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Published on December 2016 | Categories: Documents | Downloads: 49 | Comments: 0 | Views: 361
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De niños a adultos

Preguntas que olvidamos
Domingo, 31 de Octubre de 2010 Paulo Coelho

“Ojalá algunos profesores o padres se sientan estimulados a hacer lo mismo. De esta manera, en lugar de intentar imponer nuestra comprensión adulta del universo, acabaríamos recordando algunas preguntas de nuestra infancia”. Subiendo por una senda en los Pirineos en busca de un lugar donde practicar el tiro con arco, me topé con un pequeño campamento del ejército francés. Los soldados me miraron y yo, fingiendo que no había visto nada (todos tenemos en mayor o menor medida este temor a que nos consideren espías), seguí adelante. Encontré el lugar ideal, hice los ejercicios preparatorios de respiración, y he aquí que vi aproximarse un vehículo blindado. Inmediatamente me puse a la defensiva y preparé todas las posibles respuestas para las preguntas que me iban a hacer: tengo permiso para el tiro con arco, el lugar es seguro, corresponde a los guardas forestales y no al ejército decidir lo contrario, etcétera. Pero en ese momento saltó del vehículo un coronel, me

preguntó si yo era el escritor, y me relató algunos hechos interesantísimos sobre la región. Y así hasta que, venciendo su timidez casi visible, me dijo que él también había escrito un libro y me contó la curiosa génesis de su obra. Su mujer y él daban donaciones para una niña con lepra que procedía de la India y que ahora estaba en Francia. Un buen día, curiosos por conocer a la niña, se dirigieron al convento donde las monjas se encargaban de cuidar de la pequeña. Pasaron una tarde muy bonita, y hacia el final una monja le pidió al militar que ayudase en la educación espiritual del grupo de niños que allí vivía. Jean Paul Sétau (que así se llamaba el coronel) dijo que no tenía ninguna experiencia en clases de catecismo, pero que lo meditaría y le preguntaría a Dios qué hacer. Aquella noche, después de sus oraciones, oyó la respuesta: “en lugar de dar respuestas, procura saber qué quieren preguntar las criaturas”. A partir de ese momento, Sétau tuvo la idea de visitar varias escuelas y pedir que los alumnos escribiesen todo aquello que les gustaría saber respecto a la vida. Pidió que las preguntas fuesen hechas por escrito, evitando de esta manera que los más tímidos tuviesen miedo de manifestarse. El resultado de su trabajo fue reunido en un libro: El Niño Que Quiere Saberlo Todo (editora Altess, París). Algunas de las preguntas ¿Dónde vamos después de la muerte? ¿Por qué tenemos miedo de los extranjeros? ¿Existen los marcianos y los extraterrestres? ¿Por que hasta a la gente que cree en Dios le ocurren desgracias? ¿Qué significa Dios? ¿Para qué nacemos, si al final nos morimos? ¿Cuántas estrellas hay en el cielo? ¿Quién inventó la guerra y la felicidad? ¿El Señor también escucha a aquellos que no creen en el mismo Dios (católico)? ¿Por qué existen los pobres y los malos? ¿Para qué creó Dios los mosquitos y las moscas? ¿Por qué no está cerca el ángel de la guarda cuando estamos tristes? ¿Por qué amamos a ciertas personas y odiamos a otras? ¿Quién puso nombre a los colores? Si Dios está en el cielo, y mi madre también está allá porque murió, ¿cómo es que Él está vivo? Nunca olvidar Ojalá algunos profesores o padres, al leer esta columna, se sientan estimulados a hacer lo mismo. De esta manera, en lugar de intentar imponer nuestra comprensión adulta del universo, acabaríamos recordando algunas preguntas de nuestra infancia, que ciertamente jamás fueron respondidas.

Explicando a Dios

Sentirlo es mejor
Domingo, 07 de Noviembre de 2010 Paulo Coelho

“Nadie conseguirá jamás probar que Dios existe o que no existe. Ciertas cosas en la vida fueron hechas para ser experimentadas, nunca para ser explicadas”. De nada sirve pedir explicaciones sobre Dios. Oiremos palabras bonitas, pero, en el fondo, serán frases vacías, de la misma manera que uno puede leer toda una enciclopedia sobre el amor y no por ello saber lo que es amar. Nadie conseguirá jamás probar que Dios existe o que no existe. Ciertas cosas en la vida fueron hechas para ser experimentadas, nunca para ser explicadas. El amor es una de estas cosas. Dios, que es amor, es otra de ellas. La fe es una experiencia infantil, en aquel sentido mágico que Jesús nos enseñó: “De los niños es el Reino de los Cielos”. A continuación, tres historias árabes sobre lo vana que resulta dicha búsqueda: Empezando por el principio Un hombre preguntó a al-Husein: – ¿Qué debo hacer para acercarme más a Dios? – Comparte con Él un secreto. Y no dejes que nadie en este mundo sepa cuál es ese secreto. De esta manera establecerás un lazo de confianza con la Divinidad. Pero el hombre continuó: – ¿Solo eso me ayudará a acercarme a Él?

