra imagen de Cristo. #on ello queda indi ado ya que las manifesta iones, autotestimonios del .e'or onsignados en la @iblia, no bastan de suyo para despertar nuestra fe en Ml. #iertamente el llamarse Ml el Q3i)o del hombreR, que ba)% de las nubes del ielo, para fundar on su <asi%n y muerte el reino de los ielos, y también el Q3i)o, al ual lo entreg% todo el <adreR nos ondu e al borde del misterio de su divinidad <odemos dirigir nuestra mirada a unas profundidades que nadie puede medir sino solamente el <adre y el 3i)o. 4as el que nosotros demos cr.dito a esta on ien ia divina, que estemos saturados de la erte+a de que la on ien ia de Jesús est" libre de todo enga'o propio y de que no hay ora+%n m"s puro ni bo a m"s vera+ que los suyos, es osa que sentimos y experimentamos tan s%lo por medio de la ontextura íntima que une sus palabras y toda su vida/ por medio de la impresi%n subyugadora de su per& sonalidad, tal omo la des riben los Evangelistas y tal omo, sa "ndola del mar o del pasado, hemos de olo arla nosotros en el momento presente, on los medios de la pura exégesis y de una psi ología omprensiva. #on mil lu es refle)a esta imagen humana de Jesús lo divino. 1o puede suprimirse este elemento divino en la vida terrenal del .e'or sin destruir esta vida misma y diluirla en una va ía fi i%n literaria. 1aturalmente, no hemos de olvidar )am"s que, al tra+ar los Evangelistas la vida de Jesús, se en ontraban ya en la plena lu+ de la Resurre i%n. 9e modo que es la >esurrección la que refrenda de un modo definitivo la imagen que los Evangelistas presentan de #risto, omo también fue la Resurre i%n la que dio un u'o 117

de isivo a la fe de la -glesia primitiva. (sí omo Jesús mismo, ante los fariseos y sadu eos que querían ver Qalgún milagroR H4atth. 1,, 7:S 16, 1I, no ment% los prodigios y milagros que Ml había obrado hasta enton es, sino solamente Qel prodigio de Jon"s profetaR, es de ir, su propia Resurre i%n, de un modo an"logo también sus dis ípulos solamente por medio de la Resurre i%n, solamente uando #risto se present% en medio de ellos y al ver durante uarenta días al Resu itado, sa udieron su a titud al prin ipio insegura, po o lara, va ilante, y se levantaron a la erte+a de fe apa+ de trasladar monta'as. 1i podía ser de otra manera. (ntes los impresionaba en demasía lo humano que había en Jesús, sobre todo al aer Ml en manos de sus enemigos y al verle pade er y morir. /ambién el ideal del 4esías, transmitido por los rabinos, según el ual el 4esías no había de ser el @i4o verdadero de 9ios, sino solamente su 5iervo, les impedía afirmar on onvi i%n la divinidad de Jesús. 8o m"s que en aquellos tiempos reían ellos de Jesús, lo resumieron los dis ípulos de Emaús al onfesarV QEl ual fue un profeta poderoso en obras y en palabras a los o)os de 9ios y de todo el pueblo... nosotros esper"bamos que él era el que había de redimir a -sraelR H8u . ,C, 15,1I. .olamente por la viven ia pas ual fue purifi ada y refrendada de un modo definitivo la fe de los dis ípulos. Es la imagen del Alorificado la que se nos muestra en los Evangelios. #on la misma laridad on que des riben los Evangelistas la vida y a tividad puramente terrenales del .e'or, resaltan también las lu es que el Resu itado arro)a sobre esta vida. .abemos que esta fe de los dis ípulos en la Resurre i%n era una viven ia de!ida a la gracia, lo mismo que la viven ia de .an <ablo en el amino de 9amas o. 1o fue la Resurre i%n en sí, el a onte imiento puramente exterior, lo que sirvi% de fundamento a su fe pas ual Weste a onte imiento no tuvo testigosS los guardas dormíanWS fue el >esucitado, mostr"ndose a ellos de un modo inmediato, on amorosa entrega personal, de pura gra ia, y manifest"ndoseles alternativamente en forma distinta Wora terrenal, ora glorifi adaW. 8os dis ípulos se sentían hasta tal punto subyugados por este onta to personal on el Resu itado, que, al ver el sepul ro va ío, no en ontraron otra expli a i%n que éstaV Jesús ha resu itado saliendo del sepulcro. Esto fue para ellos la osa m"s ierta que podía haber. <or esta erte+a sa rifi aron 11C

bienes y sangre. .ellaron on su muerte lo que anun iaron al mundo )udío&paganoV QResu it%, nosotros somos testigos.R 1o hay onfesi%n rubri ada on tanta sangre omo la de los ap%stoles. (sí, solamente uando la resurre i%n del .e'or llegue a ser para nosotros una erte+a go+osa, omprenderemos y viviremos a #risto de tal manera que se ilumine toda nuestra exis& ten ia. En lo que sigue pro uraremos penetrar en el contenido profundo de la fe viva en #risto, en sus parado)as, en el he ho in reíble de que el 9ios eterno se haya he ho hombre, )udío, ru ifi ado. 1os a er amos al borde de su misterio de 3ombre& 9ios y dirigimos la mirada a sus abismos. #ausa asombro el pensarloV Nen tiempos hist%ri os hubo un hombre, ompletamente sano de uerpo y de espíritu, de mirada perspi a+ para )u+gar los he hos de la vida, lo m"s grande y lo m"s diminuto de ella Whasta los lirios del ampo y la moneda o ulta deba)o de la mesaW, de una inteligen ia extraordinariamente penetrante, el ual desha ía omo on un leve gesto de la mano el retí ulo enmara'ado del rabinismo )udío y m"s all" del mismo des ubría lo esen ial, lo propio, lo divinamente sen illo de la Es ritura, ale)ando del santuario toda ex re en ia asuísti a y ha iéndolo brillar nuevamente en su pure+a y hermosura originarias...P, Ny este hombre sobrio, de despe)ada inteligen ia, asombrosamente noble en todo su ser y pro eder, que en medio del furor de sus enemigos nun a perdi% el dominio de sí mismo, que siempre fue due'o de su "nimo, que nun a ay% en exagera iones fan"ti as, que, uando ellos on hostilidad salva)e le presentaron la adúltera para lapidarla, tra+aba tranquilamente letras en el suelo y on una omprensi%n in reíble, on una superioridad soberana del ora+%n di)o a sus ontrariosV QEl que de vosotros se halle sin pe ado, tire ontra ella el primero la piedra...R, este hombre de esplendorosa santidad y penetra i%n de espíritu, que aun en medio de la agonía en ontr%, por en ima de todo odio y de toda infamia, una frase llena de sol y laridad deslumbranteV Q<adre, perd%nalos, porque no saben lo que ha en...R, este hombre, de esp"ritu tan claro, tan abierto a la vida y que se levantaba tanto por en ima de los ba)os fondos de lo puramente animal, de lo iegamente instintivo, repiti% durante toda su vida, omo la osa m"s natural del mundoV QBo he salido 11>

del <adre. Bo y el <adre somos una misma osa.R Mste es el misterio de #risto. #ausa asombro el pensar que en tiempos hist%ri amente omprobables hubo un hombre que ha ía sentar en su rega+o a los ni'os y los bende ía, que iba a los leprosos y publí anos pros ritos, que era desprendido y desinteresado omo no ha habido otro sobre la tierra, uya vida se onsumía en la asisten ia de los pobres y oprimidos, que veía hermanos en los desheredados, que )u+gaba omo osa la m"s sublime y grande el servir, el servir siempre, que po o antes de morir lav% los pies de los dis ípulos, que en el pan partido y en el vino es an iado se onsagr% ví tima de los suyos Wéste es mi uerpo, ésta es mi sangre, que ser" derramada por vosotrosW, que pas% en medio de la humanidad no solamente ayudando y urando, sino argando sobre sí la miseria de esa humanidad, sus dolen ias físi as y psíqui as on todo su espanto, on todo su abandono y desamparo... hasta lo último, hasta lo extremo, hasta el límite en que su alma hubo de lamarV Q9ios mío, 9ios mío, Tpor qué me has desamparadoUR...y que este hombre inauditamente heroi o, inauditamente desprendido, inauditamente servi ial y !ondadoso, durante toda su vida onsider% que Ml y el <adre eran una misma osaV Q/odas las osas las ha puesto mi <adre en mis manos.R Mste es el misterio de #risto. #ausa asombro el pensar que en tiempos hist%ri amente omprobables hubo un hombre que, siendo hi)o del pueblo )udío, onfesaba a un 9ios úni o, úni o en el ielo y la tierra, a un solo <adre elestialS un hombre que oraba diariamente on su puebloV QEs u ha, oh -sraelV el .e'or 9ios tuyo es el solo y úni o 9iosRS un hombre que miraba on el m"s profundo temor reveren ial a ese <adre elestial, un hombre que no onsentía le llamaran QbuenoR, porque solamente uno es bueno, el <adre en el ieloS un hombre uya omida era ha er la voluntad del <adre, y desde su m"s temprana )uventud, en los días buenos omo en los malos, no bus aba ni amaba sino esta voluntadS un hombre uya vida era una sola y úni a ora i%nS un hombre, por tanto, que, omo ningún otro, desde las profundidades de su ser miraba lleno de reveren ia y adora i%n a ese <adre y bus aba su manoS que durante toda su vida se rendía de una manera tan íntima y ex lusiva a la voluntad divina, que su ora+%n nun a se vio oprimido ni por la m"s leve 116

on ien ia de pe ado, nun a hubieron de pronun iar sus labios palabras de peniten ia ni implorar perd%nS que aun al morir pidi% perd%n, no para sí, sino para otros, y que, de lo m"s íntimo de su uni%n on 9ios, de ía a los atormentadosV Q/us pe ados te son perdonadosRS un hombre que sabía que su voluntad estaba de tal manera unida e identifi ada on la del <adre, que on la omnipoten ia de esta voluntad divina uraba enfermos y resu itaba muertos... NB este hombre santo, que se entregaba sin i reserva a 9ios, que se estreme ía ante 9ios, que se sumergía por ompleto en 9ios, este hombre afirm% durante toda su vida omo la osa m"s natural del mundo, omo algo orriente, que Ml era el pa iente .iervo de 9ios, nuestro Jue+, el Rey del reino de 9iosS sí, que era el 3i)o onsubstan ial de 9iosV QBo y el <adre somos una misma osa.R Mste es el fenómenon #risto. Mste Qfen%menonR debe ser e0plicado/ la uesti%n que se plantea en él debe ser ontestada. 1o es posible pasar por en ima on palabras superfi iales. 1o es posible retraerse en ogiéndose de hombros, sobre todo al saber que lo divino que ese hombre afirmaba de sí mismo y que se transparentaba y brillaba de un modo tan prodigioso en sus milagros, en sus palabras y obras, al ter er día de ser depositado en el sepul ro el uerpo ex"nime, lo volvi% a vivifi ar y lo mostr% resu itado, glorificado a los dis ípulos... durante uarenta días. QB omieron y bebieron on Ml.R En ese Qfen%menonR brilla hasta tal punto lo ins%lito, lo inaudito, lo sobrenatural, lo divino, que todo hombre que medita se siente subyugado, no puede pasar indiferente si no quiere pere er o no ha pere ido ya por el problema de 9ios. 1o puede menos de detenerse y es u har, y ha erlo on la a titud, on la posi i%n úni amente uerda en el aso en que se trate de las posibilidades de 9ios. <orque lo ierto es que el fenómenon Q#ristoR es una de las posi!ilidades de Dios. .obre las posibilidades de 9ios ha de fallar, no el hombre, sino úni amente 9ios. .i el Gerbo divino Wpresente (per essentiam) en todo lo existente y que todo lo penetraW quiere en arnarse, entrar en uni%n tan íntima on un hombre, que éste pueda de irV Qeste Gerbo soy yoR, Qyo soy el amino, la verdad y la vidaR, si 9ios quiere obrar este milagro de los milagros, es úni amente asunto 11=

de Dios. B al hombre le to a es u har con reverencia y prontitud interior para darse uenta de si realmente es 9ios quien habla. .i no es u ha on esa reveren ia y prontitud Wlas úni as re tas al tratarse de las posibilidades divinasW, si se ha e respe to de estas posibilidades omo #aif"s, omo fis al que se ha formado de antemano su )ui io, que on lo o y orgulloso af"n de di taminar se niega de antemano a a eptar estas posibilidades divinas y las re ha+a porque no en a)an en las medidas de las posibilidades humanas, atenta ontra 9ios, ontra su poder absoluto, ontra el he ho de tener 9ios solo la primera y la última palabra en la tierra. 1aturalmente, hay personas que, llenas de reveren ia, bus an a 9ios y, on todo, no pueden reer en #risto. B pre isamente su reveren ia para on 9ios, el ompletamente distinto, el -nfinito, es la que les impide ver en la figura de #risto una posibilidad de 9ios. El Qmysterium tremendumR, 9ios, las subyuga tanto, que en su interior se sublevan ontra la posibilidad de que el 9ios infinito haya podido habitar en un ni'o, en un )udío, en un ru ifi ado. 9e modo que su in redulidad, mir"ndola desde dentro, es de mati+ religioso. <orque, en último término, es su reveren ia ante lo divino la que las detiene de onsiderar posible la humana i%n de 9ios. 1o nos in umbe )u+gar a tales personas y examinar la ontextura de su a titud psíqui a para ver si su QnoR lan+ado a #risto brota, en último término, del orgullo humano, de una se reta lo ura de di taminar llevada al extremo de fallar sobre las posibilidades de 9ios. <ero es posible que entre tales personas haya un hombre honrado y de buena voluntadS y nosotros no va ilamos en afirmar que, mientras onserve tan manifiesta reveren ia y tal anhelo de verdad, ser" dis ípulo del .e'or según el espíritu, aun uando de he ho le persiga y le odie. 3ay incr.dulos #ue est%n m%s cerca de Cristo #ue ciertos creyentes..., es a saber, que esos reyentes rutinarios que nun a se han planteado seriamente la uesti%n de #risto, que nun a han sentido la íntima desa+%n de meditar la historia de #risto, que uidan y transmiten su fe ristiana de la misma manera que sus dem"s tradi iones y heredades familiares. QN0)al" fueras frío o alienteP 4as por uanto eres tibio, y no fr"o, ni aliente, estoy para vomitarte de mi bo a.R 11:

#risto no quiere tibios, sino ompletamente fríos o ompletamente alientes, es de ir, hombres de ididos, hombres que sepan de ir QsíR o QnoR. Es posible que un día, en el banquete de bodas H8u . 1C, 1> y ss.I, ierre la puerta de la sala del festín a no po os de esos ristianos rutinarios, ristianos de fe de bautismo, que por su na imiento y el bautismo fueron llevados a la fe desde el prin ipio, pero que tuvieron en m"s la nueva yunta de bueyes, el nuevo Q haletR o los pla eres de los sentidos que las osas de la feV Q1o sé de d%nde sois...R Enton es alegaréis a favor vuestroV Q1osotros hemos omido y bebido ontigoV tú predi aste en nuestras pla+as.R 0, para seguir en el mismo estiloV Q1os hemos arrodillado en tu omulgatorio y hemos estado al pie de tu púlpito.R 4as El responder"V Q1o sé de d%nde soisR H8u . 17, ,> y ss.I. B es posible que el .e'or, volviendo la espalda a estos ristianos rutinarios que tratan la fe on tanta despreo upa i%n omo una prenda de vestir heredada, envíe sus mensa)eros a aquellos que se hallan le)os, al pare er sin ob)etivo, sin interés, por los aminos y er ados, a aquellos que le miran a Ml y sus preparativos de bodas on íntimo disgusto, on una leve envidia, y a pesar de todo no pueden pres indir de Ml, y vuelven la mirada una y otra ve+ ha ia Ml, y en el fondo de su ora+%n se sentirían di hosos de estar en su ompa'ía si pudieran reer y onfiar en Ml. ( éstos, sí, pre isamente a éstos los invita Ml para el banquete de bodas, ya que los primeros invitados no quisieron a udir. B Qlos riados, saliendo a los aminos, reunieron a uantos hallaron, buenos y malosS de suerte que la sala de bodas se llen% de gentesR. T1o fue .an <ablo uno de esos huéspedes re ogidos por los er adosU TB no lo fue m"s adelante .an (gustínU TB quién nos dir" el número de esos huéspedes venidos de los er adosU Lui+" era de su grupo también 1iet+s he. <re isamente por su aso aprendemos que existe un odio que es amor amargado. .ea omo fuere, lo ierto es que el .e'or de la asa tuvo en uenta primero, no a los huéspedes re ogidos por los er ados, sino a los convidados. B onvidado es ada bauti+ado que no ierre on indiferen ia su ora+%n a las impresiones que sus ita en él #risto, sino que se lo abra de lleno viendo en ellas posibilidades de 9ios.

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T( qué hemos de abrir nuestro ora+%nU :?u. es propiamente lo #ue nos induce a creer< /al es la última uesti%n a que hemos de ontestar. 1o son las palabras de #risto, su profunda sabiduría y vigor de vida lo que nos indu e de suyo a reer. /ampo o son sus milagros y prodigios, ni el valor persuasivo de los mismos. 9e ninguna manera son los a onte imientos puramente exteriores, los que podemos omprobar en el plano hist%ri o y ponderar según su ontenido de redibilidad. /odo ello, para de irlo on frase de .anto /om"s de (quino, es una ausa que indu e de un modo puramente exterior (causa e0terius inducens). 1o son estas realidades atestiguadas por los Evangelios lo que nos ha e realmente reyentes, sino el mismo #ue o!ra... ese fluido, inexpli able en último término, pero que penetra y obra en las profundidades, y que, partiendo del yo divino del .e'or, inunda por medio de sus palabras, de sus milagros, de su humanidad nuestra alma. Luien nos indu e a reer es &es's vivo... una impresi%n suprema, in omparable, personal, que El nos produ e, impresi%n que al oírle hablar o verle obrar se adue'a de lo m"s íntimo de nuestro ser. Es un onta to de vida, que parte de Ml, de su yo divino. 8os te%logos lo llaman gratia Christi/ gra ia porque no parte de nosotros, sino de Ml. Esto, solamente esto, es, según .anto /om"s, la Q ausa primera y propia de la feR (principalis et propria causa fidei). Es omo un manar íntimo de su ser y voluntad divino&humanos en nosotros, un omer y beber de Ml. <odremos bus ar mu has palabras para expresar esa osa tan úni a, tan indes riptible, tan inefable. 1un a expresaremos lo esen ial y supremo, ya que esto s%lo puede ser vivido y experimentado. 1o es algo muerto, sino algo vivo lo que nos indu e a reerV el llenarnos, el estar llenos del yo vivo, divino del .e'or. Q/ú en mí y yo en ti.R Q#omemos su arne y bebemos su sangre...R, en esto ulmina el misterio de fe. Es el misterio de la vida, de la vida en su sentido pleno, no s%lo de la vida moral. 8a fe en #risto, el ristianismo no es solamente algo éti o. Es mu ho m%s. Es estar llenos, estar saturados de la plenitud de aquel que lo llena todo en todo. 9e modo que es tam!i.n, y lo es en primer término, algo biol%gi o, algo vital, bla suma de todos los valores que mantienen, levantan, 1,K

dan perfe i%n a mi vida, que de lo fragmentario de mi ser ha en un todo, de todo lo fr"gil algo infrangible, de todo lo mortal que hay en mí algo inmortal. 6ita, para los primeros ristianos, no era un on epto abstra to, sino una expresi%n llena de realidades pulsantes. Q.er ristianoR, Qser reyenteR, signifi aba para ellos estar aprisionados, estar dominados Wen todas las dimensiones de su voluntad de vivirW por la voluntad de vivir de #risto, ser trasplantados a su afirma i%n infinita, nutridos de sus fuer+as per& sonales originarias, y esto en todo el ampo de la H vida, en lo sensitivo omo en lo espiritual, en lo org"ni o omo en lo inorg"ni o, en lo éti o omo en lo estéti o, en lo individual omo en lo so ial, 8os milagros de Jesús onsignados en los Evangelios también fueron omo un brillar, un brotar de sus divinas fuer+as de vida en los enfermos y dolientes. En el fondo, la fe de #risto no es otra osa sino la a titud religiosa que, separ"ndose de todo el barullo y barahúnda de la vida, de todo miedo y onfusi%n metafísi os, se sumerge en el yo de #risto y en Ml vive... NLué angustiosa, qué desesperada es la situa i%n de un hombre que no ha en ontrado en #risto el sostén, o, m"s bien, el m"s profundo imiento de su vidaP (un uando no lo sepa o no quiera notarlo, anda tambaleando. 2na vida sin #risto es una vida que se pre ipita por una pendiente. ( la larga, también la fe en Dios pierde su última seguridad y erte+a, si no la enarde e ontinuamente un onta to on #risto. <orque solamente #risto es el amino que ondu e al <adre. .in #risto, el 9ios vivo en arnado, on harta fa ilidad se volatili+a la idea de 9ios, perdiéndose en lo abstra to, en el va ío. .egún demuestra la experien ia, en ningún pueblo hay m"s ateos pr" ti os que en el que lava a #risto en la ru+. (sí pues, el mundo sin #risto on harta fa ilidad se true a en un mundo sin 9ios. B on ello pierde su sentido, su verdadera profundidad y su equilibrio. 8o que di e 1iet+s he en su obra As" ha!ló Baratustra, HG--, 7:, y s.I respe to al mundo sin 9ios, desga)ado de 9ios, y respe to a los horrores nihilistas del mismo, puede apli arse on espe ial exa titud al mundo sin #risto. 3a perdido toda su interioridad, todo su alor, toda su firme+a y onsisten ia. 3a perdido su en anto, se en uentra hastiado, desho)ado y mar hito omo una flor dese hada, y despide olor a moho. 1,1

/odos ono emos el )ui io terrible que 1iet+s he mismo hi+o de su propia in redulidad. QT1o habéis oído hablar de aquel hombre lo o que en pleno día en endi% una linterna, orri% al mer ado y lamaba ontinuamenteV ebus o a 9ios, bus o a 9iosfU #omo allí se hallaban pre isamente reunidos mu hos de los que no reían en 9ios, fue re ibido on grandes risotadas. eEs que se ha perdidof, observ% uno. e.e ha extraviado omo un ni'of, di)o otro. eTEst" es ondidoU Tteme de nosotrosU Tse ha embar adoU Tha emigradoUf (sí gritaban y se reían todos. El hombre lo o se meti% en medio de ellos atraves"ndolos on su mirada. e9e Td%nde se fue 9iosUf, lamaba. eBo os lo diré. 8e hemos matado, vosotros y yo. /odos nosotros somos sus asesinos. <ero, T %mo lo hi imosU... TLué hi imos al ortar las ligaduras que unían esta tierra on su solU T(d%nde se dirige ahoraU T(d%nde vamos nosotrosU T1os ale)amos de todos los solesU T1o vamos despe'"ndonos ontinuamenteU T3a ia atr"s, ha ia un lado, ha ia delante, en todas las dire ionesU T3ay todavía arriba y aba)oU T1o vamos errando a través de una nada infinitaU T1o sentimos el soplo del va íoU T1o ha e m"s fríoU T1o va ha iéndose de no he ontinuamente y m"s de no he aúnU T1o hemos de en ender linternas en pleno díaUf B all% el lo o, y mir% otra ve+ a sus oyentes. /ambién ellos allaron y le miraban on extra'e+a.R .í, se ha e de no he en torno nuestro si no arde para nosotros la lu+ de #risto. .olamente Ml es nuestra lu+ y nuestra vida. .olamente por Ml mere e la vida ser vivida. .olamente Ml es nuestra patria. Q.e'or, Ta quién iremosUR, le preguntamos on <edro. Q/ú tienes palabras de vida eternaR H-o. 6, 6:I.

