W.A.S.P.

Published on June 2016 | Categories: Types, Reviews, Music | Downloads: 304 | Comments: 0 | Views: 1475
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Crónica del concierto de la banda estadounidense junto a Raintime y Shadowside

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W.A.S.P. + Raintime + ShadowSide en la Sala Heineken (Madrid). 9 de noviembre de 2010.
Por November Teardrops

Casi no sentíamos los pies cuando los empleados de la sala Heineken, situada en la madrileña calle de la Princesa, comenzaron a clocar las vallas para organizar a los que nos agrupábamos a sus puertas en una fila. Más valía. A pesar de que los estadounidenses W.A.S.P. habían pasado por Getafe este mismo verano dentro del cartel del festival Sonisphere y no éramos una cifra muy numerosa de público, las cuatro horas que llevábamos esperando habían dado para mucho: desde pasar un frío tremendo hasta presenciar algunos incidentes relacionados con el orden de la fila. Se trataba de un concierto bastante familiar y pronto encontramos a unos conocidos que llevaban guardando cola desde las 11.30 de la mañana a pesar del tiempo desapacible. Pero como toda espera tiene su recompensa, tuvieron la suerte –o la desgracia, según se mirede poder saludar al líder de la banda, Blackie Lawless, cuando entraba en la sala ya completamente maquillado y con el pelo cardado pero vestido con un chándal de Harvard azul y sosteniendo la ropa del espectáculo entre sus brazos, incluidos sus famosos brazaletes en forma de sierra. Antes he dicho la desgracia porque, pese a que se dice que últimamente, el excéntrico vocalista ha mejorado en cuanto a nivel vocal y físico, sus 54 años dejan bastante que desear, y si verlo encima del escenario vestido para la ocasión ya impacta, comprendo que la anécdota de la tarde fuera haberlo visto en chándal. Bromas aparte, finalmente los de la Heineken procedieron a la apertura de puertas a las 19.00h de la tarde tal y como se anunciaba en las entradas, así que inmediatamente me quité la cazadora y con ella envolví el cuerpo de la cámara, a la par que le daba el objetivo a uno de mis amigos para que lo escondiera en uno de los bolsillos de su chupa: sabíamos que sería una gran noche y queríamos conservar su recuerdo para siempre; no podíamos arriesgarnos a que nos interceptaran la cámara en la entrada. Pasados los primeros nervios y, finalmente, con el equipo a salvo bajo el brazo, conseguimos llegar a una bien adelantada segunda fila: estábamos muy cerca del escenario, y es que si algo bueno tiene la Heineken es que ha eliminado la valla que separa a público y artistas, lo que permite una mayor cercanía. No mucho después, se subían sobre el escenario los brasileños ShadowSide, y no fueron pocos los sorprendidos al ver que a su frente estaba una mujer con un imponente chorro de voz: Dani Nolden. A estas alturas me pregunto por qué aún sigue chocando tanto encontrar frontwomans en el metal.

Tras una breve actuación de unos treinta minutos de enérgico heavy metal con toques de rock, comenzaron los segundos teloneros, Raintime, con un aura un poco más oscura pero con un impresionante directo, del que sin duda, cabe destacar su cover del tema Beat it, de Michael Jackson, que dejó al público atónito. W.A.S.P. tenía previsto su comienzo a las 21.00, pero se retrasó casi una hora debido a una pequeña demora que arrastraron los Raintime y el prolongado cambio de equipo. Finalmente, y previo remix de unos cuantos de sus clásicos como melodía introductoria, subieron a escena, abriendo su actuación con la enérgica On your Knees, de su trabajo debut W.A.S.P.del año 1984. En su camiseta, Lawless lucía con orgullo los 28 años que la banda llevaba dando caña sobre los escenarios junto con el sgnificativo disco de sierra que les caracterizaba. Siguiendo con el cover de The Who, The Real Me, pronto alcanzaron la tercera canción de su set list: L.O.V.E. Machine, con la que se metieron a la sala entera en el bolsillo. El ambiente estaba caldeado y todo el público saltaba como loco cuando arrancaron Wild Child para después meterse de lleno en su último disco, Babylon, con la fabulosa Crazy y después con Live to die another day. Cierto es que la edad hace mella, y la voz de Blackie había perdido potencia y brillo respecto a lo que era, pero a cambio, la experiencia en el directo, le daba un buen manejo de la puesta en escena. Por otro lado debo aplaudir la adaptación de tono que realizaron sobre algunas canciones originales, y es que no hay nada peor que escuchar a un pobre vocalista entrado en años ahogarse con las canciones que cantaba veinte años atrás cuando su voz aún estaba poco machacada. Alcanzada la mitad de su repertorio, sonó la preciosa balada The Idol. Realmente esta canción ya impresiona en estudio, pero si a ello añadimos la emoción del directo, una versión extendida con un precioso solo del guitarrista Doug Blair, y, por supuesto una guitarra acorde con la situación con una vidriera luminosa en su cuerpo, el resultado es todo un éxito ante el cual el público se queda sin palabras. Probablemente el mejor momento del concierto y, desde luego, el más comentado a la salida. Cuando creíamos que los W.A.S.P ya no podrían darnos nada mejor aquella noche, reconocimos el principio de la mítica I Wanna Be Somebody, que fue coreada hasta la saciedad, cuando se apagaron los focos y la banda se despidió. El público estaba eufórico y no paraba de pedir a la banda que regresase, y así lo hicieron con Chainsaw Charlie (Murders in the New Morgue) y la emotiva Heaven’s Hung in Black, que deja de lado por completo la típica temática hard rockera para hacer alusión al conflicto civil americano, la Guerra de Secesión. Por último, y para cerrar su actuación, la banda eligió la conocida Blind in Texas, de su trabajo The Last Command, para hacer una versión extendida y salir del escenario definitivamente sin demasiadas despedidas.

Con una púa del bajista, Mike Duda en la mano, nos dirigimos hacia la puerta trasera de la sala para intentar verlos, pero tras unos minutos sólo salió Blair, quien nos firmó encantado la entrada y unos cuántos vinilos a un fan incondicional que según se los daba no paraba de decir: “Excuse me”. Aquella había sido una noche de rock n’ roll en toda regla, así que, ¿qué mejor manera de terminarla que en los Bajos de Argüelles? Enseguida pusimos rumbo al templo del Heavy Metal madrileño, donde nos esperaban unos cuantos amigos y un buen kalimotxo en el bar Ragnarök.

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