– Establece una relación firme al comienzo de tu jornada espiritual. Reza. También es importante tener fuerza de voluntad. Y si es posible disfrutar de un poco de soledad, tanto mejor. – Pero ¿cómo llego al estado ideal de comunicación con Él? – Ya te he explicado todo lo que necesitas saber –dijo al-Husein–. Pero tú quieres llegar al final antes de haber empezado, y eso no es posible. Amar sin miedo Un peregrino llegó a la aldea donde vivía Abu Yazid al-Bistrami. – Enséñame la manera más rápida de llegar hasta Dios. Al-Bistrami respondió: – Ámalo con todas tus fuerzas. – Eso ya lo hago. – Entonces necesitas ser amado por los demás. – ¿Por qué? – Porque Dios mira al corazón de todos los hombres. Cuando visite el tuyo, ciertamente verá tu amor por Él, y se alegrará. Sin embargo, si en el corazón de otras personas encuentra tu nombre escrito con cariño, ten por seguro que pondrá mucha más atención en ti. Queriendo acortar el camino – ¿Por qué nos haces perder el tiempo buscando a Dios, cuando tú ya lo conoces tan bien? –le dijo a Hasan de Basra un discípulo–. Podías contarnos cómo es Él. – Sí –respondió Hasan de Basra–. Pero resulta que, cierta tarde que estaba yo delante de un pantano, vi que un hombre se preparaba para atravesarlo. Grité: “¡Cuidado, que puedes resbalar en una piedra y ponerte empapado!”. “El hombre me respondió: Si eso sucede, yo seré el único que tendrá que secarse. Sin embargo, Hasan, si tú resbalas en tu camino y caes, todos tus discípulos resbalarán y caerán contigo”. “En aquel momento comprendí: Dios es un desafío individual, cada persona es responsable de su propia búsqueda. Un maestro puede compartir su experiencia, pero jamás sus resultados”. www.paulocoelhoblog.com

Para librar batallas

Creer en lo imposible
Domingo, 14 de Noviembre de 2010 Paulo Coelho

William Blake decía en uno de sus textos: “todo aquello que hoy es una realidad, antes no era más que parte de un sueño imposible”. Y por ello tenemos hoy el avión, los vuelos espaciales, el ordenador con el que en este momento escribo esta columna, etc. En la famosa obra prima de Lewis Carrol, A través del espejo y Lo que Alicia vio allí, hay un diálogo entre el personaje principal y la reina, que acabará de contar algo extraordinario. -No puedo creerlo –dice Alicia. -¿No puedes? –repite la reina con un aire triste–. Inténtalo de nuevo: respira hondo, cierra los ojos, y cree. Alicia se ríe: -No sirve de nada intentarlo. Solo los tontos piensan que las cosas imposibles pueden suceder. -Creo que lo que te falta es un poco de práctica –responde la reina–. Cuando yo tenía tu edad, practicaba media hora al día por lo menos: inmediatamente después del café de la mañana, hacía lo posible por imaginar cinco o seis cosas increíbles

que pudieran cruzarse en mi camino, y hoy veo que la mayoría de las cosas que imaginé se han hecho realidad. Gracias a ello, he llegado hasta a ser reina. La vida nos pide constantemente que creamos. Creer que un milagro puede suceder en cualquier momento es necesario para nuestra alegría, pero también para nuestra protección, o simplemente para justificar nuestra existencia. En el mundo de hoy, muchos consideran que es imposible acabar con la miseria, tener una sociedad justa, disminuir la tensión religiosa que parece crecer día tras día. La mayoría de la gente evita la lucha esgrimiendo los más diversos pretextos: conformismo, madurez, sentido del ridículo, sensación de impotencia. Vemos la injusticia a nuestro alrededor, y nos quedamos callados. “No voy a meterme porque sí en una disputa”, es la excusa. Esta es una actitud cobarde. Quien recorre un camino espiritual, lleva consigo un código de honor que hay que cumplir; la voz que clama contra lo que está mal siempre es oída por Dios. Sin embargo, de vez en cuando oímos el siguiente comentario: “Vivo creyendo en sueños, muchas veces intento combatir la injusticia, pero siempre acabo llevándome una decepción”. Un guerrero de la luz sabe que merece la pena librar algunas batallas imposibles, y por eso no teme a las decepciones, ya que conoce el poder de su espada y la fuerza de su amor. Rechaza con vehemencia a aquellos que son incapaces de tomar decisiones y que siempre quieren cargar a los demás con la responsabilidad de todo lo que de ruin tiene el mundo. Si él no lucha contra lo que está mal, aunque parezca estar más allá de sus fuerzas, jamás encontrará el buen camino. Una vez recibí un texto que decía: “Hoy me ha pillado un gran chaparrón mientras iba caminando por la calle. Afortunadamente, tenía el paraguas y el impermeable, pero estaban en el coche, que estaba bastante lejos. Mientras corría para cogerlos, pensaba qué extraña señal estaba recibiendo de Dios: tenemos siempre los recursos necesarios para enfrentarnos a las tempestades que la vida nos depara, pero en la mayoría de las ocasiones estos recursos están encerrados en el fondo de nuestro corazón, y eso hace que perdamos un tiempo precioso buscándolos. Cuando por fin los encontramos, ya hemos sido derrotados por la adversidad”. Estemos, por lo tanto, siempre preparados: en caso contrario, perderemos la oportunidad o perderemos la batalla. www.paulocoelhoblog.com

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