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POR

U! CREO EN CRISTO

.i hablamos de #risto on in rédulos o es épti os modernos, no podemos menos de advertir que todos ellos, sin ex ep i%n, se in linan on reveren ia ante la figura humana de #risto, pero ponen en duda o niegan lo m"s propio de #risto, lo m"s profundo que hay en MlV su misterio divino. .egún ellos, #risto es el 4aestro de la vida interior, el introdu tor y reador de una nueva y m"s espiritual piedad, un genio religioso, pero se en uentra en el mismo plano que los dem"s guías de la humanidadV Yoroastro, @uda, 8ao&tse, .% rates. 8a mentalidad de esos modernos in rédulos, formada por *ant, se resiste a pasar de las osas de este mundo a las del m"s all" y ha er afirma iones laras, determinadas, a er a de una realidad tras endente, la realidad de 9ios. 9e ahí que no lleguen a onfesar de ididamente la divinidad de #risto. 1iegan a #risto porque niegan a 9ios. Examinando el aso m"s de er a, veremos que no es el hombre on reto, vivo, de sangre y hueso, el que pronun ia este QnoR. Es el hombre filos%fi o, o m"s exa tamenteV es el intele to humano, a ostumbrado a traba)ar on on eptos abstraídos de la realidad, el que levanta al servi io de sus retí ulos de pensamientos una instru i%n artifi iosa sobre la vida y las viven ias propias, verdaderas, pulsantes del hombre on reto, una ideología que según toda su estru tura tiende ha ia la tierra y pres inde de 9ios. (sí no ha de sorprendernos si no le en uentra. 4uy distintamente siente y piensa el hombre on reto y vivo. (un antes de emprender sus indaga iones relativas a 9ios, ya le lleva en su sangre, en su sentido existen ial para lo santo y lo divino, en la ne esidad Wque surge de las mayores pro& fundidades de su existen iaW de hallar un ser supremo, absoluto, subsistente, el ser que apoye v mantenga al nuestro sumamente ondi ionado, fragmentario, defi iente. <ara él, 9ios es una viven ia fundamental de la propia existen ia, un he ho fun& damental de la propia on ien ia. #reo en 9ios porque reo en mí mismo, porque me siento penetrado de la idea de que mi propio 1,7

ser, mi propio valor s%lo pueden mantenerse si se fundan y porque se fundan en un ser y en un valor originarios, impere ederos e infinitos. .in esa realidad primaria, aptada y vivida ante todo en el plano sentimental, mi propio ser no sería m"s que aparien ia. B todo lo verdadero, bueno y hermoso que da sentido a mi vida sería mera fi i%n y utopía. 4e en ontraría ante la nada. .iempre y en todas partes el nihilismo ha sido la última onse uen ia del ateísmo. 3uyo de la nada y de su lo ura, y por esto reo en 9ios. 9esde este punto de vista, mi fe en 9ios es una fun i%n !iológica, para mantenerme a mí mismo, para mantener mi propio ser y mi propio valor en medio del aos de millones y millones de "tomos, en medio de la dan+a de los ele trones. 4as esta fun i%n biol%gi a responde también a las exigen ias fundamentales de mi pensar. 8o que experimento en el plano sentimental, puede demostrarse también on motivos ra ionales. <orque no solamente mi sentir, sino también mi ser, en la +o+obra, in ertidumbre e insufi ien ia que le son inherentes, se ex ede a sí mismo, tendiendo ha ia (quel que es el úni o que existe en s" mismo y por sí mismo, ha ia el 9ios vivo. (l de irV yo soy, siempre afirmo al mismo tiempoV no me pertene+ o a mí mismo, pro edo de otro, de otro ompletamente distinto, del úni o que se posee a sí mismo, del úni o que existe on ne esidad íntima, porque es el úni o que tiene la ausa de su existen ia en su propio ser. 8l es el poder primero, la voluntad primera, el sentido primero de la existen ia, el 9ios vivo. Esta fe en 9ios es la ondi i%n ne esaria y el fundamento de mi fe en #risto. .olamente a su lu+ puedo formular y ontestar la preguntaV Tpor qué reo en #ristoU .er ristiano signifi a reer en #risto, signifi a reer que, si bien en el plano empíri o&hist%ri o veo a #risto plenamente hombre, en la dimensi%n de lo invisible, en su profundidad metafísi a es 3i)o verdadero de 9ios, que nos redime mediante su humanidad. El ristianismo es #risto. 1osotros los ristianos re ibimos esta fe por medio de la -glesia viva, que para nosotros no es sino la predi a i%n de #risto, predi a i%n que se reafirma y da testimonio de sí misma a través de los siglos on fe y amor, on ora i%n y peniten ia, on sangre y l"grimas. <or uanto esta predi a i%n se gran)ea nuestra onfian+a, la ertidumbre que tenemos de que el hombre Jesús es el #risto, de que en Ml se ha 1,C

revelado el mismo 9ios vivo, es mediataS nuestra fe, ante todo, es un credo in ecclesiam, una fe en la -glesia. 4as no es esto todavía lo que la -glesia entiende al hablar del credo in 2esum Christum, de la fe en Jesu risto. Esta fe Qdivina o teologalR, omo se la llama, signifi a m"s bien un en uentro inmediato del hombre on 9ios en #ristoS por lo tanto, una erte+a inmediata, una erte+a que no pro ede de influen ias que nos llegan del orden de lo reado, sino úni amente de 9ios. T#%mo al an+aré tal en uentro y erte+a inmediatosU .iendo así que en #risto, el 3i)o de 9ios, penetra una realidad sobrenatural, divina, en la existen ia humana, y yo no poseo %rgano natural alguno para re ibir de un modo inmediato esta realidad divina, s%lo podré al an+ar esta fe teologal si me llega una irradia i%n de arriba, del <adre de las lu esS por lo tanto, si existe una irradia i%n, que por una parte tras ienda mis fuer+as naturales, y, en onse uen ia, sea sobrenatural, divina, y, por otra parte, ro e on lo m"s profundo de mi alma y la abra para las influen ias de 9ios. 9os te%logos llaman a esta irrup i%n de lo divino en mí Qgra iaR, y por esto hablan de la gra ia de la fe. (sí, en el a to de fe Wfe en #ristoW se reali+a un he ho de orden sobrenatural, un a onte imiento que no puede expli arse ompletamente por ausas humanas, un milagro. .in embargo, presupone la ondi i%n de que el hombre en ierta manera sea por lo menos sus eptible y sensible para lo divino. 8os te%logos llaman potentia o!oedientialis a esta apa idad espe ial que el hombre tiene de es u har el llamamiento de 9ios. En el alma humana, en do m"s íntimo, en el entro, en la substan ia misma, deben abrirse profundidades m"gi as, que so& lamente por el #reador pueden ser ro+adas y que s%lo al llamamiento de 9ios responden. Esto es nuestro misterioso Qfondo del almaR, la Qs intilla animaeR de los místi os. En ese entro del alma se halla el punto de onta to propiamente di ho entre 9ios y el hombre, el punto donde la idea de nuestro ser individuad es ogida por la divina voluntad readora desde toda la eternidad, entra en el espa io y el tiempo, donde nos empalmamos omo personas on retas on el nexo ausal de las osas, donde se en arna la palabra originaria on que 9ios nos llam% desde toda la eternidad y que solamente El puede pronun iar. 1,>

En ada hombre esta rela i%n on 9ios forma lo m"s profundo y m"s propio de su ser. <or llamarle de esta manera el Bo divino, se onstituye el hombre en tú. El hombre es un ser teol%gi o. 8a defini i%n orriente según la ual el hombre no es m"s que un ser vivo dotado de ora+%n, des ono e o niega esta rela i%n originaria y esen ial on 9ios y engasta al hombre solamente en la on atena i%n de las osas readas. <rofana al hombre, omo que pro ede de fuentes paganas. En esta vin ula i%n del hombre a 9ios se funda su rela i%n originaria on la realidad. 8a postulamos on la fuer+a de nuestro propio mantenimiento re ordando la limita i%n existen ial de nuestra naturale+a humana, su desamparo frente al a aso y a la in ertidumbre abrumadora. <si ol%gi amente se manifiesta en el impulso del hombre ha ia lo absoluto, en el instinto de dar ar" ter de absoluto a los valores que le pare en los m"s elevados. 8o absoluto es la verdadera forma de ontempla i%n en que el hombre se posesiona de los valores supremos de la existen ia, aun uando no bus a on ello m"s que bienes sensibles. 9e esta manera siempre adquirir"n éstos para él la forma de un valor definitivo, de un valor supremo. Esta nuestra tenden ia ha ia lo supremo y absoluto es naturalmente un instinto iego y estéril mientras no se en amine en realidad ha ia lo absoluto. 1o es m"s que un simple af"n de valores supremos. .olamente uando lo divino irrumpe de he ho on su plena realidad, on su autopoderío, on su perfe i%n infinita y su ma)estad subyugadora en nuestra ontextura psíqui a, de suerte que no podamos rehuirlo, úni amente uando, reyendo y amando, entramos en un onta to inmediato on lo divino, en una estre ha rela i%n de ser, se llenan las profundidades m"gi as del alma. .olamente así quedaré definitivamente prendido de lo divino y sentiré la plenitud en todos los sentidos. .olamente enton es habré en ontrado aquel punto que en vano bus aba el sabio griego, y al que alude el salmista on el versí uloV Q/ú me has guiado desde antes de na erR H<s. ,1, 1KI. 8a fe en el 9ios vivo es el fundamento in onmovible de todos los esfuer+os del hombre que ansía las alturas, y el fundamento de toda vida espiritual. T#%mo llego a esta feU .iendo ella un don de 9ios, una gra ia, yo no puedo ha er m"s que abrirme, prepararme para ella. 1,6

B aun esta prepara i%n no parte úni amente de mí. <or uanto supone un movimiento de mi alma ha ia la realidad de todas las realidades, esta realidad, aun antes de bus arla yo de un modo ons iente, debi% de apoderarse de mí por lo menos en las regiones de lo in ons iente, aunque no fuera m"s que en simples barruntos, viven ias y anhelos. 9os te%logos llaman a esta pri& mera irrup i%n de lo divino en el espíritu Qgra ia prevenienteR. Es la ondi i%n ne esaria, el a priori impres indible de todo a to religioso, de todo esfuer+o humano por llegar a 9ios. .iendo 9ios la ausa readora de todo ser, de Ml habr" de partir el movimiento que ha ia Ml nos dirige. 4i amino ha ia 9ios no puede partir de la tierra para ir al ielo, sino que va del ielo a la tierra. 9e suerte que ya los primeros estreme imientos de mi fe son sus itados por la amorosa voluntad de 9ios, no son algo primario, sino se undario, una respuesta al divino llamamiento de amor. En esta situa i%n psíqui a me en uentro ante #risto. #on la on ien ia profunda de mi propia insufi ien ia, sabiendo que no tengo en mí mismo el punto final y de reposo, que en todas las rela iones es finito y limitado mi ser, que, abandonado a sí mis& mo, es ví tima del sinsentido y del pere erS on esta viven ia fundamental de mi integridad %nti a y éti a Wviven ia que brota del sentimiento de ser yo simple riaturaW levanto la mirada ha ia #risto. #risto se presenta ante mí omo hombre, le veo hombre omo yo, on notas personales del uerpo y del espíritu, on su temperamento propio y su propio ritmo de vida, refle)ando en sus gestos y ostumbres el olorido lo al de su patria. Es galileo, es )udío, es rabino. #omo los do tores de bla ley )udai a, también Ml onfiesa que Bahvé es el 9ios úni o. /ambién Ml ree que en la ley de 4oisés y en los profetas est" onsignada la voluntad de Bahvé. /ambién Ml pasa omo predi ador ambulante por aldeas y iudades para expli ar la palabra de Bahvé y urar enfermos y posesos. 8o que le distingue de los rabinos en general, que en su mayoría son fariseos de espíritu estre ho, es lavos de la ley, es lo siguienteV de un modo ons iente toma Ml por punto de partida el mensa)e de salva i%n de los grandes profetas, urge la interioridad, la sin eridad y la verdad, in ul a una piedad esen ial para la ual lo m"s importante en la ley no es el die+mo de la hierbabuena, anís y omino, sino la re titud, la miseri ordia y la fidelidadS es 1,=

ese elevado espíritu de desprendimiento y libertad, que, por en ima de todas las barreras ulturales, éti as, e on%mi as y na ionales, bus a en el hombre al hi)o de 9ios y le en uentra, no en último término, entre los pe adores y publí anos. $ra ias a este desligarse íntimo de todas las estre he es y me+quindades lastimosamente humanas, ve también a Bahvé allende los do& minios de la ley. <ara Ml Bahvé no es solamente el legislador y el )ue+S es el <adre que, aun uando exi)a del deudor de ora+%n duro la devolu i%n del último éntimo, viste, sin embargo, on tra)e de fiesta al hi)o que vuelve arrepentido, y en sus uidados paternales se en uentran amparados todos, hasta el pa)arillo del te)ado y el lirio del ampo. Esta imagen de 9ios, tra+ada por un -saías, un Jeremías y un 0seas, es la que nos presenta luminosa Jesús de 1a+aret. <ero Jesús es m%s que uno de estos profetas. (lgo nuevo empie+a on Ml, algo que nos sa ude y nos obliga a de idirnos. B ese algo nuevo onsiste en que todo lo sublime que Jesús di e del <adre se hi+o realidad personalmente en Ml, brilla on mil lu es en su vida y a tividad, y Ml da testimonio de ello on una osadía y energía inauditas. .i la predi a i%n del @autista ulminaba ya en este mensa)eV QEst" er a el reino de los ielosR, Jesús no solamente re oge este mensa)e, sino que le da su plenitudS no s%lo prepara el amino, omo Juan, sino que 8l mismo es el camino, la verdad y la vida. En su persona el reino de los ielos ya Qest" en medio de nosotrosR. /odavía no se ha manifestado on toda su gloriaS #risto est" todavía en vía de venirS el ristianismo es un ínterin, la expe ta i%n del advenimiento del Esposo que ondu ir" su esposa, la -glesia de los glorifi ados, al <adreS del Esposo en quien se resolver"n definitivamente todas las risis, se tomar"n las últimas de isiones, y apare er" un nuevo e%n on todos sus espantos y on todos sus go es. Este Esposo no ha apare ido todavía, pero se ha a er ado mu ho. Ba por su a tividad salvadora sobre la tierra penetran en este mundo las fuer+as del reino de los ielos. <orque El, El solo, es el 3i)o. /odos los profetas parangonados on Ml no fueron m"s que siervos del <adre de familia. En la on ien ia de ser el úni o 3i)o bien& amado, al ual le entreg% el <adre todas las osas y al que nadie ono e sino el <adre, reflé)ase el misterio propiamente di ho de Jesús, lo profundo, lo radi almente transformador que hay en su 1,:

mensa)e y en todo el ristianismo. Es algo que no puede su& primirse en la vida de Jesús sin destruir esa vida misma. 1o ono emos a otro hombre piadoso, a otro orante en la historia de las religiones que hubiese estado tan íntima, ex lusiva y singularmente unido on el <adre elestial omo Ml. Ml y el <adre son una misma osa. 9e esta unidad estre hísima on el <adre pro ede el en anto de su personalidad moral, esa pure+a, vera idad y amor, que brota de su obrar, de sus senten ias y par"bolas y ha e de su figura la manifesta i%n de lo santo. 9e ahí le viene la on ien ia soberana, real, de su autoridad y poder, por la ual se olo a por en ima de 4oisés y los profetas, y que omuni a a su predi a i%n una fuer+a subyugadora. En esta uni%n personal on el <adre radi an también sus plenos poderes de perdonar pe ados, urar enfermos y resu itar muertos. En las profundidades de su realidad, en el meollo de su persona, hasta tal punto es una misma osa on el <adre, que la vida divina del <adre se posesiona aun del uerpo ex"nime y lo glorifi a para la vida eterna. -n omparable, inasequible a la mera inven i%n humana se nos muestra la figura de #risto. Es un Qfen%menoR religioso de primer orden. 9e habitar el 9ios vivo en medio de nosotros los hombres, Tpodía ha erlo en otra formaU <ero, T %moU TEs posible que el 9ios eterno habite en un hombre mortalU 3emos de ontestarV por lo menos es una posibilidad divina. /odas las riaturas se en uentran en el espa io vital divino... el serafín ante el trono del Eterno lo mismo que la "rida ro a. 1o existirían de no mantenerlos la voluntad readora de 9ios. Q9entro de Ml vivimos, nos movemos y existimos.R 8a voluntad de 9ios es el ser m"s íntimo de la riatura. En ierta manera, el 9ios vivo se en arna en todas ellas. <ero se omprende que esta uni%n on 9ios debe de tener sus grados. 8a riatura en gracia debe de estar m"s er a del ora+%n de 9ios que ualquier otra. <orque la ha atraído a sí no solamente la voluntad divina de poderío, sino también la voluntad de amor. Jue adoptada omo hi)a de 9ios, y por esto mismo representa una forma m"s alta de parti ipa i%n divina. <ero se puede on ebir todavía una posibilidad m"s alta, la suprema, la posibilidad de que la riatura en gra ia sea introdu ida no solamente en la voluntad, sino también en el ser de la divinidad y se haga una misma osa on 1,5

ella, y el Bo divino se una on una naturale+a humana personal y se introdu+ a en su sentir, pensar y querer de tal manera, que la naturale+a humana llegue a ser verdaderamente propia de este Bo divino, y que éste pueda de irV este hombre soy yo. -n omprensible es y ser" siempre para nosotros mortales esta forma la m"s elevada, la m"s perfe ta de omuni a i%n divina. 4as, Tquién nos dir" que intrínse amente sea imposible que en las infinidades de la omnipoten ia y amor divinos no pueda estar ontenido también ese misterio de los misterios, que un hombre sea elevado no solamente a la filia i%n adoptiva de 9ios, sino a una filia i%n propiamente di ha, verdadera y eternaU 1o hemos de olvidar que también estos on eptosV Q3i)o de 9iosR y Qfilia i%n divinaR, omo todos los on eptos on los uales queremos expresar algo divino, tienen un sentido an"logo y no ade uado. 1o podemos abar ar la realidad divina tal omo es, sino tal omo apare e ante nosotros. 8a aptamos solamente on im"genes y ompara iones. 9e todos modos la aptamos. 1uestras im"genes terrenas orresponden muy bien a las realidades supraterrenales. <or onsiguiente, la humana i%n de 9ios en #risto es por lo menos una posibilidad de 9ios. Esta posibilidad Tse tro % en realidadU T<uede demostrarse que el 9ios vivo y eterno, en el momento inefable en que 4aría on ibi% por obra del Espíritu .anto, se hi+o realmente hombre, )udío, galileoU #on mis o)os humanos iertamente veo mu has g lu es que en aminan mi espe ula i%n ha ia lo extraordinario, ins%lito, supraterrenal y aun divino que hay en la figura hist%ri a de Jesús. 1o se me o ulta este he hoV Jesús es m%s que un santo, m"s que un profeta, y aun m"s que puro 4esías. Es el 3i)o de 9ios. <ero mientras me a erque a este misterio de #risto solamente on medios humanos, on método meramente ientífi o, mi ono imiento se quedar" dentro de los límites propios de la riatura, del hombre. 9e modo que mi erte+a no ser" infalible, omo no lo es todo el ampo de la experien ia humana. <or uanto lo divino que hay en #risto se ha difundido en el mundo de lo terrenal, de lo limitado en tiempo y espa io y de lo imperfe to, ser"n siempre rayos quebrados los que yo pueda aptar, quebrados de mil maneras por el ambiente terrenal que rodeaba al .e'or, sobre todo por la estre he+ y me+quindad de los 17K

primeros hombres que re ibieron aquellas impresiones divinas y nos las transmitieron. Jueron sen illos pes adores, vi'eros y ampesinos los que le vieron y le es u haron, y por muy honrados y vera es que fueran en su modo de pensar, no podían dar testimonio de Ml sino en su propia modalidad simple, ingenua. 8o que narraron de las palabras y de las obras del .e'or, solamente podr" in itar, por tanto, nuestra fe en #risto de un modo exterior. #omo lo subraya el gran do tor de la -glesia at%li a, .anto /om"s de (quino, no es sino una causa e0terius inducens, una ausa que s%lo exteriormente indu e a reer. <repara nuestra fe, mas no la produ e, no la despierta. #ondu e tan s%lo hasta el borde exterior del misterio de Jesús, no a su regi%n interior. (sí pues, la figura de Jesús dentro de nuestras perspe tivas puramente humanas queda envuelta en os uridad. 8a os uridad es la verdadera forma de manifesta i%n de nuestra fe en #ristoS pre isamente por esto no llega a ser en sí misma una viven ia de ertidumbre, es de ir, no des ansa en la per ep i%n lara de un Qúltimo motivo de ertidumbreR. El bus ar tal fundamento W omo lo ha en los te%logos desde 9uns Es otoW seguramente tiene su profundo sentido en pura bl%gi a, omo indaga i%n de la verdad primera, de uyo seno pro eden todas las dem"s verdades ristianas. <ero es desa ertado si se entiende de un modo psi& ol%gi o, omo si hubiera una eviden ia sub)etiva, una ra+%n última que nos ondu+ a on ineludible ne esidad a la fe en #risto. 1uestra fe sería en tal aso simplemente un a to del entendimiento, un resultado ne esario del pensar sereno. B siendo así que el entendimiento es entre todas las apa idades humanas la m"s ob)etiva, la que menos tiene de personal, nuestra fe se vería despo)ada pre isamente de lo m"s íntimo, de lo m"s personal. 1o tendría nada de libre, moral, meritorio. 1o sería ya empresa de las almas valerosas, on nobles alientos, que a través de sombras e im"genes, per um!ras et imagines, bus an a 9ios y lu han on El hasta que se haya dignado bende irlas. @1 ristianismo no es un saber muerto, sino fe viva. #iertamente es también un a to del entendimiento por uanto se trata de ono er y onfesar verdades supremas. <ero dependen de mi libre voluntad, on la que tiendo a la verdad, el querer y la medida en que quiero re ono er y onfesar estas verdadesS y por esto el ristianismo es también Wy sobre todoW un a to de mi libre 171

voluntad. 1o puedo reer sin querer, di e .an (gustín. 9a fe ristiana es siempre un a to libre, un a to libérrimo de de isi%n. 9e ahí que el #on ilio Gati ano del a'o 1:=K ondenara explí itamente la opini%n de que nuestro asentimiento a la fe no se ha e libremente, sino que viene impuesto por motivos ra ionales. .olamente porque mi voluntad, predispuesta ya por naturale+a para lo valioso, lo bueno y lo santo, en las osas admirables, mira!ilia, de la vida de Jesús Wque mi pensar le muestraW, siente y vive el valor supremo de lo santo y divinoS solamente porque mi on ien ia se per ata de ello y se adhiere on libre de isi%n, se produ e la fe en #risto. 9e modo que, mientras mi fe en #risto se mueva en la esfera de lo puramente humano y se reali e on fuer+as puramente humanas, ser" un a to del entendimiento solamente según su ob)eto, pero según su ontenido íntimo, según su dinamismo ser" un a to de la libertad, un a to eminentemente éti o. 4irada psi ol%gi amente, ser" una viven ia de valores, y omo tal, de alta ategoría, ya que se trata del valor m"s alto que pueda on ebirseV lo divino. #on esto queda ya di ho lo último y de isivoV siendo así que en la fe en #risto se trata de lo santo, de lo divino, de un valor que no es de esta tierra, su raí+ m"s profunda y su poder verdaderamente persuasivo deben bus arse, no en el plano empíri o de la psi ología, sino allí donde el 9ios del amor obra misteriosamente, en el reino de la gra ia. <or esto la -glesia alifi a la fe de virtud QsobrenaturalR, y la teología habla de la fe QinfusaR. .egún .anto /om"s de (quino, la gra ia es Qla ausa propia y m"s noble de la feR. <orque en mi a to de fe me en uen& tro on 9ios mismo, Ml debi% dirigirse a mi en uentro on anterioridad. Ml, solamente Ml, es quien lo obra todo, quien lo rea todo, quien da y otorga on libertad absoluta. 9e ahí que s%lo pueda ser el fluido misterioso e in al ulable de su gra ia y amor amplísimos el que sus ite mi viven ia de valores y la despliegue por ompleto. 9e ahí que solamente la oleada de su amor pueda penetrar en mi yo m"s íntimo, en el fondo de mi alma, y allí despierte la apa idad latente de abra+ar lo divino. B desparram"ndose desde allí inunda toda mi espiritualidad y abre mi alma a todas las impresiones elevantes W ons ientes, in ons ientes y sub ons ientesW que me llegan de la figura del .e'or. Jinalmente, en una uni%n misteriosa de todos los 17,

elementos intele tuales, éti os y religiosos, despierta y olma el espe ífi o sentimiento de valor que hay en mi voluntad para lo santo, de manera que en la umbre del divino movimiento de amor se llega a un en uentro inmediato on el .e'or mismo, y no ya a un en uentro mediato, debido a se'ales y milagros. .olamente así se omprender" el fen%meno de la fe ristiana en su pe uliaridad y eleva i%n... es a saber, s%lo así se omprender" el he ho de que no sean tanto los a onte imientos exteriores y prodigiosos de la vida del .e'or los que me unen y me mantienen unido a Ml, sino algo mu ho m"s profundoV Ml mismo, la realidad de todas las realidades, la verdad de todas las verdades, la vida de todas las vidas. 1o es algo muerto lo que me despierta para la fe, sino algo vivo, su propio Espíritu .anto. 4ediante esta viven ia se ve levantado mi yo fragmentario a la esfera de fuer+as y bendi iones de la persona divina, a la plenitud de aquel que lo llena todo en todo. (sí se omprende que tal fe en #risto despierte las m"s vigorosas fuer+as aními as de que es apa+ el hombre. #reyendo en #risto, me en uentro m"s all" del olea)e de todos los poderes %smi os. .u barahúnda no me llega. 4i ser humano no es ya )u& guete de los enigmas y onfusiones del aos, sino que se ve sumergido en aquel que es la sabiduría, la omnipoten ia y el amor en persona. Q(unque aminase yo por un valle tenebroso, no temeré da'o alguno porque t' est"s onmigoR H<s. ,,, CI. /an efi a+ es esta fe, que su fuer+a transformadora, regeneradora, puede extenderse también al uerpo y urarle de todas las enfermedades de ar" ter psi %geno. (ltZntting, *evelaer, 8oreto, 8ourdes, J"tima son hogares de esa fe que aún hoy transporta monta'as. .i nosotros, los ristianos a tuales, tu& viésemos aquel "lido aliento de fe que pasaba por la ristiandad de los tiempos primitivos, no se habrían extinguido entre nosotros los arismas, los dones, de los uales .an <ablo tantas osas supo de ir. 1o tendríamos a tantos neur%ti os entre nosotros ni habríamos de onstruir tantos mani omios. QTLuién es el que ven e al mundo sino el que ree que Jesús es el 3i)o de 9iosUR H1 -oh. >, >I. <or ser esta fe en #risto una viven ia de valor de lo divino, viven ia produ ida y imentada por la gra ia divina, ser", según su estru tura íntima, algo que no pertene e a la ra+%n, algo 177

supra on eptual, un misterio. 9e ahí que a la pregunta Tpor qué rees en #ristoU pueda darse una respuesta tan po o lara y exhaustiva, omo la que da el amante al pregunt"rsele por qué ama. (sí omo éste adu ir" una serie de ualidades que nos expliquen el amor que siente por la persona amada, pero en lo m"s íntimo se ve subyugado no por tales ualidades puestas en plena lu+, sino por el valor personal que brilla en todo el on)unto de la persona amada y que él re oge por la invisible orriente de la simpatía, así también al tratarse de mi fe en #risto no ser"n de suyo los motivos de redibilidad ra ionalmente demostrables en la vida del .e'or los que me hagan rendir a #risto, sino que ser" su infinito valor personal que la gra ia divina me ha e vivir mediante las innumerables impresiones que me produ e la persona hist%ri a del .e'or y determinar" definitivamente mi vo& luntad a la obedien ia de la fe. (sí pues, no podré mostrar mi fe en #risto, s%lo podré vivirlaS también la teología at%li a habla, no de una eviden ia de la fe, sino solamente de una eviden ia de la redibilidad. .i se me pregunta por qué reo en #risto, no podré sino re ordar las palabras on que el .e'or mismo ara teri+% la fe de <edroV Q1o te ha revelado eso la arne y sangre, sino mi <adre que est" en los ielosR H4atth. 16, 1=I.

17C

"VEN ESPÍRITU SANTO#

<ente ostés, la gran fiesta de la naturale+a. 2na vida plet%ri a en los "rboles y arbustos. 2n nun a ansarse en el produ ir y rear. <or la ro a desnuda trepa ha ia arriba la nueva vida, y en la rama se a apunta un brote. Es una vida de plenitud, un derro he de vida. El que la despert%, no era un espíritu ta a'o, no era uno que s%lo espar e el ontenido de su uerno de abundan ia ontando y midiendo uidadosamente. 9erro ha millones y millones de flores y apullos, sin preo uparse si todos van a dar fruto a su tiempo. El derro he de la rique+a, la sinmedida es su medida, un desbordarse que e ha espuma. B de esta sinmedida flore e la belle+a, la plenitud alegre, el )uego brillante y de irisados olores, el entrela+amiento de formas, olores y perfumes. 1o hay símbolo m"s pre ioso, lengua)e m"s ri o para expresar el misterio de la fiesta del gran Consolador, que estos miles de lenguas de la naturale+a que se desborda en la alegría de vivir. .e atribuye al Espíritu .anto pre isamente la perfe i%n divina de ser el gran dispensador de la vida, el Espíritu reador, el Espíritu del nuevo prin ipio y de la plenitud desbordada. 8a -glesia se fi)a en este rasgo reador de su opera i%n, al invo arle en el himno de Gísperas de <ente ostés omo Espíritu reador (creator spiritus)/ al alabarle omo fuente de vida (fons vivus) y omo fuego (ignis), y al re+ar en la liturgia de la 4isaV Q8es envías tu Espíritu, ellos rena en, y tú renuevas la fa+ de la tierraR. Este rear, vivifi ar, abrasar es lo que se atribuye al Espíritu .anto, lo que se le apropia. El lengua)e teol%gi o gusta en designar a 9ios <adre omo #reador, y .an Juan di e del 3i)o que por El Qhan sido he has todas las osas he hasR H-o. -, 7I. En toda a i%n exterior de 9ios obran a la ve+ tres <ersonas divinas. <or tener una misma naturale+a, se ompenetran, hay mutua inhabita i%n entre ellas y est"n tan íntimamente unidas que, si bien distintas, ni en pensamiento es posible separarlas. <or ser un solo 9ios /rino, ha en un mismo a to, una misma rea i%n, 17>

reden i%n y santifi a i%n. 4as omo por otra parte tienen la misma naturale+a, no de igual modo, sino de una manera el <adre, Qfuente y origen de toda la divinidadR, de otra manera el 3i)o, en& gendrado desde la eternidad por el <adre, y de otra manera el Espíritu .anto, que pro ede de los dos, así también su a tividad exterior, on ser idénti a a la divina esen ia, sigue la manera pe uliar on que ada <ersona tiene la divina naturale+aS por tanto, sigue el orden de la vida trinitaria. 8o pe uliar, lo propio de ada <ersona tiene su puesto también en la a tividad exterior de la /rinidad. En ello se funda la teología para apropiar (appropiatio) a tal <ersona los a tos exteriores en que resalta de un modo manifiesto lo que le es propio. (sí, apoy"ndose en la revela i%n, habla de la rea i%n del <adre y de la reden i%n del 3i)o, no en el sentido de que el <adre haya reado solo y el 3i)o redimido solo, sino en el sentido de que en la rea i%n y en la reden i%n, m"s que en ualquier otra obra divina, se manifiesta pre isamente lo personal y propio del <adre y del 3i)o, respe tivamente. (sí, no es una impropiedad ni es s%lo una manera de hablar, si al Espíritu .anto se le atribuye de un modo parti ular el prin ipio primario, sobreabundante, reador, fe undo, de toda opera i%n extradivina. <orque en esto est" su pe uliaridadV en que es la plenitud desbordada de la vida y del amor divinos. Es aquello deli ado, santo, poderoso, que el <adre y el 3i)o espiran desde la eternidad, en que se aman mutuamente y, rebasando el propio Co y *' divinos, se dan mutuamente en una infinita pleni& tud de amor. .i el 3i)o es aquel *' divino en que 9ios <adre, por un pro eso misterioso del propio ono imiento eterno, substan ial, engendra, desde toda la eternidad, su imagen, el destello de su propio Co, enton es el Espíritu .anto es aquel 9osotros divino en que <adre e 3i)o se en uentran en una omuni a i%n de amor infinita, sobreabundante, y se abra+an mutuamente. Es el Qabra+o del <adre y del 3i)oR, el Qbeso del <adre y del 3i)o, el beso m"s dul e, m"s se retoR H.an @ernardoI. Es la Qefusi%n ompleta de la vida intradivinaR H. heebenI. B por uanto esta vida en el seno de la divinidad es esen ialmente amor y santidad, Ml es Qla flor y el perfume de santidad del <adre y del 3i)o, omo es la flor y el punto ulminante de su espiritualidadR H. heebenI. (unque balbu iendo, al querer on ebir humanamente la manera en que el Espíritu pro ede del <adre y 176

del 3i)o, podemos de irV lo sobreabundante, lo plet%ri o, el amor, la santidad que se desborda, que pro ede del <adre y se omuni a al Gerbo divino y brilla on individualidad propia, la plenitud del darse y entregarse, es lo pe uliar del Espíritu .anto. 9e esta plenitud ha salido la Creación. #iertamente ésta se atribuye al <adre, por uanto refle)a omo ninguna otra obra divina lo personal del <adreV ser origen de toda la realidad, de la /rinidad misma. <ero ya que esta misma rea i%n no se funda en una ne esidad interior de 9ios, sino que es un a to de su amor magn"nimo, desbordado, se atribuye al Espíritu. 2n 9ios que sólo sea intele to, que s%lo pueda on ebirse y ponerse omo QGerboR, no se omprende que quiera rear un mundo distinto de Ml. <orque aun el m"s perfe to de los mundos posibles, por venir de la nada, estaría infinitamente le)os de la perfe i%n de 9ios, y por esto no sería ante la divina inteligen ia ob)eto digno de la a tividad readora. 9e ahí que todos los sistemas filos%fi os que definieron a 9ios ex lusivamente omo intele to absoluto, omo puro pensar, se viesen obligados a negar la diferen ia sustan ial entre 9ios y el mundo, y tuviesen que divini+ar el mundo y nive& lar a 9ios on el mundo. 9esembo an en una u otra forma al panteísmo. 4enos bastaría aún la sola voluntad divina. #omo voluntad al%gi a, iega, s%lo podría ir palpando en las tinieblas y formar un mundo de sinsentidos. El m"s "rido pesimismo sería el término de toda sabiduría. 8a rea i%n del mundo s%lo se on ibe si 9ios no es un 9ios de mero pensar o de mero querer, sino también un 9ios !ondadoso, que se da on un libre a to de amor. Ba que en el misterio de la /rinidad la bondad desbordada de 9ios no solamente es onsiderada omo atributo divino, sino Wen el grado superior de su reali+a i%nW omo algo subsistente, omo una persona divina, por tal motivo no solamente se on ibe que 9ios haya querido algo no divino, sino que se manifiesta la ra+%n espe ial de haber querido rear el mundo. 2n amor tan fe undo, que brilla desde la eternidad omo <ersona en las profundidades de la plenitud de vida divina, es obvio que se desborde por sí mismo del seno de la divinidad para darse a las riaturas. <or esto la #rea i%n no es tan s%lo obra del <adre, que omo origen de todo ser la sa a de la nada, ni es obra del 3i)o solo, uya imagen lleva, sino también obra del Espíritu .anto, porque y en uanto se debe al amor reador, sobreabundante. 9e ahí la alusi%n de 17=

profundo sentido que hay en la historia, de la #rea i%nV QB el Espíritu de 9ios se movía sobre las aguasR H$en. -, ,I. <or la misma ra+%n la 4isa de <ente ostés empie+a on las palabras de la .abiduría Hx, =IV QEl Espíritu del .e'or llena el mundo universoR. B por esto también en la misma fiesta los salmos elebran on exalta i%n go+osa pre isamente el poder reador de 9iosV /ú. .e'or y mi 9ios, eres muy grande ma)estad y esplendor son tus vestidos. /ú te envuelves en lu+ omo en un manto y despliegas los ielos omo tienda. /ú el que sobre las aguas apuntala sus altos aposentosS el que forma las nubes por su arro y amina en las alas de los vientos. 9oquiera que diri)amos la mirada uando lo+ana se despliega la primavera, en la flore iente umbela de las flores a la vera del amino, en el feli+ gor)eo de los p")aros y en los brillantes o)os de los ni'os nos saluda el Espíritu .anto y su amor generosísimo. 4"s íntimo es aún Wlo m"s íntimo que podemos tener en la tierraW aquel otro saludo del Espíritu .anto, uyo murmullo nos llega desde el reino de lo so!renatural. N8o sobrenaturalP TLuién ha podido abar ar )am"s la rique+a de la plenitud divina, la profundidad del amor divino omuni "ndose a sí mismo, que se en ierran en lo sobrenaturalU Redimidos del demonio, del pe ado, de la muerte y de la miseria por (quel que se dio en res ate por los mu hos. <or tanto, no hay ya pros rip i%n, fatalidad de mal, maldi i%n de ulpa. <ero tal reden i%n aún no lo di e todo. <orque ésta podría también on ebirse si el hombre aído se restituyera a su propia naturale+a buena, a su verdadero ob)etivo y destino. Enton es el redimido sería un hombre que de nuevo tendría el amino libre para amar y servir a 9ios on las fuer+as de su naturale a. .ería un hombre que se daría a 9ios, pero no todavía un hombre a #uien se entregar"a el mismo Dios. 0rden so!renatural signifi a que yo soy partí ipe de la divina naturale+a H f. , <etr. 1, CI. .obre todas las exigen ias y fuer+as de nuestro ser reado, somos divini+ados, somos de la ra+a de 9ios, somos 17:

sus hi)os, los que laman Q(bba, <adreR. Esto es el amor sin límites, esto es la plenitud, esto es el 7sp"ritu 5anto. <or ierto, el que de una ve+ para siempre uni% la naturale+a humana on la divina fue el @i4o. Entreg"ndose a sí mismo a la muerte, nos hi+o parti ipar de bla vida que Ml, en un na imiento eterno, re ibe del <adre. .í, es el 3i)o quien nos lleva a la bienaventuran+a. <ero el que esto fuese posi!le, y el que esto se hi iese en una medida tan asom!rosa, el que el 9ios infinito entrase en el tiempo finito, tomando forma de hombre, aún m"s forma de pe ado, el que el Gerbo en arnado lo sa rifi ase todo a sus hermanos, aun su misma vida, esto ha de atribuirse al Espíritu .anto. Ml, alian+a personal de amor entre <adre e 3i)o, es la verdadera fuente de que se desborda el amor de 9ios para pasar a los hombres. Q8a omuni a i%n de la naturale+a divina del <adre al 3i)o por vía de genera i%n tan s%lo puede hallar su amino a la riatura on la omuni a i%n ulterior del Espíritu .anto por vía de amor. (sí apare e el Espíritu .anto omo resultado de la unidad del <adre y del 3i)o, y omo mediador de la unidad W al ada sobre esta rela i%n Wentre 9ios y la riaturaR H. heebenI. 8a obra salvadora de Jesús y la eleva i%n del nuevo hombre al plano sobrenatural mediante la misma, tienen sus m"s profundas y deli adas raí es en el misterio de amor del Espíritu .anto. B por esto nadie puede de ir Q.e'or JesúsR sino por el Espíritu .anto. #on fino a ierto desta an los Evangelistas aquellos puntos de la vida de Jesús en que la efusi%n de amor del Espíritu .anto se ha e patenteV la En arna i%n H8u . -, 7>S 4atth. 1, ,KI, la onsagra i%n mesi"ni a H8u . 7, ,1I, el ayuno, la lu ha y la vi toria en el desierto H8u . C, 1I, las obras potentes ontra lo diab%li o H4atth. 1,, ,:I. /odos ellos dan testimonio del Espíritu .anto. B el mismo Jesús expli a el misterio de su humanidad on la promesa de -saías H6i, iIV QEl Espíritu del .e'or repos% sobre míV por lo ual me ha onsagrado on un i%nR H8u . C, 1:I. 8a vida humana brilla en la pompa de lu es del Espíritu .anto. En toda la a tividad de #risto se siente el aleta+o de la santa paloma. B, on todo, la plenitud de amor del Espíritu .anto no queda aún revelada en esta su a tividad. 2no de los misterios m"s profundos del onse)o divino es que, si bien fue Jesús Wel hombre hipost"ti amente unido a 9iosW quien entreg% su uerpo ino ente por los hermanos en un libre a to de amor, y así an el% 175

para siempre la édula del de reto firmado ontra los hombres que los separaba de 9ios, y fue el 2nigénito del <adre quien en el ropa)e de sa rifi io, en su humanidad, re% y asent% los fun& damentos ob)etivos de nuestra salva i%n, sin embargo, la reali ación su!4etiva de la misma, el llenar realmente a ada hombre de la nueva vida, depende de la irrup i%n de una realidad nueva, sobrenatural, de la efusión del 7sp"ritu 5anto. QBo voy a enviaros al que mi <adre os ha prometidoS entretanto permane ed en la iudad hasta que se"is revestidos de la fortale+a de lo altoR H8u . ,C, C5I. QBo rogaré al <adre, y os dar" otro #onsolador, para que esté entre vosotros eternamenteR H-o. 1C, 16I. 9e modo que Jesús no nos dio aún toda la plenitud. #on la manifesta i%n del .e'or se prepara y empie+a a onstruirse la nueva vida, mas no queda terminada aún. 8a perfe i%n ompleta la trae el #onsolador, el Espíritu .anto. Este Espíritu no es un espíritu extra'o a Jesús, y mu ho menos enemistoso. Es el Espíritu de Jesús. QRe ibir" de lo mío, y os lo anun iar"R H-o. 16, 1CI. Es el Espíritu que proseguir" la obra de Jesús y la introdu ir" en el mundo. En este punto se revela on mayor lu+ que en ualquier otro %mo la obra de la Reden i%n se halla entrela+ada on la vida trinitaria del 9ios 2no. (sí omo el 9ios 2no no existe omo <adre e 3i)o solos, sino, por su misma esen ia, omo <adre, y Espíritu, y así omo es el 7sp"ritu el que ierra el infinito ír ulo del amor divino y termina la vida divina en toda su plenitud, de un modo an"logo la obra divina de la Reden i%n no ha de atri& buirse al <adre y al 3i)o, sino también al Espíritu .anto, y es el 7sp"ritu el que le da la onsuma i%n plena. 7n su operación culminan la redención y el cristianismo/ y de tal modo, que sin el Espíritu .anto y sin su plenitud no habría ristianismo ompleto. Esta plenitud de espíritu es de tanto relieve y de tanto peso para el ristianismo, que los profetas de la (ntigua (lian+a vieron pre isamente en ella lo nuevo de la épo a mesi"ni a y anun iaron su llegada. QB después de esto su eder" que derramaré yo mi espíritu sobre toda lase de hombresS y profeti+ar"n vuestros hi)os y vuestras hi)as... B también sobre mis siervos y siervas derramaré en aquellos días mi espírituR HJoel ,, ,: y ss.S f. E+. 76, ,> y ss.S -s. CC, 7 y ss.I. 8os primeros ristianos tenían on ien ia abal de que on la épo a mesi"ni a se mostr% la 1CK

plenitud del Espíritu. 1o fue s%lo <edro quien se refiri% explí itamente en su dis urso de <ente ostés a la profe ía de Joel H( . ,, 16I. Ellos se onsideraban Qvivifi ados por el EspírituR H f. $al. >, DE/ 1 #or. ,, 1>S 7R 1I, hombres que est"n ba)o la Qley del espírituR HRom. :, ,I, que llevan Qel sello del EspírituR HEph. 1, 17I. <ara .an <ablo, el QEspírituR es pre isamente lo distintivo del ristiano H$al. 7, 1 y ss.S , #or. 11, CI. .egún .an Juan H1 -o. C, 17I, ono emos si Qvivimos en 9ios y El en nosotrosR por uanto Qnos ha omuni ado su EspírituR. Esta plenitud dé espíritu es sentida tan vivamente, que toda la sabiduría meramente humana y todas las autoridades y medidas puramente humanas se abaten delante de ella. QEl hombre espiritual dis ierne de todoS y nadie puede a él dis ernirleR H1 #or. ,, 1>I. 9e ahí brota la alegre onfian+a en la reden i%nV QEl mismo Espíritu est" dando testimo& nio a nuestro espíritu de que somos hi)os de 9iosR HRom. :, 16I. Ml sirve de arras, que est"n puestas en nuestros ora+ones H, #or. 1, ,,I. En Ml se fundan adem"s la firme seguridad de la palabra H( t. ,, ,5S C, 17 y 71S ,:, 71I, el "nimo alegre para el sa rifi io H( t. C, C1S , #or. C, : y ss.I y la entrega amorosa de unos por los otros H( t. C, 7, y ss.I. /an pi t%ri o es este QEspírituR, que se tradu e en las m"s diversas gra ias sobrenaturales, que se otorgan Qa ada uno de nosotros a medida de la dona i%n de #ristoR HEph. C, =I, y se manifiestan no en último término en el Qdon de lenguasR, es de ir, en la ora i%n ext"ti a, en la Qprofe íaR, o sea en el don de la onversa i%n edifi ante, omo también en el obrar milagros. 8os pasa)es de los 3e hos de los (p%stoles en que el autor usa la expresi%n QnosotrosR rebosan on esta alegría entusiasta del Espíritu. Gan y vienen figuras proféti as omo (gabo, las uatro hi)as profetisas de Jelipe el Evangelista, dis ípulos que profeti+an en /iro. #on todo, la -glesia primitiva tiene plena on ien ia de no poseer otro espíritu sino el de Jesús H f. i -o. C, ,S 1 #or. 1,, 7I, la Qmente de #ristoR H f. 1 #or. ,, 16S ,, ,S 1C, 7=I. B se tenía gran uidado de que las revela iones del Espíritu fuesen examinadas en su ontenido H1 /hess. >, ,1I, y de que todo se hi iera on de oro y orden H1 #or. 1C, CKI. 4as se pro uraba también Qapagar el EspírituR H1 /hess. >, 15I. Q#odi iad el don de la profe íaS y no estorbéis el de hablar lenguasR H1 #or. 1C, 75I. QBo, sí, deseo que todos vosotros teng"is el don de lenguasV pero mu ho m"s que teng"is el de 1C1

profe íaR H1 #or. 1C, >I. En esta plenitud de espíritu se veían pre isamente Qlos efe tos sensibles del espíritu de la virtudR H1 #or. ,, CI. (sí, el entusiasmo de un onta to inmediato on el Espíritu dio su u'o pe uliar al )oven ristianismo. El Espíritu estaba realmente Qderramado sobre todos los hombresR. .e omprende que esta vida plet%ri a en el Espíritu y por el Espíritu, esta alta tensi%n de las fuer+as espirituales, no podían ser un estado permanente. Este desbordamiento de espíritu era un sín& toma de la )uventud de la -glesia. Estaba en onsonan ia on la impresi%n enorme, subyugadora, que produ)o lo ompletamente nuevo, lo sobrenatural, lo divino, sus itado por los testigos de <as ua, por su misma persona, por su a tividad y por el milagro de <ente ostés en los "nimos ya preparados, gra ias al desarrollo espiritual de la tardía antigaedad. Era omo un "lido viento de primavera, que pasa por en ima de la gleba, hen hida de gérmenes y sedienta de vida. ( ello se a'adía la fe asa+ general en el pr%ximo retorno de #risto, en el Qpo o despuésR que faltaba aún para la venida del 3i)o del hombre. Esta fe daba a la plenitud de espíritu su ar" ter tempestuoso, apremiante, ext"ti o. ( medida que pasaba el tiempo y se ale)aban los a onte imientos de <as ua y <ente ostés, uanto m"s onvivía el ristianismo on el mundo y m"s se debilitaba la fe en el pr%ximo advenimiento del .e'or, iba menguando también la fuer+a pri& mitiva del desbordamiento de espíritu. 1o tenía ya puesto en el plan de 9ios. <orque su fin, el de imponer al )oven ristianismo, omo fuer+a divina, en ontra del medio ambiente pagano, ya estaba, logrado. <or esto se perdi% el entusiasmo Waun allí donde m"s tarde flame% a ratos, omo un fen%meno de masa, por e)emplo, en el ír ulo de 4ontanoW al ponerse en onta to on las realidades de la -glesia y de su vida, que seguía su urso. 8leg% a tro arse en se ta. <or muy profundamente grabado que estuviese en el primitivo entusiasmo ristiano el sello de la épo a ontempor"nea, sin embargo, el meollo esen ial Wla fe alegre en el Espíritu .anto, en sus dones y en la vida llena de espírituW se onserv% en el ristianismo. Es lo que le dio también m"s tarde su ontenido nuevo, propio. 7l cristianismo, despu.s, como antes, es esencialmente efusión de 7sp"ritu, es esencialmente milagro de (entecost.s. B donde no se ve esta efusi%n de Espíritu, por allí no 1C,

ha pasado el Q#onsoladorR. (llí puede haber hombres que reen en el <adre y que debido a un ingenuo ego entrismo est"n persuadidos de pra ti ar el Q ristianismoR uando van a mendigar dones de este <adre. <uede haber también hombres que reen en el QGerboR y en el sentido de todas las osas que en Ml se revela, y que van modelando su vida on fidelidad traba)osa según este sentido m"s elevado. .on los hombres de la seriedad moral y del deber arduo. 3as no son los hom!res del 7sp"ritu 5anto, del desbordamiento amorosoS no son los hombres de o)os brillantes. <ente ostés no ha llegado todavía para ellos. T#%mo ha de venir para ellos <ente ostésU 0, m"s profundamenteV T#%mo se revela el Espíritu .anto todav"a hoy en el hombreU (sí omo en la primera ma'ana de la rea i%n, uando se movía sobre las aguas, y omo el día de la segunda rea i%n, uando llam% a la vida el osmos de los nuevos hombres, la -glesia de #risto, así omo en la rea i%n, al desbordarse su amor generoso, sembr% en la tierra muerta las rique+as de la vida natural, y omo el día de <ente ostés, en un bramar impetuoso, sa udi% las almas y en forma de lenguas de fuego despert% el ardor de nuevos sentimientos y de nuevas palabras, así sigue obrando aún hoy en la -glesia omo reador del Qhombre nuevoR H f. , #or. >, 1=I, omo prin ipio del Qnuevo na imientoR H-o. 7, >I, o, para hablar on Jesús, omo el santo Qmanantial de agua que manar" hasta la vida eternaR H-o. C, 1CI. 0bra mediante su gracia. TLué es la gra iaU En substan ia es un brotar y desbordarse del amor de 9ios en mí, es el soplo del Espíritu .anto en mi alma, soplo de amor. El h"lito de amor del Espíritu .anto penetra en el espíritu humano, y no solamente en la ontextura de los a tos del pensar y del querer, sino m"s profundamente, hasta llegar a aquel punto en que mi yo, pura unidad, todavía sin elementos diferen iales, no es m"s que in& dividualidad. <enetra hasta la substan ia de mi h alma, entra en las m"s íntimas profundidades del ser. B es en estas profundidades, en este prin ipio del ser humano, que el Espíritu invita y llama al hombre, y le impulsa y le atrae a 9ios. 8a gra ia es un apremio de amor divino que empie+a en las apas sub ons ientes del alma humana despertando allí sentimientos, barruntos que ponen enfermo el ora+%n de pura nostalgia de 1C7

9ios. Estos sentimientos suben m"s y m"s a la lu+ lara de la on ien ia y se transforman allí, siempre ba)o la opera i%n del Espíritu .anto, en ne esidades, exigen ias, dis ernimientos laros. El Espíritu .anto Qest" a la puerta y llamaR. 4as no hunde la puerta. 8a gra ia nun a fuer+a la voluntad libre del hombre, ya que esen ialmente es una soli ita i%n de amor divino. B donde hay amor, allí se onven e, no se violenta. 1ada obra m"s íntima, asta y deli adamente que este apremiante amor divino. El pensar, penetrado de él, no se desviar" de su urso l%gi o. Es un pensar sano. B, a pesar de todo, est" dotado Wporque le impulsa el amor divinoW de un sentido m"s profundo, de un dis ernimiento m"s agudo y de una apa idad m"s amplia para aptar el aspe to interior de lo real Waquel fondo en que la substan ia de las osas lleva la huella del dedo de 9iosW, hasta para abar ar aun aquellas ra+ones últimas en que se funda todo lo real y sin las uales se true a en fantasma atormentador. 8a gra ia abre los o)os. En la naturale+a y en el orden sobrenatural des ubre apas de realidad que quedan o ultas a quien re ha+a ons ientemente las llamadas de la gra ia. #uando Jr. 3ets h, médi o edu ado en el protestantismo, en ontr% por el amino de . h%uenberg, )unto a Ell]angen, una medalla perdida por unos romeros, vio brillar en esta modesta medalla todo el maravilloso edifi io de la teología at%li a, omo iluminado por una lu+ de en antamiento. B la imagen vislumbrada no le solt% hasta onvertirse él al atoli ismo y ha erse sa erdote. (dem"s, porque la gra ia de la fe oge al hombre en las raí es vitales, en las profundidades de su ser espiritual, por esto llena el pensar humano del alor y ardor de lo vivido. (fian+a el )ui io de redibilidad on las mil y mil satisfa iones que experiment% el alma al orresponder al llamamiento amoroso de la gra ia. Fni amente la gra ia puede rear onvi iones tan profundas. /odas las otras influen ias W omo el as endiente de los padres, de los maestros, de los sa erdotes, de la -glesiaW s%lo pueden tener en uenta lo generalmente humano, y en lo personal no pueden llegar m"s all" de lo visible, de lo que se tradu e al exterior. .%lo ro+an la superfi ie del ser humanoS no penetran hasta aquella última pe uliaridad en que ada hombre vive de lleno la idea individual eterna, expresada en su persona. Fni a& mente el Creator 5piritus, el #reador del alma individual, puede 1CC

to ar inmediatamente esas realidades que existen s%lo Quna ve+R en los omple)os espirituales y pro esos espirituales, y de esta suerte rear un ono imiento de fe que, brotando interior y org"ni amente de la pe uliaridad del yo, se afian+a en toda la postura espiritual del reyente. 3ay algo m"s, algo importanteV el nuevo ono imiento Wlleno de gra iaW, aunque no des ubra nuevas verdades, est" en ierto modo empalmado on la manera divina de ono er. QEn la fe humana HnaturalI no nos a er amos a la 9ivinidad, no subimos a ella. /an s%lo re ono emos u"nto se eleva su ono imiento sobre el nuestro. 4as por la fe divina, so& brenatural, somos pre isamente levantados a su altura, para ser partí ipes de la misma. <or aquélla oímos la vo+ de quien nos manda, por ésta somos introdu idos omo amigos de 9ios en la lu+ de nuestro .e'or... (or ende, la lu de la fe es una gracia por la cual Dios se revela inmediatamente en el alma como a#uel #ue le ha!lan H. heebenI. Esto es la Qrevela i%n interiorR, la Qilumina i%n del ora+%nR, de la ual sabían de ir tantas y tan deli adas osas los antiguos te%logos. Ella se funda en la re& vela i%n exterior y en su anun io he ho por la -glesia, ya que los presupone. <ero es el resultado m"s alto de los mismos, su punto ulminante, por uanto en ella se abre amino la m"s alta personifi a i%n posible del mundo de la fe, des ubierto en la reve& la i%n exterior. En esto piensa .an Juan al es ribir en su primera #arta H,, ,=IV Q4antened en vosotros la un i%n que de Ml re ibisteis. #on eso no tenéis ne esidad que nadie os ense'eV sino que onforme a lo que la un i%n del .e'or os ense'a en todas las osas, así es verdad, y no mentira.R <or tanto, la fe del ristiano es en realidad Wsi por otra parte es sobrenatural, divinaW un Qefe to sensible del espíritu y de la virtudR del Espíritu .anto. 1o somos nosotros que reemos, sino que el Espíritu .anto nos ha e reyentes. 8a fe es un vivir ontinuamente el milagro de <ente ostésS en esen ia no difiere de la fe de <ente ostés. 9el <ente ostés de la nueva fe brota el <ente ostés del nuevo hom!re/ de aquel misterio brota este milagro. En uanto el Espíritu .anto ha abierto on apremio de amor los o)os del alma a 9ios y su verdad, esta verdad relampaguea omo una lu+ vivísima, abrasadora en la obs uridad onfusa de nuestro ser natural. Enton es nota el hombre la enorme distan ia entre lo que 1C>

es él y lo que debería ser. .e asusta, se estreme e, huye. <ero, doquiera que huya, el apremio amoroso del Espíritu .anto le persigue, penetrando hasta en los rin ones m"s re %nditos del alma. 9is ernimientos siempre nuevos surgen en él, por m"s que le atormente la nueva lu+. 1uevas nostalgias de 9ios, nuevos im& pulsos ha ia el bien brotan siempre en él, por mu ho que se rebele ontra el agui)%n. .e entabla una lu ha entre la gra ia y la libertad, entre el amor nuevo y el antiguo, entre el espirita y la arne, entre 9ios y el hombre, una lu ha tan tremenda, tan emo ionante y on todo tan asombrosamente sublime, que Qsirve de go+o a los "ngeles del ieloR el poder ser sus testigos. 8a fina pluma de (gustín nos la ha des rito on l"si o relieve. 8a lu ha flu túa. .on asi insondables los alabo+os a que huye el hombre animal ante la lu+ apremianteS son asi innumerables los perros que ladran en los s%tanos. B donde las profundidades de lo animal pare en agotarse, allí abre sus fau es el abismo de lo diab%li o. (llí lan+a el Q<rín ipe del mundoR sus saetas venenosas al alma del lu hador ansado. (sí puede su eder que el hombre su umba, que Qel espíritu impuroR tome posesi%n de su asa, y hasta llame a otros espíritus, Qpeores que élR H4atth. 1,, C>I, on que Qviene a ser el postrer estado de aquel hombre m"s lastimoso que el primeroR. 4as donde esto su ede, allí no es el Espíritu .anto quien fra asa. (llí fra asa úni amente la voluntad humana. T<or qué fra asaU :Luién puede penetrarloU 8os te%logos hablan de un Qmisterio de la iniquidadR y avilan mu ho sobre las profundidades insondables de la ele i%n de la divina gra ia. <ero, por muy entrete)ido que esté el querer humano on la vo& luntad salvadora de 9ios, el hombre no puede disimularse a sí mismo que al pe ar fue su propia voluntad, su libre de isi%n que le movía. El hombre fra as% allí donde había de ser Qél mismoR, y donde no tiene a eso ningún demonio, y donde la misma gra ia se para respetuosamente...V en el santuario de su ser, en el fondo de su personalidad. 8o tr"gi o del Espíritu .anto, divino, es que este hom!re interior, aunque ir uido de lu+ divina, pueda sus& traerse a su resplandor. 4as si el hombre se abre, si despe)a y tiene abiertas siquiera las m"s peque'as y leves hendiduras y grietas de su ser para que penetre la lu+ de la gra ia, enton es queda ésta ven edora. 0leadas siempre nuevas parten del ora+%n de 9ios. El hombre antiguo se en oge y teme ada ve+ m"s. El 1C6

miedo le estreme e, el arrepentimiento le muele. 3asta en las últimas fibras de su ser palpita el sentimiento de su ilimitada debilidad. B no puede sino lamarV N.e'or, ayúdame, que pere+ oP <ero mientras así lama, la esperan+a entra despa io, a tientas, on amplio impulso, en su alma. Giene el Q#onsoladorR, el Qdul e huésped del almaR. .iempre viene uando el alma, desprovista de todo onsuelo humano, se que)a solitaria en el desierto, y uando m"s duro es el silen io en torno suyo. Enton es Wal suave murmullo del #onsoladorW se atreve el hombre a esperar que 9ios despertar" de nuevo su esqueleto des arnado. QGen tú, oh espíritu, de las uatro partes de mundo, y sopla sobre estos muertos, para que resu itenR HE+. 7=, 5I. .%lo uando el hombre ha experimentado hasta el extremo su propia impoten ia, y lama del fondo de su almaV Q.e'or, apresúrate a ayudarmeR, est" preparado para lo elestial, para aquello que Jesús llama un Qrena erR un na er Qen 9iosR. En el sa ramento del @autismo o en el de la <eniten ia se reali+a esta regenera i%n. (lgo ompletamente nuevo, algo que de ningún modo puede ponerse omo eslab%n en la adena de ausalidades naturales, entra en el almaV la gracia santificante. Es gra ia, la m"s pura, ompletamente inmere ida, y ex ede los límites de la naturale+aS es un brotar de vida divina y de amor divino. El Espíritu .anto, el desbordamiento personal del amor divino, el gran #onsolador est" aquí. /an s%lo en la manifesta i%n suprema del amor divino, uando el QGerboR ba)% a la miseria de la humanidad y asumi% arne mortal, fue todavía m"s efi a+, m"s emo ionante, m"s arrebatadora la opera i%n del Espíritu. 8a sinmedida del amor divino atrae de tal suerte el alma a la vida di& vina, que la satura de nuevas fuer+as, y lo vie)o, lo terreno del alma se desvane e, y brota en ella una forma nueva, supraterrena, divina. El alma siente un h"lito pe uliar de espiritualidad, de re ogimiento, algo que levanta su ser por en ima del ser reado, algo que ni siquiera se halla en la naturale+a del serafín m"s en umbrado, sino úni amente en el mismo 9ios. <re isamente por esto habla .an <edro de una Qparti ipa i%n de la divina naturale+aR H, <etr. 1, CI. (quí se obra una divini+a i%n, no por la naturale+a, sino por la gra ia, y no de un modo insoluble omo en el 2nigénitoS pero, a pesar de todo, es una manifesta i%n verdadera, real, de 9ios en el hombre. 9ios se manifiesta aquí no 1C=

s%lo en símbolos extraordinarios omo en la rea i%n, sino en una entrega inmediata de sí mismo. /an íntima es esta teofanía, que el agra iado no vive ya en su propio espíritu, sino en el espíritu del 3i)o, Qel ual lamaV (bba, <adreR H$al. C, 6I, y toda la /rinidad toma morada en él omo en un templo. El ristiano en estado de gra ia, Nun templo del Espíritu .anto, un ielo sobre la tierra, un misterioP N2n misterio lleno de profundo silen io, lleno de devota almaP B, a pesar de todo, un misterio que, a seme)an+a de la fuente es ondida en las monta'as, ha e brotar vida lo+ana y ubre de brillante pompa primaveral el alma. .e despierta un nuevo hombre. Q( ab%se lo que era vie)oV y todo viene a ser nuevo.R .e transforma por ompleto toda la personalidad. .u entro de gravedad no es ya el yo antiguo, atado a la tierra, sino el yo nuevo, atado a 9ios en el Espíritu .anto. #omo de los (p%stoles en el día de <ente ostés, apoder%se del hombre una nueva fuer+a, un nuevo eros, una nueva y grande voluntad. B no brota de nosotros mismos. 1o estaba todavía en nuestras súpli as y ora iones, en nuestra peniten ia y as etismo. Giene de lo alto, omo el viento impetuoso de <ente ostés, y rompe todo lo quebradi+o, Qpara que se re ono+ a la grande+a del poder de 9iosR en los Qvasos de barro fr"gilR H f. , #or. C, =I. .e umple la palabra del <rofetaV Q0s daré un nuevo ora+%n, y pondré en medio de vosotros un nuevo espíritu, y quitaré de vuestro uerpo el ora+%n de piedra y os daré un ora+%n de arneR HE+. 76, ,6I. Este nuevo cora ón es el Qefe to visible del espíritu y de la fuer+aR para el ristianismo. En él se revela éste de ontinuo omo religi%n de la nueva vida, omo fuer+a de 9ios que penetra en el mundo del tiempo y del espa io, y lo transforma. /odos los milagros, visiones y profe ías, todo uanto obra de extraordinario el Espíritu de <ente ostés en los reyentes, todos los sa ramentos y sa ramentales re iben de Ml su última y m"s alta redibilidad. <or en ima de todos los milagros y se'ales de la gra ia est" este milagro del Espíritu .antoV el hombre nuevo, na ido de 9ios. 9onde no se ve esta nueva espe ie de hombres, pierden los mismos milagros y los sa ramentos su fuer+a onvin ente. 2na omunidad en que hubiese abundan ia de milagros y de sa ra& mentos, pero se viese po o o nada el nuevo hombre, se aseme)aría 1C:

a un trigal on espigas va ías. 1o sería una omunidad del Espíritu .anto. T#%mo se revela el nuevo hombreU 8a @uena 1ueva del hombre nuevo es éstaV );a caridad de Dios ha sido derramada en vuestros ora+ones por medio del Espíritu .anto, que se nos ha dado.R Mste es el nuevo "nti oV QTLuién, pues, podr" separamos del amor de #ristoU Tla tribula i%nU To la angustiaU To el hambreU To la perse u i%nU To el u hilloUR HRom. :, 7>I. T1o ha sido antado por millares de hombres en todos los siglosU NGosotros, flores y estrellas, vosotros, hombres y animales, vosotras, alegrías y penasP, os veo ahora on nuevos o)os, os amo on nuevo ora+%n. .ea omo fuere, su eda lo que su ediereV 9ios es aridad. Mste es el misterio de todo ser de 9ios y del mundo, de #risto y de la -glesia, el misterio de toda vida y de toda muerteV el amor del Espíritu .anto, el amor que des ansa solamente en sí mismo, el amor reador, el primero, el que es 9ios. (hora veo u"n profunda es la palabra de la Es rituraV QEn esto onsiste su aridadV que no es porque nosotros hayamos amado a 9ios, sino que Ml nos am% primero a nosotros, y envi% a su 3i)o a ser ví tima de propi ia i%n por nuestros pe adosR H- -o. C, 1KI. B on este fuego de <ente ostés, on este fuego del puro amor divino, e ha llamaradas el nuevo amor al hom!re. <orque, Qqueridos, si así nos am% 9ios, también nosotros debemos amarnos unos a otrosR H1 -o. C, 11I. QBa no hay distin i%n de )udío, ni griegoS ni de siervo, ni libreS ni tampo o de hombre, ni mu)er. <orque todos vosotros sois una osa en Jesu ristoR H$al. 7, ,:I. /odas las barreras na ionales, ulturales, so iales se rompen delante de este amor. B tiene amino abierto todo amor que se en& trega, que ayuda. <orque QT %mo es posible que resida la aridad de 9ios en quien tiene bienes de este mundo y viendo a su hermano en ne esidad ierra las entra'as para no ompade erse de élUR H1 -o. 7, 1=I. 8a -glesia, la di% esis, la parroquia es esen ialmente omunidad de <ente ostés, alian+a de amor, la unidad de hombres que se aman. B donde este amor no es vivo, allí se ha apagado el fuego de <ente ostés. (llí hay todavía Qformas de piedadR, omo las llama (gustínV -glesia, sa erdote, sa ramentoS mas se ha perdido su fuer a, de fe undidad. 1ingún pe ado, ningún vi io, es, seg'n su esencia, tan contrario a la vida de la -glesia, y ninguno influye de un modo tan 1C5

destru tor en su fe undidad y fuer+a de expansi%n, omo el vi io del desamor. T1o ha e hado ya su raigambre a " y a ull"U T1o nos espantan dentro de la misma -glesia largos tre hos que pare en desiertos "ridos, desolados, porque el Espíritu .anto, el Espíritu del re ogimiento y del amor ha venido a ser para tantos un Q9ios des ono idoRU QNGed %mo se aman unos a otrosPR Esta palabra, suprema alaban+a un día del espíritu ristiano, Tno suena ahora para mu hos omo una befa morda+U B, on todo, Nno hay otra osa que nos distinga omo dis ípulos de Jesús, sino el amorP Ml es la me)or, aún m"s la úni a y de isiva prueba W entendiéndolo bienW Qdel espíritu y de la fuer+aR que hay en nuestra -glesia. 1ingún medio, bus ado on artifi io, de la ura de almas puede substituirlo. 1o basta la penetra i%n de los te%logos, ni la ien ia ristiana, porque Q uando yo hablare todas las lenguas de los hombres y el lengua)e de los "ngeles, si no tuviere aridad, vengo a ser omo un metal que suena, o ampana que reti'eR. 1i bastan visiones y éxtasis, porque Q uando tuviere el don de profe ía, y penetrase todos los misterios, y poseyese todas las ien ias, no teniendo aridad, soy un nada.R /ampo o basta el ardor de una fe firme, aunque brille asombrosamente en ongresos at%li os y organi+a iones religiosas. (unque fuera Quna fe que traslada monta'asR, nada sería sin la aridad. 1i siquiera aquello que un )ui io superfi ial llamaría de buen grado Q aridadR, ni siquiera las obras Q aritativasR de entrega heroi a, son sufi ientes. Q#uando yo distribuyese todos mis bienes para sustento de los pobres, y uando entregara mi uerpo a las llamas, si la aridad me falta, todo lo di ho no me sirve de nadaR H- #or. 17 y ss.I. /odas las aso ia iones, esfuer+os, ligas, que sirven al bienestar públi o, ualquiera sea su envergadura y por grande que sea su apa idad, han perdido su fuer+a si el pastor y la grey han perdido lo úni o ne esario, lo sen illamente impres indible, el fuego de <ente ostés, el puro y fuerte amor al hombre. Q8a aridad es sufrida, es dul e y bienhe horaS la aridad no tiene envidia, no obra pre ipitada ni temerariamente, no se ensoberbe e, no es ambi iosa, no bus a sus intereses, no se irrita, no piensa mal, no se huelga de la in)usti ia, ompl" ese, sí, en la verdadS a todo se a omoda, lo ree todo, todo lo espera y lo soporta todoR H1 #or. 17, C y ss.I. 1>K

Q8os frutos del Espíritu sonV aridad, go+o, pa+, pa ien ia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, ontinen ia, astidadR H$al. >, ,, y ss.I. N0h qué aspe to espléndido, atra tivo, go+oso, ofre ería la vi'a del .e'or, si todos los sarmientos dieran este noble fruto del espírituP .i todos aquellos que van en bus a de nuestra -glesia no tuvieran que bu ear fatigosamente en libros y obras, sino que les bastase preguntarV Td%nde est"n los nuevos hombresU Tlos hombres del nuevo amorU NGen, Espíritu .anto, llena los ora+ones de tus reyentes y en iende en ellos el fuego de tu amorP

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ANUNCIACIÓN
H.erm%n marianoI

8a fe at%li a tiene un ambiente de intimidad y de alor porque onfiesa no solamente a un <adre elestial, sino también a una 3adre. 1o hay en la tierra palabra tan llena de deli ade+a y dul+ura omo el nombre de madre. (l pensar en el <adre elestial, nos estreme emos ante su omnipoten ia, su )usti ia y santidad. (l pensar en #risto, sabemos que no solamente es nuestro Redentor, sino también nuestro Jue+. 4as, al pensar en 4aría, no hay en este re uerdo m"s que amor, ordialidad y ternura maternal. B nos sentimos tan amparados ba)o el manto de 4aría omo el ni'o que temiendo de un perro que ladra furioso, se refugia ba)o el delantal de su madre. (sí 4aría, nuestra 4adre elestial, o upa un puesto privilegiado en nuestra vida religiosa. 4as, por mu ho que ono+ amos su ternura maternal en general, algo se nos es apa de su modo parti ular de ser, de su semblan+a espiritual, de lo que la ha e tan grande y santa que lleg% a ser 4adre de 9ios. 3oy indagaremos lo pe uliar que hay en 4aría. /ra+aremos su imagen, no omo la pinta una fantasía "vida de milagros, sino tal omo la de)% onsignada el Espíritu .anto en el Evangelio según .an 8u as. #opiaremos la imagen de 4aría presentada por este Evangelista. #osa signifi ativaV 4aría entra en la historia pre isamente en el momento en que fue llamada a ser 4adre de 9ios. .u semblan+a espiritual apare e ante nosotros y se nos ha e asequible en el momento en que ella se ve ir undada on la radiante orona de la ompla en ia y gra ia divinas. Es el momento sublime en que el "ngel del .e'or se a er a a ella y le transmite la buena nuevaV Q9ios te salve, oh llena de gra iaS el .e'or es ontigo.R Ba este mismo saludo del "ngel arro)a una lu+ larísima sobre todo el pasado de 4aría. N#u"n pura y asta había de ser, qué espíritu de abnega i%n y de amor había de tener respe to a 9ios y respe to a los hombres para que el /odosanto 1>,

mismo le extendiese un ertifi ado de ondu ta omo no lo oy% )am"s de bo a de un "ngel un ser humanoP .i 4aría estaba Qllena de gra iaR, nada podía haber en ella que orrespondiese a la gra ia, que no hubiese sido saturado de amor de 9ios. #on )usto título, la -glesia dedu e de esta frase angéli a que 4aría había de ser pura, ompletamente pura, radi almente pura desde el prin ipio, que debi% entrar en la vida omo -nma ulada, sin la man ha del pe ado original. ( ella, y solamente a ella, pueden apli arse las palabras del #antar de #antaresV Q/oda tú eres hermosa, oh amiga mía, no hay defe to alguno en ti.R Q9ios te salve, oh llena de gra ia.R T#%mo reacciona 4aría ante este saludo angéli oU Estudiémoslo y veremos a plena lu+ la bellísima imagen. 8a primera impresi%n que las palabras del "ngel le produ en es de estreme imiento, de temor y espanto. Q(l oír tales palabras, la Girgen se turb%, y púsose a onsiderar qué signifi aría tal saluta i%n.R 8o que turb% a 4aría no fue la apari i%n del "ngel W al que ontemplaba ext"ti aW, sino lo que el "ngel le di)o. Era demasiado deli ada, sensible, modesta y humilde para no sentir una inquietud íntima al es u har las frases angéli as. :#%mo podía el "ngel de ir de ella osas tan altasS de ella, que no era m"s que una don ella pobre y sen illaU T.er" en realidad un "ngel quien le hablaU Lui+" sea una simple ilusi%n o hasta una sugesti%n diab%li a. 9e esta turba i%n dolorosa viene a librarla la frase del "ngelV QN0h, 4aría, no temasP, porque has hallado gra ia en los o)os de 9iosS s"bete que has de on ebir en tu seno, parir"s un hi)o, a quien pondr"s por nombre Jesús. Este ser" grande, y ser" llamado 3i)o del (ltísimo.R Enérgi as y potentes, on sonoridad met"li a, omo un nuevo Evangelio, llegan las palabras a 4aría, y arran "ndola de sus preo upa iones, la transportan a unas alturas donde todo es lu+ y pure+a en torno suyo, donde brilla la verdad, la laridad de 9ios, donde se desvane e todo temor de que se trate de una apari i%n diab%li a. 4aría sabe ya que es llamada a ser 3adre del 3es"as. B, siendo José su desposado, no podía ella pensar otra osa sino que José había de ser el padre del futuro 4esías. 4as el "ngel, al referirse al advenimiento del 4esías, Tno habl% omo de un a onte imiento inminente o que por lo menos había de reali+arse dentro de muy breve tiempoU .egún el lengua)e )udío, 4aría no podía entender en otro sentido las 1>7

palabras del "ngel H1I. 2na profunda emo i%n apoder%se de ella, porque no estaba aún asada on José, sino s%lo desposada H ,I. Era ella virgen inta ta. <or esto se sinti% impulsada a proponer esta uesti%nV QT#%mo ha de ser esoU <ues no ono+ o... var%n alguno.R En el lengua)e de 4aría estas palabras signifi abanV Q.iendo así que no tengo rela iones sexuales on ningún hombre.R Esta uesti%n brotaba, por una parte, de su fe firme en la promesa del "ngel, y por la otra, surgía del apremio de su ora+%n virginal. B fue una pregunta de importan ia tras endental, de isiva para el destino de toda la humanidad, fundamental para todo el ristianismo. <are e que el universo debi% de retener un momento su respira i%n para es u har on suprema tensi%n la respuesta del "ngel. B el "ngel di)oV QEl Espíritu .anto des ender" sobre ti, y la virtud del (ltísimo te ubrir" on su sombraS por uya ausa el fruto santo que de ti na er" ser" llamado 3i)o de 9ios.R El enigma estaba resuelto y quedaba patente el misterio de los misterios. 1o ser" un hombre, no ser" José el padre del 4esías prometido. 8o ser" el Alt"simo. <or virtud del Espíritu .anto preparar" on su poder reador una naturale+a humana en el seno
En hebreo y en el diale to arameo de 4aría, el futuro 7cce concipies es el llamado Qfuturum instansR, es de ir, indi a un a onte imiento que debe reali+arse inmediatamente. (sí, las palabras del "ngel en 8u . 1, ,KS 7t ecce eris lucens, indi an la mude+ inmediata de Ya arías. , Expuso sustan ialmente la misma opini%n 9onatus 3augg W siguiendo al #ardenal #ayetano H† 1>7CI y ra+onando ampliamente su tesisWen su obra Das erste !i!lische 3arienFort H8a primera frase bíbli a de 4aría. W .tuttgart, 157:I. 4ientras 4aría no ono ía m"s que la promesa de un Rey 4esías H8u . 1, 71 y ss.I, onforme a su mentalidad )udía y en alidad de desposada on José, de la familia de 9avid, no podía pensar sino que su desposado había de ser el padre del 4esías prometido, el ual o uparía el Qtrono de su padre 9avidR H8u . 1, 7,I. 4as omo el "ngel prometi% la on ep i%n inmediata, 4aría debi% de sentirse oprimida por esta uesti%nV QT#%mo ha de ser eso siendo yo virgen inta taUR .olamente la expli a i%n ulterior del "ngel, a saber, que no por obra de var%n, sino por obra del Espíritu de 9ios on ebir" ella al 4esías, pudo librarla de esta preo upa i%n, Qporque para 9ios nada es imposibleR H8u . 1, 7=I. .olamente enton es dio su onsentimiento. #on las palabrasV Q3e aquí la es lava del .e'orR H8u . 1, 7:I, expresa su resolu i%n de entregarse por ompleto a 9ios, guardando virginidad perpetua. 5olamente entonces y no antes se manifest% omo Qsiempre virgenR. 8a virginidad no es virtud )udía, sino cristiana.
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virginal de 4aría. B el fruto santo que de ella na+ a ser" llamado 3i)o de 9ios, y para 4adre de 9ios ella es es ogida. TLué te pasa, 4aríaU .e abre ante lo infinito, el mundo sobrenatural, el mundo de 9ios. El estreme imiento ante lo completamente otro se apodera de ti. 4aría, te hallas ante un a!ismo, tan inde iblemente profundo omo el mismo 9ios. /e en uentras ante una decisión tan tremenda, que onmueve ielos y tierra. .i ontestas on un no, te quedar"s aquende el abismo, seguir"s pertene iendo a tu peque'o mundo, no habr" ambio en tu vida, ontraer"s feli+mente matrimonio on José, y tendr"s hi)os bienamados. <ero, iertamente, te atormentar" siempre una espina por no haber respondido en el momento de isivo. B esta espina tendremos que sentirla todos nosotros, porque todos permane eremos en nuestros pe ados y no ha!r% #uien nos redima. En ambio, si ontestas, oh 4aría, on un s", dir%s )no+ al mismo tiempo a ti misma. 1o te pertene er"s ya a ti, sino que pertene er"s a tu .e'or y 9ios on todo uanto tienes Enton es entrar"n en tu vida la abnega i%n, la renun ia. /e onvertir"s en una sola llama de sa rifi io, quedando onsumido en ti todo lo terreno, aun lo m"s deli ado que tienes, tu entrega de esposa a José. <orque, siendo esposa de 9ios, no podr"s serlo ya de un hombre. .er"s llamada Girgen de las vírgenes, porque en una entrega suprema a la voluntad divina habr"s renun iado a toda di ha terrena. B lo m"s difí il y m"s grandeV si di es s", te sentir"s arrastrada al a!ismo de Dios, al abismo tremendo de su in omprensibilidad y de sus misterios, a aquel abismo en que, dentro de treinta y tres a'os, se hundir" tu propio hi)o al lamar en la ru+V Q9ios mío, 9ios mío, Tpor qué me has desamparadoUR 2n mar de desilusiones y penas se unir" en este abismo y te ubrir" on sus aguas. 3ater dolorosa, 4adre dolorosaS éste ser" tu nombre. <or ierto, por ierto, oh 4aría, si tú di es s", nosotros tendremos entre nosotros un 3ermano que es 9ios, y nos hallaremos amparados en Ml para siempre. Enton es seremos redimidos. T#u"l ser" tu de isi%n, oh 4aríaU B 4aría di)oV Q3e aquí la es lava del .e'orS h"gase en mí según tu palabra.R 9esde enton es sigue resonando por todo el mundo on laro sonido esta frase, pronun iada en el aposento de 1a+aret. #onsagra el uerpo de 4aría para templo del Espíritu .anto, para uerpo de la 4adre de 9ios. 9esde enton es sabemos 1>>

que somos redimidos. <ero sabemos también que 4aría, on estas palabras, se pre ipit% en el a!ismo de Dios. Q3e aquí la es lava del .e'or.R Es una frase llena de heroísmo y espíritu de sa rifi io, rebosante de entrega y de amor, una frase tan pura y grande que s%lo la pronun i% otro en la historia universal, el 3i)o de 4aría al orar en el monte de los 0livosV Q<adre mío... no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú.R (sí omprendemos las palabras on que -sabel, prima de 4aría, la salud% po o tiempo despuésV QN0h, bienaventurada tú, que has reídoPR B omprendemos también por qué en medio de la predi a i%n de Jesús ex lam% una mu)er on transportes de )úbiloV Q@ienaventurado el vientre que te llev%...R, y por qué el .e'or, omo orrigiéndola, subray%V Q@ienaventurados m"s bien los que es u han la palabra de 9ios y la ponen en pr" ti a.R 8a grande a de 3ar"a no est% en el plano f"sico, sino en el espiritual/ onsiste en que ella respondi% on un s" sin reserva a la voluntad de 9ios, en que re ibi% espiritualmente la palabra de 9ios antes de darle a lu+ orporalmente. 8o que es 4aríaV el as"n encarnado, como respuesta a la voluntad del *odopoderoso, la entrega sin reserva a sus misteriosos designios, aunque éstos hayan de ondu irla por obs ura no he y profundo dolor. Q3e aquí la es lava del .e'orS h"gase en mí según tu palabra.R N#%mo se umplieron estas palabras en toda su vida ulteriorP #uando en @elén no tenía hospeda)e para su 3i)o re ién na ido y tuvo que olo arle en un pobre pesebreS uando en obs ura no he hubo de huir a Egipto para es apar de las ase han+as de 3erodesS uando no vio en torno suyo, durante treinta a'os, los esplendores propios de la 4adre del 4esías, sino solamente pobre+a y ne esidadS uando, al empe+ar Jesús la a tividad públi a, ella hubo de sentir día tras día el odio on que se perseguía a su 3i)o... .iempre que una mala noti ia llegaba a su asita, 4aría se aferraba a la voluntad de 9iosV Q3e aquí la es lava del .e'or.R B finalmente, finalmente, fue olo ado en su rega+o el 3i)o ex"nime, ubierto de sangre. /oda otra persona se habría quebrantado enton es y habría dudado de sí misma y de su llamamiento. <ero 4aría, aun en ese momento, el m"s difí il de su vida, sigui% siendo la Qes lava del .e'orR. <ermane i% fiel a lo que treinta a'os antes había vivido y visto en la soledad de su on ien ia. ( través de todas las sombras de la no he seguía 1>6

viendo aún al "ngel, y en medio de la gritería de una turba agitada seguía oyendo la promesaV Q.er" llamado 3i)o del (ltísimo.R B por esto pronun i% ella su QsíR, a pesar de todo, di tado por la fe. ( pesar de todo, Ml es el 4esíasS a pesar de todo, Ml es el .alvador del mundo. (sí la pobre don ella de 1a+aret, mediante su fe, se orono reina de todos los santos, 4adre de 9ios. Q@ienaventurada tú que has reído.R N#u"n sen illa y humilde es la imagen de 4aríaP 1o se habla de milagros que obrara ella durante su vida. .olamente desde que fue glorifi ada resplande e ella on el fulgor de sus milagros. 1o era ni quería ser otra osa que la 7sclava del 5e$or. .u santidad era un servir sen illo, fiel, silen ioso de la voluntad divina..., venga lo que viniere. N0)al" modelase la vida de 4aría también la nuestraP Jue santísima voluntad de 9ios que hubiésemos de sufrir nosotros osas tan tremendas y hayamos de seguir sufriéndolas. 1o podemos olvidar los millares de los nuestros, de los me)ores, que murieron en los ampos de batalla, llenos de sangre. B tantos y tantos andan solitarios ahora y solos deben sobrellevar la vida. T1o fue también la vida de 4aría una vida de soledad y abandonoU .ea, pues, animada también nuestra vida por el esp"ritu de 4aría, por ese espíritu que en las situa iones difí iles, difi ilísimas de nuestra vida nos haga ex lamarV Q3e aquí la es lava del .e'orS he aquí el es lavo del .e'orS h"gase en mí según tu palabra.R Enton es también nosotros experimentaremos %mo 9ios nuestro .e'or es un 9ios fiel y no permite que seamos onfundidos. Q@ienaventurados los que es u han la palabra de 9ios y la ponen en pr" ti a.R QN0h, bienaventurada tú que has reídoPR

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EL SACERDOCIO CATÓLICO
H#onferen iaI

9espués de pasar Jesús toda una no he en ora i%n, es ogi% a do e de sus dis ípulos. 9os elev% luego a Qministros... y dispensadores de los misterios de 9iosR H- #or. C, 1I. TLué intentaba on elloU TLué signifi aba ser sa erdote según la mente del .e'orU El sa erdo io at%li o re ibe su onsagra i%n y dignidad úni amente del sumo sacerdocio de Cristo. .olamente #risto es el sa erdote verdadero y propiamente di ho. .olamente El Qpermane e siempre, posee eternamente el sa erdo io... El ual no tiene ne esidad, omo los dem"s sa erdotes, de ofre er ada día sa rifi ios, primeramente por sus pe ados, y después por los del puebloS porque esto lo hi+o una ve+ sola, ofre iéndose a sí mismoR H3ebr. =, ,> y ss.I. N0fre iéndose a sí mismoP 9e modo que el acto sacrificial de Cristo en el Aólgota sirve de funda& mento al sa erdo io de #risto. 9el $%lgota brota el río de bendi iones del .alvador e inunda a la humanidad. <or haber in luido enton es nuestro 3ermano divino a toda la humanidad en su inten i%n salvadora y haberla onsagrado al <adre, se mostr% mediador nuestro, pontífi e que tendi% un puente s%brela espantosa sima produ ida por ulpa de nuestro primer padre. <or medio de Ml, en Ml, on Ml tenemos nuevamente libre a eso al <adre #elestial. <or ser #risto el 4ediador verdadero, propiamente di ho entre 9ios y nosotros, nosotros, hom!res, solamente en sentido impropio podemos ser sa erdotes y mediadores, no en el sentido de que nosotros mismos por nuestra propia a tividad podamos de un modo reador despertar vida divina y omuni arla a los fieles. <or esto los ristianos primitivos evitaban llamar sa erdotes a los ministros de la -glesia. <referían llamarlos QpresbíterosR, QobisposR y QpresidentesR. /odavía .an (gustín prohibía que se diera a los sa erdotes el título de mediadores, porque todavía en su tiempo los here)es donatistas opinaban que todas las gra ias 1>:

pro eden inmediatamente de la a tividad sagrada del sa erdote, y no s%lo de #risto. En los siglos --- y -G, uando se hubo ven ido el peligro de interpretar err%neamente el on epto de sa erdote ristiano, se introdu)o la ostumbre de apli ar también a los ministros de la -glesia el alto título de Qsa erdoteR. 4as no se olvidaba que tal título era apli ado solamente en sentido impropio, no en el sentido de que nosotros, a seme)an+a de #risto, podamos sus itar de un modo reador, mere er o omuni ar la vida de gra ia. Esta vida en su meollo m"s íntimo no es sino parti ipa i%n de la vida de 9ios. 9e ahí que s%lo puede brotar del ora+%n del 9ios /rino, y nadie puede adquirirla o mere erla sino el divino .alvador. (sí, s%lo #risto es nuestro .a erdote y 4ediador. (unque invisible, est" presente abe la pila bautismal uando el p"rvulo, que estaba ti+nado del pe ado original, es re ibido en los bra+os paternales de 9ios. (unque invisible, est" presente abe el altar al pronun iarse las palabras misteriosas que ha en presente ante nosotros el sa rifi io del $%lgotaV QMste es mi uerpo, ésta es mi sangre.R -nvisible, perdona en el onfesonario nuestros pe adosV 7go te a!solvo. /ras toda a i%n sa erdotal, tras todo gesto sa erdotal, tras toda palabra sa erdotal, est" invisible, pero verdadera y realmente presente Ml mismo, el sumo .a erdote, que es 9ios. En esta perspe tiva, Tqué sentido tiene nuestro sa erdo io humano< 9a -glesia ontestaV 9os sa erdotes no son m"s que instrumentos de #risto, %rganos por los uales el .umo .a erdote sigue operando invisible en el plano de lo visible. .on la bo a de #risto, on la ual Ml anun ia de un modo per eptible la buena nuevaS son la mano de #risto, on la ual Ml bendi e visiblemente y unge a los enfermosS son la palabra de #risto, on la ual Ml onvierte el pan y el vino en arne y sangre suyas. .iempre y por doquiera nosotros los sa erdotes obramos tan s%lo omo instrumentos, y no de otra manera. <or uanto nuestra bo a, nuestra mano y nuestra palabra nos pertene en solamente a nosotros, no son apa es de produ ir ni el m"s peque'o valor sobrenatural. .olamente pueden ha erlo mediante la virtud de aquel a quien sirven de instrumentos. 3asta tal punto are e de valor propio nuestra a tividad sa erdotal, que sería sobrenaturalmente fe unda aun en el aso de no vivir nosotros en la esfera sobrenatural, de no hallarnos en 1>5

estado de gra ia. Gisto exteriormente, el sa erdo io at%li o es simple ministerio de siervos, no hay nada en él on que pueda uno alardear o satisfa er su amor propio. B, on todo, el sa erdo io se ve rodeado de un esplendor pe uliar, supraterrenal. T<or quéU #iertamente los sa erdotes no somos m"s que siervos, pero siervos de Cristo, no siervos de un hombre. (l imponernos la mano el obispo y ordenarnos sa er& dotes fuimos admitidos de una ve+ para siempre en este ministerio de siervos, y no hay poder ni en los ielos ni en la tierra apa+ de desligarnos de estas rela iones de servi io. 9e un modo duradero dependemos de #risto, omo el siervo de su se'or. B nuestro servi io onsiste en que con la pala!ra y los sacramentos colocamos en el momento presente, en la actualidad #ue estamos viviendo, lo santo #ue Cristo tra4o al mundo. (sí pues, doquiera que esté el sa erdote, est" presente también #risto on sus bendi iones de Redentor. En ierta manera nos ro+a el aliento de #risto uando predi a el sa erdote. En ierta manera muéstrase en imagen humana la figura nobilísima del .umo .a erdote uando el sa erdote se en uentra abe el altar. En ierta manera, un ambiente divino ir unda al sa erdoteS por su mera existen ia, por el mero he ho de que en medio de los hombres el sa erdote es un 5ursum corda viviente, una invita i%n ontinuaV @us ad primero el reino de 9ios. <or esto omo su 4aestro divino, también el sa erdote es una se'al que divide los espíritus, una se'al a la que Qse ontradi eR y que est" destinada Qpara ruina y para resurre i%n de mu hosR H8u . ,, 7CI. En las rela iones que man& tiene on el sa erdote reflé)ase la on ien ia del mundo. El sa erdote es amado doquiera que se ama a #risto, y se le rehúye doquiera que se rehúye a #risto. Q.i me han perseguido a mí, también os han de perseguir a vosotros.R <or ser siervo de #risto, el sa erdote hasta se en uentra en una espe ie de uni%n personal on Ml, se ve unido on Ml hasta la omunidad de destino. B esta uni%n íntima on #risto ne esariamente da un modo de ser pe uliar a la persona del sa erdote, imprime un u'o ara terísti o a toda su vida y nos mueve a hablar de iertas virtudes de estado que le son propias. T#u"les son éstasU <or tener plena on ien ia de ser siervo de #risto, nada m"s que siervo, es la humildad la virtud fundamental del sa erdote at%li o. <re isamente a él pueden apli arse las palabras del 16K

.e'orV Q(prended de mí, que soy manso y humilde de ora+%n.R #uanto m"s er a est" de #risto el sa erdote, on uanta m"s fuer+a se apodera de él la divina ma)estad del .e'or, on tanta mayor emo i%n debe ex lamarV Q9%mine, non sum dignus.R 1o soy digno de que tú entres en mi asa, de que penetres en mi es& píritu, en mi pensar y obrar. .e'or, ap"rtate de mí, que soy hombre pe ador. /iene un simbolismo impresionante el he ho de que pre isamente fue a los primeros sa erdotes onsagrados, a los ap%stoles, a quienes #risto in ul % la sen ille+ e ingenuidad de los ni'osV Q.i no os volvéis omo ni'os...R /iene un sentido profundo y emo ionante el he ho de que pre isamente fue a los primeros ordenados, a los ap%stoles a quienes amonest% #risto para que huyeran de todo egoísmo y af"n de medrarV QLuien aspirare a ser mayor que vosotros, debe sor vuestro riado. B el que quiera ser entre vosotros el primero, ha de ser vuestro siervo. (l modo que el 3i)o del hombre no ha venido a ser servido, sino a servirR H4atth. ,K, ,6 y ss.I. 1o hay osa tan extra'a al sa erdo io at%li o omo el orgullo del espíritu y la hartura espiritual. 9el fondo de este querer servir, de esta humildad de ora+%n, sube lo m"s deli ado y amable que puede adornar una vida sa erdotal, el amor. Es el noble fruto de la a tividad sa erdotal, la mar a por la ual se re ono e al sa erdote verdadero. Q<or aquí ono er"n todos que sois mis dis ípulos, si os tenéis amor unos a otros.R Este amor no onsiste en huera pala& brería. Es firme y on reto, es de ir, obra siempre según el mandato del momento, según las exigen ias de tal o ual situa i%n. Gierte %leo bienhe hor en las heridas del enfermo, aun uando éste sea de religi%n distinta. Ga a los desheredados y n"ufragos, aun uando éstos sean pe adores públi os. <re isa& mente en la on ien ia del sa erdote est"n grabadas las palabras del .e'orV Q.iempre que lo hi isteis on alguno de estos mis m"s peque'os hermanos, onmigo lo hi isteis.R B, ante todo, el amor sa erdotal es un amor omprensivo, maternal. #omprende y omparte la ongo)a espiritual a)ena. B pro ura omprender esta ongo)a teniendo en uenta la situa i%n on reta. ( seme)an+a del .e'or, antes quiere es ribir en el suelo que ondenar on pre ipita i%n al hermano des arriado. Es un amor que va siempre a lo esen ial, al levantamiento interior del doliente, nun a a las exterioridades y me+quindadesS un amor omo lo des ribe .an 161

<ablo en 1 #or. 17V 8a aridad Qa todo se a omoda, ree todo el bien del pr%)imo, todo lo espera y lo soporta todo. 8a aridad nun a fene e.R

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"HERMANOS$ PERMANECED FIELES A LA TIERRA#

#uando 1iet+s he Wque, siendo hi)o de un pastor protestante, se edu % en el aire rarifi ado, gastado, de un ristianismo pietista, hastiado, que huía del mundoW lan+% el lemaV Q<ermane ed fieles a la tierraR, ba)o la impresi%n de las viven ias religiosas de su )uventud y ba)o la influen ia de . hopenhauer Wque )u+gaba probada su idea pesimista del mundo por la do trina ristiana del pe ado originalW, partía de la onvi i%n de que la ense'an+a ristiana referente al pe ado original man haba todo lo terreno y desfigurando la tierra la transformaba en semillero de vi ios y valle de l"grimas, y mostraba omo úni a osa deseable lo supraterrenal, el ielo. .u admoni i%nV Q<ermane ed fieles a la tierraR tenía, por tanto, un mati+ anti ristianoS re+umaba ira y despre io respe to de todos los que bus an algo tras endental (@interFeltler) y ven el punto de gravedad de su vida no en este mundo, sino en el m"s all". #u"n err%nea fue la opini%n de 1iet+s he, y u"n in)usto fue él on el ristianismo, se e ha de ver ya por el mero he ho de que en ontramos el mismo lema en el fondo de todas las lu has que la -glesia hubo de sostener durante siglos ontra las here)ías de los gn%sti os, maniqueos, albigenses y otros. -nterpretando muy err%neamente las palabras paulinas Q arne de pe adoR, estas se tas ense'aban que no solamente la Q arneR sirve al pecado, sino toda arne, es de ir, todo lo orporal y sensible, en general todo uanto pro ede de la tierra, todas las rea iones puramente terrenales de las ien ias y artes, todas las institu iones exteriores y todos los poderes de la -glesia y del Estado, y aun los mismos sa ramentos administrados on signos visibles, son obra del diablo y osa intrínse amente mala. .%lo lo espiritual&divino es esen ialmente bueno. En numerosos on ilios tuvo la -glesia que tomar posi iones ontra estos movimientos espiritualistas y defender los dere hos de la tierra, del uerpo, de los sentidos. 167

(sí, pues, el lema de 1iet+s heV Q<ermane ed fieles a la tierraR, en su sentido fundamental, fue hasta la (lta Edad 4edia grito de guerra tam!i.n de la -glesia. 1i podía ser de otra manera. En el omien+o mismo de los libros sagrados leemosV QEn el omien+o re% 9ios el ielo y la tierraR H$en. 1, 1I. 8o que 9ios rea, es esen ialmente bueno. 1ada menos que siete ve es repite, por tanto, el hagi%grafo, ontra todos los sombríos despre iadores del mundo, las palabras sublimesV QB vio 9ios que lo he ho era bueno.R El mundo es un mundo de valores. El puesto m"s alto en la es ala de valores de todo lo reado orresponde, según el orden mismo de la rea i%n, al hom!re. B no solamente en sentido relativo, sino también absolutoV el hombre no solamente es supe& rior desde el punto de vista físi o a todos los seres visibles, sino que se en uentra sen illamente en una esfera de valores del todo nueva, superior, porque él, solamente él es Qimagen de 9iosR. Q( imagen de 9ios le ri%R H$en. 1, ,=I. Esto signifi aV .olamente el hombre refle)a el ser, la espiritualidad de 9ios, es tierra, sí, pero también es espíritu. #omo espíritu atado a la tierra, pertene e a dos mundos. <or su uerpo est" pegado al polvo de que na i%V por su espíritu Qvuelve a 9ios que le dio el ser HE le. 1,, =I. 9e ahí que por naturale+a el hombre siente dos instintos originarios, vehementes, al pare er ontradi toriosV el impulso ha ia la tierra y el anhelo de 9ios. 9esde el prin ipio el hombre se ve olo ado en esta tensi%n tremenda, en esta oposi i%n de lo de aba)o y de lo de arriba, la materia y el espíritu, este mundo y el m"s all". Es lo que da el dinamismo propiamente di ho, el ritmo inquieto del ser humano. <ero tensión y oposición no son contradicción. (l poner el #reador los dos instintos opuestos en la misma naturale+a humana, manifest% su voluntad de que estos instintos no se ru+aran enemistosamente y se parali+aran, sino de que se ompletaran y así se levantaran a toda la altura de su apa idad. El hombre total, perfe to, es el hombre de esta tierra, pero lleno de 9ios, el hombre que ama la tierra porque ama al #reador. (l e har una mirada de on)unto a la historia de la revela i%n, el (ntiguo y el 1uevo /estamento se ompletan también en lo si& guienteV En la (ntigua (lian+a se halla en primer término la tierra, en la 1ueva el reino de los ielos. El relato de la rea i%n, onsignado en el (ntiguo /estamento, tiene interés espe ial por mostrar que el organismo humano procede del lodo de la tierra. 16C

QJorm%, pues, el .e'or 9ios al hombre del lodo de la tierra, e le inspir% en el rostro un soplo de vida y qued% he ho el hombre vivienteR H$en. D, =I. 9e la misma manera form% 9ios Qde la tierraR también Qtodos los animales terrestres y todas las aves del ielo H$en. D, 15I y los dot% de Qespíritu de vidaR H f. $en. 6, 1=S =, 1>I. <or lo tanto, según el sentido del relato de la rea i%n, el hombre y el animal, por lo que se refiere a su ser físi o, hubieron de pasar por el mismo desarrollo. -ndi ando .an (gustín esta identidad del desarrollo animal y humano, onsignada por la @iblia, onsideraba W.mu has enturias antes de los des ubrimientos biol%gi os de los tiempos modernosW que el relato de la rea i%n no podía entenderse sino en el sentido de que 9ios re% todo el osmos on todas sus fuer+as y energías en un solo momento, y que desde el principio dot% la materia primera de todas aquellas fuer+as invisibles y ade uadas que luego, en el urso de los milenios, onforme a la voluntad divina, ondu)eron a la forma i%n del uerpo humano. .ea omo fuere, en todo aso, según las palabras laras de la @iblia, la tierra es el suelo del que sa an su alimento nuestras fuer+as vegetativas y sensitivas. .on fuer+as de la tierra. 9el seno materno de la tierra, de su estre ha rela i%n on el suelo, on sus altas monta'as y silen iosos valles, on sus ri os ampos y "ridos desiertos, on sus ríos y mares, on su alor y frío, on sus vientos y tempestades re iben aquellas fuer+as su forma pe uliar, su vitalidad, su pu)an+a y lo+anía. .i se las separa de esta uni%n, se mar hitan y atrofian omo la planta sin el suelo ne esario. (sí la tierra sola es el lugar en #ue colocó Dios al hom!re, y donde éste ha de traba)ar y dar prueba de su valer. 9e ahí que, también según el relato de la rea i%n, la misi%n primordial e inmediata del hombre sobre esta tierra estriba en su actividad cultural. Q#re ed y multipli aos, y hen hid la tierra, y ense'oreaos de ella y dominad a los pe es del mar, y a las aves del ielo, y a todos los animales que se mueven sobre la tierraR H$en. -, ,:I. 1o hay regi%n en esta tierra de la que no haya de disponer y tomar posesi%n el hombre. 1aturalmente, el que le llam% a esta a tividad terrenal fue el #reador. 9e suerte que el servi io de la tierra es el umplimiento primitivo de la voluntad divina, es servicio de Dios. #omo imagen de 9ios, el hombre llevaba desde el prin ipio en su espíritu inmortal la on ien ia de esa su rela i%n on el #reador y, según la revela i%n, esta 16>

on ien ia, iluminada y enarde ida por la gra ia espe ial de 9ios, en el primer hombre se manifestaba omo on ien ia de filiación, omo ono imiento de la er anía espe ial de 9ios y de su amor paterno. (sí pues, el servi io de la tierra era un go+oso entretenimiento, on la vista fi)a en el <adre...S era un paraíso. Enton es vino la tenta i%n diab%li a. B luego la rebeli%n W Nrebeli%n de es lavosPW de (d"n ontra el #reador para Qser omo 9iosR H$en. 7, >I. B luego la maldi i%n. El astigo. B porque (d"n era el padre del lina)e en uya semilla estamos in luidos todos, pasaron a nosotros la ulpa y el astigo. El primer pe ado se onstituy% en pe ado hereditario, en pe ado original. :?u. influencias tuvo ese primer pecado so!re nuestra relación con la tierra< T4an h% la tierra en el sentido de 1iet+s he y la transform% para nosotros, los reyentes, en valle de l"grimasU (l des ribir la -glesia en el #on ilio de /rento el pe ado original, tom% por punto de partida, no a un hombre ualquiera, sino a (d"n, padre del lina)e humano. Mste, según la do trina de la -glesia, no era originariamente un simple hombre en estado natural, dotado úni amente de disposi iones y fuer+as naturales. 9esde el prin ipio se vio levantado, por en ima de todos los límites puramente naturales, a la plenitud de vida y de amor de 9ios. Era hi)o de 9ios, que lamabaV Q(bba, <adre.R Esta íntima uni%n on 9ios iba a ompa'ada, al mismo tiempo, de un m"ximo de fuer+as físi o&psíqui as extraordinarias que habían de preservar al hombre de los asaltos de poderes puramente terrenales, de la degenera i%n espiritual y moral, de la enfermedad y la muerte. (sí el primer hombre no era solamente un hi)o de la gra ia, sino, aun en el aspe to físi o&psíqui o, una figura genial, que sobrepu)aba al tipo orriente de hombre, así omo también sus obras, la inven i%n del lengua)e, del primer fuego, de los primeros instrumentos no era menos genial que la inven i%n de las m"quinas a vapor y del mi ros opio ele tr%ni o. 8a -glesia se mantiene firme en ense'ar que fue este hombre el que estaba originariamente en la idea readora de 9ios, y no el hombre a tual, que gime ba)o la in ertidumbre y la muerte. -nstintivamente pasa nuestra mirada al Qhombre nordatl"nti oR, al que des ribe 3ermann [irth en su libro Der Aufgang der 3enschheit H8os prin ipios de la humanidadI, y del que ree 166

poder afirmar que fue in omparablemente m"s perfe to que el hombre a tual degenerado. Ense'a, adem"s, la -glesia que (d"n, al aer, rompi% su originaria uni%n on el 9ios vivo, y así perdi% todas aquellas disposi iones y fuer+as preternaturales que habían ordenado y ennoble ido sus rela iones on la tierra. (l desga)arse del 9ios vivo se precipitó en s" mismo, en la esfera de dominio de la simple naturale+a, en la su)e i%n a los poderes %smi os, los uales, por haber na ido de la nada y surgir ontinuamente de la nada, son insufi ientes, imperfe tos y fr"giles, y tienen por propiedad esen ial el tender ha ia el polvo y onvertirse en él. (sí pues, el efe to de la aída de (d"n y de la maldi i%n de 9ios no onsisti% en que el .e'or destruyera, las apa idades y fuer+as naturales de la naturale+a humana, sino en que las desempalmara de las rela iones de vida y de las fuentes de fuer+as so!renatura1 les, de aquellos últimos motivos del amor divino que les dieron salud, pu)an+a y vigor. .e vieron heridas, no en s" mismas, no en la pe uliaridad y vigor de sus fun iones naturales, pero sí en su rique+a y en la integridad de su vida y a tividad originarias, que fue una vida, una a tividad apoyada en una plenitud so!renatural. En adelante se verían redu idas % sí mismas, al ampo puramente terrenal, al polvo on toda su insufi ien ia y adu idad. Este estado de orden puramente natural no es según la voluntad de 9ios. Es algo que no debe ser, es pe aminoso. B siempre que un hombre libremente y on tor ida voluntad se olo a en tal orden, siempre que re ha+a mali iosamente la mano redentora que 9ios le tiende en #risto, este estado pe aminoso se onstituye en a to personal. 8a ulpabilidad de nuestra naturale a se transforma en ulpa personal. 9e modo que de la esen ia del pe ado original se deriva, on respe to a la pregunta que ha emos a er a de las influen ias del pe ado original sobre nuestras rela iones de fidelidad on la tierra, una doble onse uen ia. <rimeraV también la naturale+a del hombre aído, por m"s que haya roto las on atena iones originarias on las fuer+as de la sobrenaturale+a y se vea herida, on todo, en su propio ser, en lo que re ibi% omo dote en la aurora de la rea i%n, en las apa& idades del uerpo y del alma que le infundi% el #reador, ha 16=

quedado incólume. #uando los reformadores y los )ansenistas, sugestionados por un tor ido on epto del pe ado original, ense'aron que los Qin rédulosR y los Qpe adoresR no pueden ha er m"s que obras QmalasR, orrompidas, y s%lo pueden obrar QinmoralmenteR, fueron de ididamente re ha+ados por la -glesia. 9e modo que es do trina lara de la -glesia que también entre los Qin rédulosR y los Qpe adoresR puede ser realidad una ultura elevada. /ambién el hombre aído sigue llevando en su alma la imagen de 9ios, esa reale+a del espíritu que le apa ita para ser rey sobre todo ser y vida terrenales. .igue aminando dere ho y on la abe+a levantada a través de la rea i%n. .u uerpo sigue siendo noble, luminoso su pensar, due'a de sí misma y del mundo su libre voluntad, ardoroso su sentimiento y "nimo. (un uando el pe ado original haya despo)ado de su brillo elestial toda esa magnifi en ia y la haya entregado a las posibilidades horrendas de la adu idad, sin embargo, no pudo penetrar de un modo destru tor en el meollo mismo del orden de la rea i%n, no pudo penetrar allí donde la palabra readora de 9ios sigue sa ando de la nada las osas y de su omnipoten ia, sabiduría y amor ha en sus silen iosos )uegos. 1un a podr" un pe ado aniquilar lo esencial de lo reado, ni siquiera la naturale+a del diablo. <orque 9ios es m"s poderoso que el pe ado. As" pues, tam!i.n en nuestras relaciones con la tierra ha #uedado invariado lo esencial. 8a tierra y Qlas hierbas de la tierraR H$en. 7, 1:I quedan onfiadas también al hombre aído. /odo uanto brot% de la seme)an+a divina del hombre y de su espíritu dominador, todo uanto se hi+o, peque'o o grande, en el de urso de las enturias Wlos )ardines de .emíramis omo la ho+a de barro del fel", la organi+a i%n del imperio romano omo el rasgueo del saltimbanqui, el (polo de Jidias omo la punta de la fle ha del hombre de la épo a gla ial, las epopeyas de 3omero omo el balbu eo de los pigmeos, la do trina de la relatividad y la teoría moderna de los quanta omo la maravilla de la silen iosa fideli& dad al deber en el ír ulo familiarW, todo uanto se inspira en el impulso noble del espíritu humano y en la fuer+a dominadora de su libre voluntad, a pesar de todos los pe ados, es y ser", hoy y siempre, una imagen, un refle)o del poder reador de 9ios, un aliento de su bo a, un Q3"gaseR. 16:

.egunda onse uen iaV no podemos negar que la aída de (d"n y la maldi i%n de 9ios reper utieron también en nuestra tierra. 9e la rique+a sobreabundante de la bendi i%n divina fue arro)ada en la estre he+ y pobre+a de su propio ser, en la limita i%n de sus propias fuer+as. (sí, no fue ya el )ardín de deli& ias. .u umbi% al iego )uego de las fuer+as naturales, a los peligros del aire y del lima, a la dure+a y aride+ del suelo, a las posibilidades de la degenera i%n y de la adu idad. (sí, )unto a la Qhierba de la tierraR produ)o Qespinas y abro)osR y se transform% en es enario de duro traba)o y amargo sudor. /ambién el hom!re se vio su)eto a los límites y ondi iones de su ser, de su temperamento y ar" ter, y a las influen ias del ambiente que le rodeaba. /ambién él estuvo su)eto a la adu idad y degenera i%n, a la enfermedad y muerte. El onvertirse en polvo es la ara terísti a de bla rea i%n, desde que se arran % de los bra+os de 9ios. .in embargo, la maldi i%n del primer pe ado penetr% m"s profundamente aún. -rrumpi% en la m"s íntima ontextura espiritual del hombre, vulner"ndola, lleg% al meollo de su persona, allí donde se di tan las de isiones éti as y donde nuestra rela i%n on la tierra re ibe su u'o espe ial. (rro)ando el pe ado al primer hombre en el torbellino a%ti o de las fuer+as terrenales, hubo de debilitar también la receptividad del espíritu y el ora+%n humanos para lo divino y lo santo. 1o veía ya el hombre brillar omo antes el rostro de su <adre entre las blan as nubes, las flores y los arbustos. 1o en ontraba ya al #reador en todos los aminos. -ba solitario. <ero omo su naturale+a, por su disposi i%n originaria, esen ial, seguía anhelando lo absoluto, lo in ondi ionado, lo perfe to Wningún hombre, ni siquiera el m"s orrompido, puede salirse de esa esfera de lo absolutoW, empe+% a bus ar lo último, lo absoluto, lo perfe to en los bienes de la tierra. 9es dio ategoría de absolutos y los transformó en "dolos= dinero y bienes, autoridad y honores o pla er de los sentidos. El hombre se hundi% en el materialismo del espíritu, en un egoísmo brutal, y llen% la tierra de penden ias y odio, de voluptuosidades y atro idades. 8a sangre del hermano lamaba al ielo. Eran los tiempos en que el Qprín ipe de este mundoR adquiri% dominio sobre los hombres y los empu)aba de vi io en vi io. Eran los tiempos del paganismo. El instinto de idolatría lleg% a tanto, que pro lam% dioses las fuer+as de la tierra, las de bendi i%n omo las 165

de perdi i%n. 0riginariamente, los dioses de los paganos no fueron otra osa que fuer+as naturales personifi adas, dioses de la vegeta i%n y de la fe undidad. 8a tierra misma fue honrada omo diosa madre, de uyos senos misteriosos, inquietantes, salía lo benéfi o y lo maléfi o. B donde una filosofía sobria se oponía a este impulso de divini+a i%n y libraba del he hi+o el mundo, la tierra se tornaba omo muerta, extra'a y fría, era palestra de poderes iegos in al ulables, bailoteo lo o de "tomos de polvo, un enigma de la esfinge. #on esto hubo de cam!iar sensiblemente la rela i%n del hombre on la tierra. En ve+ de la fidelidad antigua, de la onfian+a respetuosa, un temor supersti ioso y una servidumbre ap"ti a, sin alma. El mandamiento paradisía oV QEnse'oreaos de la tierraR pas% al extremo opuestoV el hombre se tro % en ví tima y es lavo de la tierra. (sí pues, no era ya osa honrosa ultivar la tierra on las propias manos, o ha er duro traba)o orporal. 3abían de ha erlo las mu)eres y la plebe. .e form% la asta de los propietarios y es lavos, seres oprimidos, medio hombres, que pare ían no haber na ido sino para preparar on el traba)o de sus manos las posibilidades de una existen ia de alto nivel, verdaderamente digna, a los hombres de armas y de ingenio. 3asta en la demo r"ti a (tenas, ba)o el magisterio de <lat%n y (rist%teles, se )u+gaba omo osa ignominiosa y abye ta el traba)o orporal, sobre todo la industriaS y el brillante estadista y orador romano, #i er%n, lleg% a afirmarV Q/odos los artesanos ha en un ofi io su io. 1ada digno puede salir de un taller.R #on estas palabras #i er%n expres% el sentir fundamental de su tiempo. <or no ver o no querer ver ya la naturale+a y lo natural en su rela i%n sobrenatural, se abolieron sus dere hos, fio natural era onsiderado omo antinatural. 3abía pere ido la fidelidad a la tierra. 9ur% milenios esta iega su)e i%n a la tierra. .olamente en el momento santo en que 3ar"a conci!ió por o!ra del 7sp"ritu 5anto, volvi% a re uperar su sonido paradisía o la expresi%nV fidelidad a la tierra. 3a iéndose arne el Gerbo divino, uniéndose de tal manera on la naturale+a humana que ésta se onstituy% en naturale+a suya, no solamente la existen ia humana, sino on ésta también toda existen ia terrena, toda la naturale+a que ulminaba en el hombre, fue elevada nuevamente a la esfera de vida divina. En el mi ro osmos, en el hombre fue redimido también el 1=K

ma ro osmos, el universo. (sí pues, en el 3i)o de 9ios humano fue restaurado aquel estado original en que 9ios se paseaba entre los "rboles del paraíso y plati aba onfiden ialmente on el hombre. 8a maldi i%n divina qued% derogada en Cristo. #risto es el QsíR que nos di e 9ios a nosotros y a nuestra tierra. 9o hay naturale a irredimida. #uanto se mueve y vive en la tierra, re ibe la bendi i%n y el amor de 9ios. .e halla en la intimidad divina y es QnuminosoR, pulsa en él el soplo de aquel que en su alidad de Qprimogénito de toda la rea i%nR re on ili% nuevamente on 9ios Qtodas las osas restable iendo la pa+ entre ielo y tierraR H#ol. -, ,KI. (sí la tierra se ha a er ado tanto a 9ios, que algunos de sus elementos, omo el agua, el a eite, el pan y el vino, pudieron ser levantados formalmente en los sa ramentos y sa ramentales para servir de símbolos y portadores de la voluntad redentora de #risto. En adelante un misterioso impulso de regenera i%n palpita en todas las osas. Q/odas est"n aguardando on grande ansia la manifesta i%n de los hi)os de 9iosR HRom. :, 15I. 9esde que en el uerpo resu itado y glorifi ado de #risto el polvo de la tierra fue elevado a la diestra de 9ios, todas las osas terrenales, no solamente el uerpo humano, est"n introdu idas en aquel proceso de glorificación que no se parar" hasta que se formen nuevos ielos y nueva tierra H(po . ,1, 1S , <etr. 7, 17I. B por esto ha desapare ido para la on ien ia ristiana todo temor y preven i%n respe to de la tierra. 0tra ve+ nos es familiar la tierra y la sentimos pr%xima, omo un día la sinti% el primer hombre al imponer nombre a los animales...S y es que volvemos a sentir el aliento "lido de 9ios y el amor de #risto en las vetas de la tierra, y sabemos que su uerpo, tan fr"gil y pere edero omo el nuestro, también omo el nuestro est" llamado a resu itar y na er de nuevo un día. As" #ue nunca estaremos sin nuestra tierra. En un sentido profundo y elevado, #risto nos la regal% nuevamente para toda la eternidad. (sí omo los ristianos finados que entraron en la gloria de los ielos s%lo go+ar"n de una di ha verdaderamente perfe ta y amplia, s%lo sentir"n la plenitud del ser uando el uerpo glorifi ado se una on el alma, de suerte que así omo para la plena di ha humana se ne esita también la resurre i%n del uerpo, de un modo an"logo también el ielo futuro ne esita una nueva tierra, a fin de ser para nosotros ompleta y perfe tamente ielo. (quí to amos un misterio. TLuién podr" sondearloU 1=1

#iertamente un día, al tener a Dios, al verle ara a ara, lo ten& dremos todo. 4as esta Qvisi%nR go+osa de la esen ia divina no destruir" ni menguar" el orden esen ial en que el a to redentor de #risto nos volvi% a olo ar Wpensamos pre isamente en la rela i%n de nuestro espíritu on el uerpo y la ompenetra i%n de toda nuestra existen ia on la tierraW, sino que lo onfirmar" y le dar" su perfe i%n de un modo inauditamente maravilloso. <or toda la eternidad ontemplaremos a 9ios en nuestro uerpo glorifi ado y en nuestra tierra también glorifi ada. (sí en toda la eternidad estaremos unidos on nuestra tierra. Msta no es el lugar de las arbitrariedades diab%li as o de las férreas leyes naturales, sin alma. 8o terrenal tampo o es, omo onfirmaban los gn%sti os, los maniqueos y neoplat%ni os Wen brus a rea i%n ontra los paganos que ha ían del mundo un dios W, algo antinatural, una "r el del alma de la que nos libra el Gerbo divino. El mundo visible, la tierra, el uerpo fueron in luidos en la bendi i%n redentora de #risto, onsagrados por sus energías de Resu itado y unidos para toda la eternidad on el hombre y su destino. #iertamente, nuestro ob)etivo es el reinado de 9ios, el reino elestial de la sabiduría, omnipoten ia y amor divinos... el <adre. El amino que va al <adre es el 3i)o. 8a vida ristiana es un aminar ha ia el <adre per Christum Dominum nostrum. 4as este amino ha ia el <adre pasa, desde el prin ipio hasta el fin, por esta tierra. 4i a tividad terrena, mi traba)o de todos los días en esta tierra revelan y prueban mi vida ristiana. 7n este punto, el orden de la >edención se funda, en el orden de la creación. .i la misi%n del primer hombre fue someter la tierra, la del ristiano es transformar progresivamente su dominio sobre la tierra en dominio de 9ios, es de ir, someter las fuer+as de la tierra para gloria de 9ios y en amor a Jesu risto. 9o que ha e al ristiano es el onquistar para 9ios y saturar on el espíritu de #risto el mundo, la tierra, la naturale+a. 9e modo que el reyente no ve una contradicción insoluble entre el ielo y la tierra, omo si el s" que demos al ielo hubiera de ser ne esariamente un no respe to de la tierra, o por lo menos omo si el bus ar lo supraterrenal, el m"s all" hubiera de debilitar ne esariamente nuestra alegría y nuestras energías para todo lo de a " aba)o. <re isamente porque el ristiano ve en la tierra su ampo de a tividad originario, se'alado por 9ios, pre isamente porque on 1=,

el umplimiento de los deberes terrenales demuestra pe uliarmente su amor a 9ios y la seriedad y fidelidad de sus anhelos supraterrenales, ningún reyente que lo sea de veras podr" pensar en el ielo sin incluir en este pensamiento tam!i.n la tierra. #iertamente, en la historia del ristianismo hubo no po as personas piadosas que, preo upadas por el reino de los ielos, se olvidaron de la tierra y onsideraron que podían servir a 9ios despre iando sus riaturas, la tierra, el uerpo, el mundo de lo sensible. 9os ermita'os y mon)es sirogre os de los siglos ni y iv entendieron el ristianismo omo un huir del mundoS fas inados, siguieron el imperativo mona alV Q3uye, alla, lloraR, e infligían astigos inauditos a su uerpo y pasaban su vida le)os del ruido del mundo, orando y ha iendo peniten ia en obs uros antros y sobre altas olumnas. /al espíritu y a titud, que rehuían el mundo, fueron favore idos por iertos es ritos de .an (gustín y por el <seudo&9ionisio, se introdu)eron también en la piedad o idental y en mu has partes en ontraron seguidores y héroes. <ero de ahí no puede dedu irse una ontradi i%n rígida entre el espíritu y la materia, 8a defendieron aquellos su esores y herederos helenistas de <lat%n que transformaron en ontradi i%n la distin i%n que su maestro estable i% entre 9ios y el mundo, entre el espíritu y la materia, ha defendieron los gn%sti os, maniqueos y neoplat%ni os. <ero es nota caracter"stica muy mar ada de la predi a i%n antigua ristiana el haberse opuesto resueltamente a la here)ía según la ual el reador del mundo es distinto del 9ios redentor, y el haber defendido on vigor la dignidad y noble+a del uerpo humano. Este es tan sublime, que el Gerbo eterno on toda verdad y realidad se hi+o arne, y que Ml mismo on toda verdad y realidad di)o del sen illo panV QMste es mi uerpoR. /odo lo orporal sensible y terrenal se ve in luido en la voluntad redentora de 9ios y así est" al servi io del reino de los ielosS pero sigue experimentando la a i%n a distan ia del pe ado original, gime ba)o las terribles consecuencias que afe tan a los hombres por el pe ado de (d"n. #iertamente, en #risto tenemos a eso a lo de isivo y esen ial, a la rique+a de la vida divina, al reino elestial de la gra ia, a la sobrenaturale+aS pero nuestra naturale+a humana sigue despo)ada de aquellos dones ex& traordinarios que en el paraíso impedían nuestro 1=7

desmoronamiento físi o&psíqui o. (un redimidos, seguimos en errados dentro de los límites de lo puramente natural y su)etos a aquellas leyes del polvo que nos entregan a la in ertidumbre y a la on upis en ia, a la enfermedad y a la muerte. Jue la sabiduría amorosa de 9ios la que onsinti% que así fuera, para re ordarnos siempre nuestra fragilidad natural y preservarnos de la fala+ seguridad al apoyarnos en nosotros mismos, y también para omuni ar a nuestra vida aquella seriedad valerosa y aquellas tensiones tr"gi as que la aseme)en a la heroi a vida de sa rifi io de #risto. (bra+ando esta vida on una imita i%n auténti a de #risto, permane iendo fielmente unidos a Ml por la fe y el amor, lu hando hoy y ma'ana y siempre ontra el pe ado, la muerte y el diablo, re ibimos a raudales, por nuestro amino de gra ia, en una nueva forma, todas aquellas fuer+as que perdimos por el amino del pe ado. En la fuer a de #risto en uentra su omplemento nuestra flaque+a. #iertamente, prosiguen la ignoran ia y la on upis en ia, la enfermedad y la muerte, las antiguas heridas del pe adoS mas para los redimidos no son ya fuentes de flaque+a, sino de fuer+aS no se'ales de ignominia, sino de vi toria onseguida por el hombre que traba)a, se esfuer+a y lu ha, heridas gloriosas omo las llagas del Resu itado. <artiendo de esta onse uen ia del pe adoV el vernos ontinuamente relegados a la esfera de fuer+as naturales irrefrenables, se e ha de ver lo heroico que hay en el ristianismo. Es algo que le es esen ial y no puede ser suprimido ni en pensamiento. 1a ido del heroísmo de #risto, prosigue en la ondu ta heroi a de sus miembros. 4as esta a tividad heroi a se reali+a, desde el prin ipio hasta el fin, so!re esta tierra, y se reali+a en las formas que esta tierra nos impone, por lo tanto, en el ropa)e de lo natural, de lo originario, de lo espont"neo. #o antinatural no debe erigirse en norma aun uando sus representantes hayan pro edido on buena fe. B uando en la vida ristiana se registran fen%menos extraordinarios, que rebasan la esfera natural, omo, por e)emplo, éxtasis y visiones, podr"n ser síntomas y expresi%n de una vida heroi a, onsagrada a 9ios, pero nun a ser"n fundamento de la misma, nun a formar"n lo m"s propio de ella, su ontenido íntimo. <orque este ontenido, este meollo lo re ibe del umplimiento valeroso de todos los deberes que nos vienen impuestos por nuestra situa i%n terrenal, por el 1=C

momento presente. En estas exigen ias del momento se manifiesta a nosotros visiblemente la voluntad de 9ios, en ellas nos di e 9ios sus QdebesR. ;a fidelidad a la profesión es nuestro de!er fundamental de cristianos. 0ra i%n, ayunos, limosnas sin fidelidad profesional no son m"s que ruido y humo. 8a piedad sin fidelidad a la profesi%n es una piedad podrida, fétida. En esta fidelidad a la profesi%n se manifiesta lo heroi o del ristianismo día tras día, hora por hora. 1uestra profesi%n terrenal es el lugar m"s noble en que el reino de los ielos sufre violen ia, en que por amor al reino de los ielos seguimos a #risto y llevamos su ru+. En ella flore e también de un modo espe ial la m"s varonil de todas las virtudes ristianas, el valiente autodominio, la rigurosa autodis iplina, aquello en que pensaba .an <ablo, al de irV Q#as& tigo mi uerpo y lo es lavi+oR, aquello que los antiguos ristianos designaban on el nombre de militia Christi, y a lo que los mon)es modernos apli an el nombre de as esis. (sí pues, el ristiano asienta ambos pies en esta tierra, por muy profundamente que lleve grabado en el espíritu el sursum corda. En su fidelidad a la tierra se refle)a su fidelidad a 9ios. Desde el principio, esta fidelidad a la tierra en servi io de 9ios es una ara terísti a espe ial del ristianismo, y, en general, de la religi%n revelada. #ontrariamente a la a titud pagana, que W según vimosW prohibía todo traba)o orporal al hombre libre, el reyente, siguiendo la revela i%n, veía desde el prin ipio en Qel ultivo de la tierraR un deber religioso. .on espe ialmente los antiguos libros sapien iales los que ensal+an el alto valor del traba)o. Q(nda, pere+oso, ve a la hormiga, y onsidera su obrar, y aprende a ser sabio... T3asta u"ndo has de dormir tú, oh pere+osoU T#u"ndo despertar"s de tu sue'oU... 3e aquí que vendr" sobre ti la indigen ia omo un salteador de amino, y la pobre+a omo un hombre armadoR H<rov. 6, 6 y ss.I. En tan alto apre io se tenía el traba)o orporal en los tiempos del (ntiguo /estamento, que aun los instruidos entre el pueblo, los do tores de la ley, tenían que aprender un ofi io. El apre io del traba)o orporal se aument% todavía en el ristianismo hasta llegar a una venera i%n QnuminosaR, porque #risto no fue solamente hi)o de un arpintero, sino que fue carpintero 8l mismo H4ar . 6, 7I, y porque todos los (p%stoles llevaron tra)e de traba)ador y tenían las manos allosas. #on santo 1=>

orgullo re ibi% 0rígenes el repro he del pagano #elso, de que los ristianos adoraban al Qhi)o de una pobre obreraR, que se había ganado la vida hilando. El mensa)e de #risto referente al reino de los ielos, y su admoni i%n de no a ongo)arse por el uidado del sustento del día de ma'ana H4atth. 6, ,> y ss.I, en realidad no desviaba del ultivo de la tierra ni de los deberes otidianos. (ntes bien, #risto presupone omo cosa la m%s natural del mundo el traba)o de ada día. 4as éste debe ha erse on la mirada levantada al <adre y, por onsiguiente, no ha de ser un traba)ar oprimido. En sus par"bolas, sobre todo en la del sembra& dor, en la del hi)o pr%digo, en la de los operarios de la vi'a, en la del siervo pere+oso, él .e'or dirige una mirada lara, omprensiva, "lida, pre isamente al traba)o otidiano de esta tierra. B Tquién ha inundado de m"s sol y fulgor las osas de la tierra que Ml, que onsideraba m"s hermosos los lirios del ampo que toda la pompa de .alom%nU #on mar ada diferen ia del rudo predi ador de peniten ia, Juan @autista, Ml no se avergon+aba de parti ipar de las ino entes alegrías diarias. #omparten la misma opini%n los (p%stoles y los primeros ristianos respe to de la a tividad terrenal. .an <ablo se gloría repetidas ve es de que no onsinti% que su omunidad le regalase nada, y de que se ganaba la vida te)iendo tiendas H1 /hes. ,, 5S -- #or. 11, 5I. #on vigor se vuelve ontra la pere+a de algunos ristianosV Q...3emos oído que andan entre vosotros algunos bulli iosos que no entienden en otra osa que en indagar lo que no les importa. <ues a estos tales los aper ibimos y les rogamos por nuestro .e'or Jesu risto que, traba)ando quietamente, oman así su panR H-- /hes. 7, n y ss.I. Era su exigen ia fundamentalV QLuien no quiere traba)ar, tampo o oma.R B ésta regía toda la vida de omunidad del primitivo ristianismo. Es ara terísti a la admoni i%n que la 9ida hé, el m"s antiguo es rito ristiano extrabíbli o, daba a los reyentes H1,, 1 y ss.IV Q/odo el que llegare a vosotros en el nombre del .e'or, sea re ibidoS luego, examin"ndole, le ono er"s por su dere ha y por su i+quierda. .i el que llega a vosotros es un aminante, ayudadle en uanto pod"is. .in embargo, no perma& ne er" entre vosotros sino dos días, y si hubiere ne esidad, tres. .i quiere estable erse entre vosotros, y tiene un ofi io, que traba)e, y así se alimente. .i no tuviere ofi io, proveed onforme a vuestra pruden ia para #ue no viva entre vosotros ning'n cristiano 1=6

ocioso.R 1o puede afirmarse que en tiempos posteriores este apre io extraordinario del traba)o terrenal, esta fidelidad a la tierra, desapare iera del ambiente ristiano. <rueba de ello es el flore imiento de la ultura en el 4edievo, animado por ompleto del espíritu ristiano. (unque ha habido iertas formas de piedad que rehuían el mundo, y on la mirada puesta unilateralmente en lo elestial ale)aban de la tierra al hombre, el ristianismo no quiere la aniquila i%n de lo terreno, sino su glorificación, y nuestro servi io de 9ios onsiste ante todo en el servi io de la tierra. Es una ha+a'a de .an @enito el haber obligado en su regla a los mon)es de 0 idente a esta a titud fundamental, y haber sustituido el imperativo de los mon)es orientalesV Q0ra y allaR, por otro nuevoV Q0ra y traba)a.R 0bede iendo a este imperativo se diseminaron sus mon)es para onvertir on el traba)o de sus manos territorios pantanosos en ampos fértiles, grandes torrentes y aguas, que on ímpetu se pre ipitaban de las monta'as, en ríos navegables, )unglas impenetrables en lugares de habita i%n humana, pueblos y iudades. #on el traba)o de sus manos han puesto los benedi tinos y los afines ister ienses el fundamento en que pudieron apoyarse la modalidad, las ostumbres, la ultura alemanas. B fueron también mon)es ristianos los que luego on fidelidad inquebrantable a la tierra alemana se estable ieron en regiones extran)eras de 0riente y edifi aron onventos alemanes, iudades alemanas. (sí también los otros grandes pueblos de 0 idente deben lo inde ible a los mon)es infatigables. .i hoy fuesen simboli+adas y representadas en un uadro monumental las fuer+as b"si as y formadoras de 0 idente, tendrían allí un puesto importante también los benedi tinos y los ister ienses. 9oquiera que latía el ristianismo auténti o, )untamente on la fidelidad al #reador guard% también fidelidad a la rea i%n. ,@ermanos, permaneced fieles a la tierra-

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HACERSE SANTO

En toda asa ristiana est" es rita, aunque de un modo invisible, esta fraseV Q.ed perfe tos, así omo vuestro <adre elestial es perfe to.R Q.ed santos, porque yo soy santo.R :Lué signifi a ha erse santoU El on epto de santidad, omo el de amor y de gra ia, se usa mu ho y est" gastado. 1o po os reen que se trata de un esfuer+o puramente éti o, de la forma i%n m"s perfe ta posible del hombre moral. 3a erse santo signifi a para ellosV ven er y ru ifi ar on una as esis ontinua al hombre animal&sensual, llevar una vida de renun ia y de sa rifi io, llegar por el amino de esta mortifi a i%n insistente a ser un hombre espiritual auténti o, verdadero, para quien ha muerto todo pla er terreno. Esta lase de QsantidadR la ono ieron ya hasta ierto punto los paganos. .obre todo <lat%n y su es uela y, adem"s, los dis ípulos de la Estoa y los neoplat%ni os se fi)aban omo ob)etivo el dominio de la vida instintiva, una rigurosa autodis iplinaS y su ideal era el hombre a risolado, maduro, el homo sapiens o spiritalis. 2n emperador W4ar o (urelioW y un es lavo WEpi tetoWes ribieron tratados éti os de tanto rigor y severidad que en no po os pasa)es re uerdan a /om"s de *empis. Este impulso moral fue tan fuerte que, fund"ndose en el pensamiento plat%ni o&estoi o, surgi% un gran movimiento religioso, el gnosti ismo, que transform% en ontradi i%n la distin i%n que <lat%n estable i% entre espíritu y uerpo, entre 9ios y el mundo, de modo que todo lo orporal, sensible y terreno fue onsiderado omo falto de espíritu, ale)ado de lo divino, y hasta antidivino, omo algo que no debería existir. @a)o la influen ia del neoplatonismo Wenemigo del uerpo W estas ideas penetraron también en los ír ulos ristianos y en la as éti a ristiana. 8a do trina ristiana referente a las onse uen ias del pe ado original fue interpretada por algunos en sentido gn%sti o&neoplat%ni o, por lo tanto, en un sentido ontrario al uerpo. 1o se veía ya en el uerpo el %rgano y la 1=:

imagen en que se manifiesta el alma. El deseo sensual fue identifi ado sen illamente on el deseo pe aminoso. En iertas partes desapare i% el respeto ristiano al uerpo y sus fun iones, sobre todo en la esfera de lo sexualS y la fea expresi%n que ta haba al uerpo de miserable sa o de gusanos penetr% en la literatura as éti a. <ero si el ha erse santo se entendiese solamente en sentido éti o, omo auto astigo, omo un adue'arse de la vida instintiva físi o&sensual, omo una modela i%n del hombre puramente espiritual, en tal aso nosotros los ristianos no aventa)aríamos a los paganos de altos ideales. (lgunas es uelas paganas y sus representantes hasta nos ganarían on su radi alismo, por su lu ha ontra el uerpo, por su fuga de todo lo sensual y por el dominio de lo puramente espiritual. El ha erse santo, en sentido ristiano, se halla en un plano ompletamente distinto. 8o ara terísti o no est" en el ampo éti o, sino en el religioso. 7l cristianismo no es un movimiento puramente .tico, sino tam!i.n religioso. En el ristianismo no se trata, en primer lugar, de intereses puramente ultramundanos, de tensi%n entre espíritu y uerpo. En el ristianismo se trata de lo supramundial, de lo sobrenatural, de salvar la sima infinita que hay entre 9ios y nosotros, del dominio de 9ios en el hombre, del Qreino de los ielosR. En el ristianismo no se trata úni amente de rela iones inmanentes físi o&psíqui asS el on epto Qgra iaR no debe entenderse ex lusivamente, ni siquiera preferentemente en el sentido de Qgra ia medi inalR, omo si la gra ia de #risto no existiera para otra osa que para ayudar a sanear nuestro a ha oso estado moral. En realidad, la gra ia debe ha ernos parti ipar ada ve+ m"s de la vida de 9iosS ha de salvar la sima que separa, no ya el uerpo y el espíritu, sino al hombre y a 9ios. B porque en el ristianismo se trata de realidades supramundiales, sobrenaturales, que est"n m"s all" de nuestras disposi iones y apa idades, el ha erse santo no puede ser, en primer término, asunto nuestro, sino de 9ios. 7l camino del reino de los cielos no va de nosotros a Dios, sino #ue viene de Dios a nosotros. 9ios es el #ompletamente 0tro, se distingue infinitamente de nuestro ser de riaturas. 1os hallamos ante el estri tamente Qm"s all"R. B por esto no puedo yo llegar a 9ios por mis propias fuer+as ni ba)ar on mis propias manos, omo el 1=5

<rometeo de la leyenda, el fuego del ielo. .olamente podré parti ipar de la vida divina si 9ios se adelanta generosamente a mi en uentro y enarde e on el soplo de su Espíritu .anto todo mi obrar. (sí pues, el ha erse santo es, en primer lugar, o!ra, de Dios. 4e haré santo porque 9ios es bueno. El milagro de su amor onsiste en que Ml nos ondu)o a .í antes de que a nosotros se nos o urriera tal pensamiento. QEn esto onsiste su aridadV que no es porque nosotros hayamos amado a 9ios, sino porque Ml nos am% primero a nosotros, y envi% a su 3i)o a ser ví tima de propi ia i%n por nuestros pe adosR H- -o. C, 1KI. (l prin ipio de nuestro amino ha ia la santidad hay, según la do trina de la -glesia, algo invisible, algo inefable, un misterio, el misterio de la elección de la divina gracia. .omos llamados, no porque somos santos, sino que llegamos a ser santos porque somos llamados. 9o de isivo es el llamamiento divino, nuestra Qpredestina i%n para la gra ia y la gloria.R B este llamamiento es anterior a nuestra oopera i%n personal, anterior también a nuestros QméritosR personales previstos por 9ios, yino onse uen ia de los mismos. .an <edro, .an <ablo y todos los dem"s santos no fueron lla& mados a la gra ia por prever el 9ios omnis iente desde toda la eternidad su oopera i%n, sino que fueron levantados a tan alta esfera sin ningún miramiento a sus QméritosR (ante praevisa merita), por motivos que est"n latentes en las profundidades de la sabiduría y amor divinos. En las osas de nuestra salva i%n úni amente 9ios es quien sus ita on fuer+a readora, y on fuer+a readora omuni a bienesS 9ios es la vida de nuestra vida. <re isamente teniendo en uenta esta misteriosa ausalidad divina, que ini ia y termina nuestro esfuer+o por lograr la santidad, amonesta .an <ablo a su omunidad favorita de JiliposV Q/raba)ad on temor y temblor en la obra de vuestra salva i%n... (ues 9ios es el que obra en vosotros, por un puro efe to de buena voluntad, no s%lo el querer, sino el e)e utarR H,, 1,17I. El motivo que adu e el (p%stol es signifi ativo. 3emos de traba)ar on temor y temblor en la obra de nuestra salva i%n pre isamente porque en primer término es asunto de 9ios. 1uestra piedad es un asunto sobremanera grave, el mayor de todos los deberes, pre isamente porque el mismo 9ios vivo y eterno opera en ella, 1:K

porque se trata de una irrup i%n misteriosa de lo sobrenatural. QEl .e'or es quien obra en nosotrosR H.an @enitoI. <orque el amor de 9ios se apodera de nuestras fuer+as humanas en lo m"s profundo que tienen, en su misma raí+, y porque prepara y a tiva nuestras predisposi iones dormidas para lo santo, podemos ser ompletamente Qnosotros mismosR, podemos ser ompletamente libres, y en esta libertad podemos traba)ar para nuestra salva i%n y ha er a tos meritorios. (sí, el Qhomo religiosusR es, en pleno sentido, una obra prodigiosa de la gra ia divinaS en él pueden desarrollar su ri o y variado )uego las fuer+as del Espíritu .anto, y ha er su m"s hermosa obra maestra, el Qhomo san tusR. El santo es un misterio. Q3e aquí el tabern" ulo de 9ios en medio de los hombres.R 9a piedad ristiana es, en onse uen ia, teoc.ntrica. Es ompletamente una religión éti a, no una éti a religiosa. Give y obra en ella el estreme imiento que se siente ante el 9ios que lo obra todo, la on ien ia profunda de que todos los valores, en el ielo y en la tierra, brotan del ora+%n de 9iosS y de Ml pro ede todo lo fuerte, pero también todo lo deli ado e íntimo. En este respeto reveren ial, en esta prontitud para la gloria Dei, el ristiano no se in lina a pensar demasiado en el propio yo o hasta ufanarse, omo el fariseo, de los propios méritos. <or otra parte, la piedad ristiana no despierta ni fomenta tenden ias #uietistas, no nos lleva a ru+arnos de bra+os y de)ar obrar úni amente a 9ios. .iempre que el 9ios vivo esté en el entro de nuestra on ien ia religiosa, siempre que la uni%n on Ml sea la vida de nuestra vida, brotar"n en nosotros fuer+as divinas, y penetrar"n ontinuamente en nosotros omo fuego devorador, y sa udir"n nuestra alma, y nos ayudar"n a estar despiertos. ( los ristianos puede apli arse la frase del .e'or referente al reino de los ielos, #ue sufre violencia. 9onde est" 9ios, allí est" también el Espíritu .anto, allí est"n las lenguas de fuego, allí est" el milagro de <ente ostés. 8a verdadera piedad es siempre viven ia de <ente ostés. .on también virtudes de (entecost.s las que dan forma sobre todo a la piedad ristiana. En primer lugar, la humildad, la on ien ia profunda de que por nosotros mismos nada tenemos, pero que en 9ios lo tenemos todo. (sí, el orgullo del espíritu y la 1:1

soberbia farisai a no tienen abida en el ora+%n del orante. 9on no!is, Domine, non no!is, sed nomini tuo da gloriam- 1o a nosotros, sino a 9ios sea la honra y la gloria. B uanto m"s se sumer)a el ristiano en su propia nada, tanto m"s agrade ido estar" por lo que en él ha he ho 9ios. (sí toda su vida y todas sus viven ias vendr"n a ser una ontinua acción de gracias, una eu aristía prolongada. Aratias agamus Domino Deo nostro- #on esta a titud fundamental, de agrade imiento, se une una confian a iega en el /odobondadoso, una entrega sin reservas a su santa voluntad. Msta es la QfeR de .an <abloV entrega ompleta a 9ios, un arro)arse en el abismo de la omnipoten ia, de la sabiduría y de la bondad divinas, una onfian+a y una entrega sin límites. T( quién he de temer si conmigo est" el .e'orU B esta onfian+a, profunda omo un abismo, radi a a su ve+ en una apa m"s profunda aún, la que est" saturada de la fe en aquel en quien se ha en arnado el amor eternoV en el Gerbo humanado. 8a piedad ristiana, según toda su esen ia, es cristoc.ntrica pre isamente por ser antes de todo teo éntri a, pre isamente por vivir de un modo tan onmovedor la ma)estad de 9ios, ante la ual se desha e en polvo, es omo la nada, todo valor humano. <or esto anhela on af"n pe uliar al 4ediador, al 3ombre&9iosS y vive y obra en la seguridad de que el <rimogénito de los hermanos nos abra+a amorosamente a todos, a todos nosotros que mediante una fe viva fuimos in orporados a MlS sabe que Ml nos apli a on plenitud, on sobreabundan ia, los méritos de su vida y <asi%n, y que lo esen ial, la substan ia de nuestra ulpa fue pagada por Ml de una ve+ para siempre y quit%, no ya en sentido figurado, sino on toda verdad, todos nuestros pe ados, de tal manera que no hemos de ha er ya otra osa sino ompletar mediante nuestros peque'os QméritosR personales Waun uando vuelvan a hundirse una y otra ve+ en las me+quindades y miserias de lo puramente humanoW Qlo que resta que pade er a #ristoR H#ol. -, ,CI. (dondequiera que diri)a su mirada el orante ristiano, siempre y por doquiera le ilumina, le ir unda el amor, que es 9ios y se nos manifest% en #risto. 9a imita i%n de #risto, la vida ristiana nun a es un aminar libre, independiente, por el amino que #risto nos prepar%. Es m"s bien ir en #risto y por medio de #risto. #risto no s%lo preparó el amino que va al <adre, sino que 8l mismo es este amino. En alidad de primogénito nos abra+a 1:,

amorosamente y nos levanta una y otra ve+ ha ia las alturas uando nos tambaleamos. <or esto Q onfía, hi)oR, Q onfía, hi)aR. <or esto el tema de la imita i%n de #risto no es tanto el temor del pe ado y la lu ha ontra él, omo el amor y la fidelidad, siempre despiertos, a 9ios y a #risto. B donde haya amor a #risto, allí se quiere a su 4adre virginal, allí hay amor mariano. 9e este amor est" desterrada toda preo upa i%n, toda ansiedad temerosa. 9on timeo, #uia amo H.an @enitoI. Esta piedad tiene algo resplande iente, alegre omo el sol, algo infantil. En .anta /eresa del 1i'o Jesús se ha mostrado de un modo l"si o. B por esto su lema luminoso no es la lu ha, sino la pa . Este ideal de piedad se en uentra ya en la .agrada Es ritura y en los <adres. (sí, .an Juan nos transmite la par"bola inimitable del .e'or referente a la vid y a los sarmientos, a los sarmientos que solamente pueden re er mientras estén unidos on la vid. (sí subraya .an <ablo hasta on solemnidad que 9ios da no solamente el querer sino también el e)e utar. B no es otra la do trina de los <adres, que ulmina en .an (gustín. <ero en la apli a i%n de esta do trina a la vida ristiana se gran)e% los mayo& res méritos sobre todo la antigua y venerada 0rden benedi tina, on su esfera de influen ia no despre iable. Es signifi ativo que .an @enito, en el pr%logo de su regla, pusiera omo deber de los mon)esV Q(labar al .e'or que obra en ellosR. .abía, por lo tanto, que sus mon)es no traba)arían en el reino de 9ios on sus propias fuer+as, sino que el 5e$or traba)aría en ellos, y Qpor esto deben alabarleR. /ambién la alegre y santa palabra Qpa+R (pa0), que expresa omo ninguna otra el ideal de vida ristiana, es una antigua heren ia benedi tina. 0)al" pudiese esta heren ia de las funda iones benedi tinas Wque es heren ia de #ristoW en ontrar en todas partes uidados amorosos. <orque así nos amonesta .an <edro. Q/ened perfe ta esperan+a en la gra ia que se ofre e, hasta la manifesta i%n de Jesu ristoR H- <etr. -, 17I.

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